CAPITULO 13: COMPORTAMIENTO PROBLEMÁTICO.

Cuando estuve en el kínder, vivíamos en casa de mi abuela.

Cuando volvimos a casa de mi padre, la escuela primaria estaba cerca del kínder al que había ido, casi siempre, nos íbamos solas a la escuela que, era casi una hora de camino.

Mi hermana estaba en cuarto cuando entre a primero.

Solo estuvimos juntas por dos años.

Desde el kínder fui una niña problemática.

Tengo recuerdos algo vagos, pero, si recuerdo bien que, alguna vez llegue agredida por alguno de los niños.

Mi padre fue muy claro conmigo.

Me dijo que solo me lo diría una sola vez.

Si volvía a dejar que alguien me hiciera algo y yo no me defendía.

Entonces sería el, quien me pegaría.

Obviamente, no fue la mejor frase motivacional, pero, le tenía tanto miedo que, no permití que nadie me pegara sin pagar el precio.

Al grado que, no tengo recuerdos de la maestra que me tocó en el kínder.

Solo recuerdo a la directora, dado que, siempre estaba en la dirección.

Si alguno me pegaba, yo lo descalabraba o golpeaba.

Las niñas me evitaban, mis juegos eran con los niños, que, creo que se juntaban conmigo para que no los agrediera.

En ese tiempo tuve un amigo especial.

Me di cuenta de lo especial que era en cuarto año.

Era un niño especial (psicológicamente).

De hecho, fue mi pareja de baile en la graduación, su nombre: AUDEN.

En mis recuerdos de la infancia, tengo memoria de los juguetes que me compartía mi padre.

Cuando íbamos al mandado, era todo un tour.

Siempre en varios centros comerciales, que si la carne es más barata aquí, que si el aceite y verduras allá.

Era muy agotador.

Comenzar el día de descanso como al medio día y terminar como a las 4 de la tarde.

Llegar comiendo algo, la mayoría de las veces, lonches.

Terminábamos todos, hartos y de mal humor.

Las filas interminables de cómo una hora esperando a que te cobren… pero, si algo recuerdo, era que, cuando mi madre iba a escoger el mandado, mi padre solo se hacía presente a la hora de pagar, dado que, era de los hombres que no le suelta el dinero a su mujer.

Así que, durante todo el proceso, a mi padre le encantaba ir a ver el área de discos.

Cabe decir que, era un hombre con talento musical.

Si bien recuerdo, se enseñó a tocar la guitarra, fue quien enseño a algunos de sus hermanos.

Tenía muy buena voz para cantar, cosa que heredó mi hermana mayor.

Esto nos inculcó el amor por la música.

En otras ocasiones, íbamos al área de juguetería, a veces, solo me llevaba a mí.

A mi hermana la dejaba con mi madre para que le ayudara, yo era 3 años menor que ella.

En esos momentos podía ver, a mi padre, como un niño.

Se emocionaba viendo diferentes carros de control remoto, carros grandes y caros.

Yo, como fui criada con rasgos varoniles, juegos, juguetes, cosas así.

También me gustaba ver los carros.

Algunas veces llegó a comprar algunos carros de control remoto.

El los controlaba y nosotros jugábamos perseguirlo sin llegar a tocarlo.