3 Capítulo 3: Revelación

Ese hombre no era su padre.

Chris lo sabía porque el Evan que conocía jamás lo trataría tan bien.

El Evan que conocía era grosero, cruel y un idiota, también era un manipulador que no se preocupaba por los demás.

Vio como el omega recibía secretamente una bolsa con comida para llevar de la mujer mayor llamada Trudy.

Chris relajó su expresión cuando la mesera lo miró.

—Adiós, Chris —se despidió con dulzura.

—Adiós, señora Trudy —sonrió con timidez, recibió un pellizco en su mejilla por parte de la mujer.

Después de eso fingió estar somnoliento y apoyó su cabeza en el hombro del hombre.

Comprobó así una vez más, que su aroma era un poco diferente.

—Muchas gracias, Trudy, volveré cuando pueda pagarte.

Al terminar de despedirse, se alejaron. Como se había dicho antes, los pies de Chris no tocaron el suelo durante el resto del día, aún ahora a pesar de estar obviamente agotado, el omega lo cargó en brazos con cuidado.

Continuó fingiendo estar relajado, sin despegar la cabeza de su hombro.

Sabía que quien sea que fuera no quería dañarlo, probablemente sentía lastima y por eso aún lo mantenía cerca.

Chris odiaba la lastima, durante los quince años que vivió solo había recibido lastima y odio.

Recordó las miradas desdeñosas que había visto antes de su muerte, recordó la mirada despectiva de aquel omega pelirrojo. El responsable de su muerte, había sido quien ordenará le dispararán.

Chris recordaba haber muerto, solo para despertar y darse cuenta había vuelto a la edad de cinco años. Había regresado a cuando era un niño, solo que junto a él había un hombre que parecía ser su padre omega, pero no era su padre.

Al principio, al ver la confusión del hombre había creído él de alguna forma también había vuelto, pero entonces su forma de comportarse y tratarlo lo hizo descartar esa idea de inmediato, no sabía como lo había hecho o porque, no creía alguien voluntariamente tomaría el cuerpo de su padre, la vida de su padre en ese momento era un desastre y estaba apunto de empeorar.

A Chris realmente no le importaba encontrar una respuesta, si él había sido capaz de regresar diez años en el tiempo, entonces no sería raro imaginar un cuerpo podría cambiar de alma.

Al tener la inteligencia de un chico de quince en el cuerpo de un niño de cinco, se le facilitaba fingir inocencia y obediencia. Había decidido continuar haciendo eso hasta poder estar por su cuenta.

Al lograrlo, se vengaría. Encontraría la forma de hacerle pagar a ese que había ordenado su muerte.

En el restaurante había estado apunto de irse, había planeado alejarse, pero el pensamiento de que ahora solo era un niño pobre sin medios para sobrevivir lo detuvo.

—Estamos aquí… —Después de ingresar a la habitación, fue depositado con cuidado sobre la cama.

Fingió somnolencia al ocultar su rostro en la almohada, la realidad era que no quería ver el rostro de ese hombre, podría no ser su padre, pero eso no le impedía no sentir recelo hacia ese cuerpo que tantos malos recuerdos le había dejado.

—¿Estas dormido? —El tono con el que habló fue bajo y cálido.

Chris apretó sus párpados, luchando contra el conflicto en su interior, su corazón dolía al escuchar el tono amable con el que le hablaba, quizás no era su padre, pero sonaba como él, olía muy parecido a él, sin embargo, su padre jamás le habría hablado de esa dulce forma.

Alejó esos inútiles sentimientos, recordando lo que pasaría dentro de poco, se preguntó que haría ese Evan cuando aquellos hombres llegarán.

El recuerdo era amargo y doloroso, uno de aquellos alfas había sido el primer cliente de su padre. El recuerdo de tener que encerrarse en el baño sin saber que ocurría nunca podrá borrarse de su memoria, tampoco los nauseabundos olores. Ese encierro había sido el primero de muchos, en aquella época aún había sido ignorante, pero la ignorancia de un niño tenía un límite.

Advertirle a ese hombre no estaba dentro de sus planes, quería ver lo que haría, terminar de confirmar si realmente no se trataba de su padre, si no era él verdadero Evan rechazaría aquel trabajo, además dar una advertencia podría traer sospechas del otro, Chris no planeaba revelar lo que le había sucedido, el hecho de que había regresado en el tiempo sería su más grande secreto a partir de ahora.

Minutos después un duro toque en la puerta se escucho por toda la habitación, sacando a su falso padre del baño, Chris contuvo el aliento, esperando lo que ocurriría.

Evan frunció el ceño ante los toques cada vez más impacientes en la puerta, se inquieto un poco, quizás era un conocido del Evan original, si ese fuera el caso no le quedaría más que fingir.

Después de prepararse mentalmente, abrió la puerta para encontrar a dos hombres, uno bajito y obeso con una vestimenta vulgar, las cadenas y anillos eran excesivos, junto a un hombre de mediana edad con un traje barato y apariencia desaliñada, frunció el ceño ante el olor alcohol que desprendía aquel hombre. Había otros aromas que casi provocaron tapara su nariz.

—¿Si?

—¿Por qué no llevas puesta la ropa que te di ayer? —cuestionó el hombre obeso, mirándolo de arriba a abajo.

Evan módulo su expresión, manteniendo oculta su confusión por las palabras y tono del hombre. Él había cambiado su ropa porque la camisa de red junto a los pantalones rotos y ajustados no eran su estilo.

—Yo… los guardé.

El hombrecillo resopló.

—Con esa ropa podrás atraer más clientes, úsala de ahora en adelante cuando vayas a salir a trabajar.

—¿Trabajar?

—¿Eres tonto o qué? —espetó molesto— El día de ayer aceptaste trabajar para mi, hoy fui tan amable como para traerte tu primer cliente hasta aquí, trátalo bien.

Evan sintió ganas de vomitar al comprender, miró hacia la habitación encontrando que el niño dormía, rápidamente salió afuera cerrando la puerta a su espalda, no quería que el niño escuchará algo que pudiera impactarlo psicológicamente.

El hombre ebrio lo miró de pies cabeza, la forma en la que lo miraba lo hizo estremecer, pegó su espalda a la puerta sin soltar el picaporte a su espalda.

—No puedo trabajar con usted, tengo un hijo y…

—Encierra al mocoso en el baño, es demasiado pequeño como para entender algo —interrumpió el hombre obeso.

—No. Cambie de opinión, no voy a hacer ese tipo de trabajo.

La expresión del hombrecillo se volvió violenta, lo señaló con el dedo.

—Mira, perr..., tu amigo te recomendó a mi, ustedes fueron quienes me buscaron, no me hagas perder el tiempo ahora.

Eso puso aún más alerta a Evan.

—¿Qué amigo?

—Si esto no va a suceder, quiero mi dinero de regreso —masculló el otro hombre con impaciencia.

—Si, esto no va suceder. —Después de decir aquello, Evan se apresuró a abrir la puerta y entrar, segundos después se alejó ante los golpes bruscos.

—¡Escucha, te di dinero ayer, ya he invertido en ti, más vale que abras esta maldita puerta y cumplas con el trato!

Ante el feroz grito Evan se estremeció, cerrando los lo ignoró, contuvo la respiración mientras los hombres afuera comenzaban a discutir, después de un periodo de silencio, se acercó a la puerta para comprobar si ya no había nadie del otro lado, un segundo después se apartó de un salto cuando alguien pateo la puerta haciéndola temblar.

—Eso no se va a quedar así, ¡¿me escuchas?! Mañana vendré otra vez y espero estés preparado para trabajar. ¡¡Maldita perr...!!

Después de otra patada, el hombre se marchó.

Evan suspiró inestable y caminó hasta la cama para sentarse al sentir sus piernas débiles.

En la novela nunca se había mencionado que Evan Clare se prostituyera.

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