Los días siguientes a la revelación de Alejandro transcurrieron en un silencio cargado de emociones no dichas. Isabella se esforzaba por procesar lo que había aprendido sobre su esposo mientras intentaba mantener una fachada de normalidad en su vida diaria.
Una tarde, mientras pintaba en su estudio, Isabella recibió una llamada inesperada de Clara. La voz de su amiga sonaba urgente al otro lado de la línea.
—¡Isa! ¿Has visto las noticias últimamente?
Isabella frunció el ceño, preocupada por la urgencia en la voz de Clara.
—No, ¿qué pasa?
—Hay rumores circulando sobre Alejandro y su empresa. Al parecer, hay acusaciones de prácticas comerciales cuestionables —explicó Clara rápidamente.
Isabella sintió un nudo en el estómago. Aunque había aprendido a manejar la presión mediática, las acusaciones directas contra Alejandro eran algo completamente distinto.
—¿Qué tipo de acusaciones?
—No están claros los detalles aún, pero parece ser algo relacionado con contratos inflados y competencia desleal. Isa, debes tener cuidado. Esto podría afectarte a ti y a tu reputación también —advirtió Clara con tono serio.
Isabella agradeció a Clara por la advertencia y colgó, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros. Se quedó en silencio por un momento, tratando de decidir qué hacer a continuación.
Esa noche, durante la cena con Alejandro, Isabella decidió abordar el tema con cuidado.
—He escuchado algunas cosas sobre tu empresa en las noticias últimamente —comentó ella, su tono cauteloso.
Alejandro frunció el ceño ligeramente, sus ojos oscuros evaluando su reacción.
—Sí, parece que hay rumores circulando. Pero son solo eso, rumores. Estoy manejando la situación con mis abogados para aclarar las cosas —respondió él, su voz firme pero tensa.
Isabella asintió, sintiendo la tensión entre ellos.
—¿Hay algo que deba saber? ¿Algo que puedas compartir conmigo?
Alejandro la miró, su expresión indecisa por un momento.
—Isabella, confía en mí. Estoy haciendo todo lo posible para resolver esta situación de la mejor manera posible.
Isabella se mordió el labio, sintiendo la falta de claridad en sus palabras.
—Necesito confiar en ti, Alejandro. Pero también necesito saber la verdad.
Él suspiró, su rostro reflejando una mezcla de frustración y determinación.
—Te prometo que te diré todo lo que necesitas saber en su debido momento. Pero ahora mismo, necesito que confíes en mí.
Isabella asintió, sintiendo la carga de la incertidumbre pesar sobre ella. Sabía que su relación con Alejandro dependía de la confianza mutua, pero también comprendía la gravedad de las acusaciones que enfrentaba.
Después de la cena, Isabella se retiró a su estudio, donde la preocupación la mantenía despierta. Miró fijamente el lienzo en blanco frente a ella, incapaz de concentrarse en su arte. Las dudas y las preguntas seguían girando en su mente, y aunque quería confiar en Alejandro, necesitaba respuestas claras y honestas.
Al final, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Necesitaba buscar la verdad por sí misma, no solo por su propio bienestar, sino por el futuro de su matrimonio con Alejandro.
Con esa determinación en mente, Isabella se levantó y comenzó a hacer llamadas y buscar información, decidida a descubrir la verdad detrás de las acusaciones que amenazaban con cambiar su vida para siempre.