Chris no podía despegar la vista de la puerta blanca por donde Evan había entrado hacia casi una hora.
Recordar la mirada llena de temor del otro hombre lo tuvo cerrando sus manos en puños sobre su regazo, exteriorizando así la ira que saturaba su interior, una ira dirigida hacia si mismo. Recordar sus lagrimas provocó que un sentimiento de culpa consumiera esa ira, culpa que solo creció al comprender dejarlo en la ignorancia de lo que era lo había puesto en peligro.
Ahora Evan sabía ocultaba algo. El pensamiento sobre que ese hombre tal vez se retractara de sus palabras lo mantenía al borde del asiento, hacia sus manos sudar en pánico. Chris no quería pensar en porque se sentía así, no entendía porque no podía dejar de darle vueltas a las palabras de ese hombre. Evan no le estaba diciendo todo lo que sabía y tampoco esperaba él lo hiciera, no sabía como había logrado ver a través de él, ni tampoco porque había decidido revelarle no era su padre.
Se obligó a bajar la cabeza y así apartar la mirada de la puerta del consultorio. Ese hombre había dicho que estaba dispuesto a cuidarlo, que deseaba ser su padre. Había dicho que lo quería.
Nunca nadie le había dicho algo así a Chris. Nadie jamás le había dedicado un te quiero en sus quince años de vida.
Al rememorar la mirada llena de cariño y el beso en su frente la mirada del niño se enrojeció debido a lagrimas no liberadas. Chris frunció el ceño, el omega seguramente estaba mintiendo, seguramente tramaba algo, quizás también querría usarlo, como su padre.
En la sala de espera había otros omegas y betas, también otros niños reunidos en una esquina donde había una mesa con juguetes. Una madre sentada a su lado lo miraba de reojo debido a la preocupación, sin darse cuenta Chris había comenzado a temblar.
—Tú padre estará bien. Pronto saldrá —dijo la mujer, ella creía quizás Chris era de esos niños que temían a los médicos, por lo tanto se sentía preocupado por su papá.
Chris le lanzó una mirada, la mujer, quien había estado apunto de darle un toque buscando tranquilizarlo, sorprendida, se quedo completamente quieta ante la ferocidad en sus ojos.
En ese momento la puerta se abrió, Chris giró la cabeza y dejó la silla, al darse cuenta de su abrupta acción se quedo quieto, sintiéndose fuera de control, antes también había actuado sin pensar, cuando había rodeado al omega con sus brazos, sin embargo no podía reunir ningún sentimiento de arrepentimiento en su interior por haber hecho eso. Si viera a Evan llorar, probablemente lo volvería hacer, no, una parte de él parecía estar dispuesta a hacer cualquier cosa para no volverlo ver llorar.
Evan salió y sus ojos cayeron de inmediato sobre Chris, al verlo, Evan sonrió cálidamente, sus ojos verdes transmitían solo una cosa, cariño.
«Me quiere», ante ese pensamiento y sin que se diera cuenta, el sentimiento cálido que había estado presente antes terminó de envolver por completo su corazón.
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Evan se sentía mucho más tranquilo ahora que tenía una caja de supresores en sus manos, después de tomarse una pequeña pastilla blanca, metió la caja dentro de la bolsa de plástico que contenía otros productos básicos usados por omegas, cerró la botella de agua en la mesa.
El médico había dejado claro solo podría proporcionarle una cantidad limitada de dichos productos, en especial de los supresores, eso únicamente si se inscribía en un plan de atención médica gratuito manejado por la ciudad del que el albergue era parte, había hecho una excepción al entregarle esas cosas a Evan cuando este le había mentido y dicho había perdido sus supresores y era nuevo en la ciudad.
Dentro de la bolsa había un paquete que contenía algo parecido a tampones para hombres, usados para tratar con algo llamado humedad, al rememorar lo que había leído esa mañana sobre eso su rostro se sonrojo, había un paquete con toallitas para la misma zona de su cuerpo, también había otro paquete con parches para cubrir su glándula omega. El médico había dicho que no era correcto solo cubrirla con cabello. Llevó su mano a su cuello, tocando el parche que le había puesto el médico, entendía su aroma había aumentado al estar cerca del celo, sin saber había estado corriendo un gran riesgo. Evan no había podido decirle al medico que en realidad no había mantenido su cabello así por esa razón, hasta hacia unas horas desconocía siquiera era un omega, realmente había tenido suerte de tener el cabello un poco largo y así nadie descubriera no cubría esa parte de su cuello. Mostrar la glándula omega era un especie de tabú, era la zona donde mayor se concentraba el olor de un omega, una zona en la parte trasera de su cuello que se hincharía durante el celo, era el lugar donde un alfa mordía a un omega para marcarlo y formar un vínculo.
Un vínculo que podría llevar a un emparejamiento, un vínculo desaparecía fácilmente si no se reafirmaba la marca cada cierto tiempo, un vínculo podría solo formarse durante un celo y luego desaparecer si las dos partes se alejaban, parecido a otro suceso llamado imprimación.
Probablemente el alfa que había embarazado a Evan Clare lo había marcado, Evan no quería pensar en que alguien desconocido para él en algún lugar era en realidad el padre alfa de Chris. No tenía problema con que fuera un hombre, solo con que no sabía que tipo de persona era, tampoco conocía las circunstancias de la otra parte para no estar en la vida de Chris, no debía apresurarse en juzgar. Suspiró y descartó esos pensamientos que solo lo hacían preocupar, en ese momento no le servía de nada sentirse así.
El médico había dicho que la marca de un alfa tenía muchos beneficios para un omega, Evan no estaba dispuesto a considerarlo si quiera, una parte de él temía todo lo relacionado con la marca, había visto imágenes en los libros. Había leído que los omegas no estaban obligados a ocultar su cuello, pero aún así era mejor visto el hacerlo, con un parche, o con un collar que su alfa debía obsequiarles. La idea de usar un collar le pareció algo mal, le dejaba un mal sabor de boca, los omegas más sumisos y dóciles generalmente eran quienes usaban un collar, tuvieran pareja o no.
Debía tener mucho más cuidado, era realmente afortunado por no haber experimentado ninguna situación peligrosa en el tiempo que llevaba en ese mundo.
Le dirigió una mirada a Chris quien terminaba su comida, un sándwich sencillo y una manzana. Tomó su propio sándwich y comenzó a comer a pesar de que realmente no tenía apetito.
Vio a Matt acercarse, sostenía al pequeño Mango con su brazo derecho, con su mano izquierda sostenía su comida, parecía que también había optado por comer en el albergue.
Se le ocurrió que él afortunadamente había recibido dinero de Trudy además de lo que Evan Clare había tenido en la cartera, aunque eso ya lo había gastado, no estaba completamente desamparado. Comprendía que la mayoría de los omegas en ese lugar lo estaban. Ahora entendía el porque la existencia de lugares como ese albergue, dirigidos únicamente a los omegas; las oportunidades educativas y laborales de los omegas eran bajas en comparación a las de las otras dos castas, tenían más probabilidades de terminar desempleados y sin hogar.
Matt se sentó frente a Evan.
—Hola, chicos. ¿Cómo va su día? ¿Has tenido suerte en encontrar trabajo? Oh, mira Elena, ¿te molesta si la llamo? Podrás conocer a Marco. —Evan no tuvo tiempo de contestar, Matt ya lo estaba haciendo— ¡Elena, aquí!
Junto a un niño de unos diez años que llevaba de la mano, Elena se acercó a la mesa y tomó lugar a lado de Matt, saludó a Evan y Chris con voz suave.
—¿Qué tal tu, Elena? ¿Tuviste suerte en tu búsqueda de trabajo? —preguntó Matt, mientras comenzaba a alimentar a Mango con un biberón.
Decaída, Elena negó con la cabeza.
—Mamá, ¿quiénes son? —susurró el niño junto a Elena, con la misma voz suave que ella usaba. El niño le robaba miradas a Chris.
Chris parecía no darse cuenta, quizás simplemente no estaba interesado en jugar con el hijo de Elena. Chris se había desprendido de gran parte de su pretensión de niño bueno desde esa mañana. Comprendía que Chris era mucho más inteligente de lo que había estado dejando de ver.
Elena parecía un poco sorprendida por la pregunta de su hijo, su ojos enrojecidos brillaron de emoción, compartió una mirada con Matt, quien también parecía sorprendido y emocionado.
—Son Chris y su padre Evan, son nuevos aquí —respondió Elena con dulzura, miró a Evan con lo que era una clara petición en sus ojos—. Evan, Chris, este es mi hijo Marco.
El niño tenía el mismo color verde claro de los ojos de Elena, también su cabello oscuro y algunas de sus facciones. Evan pensó que podría ser realmente guapo cuando creciera. Entendió que Elena esperaba animará a Chris a charlar con Marco.
Como Matt había girado la cabeza en dirección a Elena y su hijo, aprovechó para revisar su cuello, su cabello era rubio y corto, bajó su nuca se veía un parche que se asemejaba al color de su piel. Si no supiera que buscar o se hubiera enterado de los parches, jamás se habría fijado.
Marco levantó la mirada de su regazo y miró a Chris, sus mejillas rojas.
—Ho… hola.
—Hola —respondió Chris con tranquilidad, un tono que no era cálido ni frío.
—¿Quieres… te gustaría ir a jugar?
Chris dirigió su mirada a Evan, Evan le sonrió e intentó transmitirle esperaba aceptará. Le pareció escuchar un leve suspiró.
—Si, vamos.
Marco miró a su madre, Elena asintió efusivamente.
—Quédense cerca, ¿si? —pidió Elena, mirando de Marco a Chris.
—La haremos —contestó Chris.
Los niños se marcharon y Evan como los otros dos los siguió con la mirada.
—Marco no habla mucho —explicó Elena, manteniendo la mirada sobre su hijo—. No recuerdo la última vez que tomo la iniciativa para invitar a alguien a jugar.
—Generalmente las hijas de Francis son quienes insisten y lo llevan a jugar. Es bueno verlo salir del capullo por su cuenta —comentó Matt, dándole una mirada a Evan que dejaba ver el niño era un poco lamentable.
Mango hizo un sonido de eructo, el rubio rápidamente lo acomodó sobre su hombro. Elena sonrió a Mango y luego se dirigió a Evan.
—Le cuesta un poco socializar. Ha sido así desde pequeño, él… nosotros…
—Lo entiendo, Elena —dijo Evan. Elena lo miró agradecida.
Había visto a otros niños comportándose como Marco en el orfanato donde había pasado su infancia, si lo pensaba eran niños que habían crecido en hogares con violencia. Cada niño tenía una forma de lidiar con ese tipo de experiencias.
Evan llevó su mirada a Chris, quien recibía los bloques de colores del otro niño con incomodidad.
Mi hermana me regaño porque cree fue apresurado que Evan le dijera te quiero a Chris. Entonces le explique la diferencia entre querer y amar.
Gracias por leer.