—¿Necesitas mi ayuda para domarla? —preguntó Asmodeo con coquetería, dando vueltas a un mechón de su largo cabello y mirando de reojo a Serefina a su lado, quien no mostraba ninguna emoción en su rostro. —Serefina, realmente tienes mal gusto en hombres. Él se acostó con innumerables brujas pelirrojas cuando tú y ella
asintió con la cabeza hacia Lila— no estaban cerca.
Asmodeo observó atentamente la cara de Serefina buscando algún cambio en su expresión, pero no había nada en su rostro que indicara que sus palabras la habían herido.
—Cih, —chasqueó la lengua—. No eres divertida en absoluto.
Mientras tanto, Mamón susurró algo al oído de Quirón, su voz era inquietantemente baja, pero lo que sea que dijera, hizo que él se sintiera muy feliz, en perfecta alineación con la idea en su mente.
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