9 Capítulo 9: Milagro maravilloso

Evan no creí que Evan Clare se hubiera tomado el tiempo para enseñarle a leer a su hijo, no parecía el tipo. Además, Chris solo tenía cinco años y nunca había ido a la escuela.

—Aprendí… aprendí solo. Vi una caricatura en televisión.

Miró con detenimiento el rostro del niño, un segundo después suspiró, reprendiéndose por ser demasiado paranoico, haber descubierto lo que era un omega y eso significaba para él en ese mundo lo había estresado y puesto en alerta.

En ese mundo existía una casta sexual a la cual todos los humanos pertenecían, una casta sexual más importante que el sexo. Ser hombre y mujer era considerado el sexo secundario; toda su sociedad, sus vidas giraban alrededor de la casta sexual, la cual se dividía en alfa, beta y omega. Y ya fueran hombres o mujeres, si eran omegas podían dar a luz.

Ahora Evan también era un omega.

—Eso es impresionante, Chris —dijo con suavidad.

Evan Clare había sido quien diera a luz a Chris y para Evan eso también era impresionante, no podía evitar pensar en ello como un milagro.

Minutos después, Chris apoyó la cabeza en su hombro, con el rostro dando a su cuello, esa acción tenía mucho más sentido ahora que sabía la importancia de los aromas y el vínculo de un omega con sus hijos.

Había repasado cada evento por el que había pasado desde que llegó al mundo de la novela, encontrando cierta lógica extraña en muchas cosas, también le habían generado dudas, aunque logró resolver con ayuda de los libros muchas de esas dudas aún tenía problemas para entender.

Existía cierta mentalidad en la sociedad, los omegas eran la casta asociada a la sumisión, a la docilidad y debilidad. Designados a la procreación y crianza. Aparentemente la sociedad había avanzado mucho en eliminar esa mentalidad respecto a los omegas, en los últimos años muchas puertas habían sido abiertas para los de esa casta, sin embargo, los prejuicios y reglas de conducta para los omegas continuaban existiendo.

Así que, al ser un omega tendría oportunidades limitadas dentro de esa sociedad, viviría bajo esas ridículas reglas y prejuicios. Solo había experimentado un poco de todo eso en la biblioteca.

Eso no era lo peor, lo peor era un evento biológico que ocurriría en su cuerpo cada seis meses, algo llamado celo, un estado donde sus sentidos sensoriales se verían afectados, un estado de inhibiciones e impulsos sexuales incontrolables debido aún incremento de hormonas y feromonas, algo que únicamente sucedía para incrementar sus probabilidades de procrear, solo los omegas experimentaban el celo.

Necesitaría de distintos productos médicos para suprimir celo y controlar su olor. Debía buscar un médico, necesitaba ayuda porque los síntomas de antes habían sido los primeros signos del celo en su cuerpo. Al comprender eso se sintió repentinamente asustado y vulnerable, se sintió superado.

Evan tropezó, afortunadamente no cayó.

—¿Papá?

Al ver una banca pública, Evan soltó la mochila y se sentó, dejando al niño junto a él, procedió a ocultar el rostro entre sus manos.

—… ¿Estas bien?

Ante la pregunta y temiendo asustarlo, luchó por deshacerse del miedo y del pánico que lo habían embargado.

Momentos después, sintió a Chris ponerse de pie en la banca, un segundo después el niño procedió a rodearlo con sus brazos, conmovido Evan bajó las manos, cerró sus ojos y se movió para también abrazar a Chris, aferrándose a él. Sus emociones comenzaron a estabilizarse a medida que percibía su suave aroma, era dulce y cálido, respiró hondo, su nariz rozando la mejilla de Chris.

Se preguntó porque no había notado cuanto lo tranquilizaba antes, ¿tendría que ver con el vínculo de padre e hijo? ¿o con el hecho de que Chis todavía no presentaba su casta? Había leído el aroma sería una de las cosas que cambiarían en el niño mientras crecía. Era confuso, pero no importaba, ese olor era calmante, aligeraba y despertaba algo en su interior.

Ese algo en realidad era un instinto que el antiguo Evan Clare nunca había poseído.

El deseo de cuidar y proteger al niño en sus brazos se afianzo en el interior de Evan, se consolidó con mayor certeza en su alma.

Y una vez más, saber el cuerpo donde estaba había llevado a Chris durante nueve meses le pareció un milagro maravilloso.

Se alejó un poco para ver el pequeño rostro de Chris, al topar con su mirada el niño frunció el ceño, claramente malhumorado, también parecía perdido, sin saber que hacer. Entonces, con sus pequeñas manos Chris limpió las lágrimas en las mejillas de Evan, lagrimas que Evan ni si quera sabía cuando habían comenzado.

—No llores —ordenó con su voz infantil—, es molesto.

Estudió su rostro, los ojos azul grisáceo que contenían un sinfín de emociones detrás del enojo, el pensamiento de que un niño no debería poseer esas emociones volvió a su mente.

—Chris… Lo sabes, ¿no es cierto?

El temor se apoderó de los ojos azules, con cuidado acunó su rostro impendiendo se apartará.

—Yo… yo no sé de lo que habla papá.

Evan continuó contemplando sus ojos esquivos.

—Sabes que yo no soy él —dijo en voz baja.

Luego de varios segundos y sin decir nada, Chris lo enfrentó, su mirada fría hizo que el corazón de Evan doliera.

Dulcemente apartó el cabello de la frente de Chris.

—No sé que ocurrió con tu padre… Lo único que sé es que debo vivir, que quiero vivir y quiero cuidarte, Chris.

—¿Por qué? —cuestionó, desprendiéndose por completo de su acto de inocencia.

Recordó su miedo a que Chris hubiera sido afectado por Evan Clare, por fin comprendía el daño ya estaba hecho, pero eso no significaba no pudiera intentar cambiar eso. No deseaba Chris siguiera el camino que se había mencionado en el libro. No quería el niño frente a él tuviera aquel final.

—Así lo decidí al despertar aquí. —Se dio cuenta ni siquiera llevaba una semana como Evan Clare y las sorpresas continuaban.

—Podrías irte, no soy tu responsabilidad.

—Quiero que seas mi responsabilidad… Quiero ser tu padre.

Chris bajó la mirada.

—¿Por qué? —preguntó de nuevo, obviamente no podía entenderlo.

Evan solo quería tratarlo como le hubiera gustado que lo trataran a él cuando era niño. Solo deseaba brindarle cariño, porque era lo correcto por hacer, porque deseaba hacerlo.

—Porque sé lo que es sentirte solo y abandonado en el mundo, porque sé cuánto has sufrido con tu padre. —«Porque sé cuánto puedes sufrir en el futuro y no puedo permitir eso»— Porque te quiero, Christian.

—Eres… —Chris lo estudió, incredulidad en su mirada—, muy tonto.

Claramente Chris no podía creerlo y era normal dado todo lo que había experimentado a su corta edad, también era claro tenía sus secretos y Evan no exigiría por ellos, no por ahora, él mantendría sus propios secretos por el bien del niño.

—Tal vez —susurró sin sentirse molesto. Acercó su rostro y depositó un beso en su frente.

Chris hizo una mueca, luego de unos segundos asintió, con una mirada ferviente en Evan.

Ninguno de los dos se percato del auto negro al otro lado de la calle, donde desde el interior un hombre de cabello rubio y ojos azul grisáceo miraba de forma impasible a Chris. Segundos después su mirada se movió a Evan.

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