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Entonces, tanto Aiden como Thorin, el herrero, entraron en su forja donde estaría fabricando sus recompensas para el Torneo Interfamiliar.
Lo primero que se le vino a la mente a Aiden fue lo sucio que estaba el lugar.
Dondequiera que miraba, Aiden podía ver polvo, pero eso no era tan malo.
Lo que lo hacía realmente sucio era lo desordenado que estaba el lugar, solo con caminar alrededor, Aiden ya podía sentir lo denso que estaba el aire, lo que hacía difícil respirar.
*Tos*
*Tos*
—¿Qué estás tosiendo, no tienes los pulmones lo suficientemente fuertes? —preguntó Thorin, que respiraba sin ningún problema.
«Sí, claro, probablemente tú no puedes alcanzar el aire denso», pensó Aiden mientras se burlaba de la estatura de Thorin en su mente.
—Claro, lo que digas, entonces, ¿por qué querías que te siguiera? —preguntó Aiden, esforzándose al máximo por no toser por todo el polvo que flotaba alrededor.
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