Las explosiones en el cielo iban y venían, ocurriendo con tanta frecuencia que en tiempos normales uno tendría que comenzar a preguntarse en este punto si el mundo realmente terminaría, ya que cada explosión era lo suficientemente poderosa como para eliminar todo en kilómetros a la redonda, al igual que mini bombas nucleares.
Aunque el sol estaba presente alto en el cielo, su luz era tan opaca que fácilmente se podía ignorar y su único uso en este punto era prácticamente para que los humanos supieran que, en teoría, todavía estaban en el tiempo de luz diurna y que los relojes no estaban leyendo mal la hora. Era solo que el cielo negro sobre sus cabezas era simplemente demasiado oscuro, tan oscuro que probablemente podría ser catalogado como la noche más oscura jamás registrada en la historia de la Tierra.
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