—No puedo hacerlo —suspiró Bo Wen mientras se escondía detrás de la pared.
Jun Hao chasqueó la lengua. —Nuestros hombres están esperando afuera para emboscar. Solo necesitamos tranquilizar a Shen —dijo, refiriéndose al empresario corrupto conocido por traficar sexualmente con jóvenes mujeres.
—¿Por qué no podemos simplemente dispararle al tipo? —preguntó Bo Wen—. Este maldito dardo es muy difícil de apuntar.
—No podemos matar al tipo —susurró gritando Jun Hao—. El jefe nos instruyó llevarlo vivo. Hay algo que nuestro jefe necesita de él.
—Hazlo tú entonces —Bo Wen le pasó el dardo impregnado de un potente sedante mezclado con un agente bloqueador neuromuscular. Incluso una gota del medicamento que entra al torrente sanguíneo de la víctima puede hacerlo dormirse en segundos.
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