—Levanta tu pierna izquierda —ordenó Zak mientras su mano me asistía enganchando detrás de mi rodilla izquierda, levantando mi pierna y abriéndola hacia el costado.
—¡Zak! Ahhh... Ahhhh! —grité su nombre y clamé enloquecida cuando Zak entró en mí.
Todo lo que habíamos hecho reflejaba lo que pasó ese día, incluyendo sus profundos y salvajes embates dentro de mí. Recuerdo la primera vez que la enorme polla de Zak entró en mi orificio virgen. Me desvirgó con un poderoso empuje que me desgarró y enterró toda su longitud dentro de mí. No sentí la dramática sensación de desgarro mientras me penetraba, sino que sentí mucho dolor como si algo grande y contundente hubiera golpeado mis entrañas. Me dolió muchísimo, y mi coño sentía el dolor en todos lados.
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