Caña dejó al hechicero a cargo de Leros y Clad, ya que se quedarían en el pueblo cercano, hasta que fuera el momento de regresar a la manada del Lobo Aullante, mientras que él volvía al palacio con los otros tres guerreros. Iris estuvo muy callada durante este viaje de regreso y él no podía saber qué pasaba por su mente después de enterarse de tal información.
Mientras tanto, el hechicero seguía intentando enfrentarse a él, aunque Caña sabía que su oferta era la mejor opción para él, pero seguía siendo altivo para mantener un ápice de dignidad que le quedaba.
Estaba prácticamente como un mendigo cuando Leros y Clad lo encontraron a las afueras de la ciudad capital.
El sol estaba casi saliendo en ese momento y el cielo se iluminaba gradualmente en el este, pero cuando estaban a mitad de camino de regreso al palacio, un halcón volaba en círculos sobre ellos. Era un mensaje secreto.
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