Evan observó a Chris tomar la colorida bolsa de regalo que tenía su nombre debajo del árbol de navidad. Francis, Matt, Elena y él habían cooperado para comprarlo hacia más de medio mes pero lo habían instalado en la sala de estar del departamento de Francis recién el día anterior. El tamaño no era grande, los adornos eran escasos, tampoco tenía muchas luces, sin embargo ver la reacción de los niños había valido la pena. Hasta Chris había parecido sorprendido al entrar y verlo al llegar esa mañana, parpadeando antes de volver sus ojitos a Evan antes de bajar la cabeza y alejarse a donde estaban las gemelas y Marco. Probablemente demasiado curioso e entusiasmado como para resistirse.
Lo vio sacar una pequeña caja blanca de la bolsa, Chris miró fijamente la caja durante varios segundos, entonces se acercó a Evan en el sofá.
—Te dije que no tenías que hacerlo… —comenzó el niño, evitando sus ojos.
—Ni siquiera has visto lo que es.
Una curiosa Ari se acercó, sosteniendo un oso de peluche en sus brazos.
—Vamos, Chris. Ábrelo. Vamos.
Evan rió ante la clara emoción de la niña por abrir un regalo que no era de los suyos.
—Ariana —llamó Francis, sentado en una silla frente a la mesa y dándole un biberón a Mango en sus brazos—, no lo presiones, cariño.
Chris se mostró incómodo, viendo el oso de Ariana para luego girar y ver los otros juguetes que sostenían Alex y Marco detrás de él, una muñeca, un juguete de acción.
Como si preparará de alguna forma, Chris abrió la caja blanca.
—Oh —susurró Chris, al ver el reloj azul con figuras de peces. Evan sabía no se imaginó el alivio en su voz.
Ari se posicionó junto a Chris para echar un mejor vistazo.
—¿Para qué sirve eso?
—Es un reloj inteligente para niños, podrás recibir llamadas, mensajes, ver la hora… Mira lee las instrucciones —le dijo a Chris—, ¿te gusta?
—Debiste gastar mucho en esto —murmuró Chris, con el ceño un poco fruncido.
—No, no es así —mintió—. Será muy útil cuando entres a la escuela el próximo año.
Además dado tenía GPS, también le daría la ubicación de Chris en tiempo real, pero Chris no necesitaba saber eso.
Evan le sonrió alentador, Chris solo lo miró y asintió tras un largo segundo.
—Gracias, es… muy bonito. Lo cuidaré mucho —prometió en un susurro, bajando la cabeza y pegando la caja a su pecho como si quisiera protegerla de todo y todos.
Ante su sincera alegría tocó su mejilla en gesto de cariño, Evan no quería ver nada más que ese tipo de felicidad en Chris ahora y siempre.
Durante los últimos días Evan había llegado a la conclusión de que si quería Chris creciera feliz y sanamente, sin resentimientos de ningún tipo, debía resolver la situación con su otro padre.
Sin importar lo que le gustaría y fuera más fácil de hacer, no podía dejar la decisión sobre si convivir con su padre o no en manos de un niño, el peso de esa de decisión podría afectarlo negativamente a futuro, originando sentimientos como el odio o rencor.
Para Evan, que Chris albergara esos sentimientos en su corazón era arriesgarse a acercarlo al final que había tenido en la novela, pero sobre todo, no deseaba que Chris creciera con ese tipo de sentimientos guiándolo y envenenando su espíritu.
Ari hizo un sonido de admiración.
—Oh, es genial. También quiero uno de esos, pero sin los peces, quizás un dinosaurio princesa…
—Ari, aún hay otro regalo para ti allá —comentó Evan.
Compartió una sonrisa con Francis y Elena, la última estaba sentada a su lado en el sofá.
Ari regresó rápidamente al árbol junto a su hermana, tomó una de las bolsas con su nombre, unos segundos después gritó de alegría y la sacudió mirando a Chris.
—¡Alex y Marco también tienen uno, ven a ver, Chris!
—Hay otro regalo para ti allí —le dijo Elena a Chris—, espero te guste.
—Elena no tenías que hacerlo —contestó Evan, conmovido.
La mujer sonrió avergonzada, pasando un mechón café tras su oreja.
—Solo son algunas cosas que tejí.
Evan instó a Chris a ir a buscarlo. Se quedo con el reloj y lo vio volver al árbol.
—¡Aha! —exclamó Matt saliendo de la cocina— Sabía darías regalos, por eso también compre algo. Sé que ustedes también prepararon cosas para mi Mango —dijo eso último, señalando de Evan a Francis.
—Culpable —dijo Francis, levantando una de las manitas de Mango.
—Si pensaban iba a ser el único que no daría regalos, se equivocaron —presumió Matt—, la ventaja de tener un bebé que se emociona de la misma manera al ver mi mano que al ver una sonaja nueva es que puedo gastar un poco en otras cosas esta navidad.
Evan sonrió divertido, pensando en que de hecho él le había comprado una sonaja nueva a Mango.
—Bien, entendido —contestó Francis, conciliador—, ¿el pavo esta listo?
—Ya casi. Elena, tus tamales huelen increíble pero no se compararán con mi pavo.
Elena solo sonrió, tan divertida como Francis y Evan se sentían por Matt.
Evan vio venir a Marco y a Chris, el niño sostenía el regalo que él y Chris le habían dado en sus brazos, un pequeño kit de dibujo que habían conformado con distintas cosas como algunos colores y un cuaderno de dibujo.
—Yo… es… muchas gracias, señor Evan —dijo, sus ojitos verdes brillando con emoción.
—De nada, Chris me dijo te encanta dibujar y pintar.
Marco miró a Chris, de alguna forma sus ojos parecieron brillar aún más. Chris solo asintió en dirección a Marco antes de acercarse a la madre de este, sosteniendo una gran y mullida bufanda de estambre azul claro. Pensó que haría resaltar sus ojos hermosamente.
—Muchas gracias por el regalo, señora Elena. La cuidaré —declaró con seriedad.
—Me alegra te haya gustado, Chris —contestó ella—, gracias a ambos también.
Las siguientes en venir a agradecer fueron Alex y Ari, ambas con bufandas del mismo color rosa en sus cuellos.
Aprovechando que Chris estaba distraído, Evan obedeció el impulso que sentía para atraer al niño a sus brazos y darle un beso en la mejilla. Chris parpadeo, luego simplemente salió de sus brazos, sin embargo no se había apartado de su lado y eso lo alegró.
Esperaba que cuando hablará con él sobre lo que pensaba en relación a su padre no buscará distanciarse más de él. Sin embargo, antes de tomar una decisión, Evan debía asegurarse haría lo correcto.
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El alfa escuchaba con atención lo dicho por Andrew, una pizca de burla en sus ojos a pesar de estar sin aliento mientras dejaba las pesas en el soporte sobre su cabeza y se sentaba para tomar una toalla y limpiar el sudor de su frente.
—¿Intentaron una adquisición hostil contra nosotros?
—Son persistentes… no, rencorosos —dijo Andrew, tomando la tableta del banco donde la había dejado al entrar al gimnasio y de donde su primo tomará la toalla.
—Ellos saben que estamos recuperándonos. Entrar al sector turístico con la compra de esa cadena de hoteles hizo que los medios hablaran.
—Fuimos descarados. Anunciamos estábamos entrando al juego otra vez y ellos respondieron —le pasó una tableta con el informe en la pantalla—. Buscaron directamente a algunos de los principales accionistas y se reunieron con ellos en privado para obtener apoyo para la adquisición.
Vio a Adam fruncir el ceño pensativo, sin dejar de leer.
—Lo descubriste bastante rápido, buen trabajo.
—Si, bueno —Andrew aflojó y movió su corbata de un lado a otro, incómodo—, en realidad la tía me lo dijo.
Metiendo las manos en los bolsillos de su saco, fingió no notaba la pesada mirada qué caía sobre él.
—Andrew —dijo el alfa, pronunciando su nombre como si lo instará a confesar un crimen para cual ya había decidido el castigo.
—Tú madre volvió a la junta directiva, al parecer salió de su retiró, ¿sorpresa? —lo miró con una pequeña sonrisa, esperando suavizar la noticia y midiendo su reacción.
Adam suspiró con exasperación y le entregó la tableta.
—Dime, ¿sigues siendo el presidente o mi madre te quito el puesto?
—¡Oye! —se quejó—, sabes como es ella, no puedes decirle no, pero sigo siendo el presidente, por ahora. A ella no le interesa ser presidente otra vez, ella te quiere allí. Y yo también —apagó la tableta, también suspiró agotado—. Adam no puedo lidiar con tu madre en un ámbito profesional.
—Lo sé —respondió, tomando una botella del banco—, le temes demasiado.
—No le temo… demasiado —susurró.
Su tía siempre había sido intimidante y de carácter difícil, pero luego de enviudar eso había empeorado. La muerte de su compañera la había cambiado. A todos.
—Los Blake no se darán por vencido. Si vuelves a la empresa… Dios, no quiero ni imaginar lo que hará William cuando descubra estas vivo —Andrew lo miró con cuidado, debatiendo si hacer la siguiente pregunta o no—, qué crees que diría Tristán para expli…
Dejó de hablar al ver a Adam alcanzar su celular del banco luego de escuchar el característico sonido de notificación de este. Andrew se sintió increíblemente curioso al ver la sutil expresión de sorpresa en el rostro del alfa, lo que sea que hubiera hecho trastabillar emocionalmente a Adam -no muestro como me siento porque creo me hace débil- Grayson, debía ser interesante, se acercó a él intentando ver la pantalla de su celular.
—¿Qué? ¿Qué es?
Adam se movió para no dejarlo ver.
—Un mensaje de Clare.
—¿Vaya? ¿Quizás cambió de opinión y aceptará la pensión?
—No lo sé, quiere reunirse para hablar sobre el niño.
—Bueno, quizás el pequeño ahora quiere conocer a su papá. Debe estar entusiasmado por verte. ¿No es genial?
Adam no le respondió, solo lo miró con burla y negó con la cabeza.
—¿Qué? –preguntó confundido, viéndolo dirigirse a la salida del gimnasio. «¿Qué me perdí?»