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Capítulo 15: El último encuentro

Capítulo 15: El último encuentro

Narra Ifigenia

En estos últimos 28 días junto a él, hemos pasado por altibajos, pero hemos logrado reconstruir nuestra confianza y nuestro cariño. Hemos visitado todos los lugares donde nuestra historia de amor comenzó, reviviendo los momentos en los que nos conocimos, compartiendo risas, lágrimas, besos y caricias. Pero ahora, llega el último día que estaremos juntos, y quiero que sea especial. He planeado cada detalle con cuidado, esperando que todo salga bien.

Mientras me preparaba para nuestra última noche juntos, mi teléfono sonó. Era James. Su llamada me tomó por sorpresa, ya que no suele llamarme, especialmente cuando está con su prometida.

- Hola - dije, con un tono de preocupación en mi voz.

- Ifigenia, por fin contestas. Quiero llevarte a un lugar especial. Sé que hoy es nuestro último día juntos y quiero que sea inolvidable. Mi avión estará esperándote en el aeropuerto a las 6:00 PM. Un auto te llevará hasta nuestro destino - dijo con emoción en su voz.

- Está bien, estaré allí a esa hora - respondí, tratando de ocultar mi emoción.

- Perfecto, nos vemos entonces - se despidió.

- De acuerdo, James. Te quiero - dije sin pensarlo dos veces.

- Yo también te quiero - respondió antes de colgar.

No sé qué nos depara el destino ni a dónde me llevará, pero esta vez estoy dispuesta a arriesgarme por completo, incluso si eso significa perder mi corazón.

Las horas pasaron rápidamente y cuando terminé de arreglarme, ya eran las 5:45 PM. Tenía que irme. Siempre he asociado la canción de Adele, "When We Were Young", con él. Me miré una última vez al espejo, sintiendo una mezcla de nervios y emoción, y salí de casa. Al llegar al aeropuerto, me encontré con un hermoso avión esperándome. No pude contener mi sonrisa al darme cuenta de que el piloto era James, luciendo increíblemente atractivo en su uniforme de piloto.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté, con una sonrisa juguetona en mi rostro.

- ¿No querías que yo te llevara? - respondió con una sonrisa traviesa.

- Por supuesto que quiero que me lleves tú - dije, con una mirada llena de complicidad que hizo que su sonrisa se ampliara aún más.

- Bueno, Ifigenia, serás mi copiloto en este viaje. Así que prepárate - dijo, sorprendiéndome. Rápidamente me senté a su lado y le ayudé a despegar el avión.

- Me encanta que estés aquí conmigo - dijo, mirándome de la misma manera que lo hizo la primera vez.

- Y a mí me encanta estar aquí contigo - respondí, con una sonrisa que reflejaba toda la felicidad que sentía en ese momento.

Durante todo el vuelo, el silencio reinaba entre nosotros. No hacían falta palabras, nuestras miradas hablaban por sí solas, transmitiendo todo el amor y la complicidad que compartíamos.

Finalmente, llegamos a nuestro destino. No podía creer dónde estábamos. Era aquella pequeña casa donde todo empezó, donde nuestro amor floreció por primera vez.

James tomó mi mano y me llevó hasta la puerta. Antes de entrar, me miró intensamente y dijo:

- Aquí fue donde todo comenzó. Durante estos días que hemos pasado juntos, he descubierto por qué me enamoré de ti, por qué siempre he querido estar contigo. Aunque la vida nos ha jugado una mala pasada, me he dado cuenta de que nunca fue una apuesta, simplemente tenías miedo, Ifigenia. Te amo como nunca amaré a otra mujer - dijo, antes de besarme apasionadamente.

Abrimos la puerta torpemente y él me condujo hasta la habitación de arriba. Con delicadeza, me recosté en la cama mientras él se colocaba encima de mí.

- Ifigenia, déjame hacerte el amor una última vez. Por favor, déjame - dijo con ansiedad, esperando mi respuesta.

- Hazlo. No lo pienses dos veces, simplemente hazlo - respondí, cerrando los ojos y entregándome a él por completo.

En ese momento, con una sonrisa en mi rostro, pensé: Todavía me ama.

Narra James

Tenerla a mi lado era una bendición. La abrazaba con fuerza, sintiendo su suave cuerpo junto al mío. Su sonrisa iluminaba mi mundo y sus mejillas seguían sonrojándose, como siempre.

Mis manos se deslizaban por su espalda mientras nuestros labios se encontraban en un beso lento y apasionado. Nuestros cuerpos se fusionaban en un baile de deseo y pasión, mientras nuestras lenguas se entrelazaban en un torbellino de emociones. Sabía que la necesitaba tanto como ella me necesitaba a mí.

Mis manos acariciaban su trasero con intensidad, mientras ella rodeaba mis caderas con sus piernas, aferrándose a mí. Una risa escapó de sus labios, lo cual me hizo sonreír.

Bajé mis labios por su cuello, dejando suaves besos en su piel, mientras ella aferraba mi cabello con fuerza. Desabroché cada botón de su blusa lentamente, dejando un rastro de besos en su pecho.

- Lo haces tan bien - escuché que decía mientras sus manos acariciaban mi cabello.

Nuestros labios seguían buscándose, moviéndose en perfecta sincronía. Nuestras manos se entrelazaban y se exploraban con delicadeza, como si quisieran memorizar cada centímetro de nuestra piel.

Nos separamos por un momento, buscando aire, pero sus manos volvieron a tomar las mías, atrayéndome hacia su cuerpo con deseo. Esta vez, mordisqueaba mis labios con ansias.

- Eso es justo lo que necesitaba - dije, sonriendo mientras disfrutaba de sus mordiscos en mis labios.

Comencé a dejar un rastro de besos húmedos desde sus labios hasta su ombligo, explorando cada centímetro de su piel con mis labios y mis manos. Mis caricias recorrían sus muslos, deslizándose bajo su blusa y dejando pequeñas huellas en su abdomen y en la parte superior de sus pechos. Sentir su calor y su suavidad me transmitía una sensación de seguridad y deseo que nunca quería dejar de experimentar.

- Te escucharía gemir todo el día - susurré, mientras mis labios volvían a buscar los suyos con ansias.

Sus gemidos de placer llenaban la habitación, mientras nuestras manos seguían explorando y acariciando cada parte de nuestros cuerpos. Estábamos tan conectados, tan perdidos el uno en el otro, que el tiempo parecía detenerse a nuestro alrededor.

- James... - gemía, retorciéndose de placer bajo mis caricias.

Dios, cómo había extrañado escucharla gemir de esa manera. Seguí explorando su cuerpo con mis labios y mis manos, dejando que el deseo nos guiara. Cada beso, cada caricia, era un recordatorio de todo lo que habíamos compartido y de todo lo que aún sentíamos el uno por el otro.

Mis manos continuaron acariciando su piel con suavidad, mientras nuestros labios volvían a encontrarse en un beso apasionado. Nos entregamos el uno al otro sin reservas, dejando que el amor y el deseo nos consumieran por completo.

En ese momento, me di cuenta de que todavía la amaba. A pesar de todo lo que habíamos pasado, a pesar de las circunstancias y las decisiones equivocadas, mi amor por ella seguía intacto.