Era raro que Fu Ying y Mo Rao se llevaran tan pacíficamente. Los dos dejaron de discutir sobre relaciones emocionales y en cambio discutieron asuntos profesionales.
Para cuando las preguntas de Mo Rao fueron respondidas, ya era medianoche.
Mo Rao bostezó y se estiró. Mientras Fu Ying la miraba, sentía que estaba viendo a un gatito.
—¿Estás cansada? Vuelve y duerme ahora —dijo Fu Ying con dulzura.
Mo Rao asintió y se levantó después de empacar los documentos. —Gracias por hoy.
—He dicho que no tienes que ser cortés conmigo. No importa con qué quieras que te ayude, lo haré —dijo Fu Ying.
En ese momento, Mo Rao de repente sintió que era posible que ambos se llevaran pacíficamente.
Mientras Fu Ying dejara de ser tan atento con ella y dejara de amarla tanto, Mo Rao podría charlar con él como lo hizo hoy.
Después de despedirse de Fu Ying, Mo Rao regresó a casa. Tan pronto como se acostó en la cama, se quedó dormida cansada.
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