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XI: Perdón

- Blair ¿Qué haces? - Preguntó Wilson notando que recientemente tuvo una pistola en la mano. - ¿Qué ocurre? - Exclamó preocupado.

- N-nada. No ocurre nada. - Dijo tras haber tirado el objeto lejos.

- ¿Eso era un arma?

- N-no.- Esta se secó la traspiración fugazmente con la mano, mientras no sabía que decir exactamente al hombre, quien seguía allí, observándola con nerviosismo "¿Está preocupado? ¿Enserio?" - ¿Cómo has estado?

- Dios mío Blair...- Dijo en un suspiro, con voz baja. - Al menos te encontré. - Hizo una pausa. - Te estuve buscando hace rato. - Se explicó con cierto nerviosismo.

- ¿Para qué? - Preguntó nerviosa, con la voz temblorosa.

- ¿Para qué más? Quería hablar contigo. - Respondió. Luego miró a los costados, como si estuviese analizando el territorio. - No sé si aquí sea el lugar adecuado para hacerlo, pero... Ya sabes, si quieres puedes venir.

- ¿A dónde?

- ¿Quieres venir a hablar en casa? - Le propuso. La mujer no sabía que decir. La situación y sobre todo la propuesta, la dejaron más atontada aún. Eso, sumado al estado anímico que tenía, hacía que su cerebro estuviese en blanco. "Ya este día es un desastre" pensó volteando al hospital psiquiátrico del que acababa de salir. "Siento que lo mejor sería alejarme de aquí" continúo lógicamente. Luego pensó como hacía mucho que no sentía una sensación de calidez hogareña. Si, su antigua casa quizás no sea el lugar más adecuado, pero "¿Qué más da?" Concluyó.

- B-bien... Solo no tardes mucho, ¿Sí? - Se refregó los ojos con los dedos.

- Si si, claro hija. - Aceptó el ya anciano padre de Blair. - Sabes donde es, supongo.

- -Si.

- Nos vemos ahí. - Terminó metiéndose en su auto.

 

El camino hasta la casa de su infancia y adolescencia, fue de las cosas más extrañas que sintió Blair. Tuvo una serie de sentimientos encontrados todo el trayecto. Fue nostálgico, tan alegre como tenso, etc. Con tal pasaban las calles, ella se ponía cada vez más y más ansiosa. "¿Qué fue de la casa en mi ausencia?" se preguntaba la mujer viendo como todos los locales del barrio habían cambiado, a la par que la mayoría de casas habían sido remodeladas, llegando incluso, a ni estar en sus lugares en algunos casos. Recordó por momentos cuando salía a hacer las compras, o con amigas. A veces, solo a caminar para desestresarse. No estaba ni su tiendita de confianza, ni el viejo local de libros al que tanto concurría, o la heladería barata de la vuelta de su cuadra. "Dios mío. Estoy vieja" Se dijo, pero no con nostalgia, sino como broma para sí misma. Aparentemente, su ánimo si llegó a mejorar para su sorpresa. En líneas generales, el lugar, si había cambiado mucho. Igual que ella, supongo.

 

Ya en su destino, entró a la antigua casa, y se sintió como volver al pasado. Todo estaba más o menos en su lugar. Similar a cuando se fue hace casi 13 años. El librero, el tv, el sofá, etc. Parecía suspendido en el tiempo. Por eso mismo, decidió a pasar a su viejo cuarto. Estaba vacío, lleno de pelusa y mugre. Lo único que estaba era su cama y su colchón. Se sentó allí, para comenzar a recordar donde estaba todo antes de irse. Su placar, sus estantes, que aparentemente fueron removidos hace bastante tiempo. La camita de Morgan, etc. Se acordó de cuando se acostaba a leer, a jugar con su Game boy, a ver las noticias o escuchar música. A su manera, amaba ese cuarto. Era, o más bien fue, suyo por muchos años. Su guarida y refugio. Del mismo modo que hace años, se dio cuenta de que Wilson le llamaba, nuevamente, como cuando era niña. Igual, ahora iba a salir de su cuarto, pero como una mujer hecha y derecha, dispuesta a mandarlo al demonio si era necesario. Cuando se lo encontró, estaba sentado en la mesa junto a una botella de ron.

 

- Siéntate Blair. - Le pidió señalando una silla.

- Tan alegre como siempre. - Susurró con ironía, mientras se sentaba cruzando las piernas, y comenzaba un sutil tamborileo con los dedos.

- ¡Je! Supongo que no cambié mucho ¿Eh? - Bromeó mientras abría la botella, y servía dos vasos.

- No parece ser el caso. - Se excusó aceptando el trago, aunque ella no fuera a beber.

- No lo sé. Quizás sí, quizás no. - El hombre movió su mirada a la habitación que fue de ella. Suspiró para liberar estrés. Luego le volteó hacía sus ojos y le dijo, tras tironearse un mechón de pelo. - Ya sé... Lo que ocurrió con Adam y James. - "Comenzamos" Pensó la mujer, agilizando el movimiento de sus dedos.

- Todos lo saben. Apareció en la televisión, y en todos lados. - Respondió amenazante.

- Lo sé. Pero no me dijiste tú. Ese es mi problema. - Pareció quejarse. Ella comenzó a ponerse a la defensiva.

- ¿Enserio vas a ponerte en ese plan? Acabo de perder a mi familia y tú vas a quejarte...

- No, Blair... No quiero eso. - Interrumpió.

- ¿Entonces? - Wilson se encorvó en su silla, entrelazó sus manos, mientras su rodilla iba de arriba abajo.

- Blair, desde que te fuiste, hace casi 13 años, tuve mucho tiempo para pensar. Ya no tenía que preocuparme por ti, al menos en la casa, o por lo menos en la economía...- Pensó lo que acababa de decir. - Ósea, seguía preocupado por ti, pero ya no estabas conmigo. - Trató de aclararse sacudiendo la cabeza.

- Claro, entiendo. Continua.

- Y si, sentía que ya no estabas conmigo. Tu cuarto abandonado, los gastos que hacía en ti, ahora solo era dinero que sobraba... Y entonces...

- Descubriste que fuiste un mal padre, ¿Verdad? - Wilson rio entre labios. Luego le miró con una sonrisa temblorosa y triste.

- Siempre lo supe. - Se hizo un silencio largo. Ambos no sabían que decirse. "Okey, no me esperaba eso" pensó la confundida pelirroja. Él tomó un largo trago, en el casi terminaba el cóctel, y comenzó a ver el suelo, en señal de vergüenza. - Vamos hija, ambos somos personas inteligentes. ¿Crees que no era consciente de que era un desastre mientras te criaba? ¿Creíste que yo pensé que sería buena idea tratarte como te traté, toda tu adolescencia? Aún peor, ¿Qué me y di cuenta de todo tras que te vayas? - Preguntó retóricamente, entre algunas carcajadas incómodas. Luego se sacó los lentes, y limpió los cristales. - Obvio que no. Siempre supe que soy un verdadero idiota. Agresivo, apático, amargado, y maldito. Nunca creí remotamente que estaba haciendo algo bien...- Explicó mientras se caían unas lágrimas.

- Pero... ¿Por qué? - Le preguntó la mujer, quien genuinamente no sabía cómo reaccionar al respecto. - Si lo sabias, por qué lo hiciste.

- No lo sé. Uno es esclavo de sus instintos. Pero también, supongo que porque fuiste una sorpresa para ambos. Ósea, para mí y Caroline. - Respondió sin muchas ideas.

- ¿A qué te refieres?

- Yo no estaba listo para nada. No tenía una casa propia, no tenía un buen sueldo... Ni me había plateado tener hijos antes. De hecho, no me gustaban los niños. Ni se diga tu madre. Ninguno sabía que...

- ¿Por qué nací? - Interrumpió una temblorosa Blair.

- ¿Ah?

- ¿Por qué inicio los suyo? No eran personas compatibles, o que tuvieran algo en común. Era tu alumna y tu su maestro. ¿Por qué comenzaron... todo? ¿Por qué nací? - Él miró al cielo. Pensó unos segundos, y luego susurró.

- Pues, ella fue mí alumna en mí clase de universidad. Tenía notas bajas en la materia que yo daba... Y la verdad que era atractiva. - Rio. A ella no le hizo la más mínima gracia. - No lo sé. Estaba necesitado y vulnerable en aquel momento. Tenía una crisis existencial en ese momento. Además, los maestros somos naturalmente odiados. Te insultan a tus espaldas, y eso te quema la cabeza como no te imaginas.

- Lo sé. - Respondió la mujer.

- Y cuando llega una chica linda coqueteándote... No haces preguntas más si: ¿Tienes 18? - Hizo una pausa. - No estoy orgulloso. No debí aceptar. - Se lamentó, mientras soltaba una lagrima. - Usamos protección, pero no funcionó... Y tu naciste unos meses después. - Continuó mientras tomaba el último trago del vaso. - Ambos estábamos desesperados, pero ninguno quiso abortarte, así que nos hicimos cargo. Nos casamos velozmente, y esperamos tu nacimiento.

- ¿Alguna vez llegaste a decir que la amabas? ¿O le querías? - Interrogó mientras miraba el suelo, apretando sus puños. Él levantó la mirada pensando.

- No lo sé. - Pensó unos segundos. - Creo que más bien, le tomé tolerancia. A mí manera disfrutaba de su compañía. Cuando no queríamos matarnos mutuamente. Podía llegar a ser muy amable, interesante y calmada. Hasta tuvimos algunos gustos en común, que compartíamos de vez en cuando. - Se detuvo, y luego simplemente dejó caer la bomba. - Hasta se cansó de mí y de ti.

- Seh. - Bajó su cabeza.

- Yo... Si no estaba listo para estar casado, ni para criarte, menos para ser padre soltero. - Apoyó su rostro en sus manos. - Cuando llegué a casa tras firmar los papeles, caí en cuenta de que mi vida estaba cayendo a pedazos. - Recostó su espalda en la silla, mientras se refregaba los ojos. - Pese a todos mis intentos, solo pude hacer lo que hicieron mis padres conmigo. Enseñarte a manejarte sola, y que la vida te aplastará si no estás lista. Ni si quiera siento, que realmente ni lo intenté. - Se tapó la cara con la mano izquierda. "¿Así que me hizo su lo mismo que a él?" - Tú eras tan inteligente, hermosa, capaz, y solo te pude dar mi propio resentimiento personal, reflejado en mi trato hacía ti. Por eso fui un mal padre. Un verdadero inútil, como los que yo intenté alejar de ti... Je... La ironía...

- ¿Fuiste igual a ellos? ¿A tus padres? - Le preguntó, acercándose un poco más con su asiento. Asintió con la cabeza.

- Fallé igual que ellos. Se repitió la historia de la misma maldita manera: Un accidente, un divorcio, 2 padres que se odiaban, y no sabían criarlo a uno. Mi padre me ignoraba, ella me insultaba. No sé si me despreciaban, o no sabían que hacer conmigo. Como yo contigo, aunque nunca te levanté la mano, o te toqué un pelo. - Se detuvo, luego sacudió la cabeza. - Pero no soy mejor. Cada día que te veía infeliz, solo podía odiarme por ello, pero cada vez que iba a intentar remediarlo, pensaba en que era tarde ya. No hablábamos nunca. Yo intenté tener actividades contigo, como el ajedrez. No te gustaba, era obvio, pero ¿Qué más podía hacer? - Se enderezó nuevamente. - Nunca te di cariño, o te traté bien, y siempre que iba a cambiarlo, me decía "¿Para qué? Es tarde". Aun así, temía que terminases como yo. O peor, como ella. - Pareció terminar, estaba por levantarse e irse. - Pero cuando me dijiste que irías... Terminé de hundirme. - Concluyó. Otro largo silencio. - Pero, luego te vi en tu boda, ¡Y me alegré! - Sonrió esporádicamente. - Estabas con un buen sujeto, graduada, feliz... No te dejaste hundir por mi inutilidad. Fuiste más allá... No podría estar más orgulloso. - Blair se quedó igual de paralizada que hace 8 años. Él comenzó a lagrimear. - Eres la mejor... Y estoy orgulloso, porque no te dejaste hundir por mi culpa...

- ¡Si me hundí! - Gritó mientras apretaba los ojos con fuerza. - No perdoné a Caroline. Ella murió sabiendo que yo la odiaba...- Confesó. - Si soy un desastre, no soy mejor que tu...- Pausó. - No la perdoné, y tú lo hiciste primero...

- Blair...- Se levantó y puso su mano en su hombro. - ¿Sabes quién es un desastre? - Le preguntó. Ella alzó la mirada. - Quien no acepta sus errores. Yo tardé tanto en hacerlo, que ya es bastante tarde para disculparme. Ella jamás aceptó sus errores en primer lugar.

- ¿Tú qué sabes?

- Te dijo: Nunca te entendí. O, empecemos de cero. ¿Verdad?

- Si...

- ¿Ves?

- Debí perdonarla igual.

- Quizás ya lo has hecho, solo no te has dado cuenta. Piensa: Recuerdas de ella ¿Lo bueno, lo malo o ambos?

- Ambos.

- Entonces, la aceptas como es. O más bien fue. ¿Usas lo que hizo, como ejemplo de lo que hay, o no, qué hacer?

- Los 2 supongo.

- Ahí tienes.

- ¿Entonces? ¿Para qué vienes? Si tus errores ya son imperdonables. Tú lo dices, no yo. - Se excusó. Wilson volvió a bajar la cabeza, sonrió y se acercó a ella, para arrodillarse para estar a su misma altura.

- Tenía que decirte algo que debí decirte hace años.

- ¿Qué? - Les miró a los ojos directamente, y le sonrió.

- Te amo hija. - Los ojos de Blair se llenaron de lágrimas. Por primera vez en semanas, su cuerpo reaccionaba a un momento de emoción. - Debí decírtelo hace años, pero no supe cómo decírtelo antes. Sé que no es el momento más adecuado, por todo lo de Adam y James. Pero no creo tener otro momento para decírtelo. No sé cómo has de sentirte. No espero que te abras conmigo. Entiendo que ya eres independiente, y no necesitas oírlo. Pero... Además de decir "Lo siento", decirte: Te amo hija. - Blair no pudo soportarlo más, y sencillamente abrazó a su padre cariñosamente, saliendo de la silla quedando ambos arrodillados en el suelo. Este solo se paralizó, porque no se esperaba tal muestra de cariño por parte de ella. Ella no lloró, pero lagrimeó y se sintió alegre de poder decir, que al menos alguien le apreciaba. Aunque se lo diga ahora, y no hace 30 años. Por primera vez, ella se sintió bien para con él.

- Te perdono papá. Por todo. - Le dijo también con mucho cariño. Este aceptó de una vez el abrazo de ella.

 

Por primera vez en más de 2 semanas, ella dejó de sentir por momentos aquellas sensaciones horribles en la piel y la cabeza. Se sintió serena, y llena de paz. Llena de amor. "¿Es esta la solución?" Se preguntó tras salir de la casa y meterse en el auto. De hecho, se decidió parar un segundo antes de salir del barrio, y comenzó a plantarse como hacer ahora. Quizá sea una pista de que debe hacer ahora. De hecho, en un rato debería ir al lugar donde Jayden y Jane se verían. Si bien no iba a ir en un inicio, este levantón quizá le signifique una buena señal. "Ya fue. Vamos"

Hace 2 años

 

- Muy bien. ¿Cómo están? - Preguntó Wesley, el capitán de la policía. Un hombre de no menos de 50 años. De los mejores policías que llegó a conocer en su vida. Con un sentido noble de lo correcto y la justicia inquebrantable. De esos que jamás romperían una sola regla. No había alguien más limpio que ese sujeto. Lo que aspiraban a ser todos los demás del lugar.

- Bien señor. - Dijeron Blair y Adam al unísono. Estando uno al lado del otro, con manos cruzadas en su espalda. En general tenían una postura de respeto.

- Me alegro. - Alzó su mano. - Siéntense, por favor. - Les indicó las 2 sillas que estaban allí. Ambos hicieron caso, y se acomodaron. - Primero que nada. River te agradezco que vinieras fuera de tu turno para que ambos reciban esta noticia. Como son pareja, es lo mejor.

- No es problema señor. De hecho, agradezco que se preocupe por nosotros. - Respondió con una voz respetuosa.

- Muy bien. - Se preparó, y puso 2 carpetas en la mesa. - Bueno. Ya estamos aquí, empecemos. Les tengo que dar la noticia de que vamos a reanudar el servicio de intercambio con Inglaterra. - Comenzó su anuncio. El tono, sin embargo, no parecía en un mínimo entusiasmado. Más bien, era similar a decir algo malo. Raro, porque ese sistema era bastante útil para ambos departamentos, ya que sirve para ampliar los sistemas y protocolos para resolver casos.

- O muy bien. - Volvieron a decir al unísono.

- Supongo que quiere que vayamos. - Intuyó Adam. El capitán sacudió la cabeza.

- 50, 50.- Soltó sin más. Ambos se miraron preocupados.

- ¿Cómo?

- Miren...- Abrió las 2 carpetas, y mientras las ojeaba, siguió su discurso. - Tengo que enviar a 3 miembros del. Ya tengo a 2, el primero Dawson, el segundo, eres tu River...

- Y Adam ¿Verdad? - Interrumpió Blair, algo ansiosa. Sin embargo, este se detuvo, dejando un silencio incomodo luego les miró por encima de los lentes.

- No.

- ¿¡Qué!?- Preguntaron al unísono.

- Déjenme explicarles. - La miró a ella primero. - Tu, tienes el 75% de tus casos resueltos. - Volteó a Adam. - Y tú, tienes el 80%. El de los 2 es un porcentaje similar, y para nada malo. De hecho, los otros 2, no pasan del 60 y tanto, de casos resueltos. Superan la media, y es algo impresionante. - Luego sacó una hoja de la carpeta de Adam, la que decía de título "Quejas". - Sin embargo, Adam, tu cometes un error gigantesco. - Explicó señalando cada detalle de lo puntuado en el papel. - Les haces promesas a las familias de las víctimas. Siempre que tienes un caso, tu les dices que vas a resolverlo si o sí. Dicho textualmente "Juro por mi vida, encontrar a este hijo de..." Queda claro ¿No? - Continuó con decepción. La pelirroja miró a Adam con rabia. - Sabes bien, que eso está prohibido, ya que comprometes al departamento. Además, sabes que si hay un 20% de casos sin resolver ¿Verdad? Ósea, ya nos has causado problemas. - Él bajó la cabeza, y se mantuvo callado, ya que se sentía apenado.

- Blair, aunque no tengas más casos que él, sabes mantenerte fría. Y no dices estupideces.

- ¡Pero vamos señor! - Rogó Adam. - Es lo correcto.

- Mira hijo: Lo "Mejor" es evitar poner en riesgo a todos los del departamento. Además, como dije cuando fallas, haces que los demás queden peor. - Le regañó. Luego se acostó en la silla. - Miren, si fuese por mí, omitiría ese detalle. Sé que lo mejor sería que vayan ambos, por lo de su hijo y todo eso. No podría entenderlo más. Pero es imposible, ya que ellos miran los expedientes antes que yo. Y si no lo hiciesen, pondrías en peligro a la gente del departamento inglés, y con ello al nuestro. - Terminó. Adam iba a decir algo, pero ella le detuvo. - Bien. Saben los beneficios: Les pasarían el doble de sus sueldos por el tiempo que estén allá. Y cuando vuelvan, mantendrían el aumento y también, se da la posibilidad de ser ascendidos una vez vuelvan. ¿Está claro?

- Si. - Aceptaron ambos. El sujeto bajó la cabeza.

- Lo siento. ¿Si?

- Está bien.

- Pueden retirarse.

Una vez salieron del lugar, ella se fue a la casa, mientras que él iniciaba su turno. James estaba en el jardín, por lo que tenía el día relativamente libre. Estando allá, la mujer se sentó en la mesa, y apoyó la frente contra sus manos, tratando de cerrar los ojos y descansar unos minutos. Pero en efecto, el tema le tenía pensando. Pero lo que más tenía en la cabeza, era el hecho de que ella y Adam, recién habían salido de terapia de parejas. Cuando nació el pequeño, ambos comenzaron a pasar problemas. Peleas constantes, incomodidad cuando dormían juntos, la ley del hielo, etc. El diagnóstico fue claro: Miedo a la muerte por parte de ambos. Blair se puso a pensar, en como la terapia les permitió solucionar el miedo que ambos tenía. Y cada cierto tiempo, solían volver para ver cómo estaban. Cada uno, iba por separado, cosa que venía por parte de su trabajo, y les ayudaba mucho a estar "Cuerdos". Sin embargo, no quitaba que esta decisión fuera dura. Cuando Adam llegó a la casa, cansado, como siempre, y vio a Blair sentada, con unas cuentas encima de la mesa, suspiró, viéndose venir un conflicto, dejando su abrigo en el perchero.

 

- Oh... - Exclamó dejando su maletín. - Estás... Claro...- Se sentó esperando lo peor.

- Vamos Adam. Era obvio ¿No? - Respondió Blair, cruzando una pierna. Estaba lista para una pelea. Una grande. Y estaba lista para la batalla.

- Quieres irte. ¿Verdad?

- Si. - Ella bajó la cabeza, pero la levantó no mucho después. No se sentía avergonzada, todo lo contrario, sino motivada, más que nunca. - No quiero debatir al respecto, Adam. Sabes que sin importar que digas, yo ya lo decidí.

- Lo sé. - Aceptó con una mirada apagada. "¿Ah? ¿Nada más? ¿No va a discutir?"

- Esto es necesario, y lo sabes. - Continuó preparada. Si bien, su punto era que no importa lo que pasara, se iría. También quería convencerlo de que era lo correcto. No estaría cómoda allá si él estaba enojado con ella. Ahora más que nunca necesitaba su apoyo.

- Sí, claro. - Dijo corriendo la mirada hacía al costado. - Pero sabes, que no quiero esto.

- Lo sé bien... Porque eres celoso. - Expuso. Este inclinó la cabeza hacía el costado.

- ¿Qué? No soy celoso. - Negó rotundamente, sacudiendo la cabeza, y haciendo un gesto de la mano.

- ¿Eres manipulador entonces? - Contra propuso de forma desafiante, acercándose lenta y disimuladamente con la silla.

- No salgas con esto. Cálmate. - Trató de alivianar las cosas.

- ¿Entonces? ¿Cuál es tu problema? - Adam bajó la mirada. Hizo una pausa.

- No quiero que... - Sacudió la cabeza. - No... Nada.

- ¿Cuál, es tú problema? - Preguntó, enfatizando cada silaba, con cierta agresividad, hasta de que él le quiera evadir.

- ¡Ninguno dije! - Exclamó levantándose, haciendo que se caiga la silla debido al retroceso. - No tengo ningún problema ¡Vete de de una vez! ¡Hazlo!

- ¿¡Cuál es tu problema!? - Reiteró acorralando a Adam contra la pared con las manos.

- ¡Ya basta! - Quebró su voz.

- ¡Dime! - Exigió en un chillido. - ¡Sabes que esto lo mejor para James! ¡Sabes que es lo mejor para ti y para mí! ¡Sabes que es lo mejor para todos! ¿¡Cuál es tu maldita razón para que no quieres, que yo...¡? - Adam le interrumpió tomándole con fuerza de los brazos, y dándole una pequeña sacudida.

- ¡No quiero perderte! - Respondió de una vez, en un chillido, similar al de un niño. Y antes de decir algo, le interrumpió empujándola para liberarse. - ¡No quiero que te vayas, porque sé que te pasará algo! - Se hizo un silencio incómodo.

- No me pasará nada. - Trató de calmarle, bajando su tono de voz, liberándose del apretón que le estaba haciendo.

- ¿Tú qué sabes? - Le preguntó. - A ambos nos han pasado cosas cercanas a la muerte ¿No? - Ella asintió penosamente.

- Pero Adam, tú no sabes eso. Nadie sabe qué pasará, y por eso tu...- Sacudió la cabeza. - Hay algo más. - Se interrumpió a sí misma. - ¿Qué más pasó? - Él miró a otro costado.

- ¡Tú solo te centras en lo económico!

- ¿Qué?

- ¡Solo piensas en el dinero! - Explicó, aparentemente alterado. - ¡Solo piensas en cuanto dinero nos falta! La mitad de nuestras peleas son por eso. "Adam, llegamos muy justos a fin de mes". Estoy harto de esa frase ¿Sabes? - Le miró a los ojos. - Pero lo que más me revienta, es eso de que pasaría si uno de los muere. ¡Piensas en que, si yo muero, te faltará la mitad del dinero! - Continuó. Luego le tomó del brazo.

- Y es la verdad. Siempre llegamos mal a fin de mes. Y si bien la pensión que nos dan en ese caso, es muy buena, también tenemos algunas deudas, así que el dinero nos va a escasear rápido.

- Si si si, siempre el maldito dinero. ¿¡Acaso sabes que perdería yo si tú mueres!? - Le cuestionó. - ¿¡Acaso te haces una idea de lo que perdería yo!?

- ¿¡Qué!?- Preguntó asustada del grito. Este se levantó, se puso a su altura.

- Perdería a la única persona noble que conocí. Perdería a la madre de mi hijo. Perdería a mi mejor amiga...- Ambos se detuvieron. - No quiero que te vayas... Porque temo que le pase algo a la persona que más quiero en ese mundo. - Se sentó en la meza, y enterró su cara en sus manos. "Eso explica mucho" Ella se arrodilló frente a él, poniéndose a su altura. - A veces eres demasiado fría... Me aterra que simplemente, me veas como... Un activo. - Unas lágrimas se escurrieron en sus mejillas.

- No te veo como a un activo, Adam. - Le negó.

- Lo sé. Pero a veces se siente así. Incluso siento que no confías en mí. - Continuó.

- Confió en ti.

- ¡No! ¡No lo haces! - Gritó. - Si confiaras en mí, tu no temerías que me pase algo.

- Eso no tiene nada que ver.

- Para mí sí. No confías en mí, como policía, ni como pareja. - Ella se hizo un segundo de silencio. Luego sonrió.

- Adam, confió en ti- Le acarició una mejilla. - ¿Sabes cuál es la prueba?

- ¿Cuál?

- Que te dejo totalmente a tu cargo a la luz de mis ojos. - Le dijo.

- ¿No lo hacías antes?

- Siempre lo hice. Pero ahora te necesito más que nunca. - Le dijo. - Tu eres el único en el que confío para que cuides de él. James y tú son mi razón para vivir y los amo más que a nada. - Comenzó a explicarle. - Nada, pero nada, me duele más que tener que irme del lado de ambos. Ni se diga por tanto tiempo. Pero me es necesario si quiero darle a James la mejor vida que me puedo permitir, lo haré. Pero no es solo por él, es por ti también, para que tengamos la vida que merecemos por tanto trabajo, por tantos años. - Continuó sosteniendo su rostro con ambas manos, mientras se llenaban sus ojos de lágrimas. - Esta oportunidad quizá no se vuelva a repetir. Por favor, déjame irme en paz, sabiendo que lo entiendes. - Ambos se vieron a los ojos mutuamente, y comenzaron a llorar. - Esto es por ustedes. Y necesito que no me dejes rendirme. Por favor. - Finalmente se abrazaron.

- Lo entiendo amor. - Escondió su rostro en el hombro de ella. - No quita que te extrañaré mucho. - Le dijo entre sollozos.

- Yo te extrañaré más. Voy a extrañarte cada mañana, pero, sin embargo, nunca te necesitaré tanto como ahora. Cuida de James, no necesito más que eso. - Se miraron nuevamente a los ojos, y luego se besaron con ternura. Los 2 sabían que estos años serían duros, sin embargo, pese a la distancia, estarían juntos, y nada los separaría, funcionando cual reloj, calculando cada movimiento.

Actualidad

 

La situación, estaba realmente movida esos días. Estando en proceso de dejar todo solucionado, estando a mil por hora durante esa semana, la mujer tenía el corazón conmocionado por la gran cantidad de momentos intensos que estaba vivió y estaba por vivir. Pero lo más importante era darle un cierre a un tema en específico. A lo que iba a ese lugar. Le estuvo rastreando por horas, y por fin le encontró. A las afueras de un bar, a las 9 de la noche, Rey salió por la puerta trasera a un callejón, vistiendo un traje de bartender, yendo a tirar la basura dejada por los clientes. Su rostro era uno sin expresiones, el de un día de rutina, mezclado con el de un gran disgusto que le venía atormentado durante varios días. Cuando le vio al voltearse, se rio con una pequeña y tímida carcajada, mientras sacudía la cabeza hacía los costados.

 

- ¿Vienes a decirme que siempre fui mujer? ¿O que toda mi vida fue una larga pesadilla? - Preguntó con ironía, tras dejar la bolsa dentro del contenedor. - Ya sería lo último para enterarme. - Terminó tratando de huir dentro del local.

- Vengo a disculparme. - Le respondió Blair.

- Otra vez ¿Eh? - Exclamó incómodo.

- Si si, otra vez. - Aceptó con cierta vergüenza, pero con una risa igual de pequeña. De hecho, Rey se sintió confundido al verla, aparentaba estar de más o menos buen ánimo.

- Nha. Esta vez no Blair. Estoy harto de tus idioteces. Vete. Ya no quiero verte nunca más. - Se dio la vuelta. Se estaba por meter al bar, habiendo logrado escapar.

- Y estás en tu derecho. Más que nunca. No podría entenderte más. - Aceptó la mayor. - Pero, ¿No quieres soportarme una última vez? - Propuso. 

- No.- Respondió sin más argumento.

- Ni siquiera si te cuento la historia completa. - Se detuvo. - De verdad esta vez.

- ¿Cómo se si no estás volviendo a mentir? - Se preguntó intrigado, a la par de enojado. Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de ella.

- Lo sabrás. Eres inteligente. - Rey tomó aire. Luego le miró a los ojos.

- Ya me había creído lo anterior.

- Sí, pero ahora eres mas estoico. Creo. - Intuyó la mayor.

- Ni tú te entiendes. - Le echó en cara. 

- Hazlo corto. ¿Quieres saber o no? - El chico se rio. Sacudió la cabeza, luego de un par de segundos de silencio. Finalmente dijo mientras sacaba la cajetilla de cigarrillos.

- Si me mientes, te mataré. - Amenazó.

- Lo merezco. - Rey acercó y se sentó en una esquina. Ella le siguió, y sin importarle la mugre, o las bacterias, se sentó a su lado. Sin importarle tampoco el humo, o aroma del cigarrillo. El propio joven se dio cuenta de que esto no era normal en ella.

- Me voy a arrepentir de esto. - Susurró. - Bueno, empieza. Así de una vez me libero de ti. - Ella miró al cielo, y con una voz dulce, comenzó a narrar la verdad de todo.

- Cuando tu padre se zafó de sus esposas e intentó escapar, Adam y su compañero trataron de calmarle, pero seguía gritando tu nombre, mientras estaba armado con un revolver.

- De donde lo sacó.

- Según él, la consiguió de algún conocido. Ósea, lo persiguieron un par de horas, ya que lo perdieron.

- Claro. Continúa.

- Cuando lo encontraron, y lo vieron así, trataron de dialogar, pero cuando trató de atacar a su compañero, le bajó el cargador encima. Hasta derribarlo, como dice el reglamento. - Concluyó la primera parte de la narración, mientras miraba al horizonte. - Tras eso, llegó a casa con la presión por el piso. Estaba horrorizado por lo que hizo. Jamás creyó que le quitaría la vida a otro hombre. Menos a un padre. Vomitaba, sufría de pesadillas, etc.- Continuó mientras el chico se prendía un cigarrillo. - Sin embargo, pese a mis intentos de que no lo haga, decidió no dejar las cosas así, y buscarte. Tardó, ¿Cuánto?

- Un mes, más o menos. - Respondió, con una voz suave. Su tono de voz agresivo se había suprimido.

- Ósea, te estuvo buscando todo ese tiempo. - Le comentó. - Luego te comenzó a cuidar...

- Ya se la historia hasta ese punto.

- Lo que no sabes, es que casi nos divorciamos por ti. - Le miró. - Yo no quería que siguiera con eso. Pero estaba empecinado en ayudarte. Nos faltaba el dinero, y seguía invirtiendo en ti. Y además...

- ¿Cuándo fue eso? - Le interrumpió. Pensó unos segundos.

- Cuando empezaste con tu adicción. - Respondió con seriedad, pero con ojos dejando ver empatía.

- Oh...

- Entonces, un día, tras llegar del trabajo, tras un día de porquería, llegando harta de muchas cosas, me acerqué y le pregunté bastante cansada: "¿Por qué? ¿Por qué le ayudas tanto?" - Ambientó. - Él solo me miró con esa mirada que tanto odiaba, del tipo "Tengo razón, y no necesito contrargumentos" y me respondió: "Porque ese chico soy yo hace 10 años."

- ¿Eh? - Exclamó confundido.

- "¿A qué te refieres?" le pregunte. Se levantó de la cama y me dijo: "Yo tuve a Jenifer a su edad. Ella evitó que me mandara mil y un cagadas. Y aun cuando me las mandaba, era la primera que, tras un buen sopapo de reprimenda, me sacaba del fondo del barril en el que me había hundido." Me explicó, yo entendí rápidamente a que se refería, pero luego se sentó a mi lado, y continuó. "Yo quiero honrarla así, ayudando a ese chico, que no tuvo las mismas oportunidades que nosotros tuvimos. Porque como yo la tuve a ella, tú me tuviste a mi"

- No lo entiendo.

- Él se crio con ella. No tuvo a sus padres, igual que tú. Tuvo una figura materna alternativa, se podría decir. Realmente se identificó en ti, y por eso te ayudó.

- Pero tu...

- Si, lo negué. Pero fue por la bronca del momento. Lo siento. - Rey comenzó a lagrimear.

- Pero... ¡Él mató a mi padre! - Exclamó en un grito de dolor.

- ¿Seguro? ¿Ese era tu padre? - Preguntó retóricamente. Se arrodilló, ahora estando frente a él. - Ese sujeto te golpeaba y abandonaba durante semanas. Solo se acordó de ti cuando estuvo a punto de morir. Adam actuó en consecuencia a su violencia, la cual reflejaba en ti siempre, solo que en alguien más. - Explicó, levantándose. - Por otro lado: Adam te educó, te dio los lujos que se podía permitir, poniendo en peligro su matrimonio y familia. Te ayudó a salir de tu adicción, te crio como a un hijo, junto al suyo propio. Y, sobre todo, le dio un sentido a tu vida. Dejaste de ser un caso perdido.

- ¿Y tú? ¿Por qué me odiabas? - La mujer alzó la vista al cielo, y sonrió un poco avergonzada.

- La verdad. Estaba algo celosa... - Él torció la cara. - Bueno, bastante. Pasaba mucho tiempo contigo. Y poco conmigo. Además, apareciste en un tiempo algo complejo para ambos. - Ella se puso a jugar con sus dedos. - Te agarré resentimiento por eso. - Le volvió a ver a los ojos. - Por eso vengo. Rey me disculpo por ser una porquería contigo todos estos años. Reconozco que soy un desastre, y solo me queda pedirte piedad. - El chico bajó la mirada.

- Me pides perdón para que siga ayudándote ¿Verdad? - Le cuestionó. Ella sacudió la cabeza hacía los costados, en señal de negación.

- No. No sé si voy a seguir con esto en primer lugar. - Hizo una pausa, dándose cuenta de lo que acaba de decir. "Pues sí, es lo mejor. Aparentemente." - Y si de milagro lo hago, no te voy a pedir que te metas. Solo... Sabe que lo siento. Y que te quiero. - Él alzó la mirada nuevamente con los ojos llenos de lágrimas. - No como a un hijo, pero si como a alguien a quien apreciar. Me recuerdas cuanto respetaba a Adam. Y me alegra saber que tu pudiste salir adelante. - Cerró los ojos, y sonrió estirando la mano hacía él. Este bajó la cabeza, y preguntó. - ¿Es difícil pedir que me perdones?

- ¿Crees en la redención? Porque parece que sí.

- Tu dime. ¿Me perdonas? - Él le miró nuevamente, y tomó su mano. - Esto es solo el inicio. Esto tomará tiempo, pero al menos, quiero saber si estás dispuesto en empezar al menos. Aunque no lo merezca.

- Bien por mí. - Ambos sonrieron.

Hace 7 semanas

 

Eran fines de verano. Si bien en Inglaterra no se sentía mucha diferencia, debido al constante de la humedad y la lluvia, lo interesante, radicaba en que adelantó mucho trabajo de por medio, y aprovechando, se pudo tomas unas vacaciones durante esa semana. Ya tenía los pasajes desde hace rato. Tenía muchas ganas de ir, sobre todo, tras ese mes atareado. El trabajo de consultor es más exasperante del mundo, ya que, con la gran mayoría de casos, no podía involucrarse en el mismo. Al menos directamente, como estaba acostumbrada. Además, sus compañeros eran insoportables, y condescendientes. "Ser americana no me hace menos educada. Idiota" recordó decirle a uno de los malditos de la oficina.

 

El avión fue largo, así que no se quitó le cólera. Trató de desviarlo mirando unos archivos en la notebook, para hacer trabajo. Luego, se recostó para calmarse. En general, las 7 horas le exasperaban. Si bien, no era ni claustrofóbica, ni nada parecido. La cantidad de tiempo que pasaba allí le hacía sentirse ahogada. Igual, tenía en su mente centrada en su destino. Siempre, servía como calmante de su vida llena de molestias. Ellos eran sus paracetamoles. Solía reír cuando pensaba eso. Y por fin llegó. De hecho, esto coincidió con el cumpleaños de su pequeño. O más bien, logró que coincidiere con eso. Por eso, cuando llegó a la casa, entró silenciosa a la casa, a escondidas, esperando que el niño se sentara frente al pastel (Comprado de una pastelería), y soplara las velas, pidiendo su deseo. Tras todo eso: La canción, el fuego apagado, y las fotos tomadas, Adam le preguntó.

 

- ¿Cuál fue tu deseo? - Haciéndole un gesto mínimo para que ella se acercara despacio y sin hacer ruido.

- Que venga mamá. - Respondió el chiquillo con amargura, debido a la nostalgia.

- Pues, creo que se hizo realidad. - Él le señaló algo, para que vea hacía atrás. Cuando lo hizo, la vio, y gritó.

- ¡Mami! - Antes de saltarle encima. Ella le alzó y le hizo girar en un abrazo de oso. Cuanto le extrañó. Tantos meses alejados. Luego le miró a los ojos, y se sintió mal. "Está tan grande" pensó, viendo como de alguna manera ya no era el mismo. No tenía ni el mismo corte de pelo, ni tamaño, ni nada. Sentía que no lo vio crecer, y se perdió muchos momentos junto a él. "Dios... Esto, esto..." Sacudió la cabeza, con el fin de despreocuparse hacia eso, y volvió a abrazarle, medio llorando de la alegría. - Te extrañé mucho.

- Y yo a ti mi amor. - Le dijo tras darle unos cuantos besos en la mejilla.

 

Luego, fueron a las afuera de la ciudad. A un pequeño bosque, donde se quedaron bajo una arbolada, a la fresca sombra, mezclada entre negro y verde. James fue a jugar por los alrededores, siempre a la vista de los padres. Ella se sentó junto a su marido, y se pusieron a dialogar de la vida, poniéndose al día con todo lo que se había perdido. El pequeño curioso estaba por allí, mirando el precioso entorno, lleno de insectos silvestres, como mariquitas, arañas, libélulas, etc. Blair estaba recostada en una pequeña manta sobre la hierba, respirando el aire limpio, abrazada por Adam. Pero, lo más importante era su niño. ¿Qué era más lindo que verle jugar y ser feliz? La respuesta era obvia: Nada. Podía estar harta de su trabajo, de su vida, de la crisis, de sus compañeros. A veces, hasta de Adam, pero todo sea por él. Quería darle la vida que ella no pudo tener. Se manejaba para ser una madre perfecta. Y era consiente de ser humana, por ende, tener miles de fallas era normal. Aun así, no se rendía para ser lo mejor posible. No importan las lágrimas, no importan los obstáculos. Ellos 2 importaban más que nada. James y Adam, eran su tesoro.

 

- ¡Mami! - Gritó James acercándose.

- ¿Qué pasa mi amor? - Le preguntó mientras el niño se escabullía a sus brazos.

- Me cansé. - Dijo bostezando.

- O mira tú... - Miró a su reloj. - Ya debería empezar a bajar el sol. ¿Qué me dices Adam?

- Sip. Es un buen momento. Vamos. - Se estaba por levantar.

- ¡Espera! - Él volteó. - Saquémonos una foto.

- Claro. - Se sentaron los 3 en la manta, y se sacaron una linda foto.

Actualidad (Un día antes de la charla con Rey)

 

Las noticas despampanaron bajo el grito más fuerte: "El maestro de escuela Jayden Miller, es acusado en las redes sociales por acoso sexual" Decía el titular del mismo programa noticiero. "Dios mío" pensó la pelirroja alejándose de la pantalla. Jane llegó pocos minutos después al cuarto, y tras ver lo que aparecía, se puso a defenderlo a capa y espada. La mayor permaneció firme al respecto. ¿Cuántas veces vio a gente defender este tipo de personas? pensó una decepcionada Blair, quien sintió que confiaba en ese sujeto, siendo ahora decepcionada, otra vez. No tardó en llegar el acusado en cuestión. Claramente alterado.

 

- ¿Qué es esto? - Preguntó amenazante.

- Eso es falso. - Dijo sin más. "No parece mentir" pensó la mujer, quien no notó gestos indicativos de alguna mentira.

- ¿Entonces? ¿Por qué diría eso una chica cualquiera? - Volteó nuevamente a la pantalla.

- No lo sé. - Esperó un par de segundos, pensando.

- ¿La conoces? - Exclamó Jane, sentada en la mesa. Este volvió a ver la pantalla, pensó unos segundos, luego negó con la cabeza.

- Tampoco lo sé. Parece menor que yo, pero no creo haberla visto durante el M.V.J.J- Este estaba serio, con el puño cerrado tapando su boca. - Maldición, esto no puede estar pasando. - Susurró. Blair estando de brazos cruzados, miraba con sospecha al acusado. "Este tipo... No lo sé" - Vamos a la escuela.

- ¿Eh?

- Mi trabajo depende de esto. Allí me darán apoyo. De lo contrario...

- De lo contario ¿Qué? - Continuó la mujer. Este bajó la mirada, para luego parpadeó con rabia.

- Vamos. - Este salió de la casa en cuestión. La chica menor le siguió, pero Blair le detuvo del brazo.

- ¡Jane! Espera. - Esta volteó.

- ¿Mhm? ¿Qué ocurre? - Le preguntó confundida.

- Mira, se lo mucho que quieres a Jayden. Pero...

- ¿Insinúas que es culpable? - Cuestionó la pelimorado. La mayor suspiró.

- -Pues... Todos son inocentes, hasta que se demuestre lo contrario. Pero cuando hay una denuncia, siempre se pone en duda. - Le explicó. - Sé que lo conoces bien, pero en estos casos, siempre las familias y amigos dicen lo mismo. Nunca hay que perder los pies en la tierra. - La chica sonrió.

- Sé que no. No haría algo así.

- ¿Cómo estás tan segura?

- Jayden y yo, somos más parecidos de lo que crees.

- ¿Eh? - Ella le susurró al oído algo. "O por... Dios" pensó la mujer. - Oh...

- Sé que es incapaz de algo así.

- Está bien. Lo siento.

- No pasa nada. - Ambas miraron a la puerta. - Él no es tan abierto con el tema. Así que no le hagas mucho eco. Ni le preguntes. - "Pero... En sus archivos no aparece nada de eso. ¿Acaso no se hizo una denuncia ahora?" se dijo. - Vamos ¿Si? Hay que apoyarlo ahora más que nunca.

 

Los 3 se metieron en el auto de Jayden. Este se veía más nervioso que nunca. Se veían sus manos temblar, además de escucharle murmurar en múltiples ocasiones. Se notaba que intentaba no desmoronarse. Jane trataba de calmarle a toda costa. Sin ningún éxito. Tampoco lo culpaba. Esto parecía definir su vida. Ya le había dicho lo mucho que amaba su trabajo, y se veía apasionado por este. Perderlo, y además de esta manera, era algo que nadie quería. Incluso ella, quien no le tenía mucha confianza. Para ayudar, Blair estaba con un teléfono llamando a un compañero, el cual le dio cierta información útil. Básicamente, le confirmaron que no había una denuncia formal de acoso en su nombre, por lo que no debería haber problema realmente. De todos modos, era verdad que se trataba de una situación compleja: Los maestros en Estados Unidos están bajo la mira constantemente. Todos los conflictos escolares, pueden terminar con uno muerto en el suelo. Tenía la cuerda al cuello, y dependía su futuro de una decisión ajena. "Maldita sea" pensó la pelirroja, viendo una junta de padres frente al colegio, claramente furiosos.

 

Los 3 bajaron del vehículo lentamente. Los protestantes, al verlos, comenzaron a rodearlos amenazantemente. Jane se puso en pie de guerra para defender a su amigo, pero este le hizo retroceder, y evitar problemas. En segundos, se pusieron a hacer miles de preguntas, a tirarles también múltiples insultos. Algunos allí le conocían, pero no le iban a defender. Otros nunca le vieron, lo que le hacía que no les molestase, sino que le daba más razón para sencillamente atacarle. De hecho, no solo había padres, comprensiblemente enojados y preocupados por la cuestión, a los cuales no se los podía juzgar. Sino que también había periodistas. Estos con cámaras, que sí estaban disimuladas, pero estaban allí. Cuando había problemas, esos malditos estaban allí. Con toda la gente, llegaron dentro del colegio. El director les recibió, haciéndoles pasar a su oficina, la cual estaba prácticamente atrincherada.

 

- Miller ¿Qué carajo está pasando? - Le preguntó el hombre una vez dentro, mientras este miraba hacía la ventana, analizando a los casi 20 padres que habían afuera. - Una acusación de acoso y violación...

- No es cierto, Carey. Sabes que no es cierto. Es algo de las redes sociales. Nunca la vi en mi vida. - Trató de defenderse. El director soltó una carcajada.

- Es lo mismo que diría un violador, Miller.

- ¡Vamos! ¡Sabes que yo no haría algo así! - Gritó golpeando la mesa que les separaba.

- Además, no hay una denuncia real hecha. - Intervino Blair. - Si lo hubiese, sería un verdadero problema. - Continuó con tranquilidad. - Por cierto, ¿Qué dice la "Acusación"? Si se puede saber. - Preguntó algo desafiante. El sujeto miró su teléfono.

- Dice que durante los años del M.V.J.J, tú le atacaste en cierto momento, y la violaste. - Este calló unos segundos pensando.

- ¿Nada más dice? - Intervino ahora Jane. - Eso es muy poco.

- No, es un hilo de varios posteos.

- Entonces, ¿Qué más dice?

- Fíjate tú. - Miró el teléfono leyendo bien todo lo que decía. Bajó la cabeza, y se vio que claramente se enfureció. Se veía cuando presionaba con fuerza el teléfono.

- ¡No! Es imposible. Ese día estaba en un lugar público todo el día. Abigail... Quiero decir, mi actual esposa, estuvo conmigo todo el día.

- ¿Cómo sé que eso es verdad?

- Fue el día de la muerte de Charly Robinson. El fundador del movimiento, en el que supuestamente abusé de ella. Fue el día de su funeral. - Resolvió Jayden. - No hay forma de...

- Mira...- Se llevó la mano a la cara. - Yo, no dudo que esto sea falso. ¿Está bien? - Suspiró con decepción. - Pero no... No puedo ayudarte.

- ¿Eh? - Preguntaron los 3.

- Tengo la navaja al cuello. - Se sentó y finalmente dijo. - Debo despedirte.

- No... - Susurró Jane.

- Aunque la acusación sea falsa... Las redes sociales son demasiado poderosas, y salvo que sea oficial que tú eres inocente, pones en peligro a toda la escuela al estar acusado. - Blair gruñó y golpeó la mesa.

- ¡Usted es un cobarde! - Le gritó. Al fondo, Jayden apretaba sus puños, mientras miraba al suelo. - ¡Es incapaz de defender a uno de los suyos! ¡Por más que haya hecho un montón por este maldito establecimiento, tú lo vendes a los lobos!

- Lo siento. - Se disculpó. - Pero debe ser así. No solo soy yo, son todos los demás maestros, trabajadores, y niños aquí. Estos son otras víctimas de esto.

- Es una cabeza de turco ¿Eh? - Desafió Jane igual de furiosa la chica, quien solo buscó atacarle.

- Díganlo como quieran. Pero no me queda de otra.

- No tiene ni idea de lo que...

- Basta...- Dijo Jayden. Este tenía sus ojos sin color, solo tenía una mirada muerta. Se acercó frente al sujeto, y estiró su temblorosa mano. - Entiendo cómo funciona este trabajo, y no creo que no haya otra manera de avanzar de manera correcta. - Explicó. - Demostraré mi inocencia por mi cuenta...- Comenzó a dialogar. Jane y Blair se miraron. La mirada de la menor parecía deprimida. La de la mayor, sorpresa. - Aparte de todo, gracias por darme la oportunidad de trabajar aquí todos estos años. - Terminó soltando una sonrisa con los ojos cerrados.

 

En efecto, la mano estirada buscaba estrechar su la suya. Realmente parecía estar agradeciendo por ese tiempo que trabajó allí. Ni Blair, ni Carey se creían lo que estaban viendo. Lo coherente sería querer destruir la oficina, asesinando en el proceso al sujeto, sobre todo siendo un él tan joven. De hecho, las 2 mujeres de allí estaban interesadas en hacerlo. Pero el hombre decidió mantener la calma. El director bajó la cabeza, y aceptó el saludo, de modo incomodo, porque no creía que el sujeto que estaba expulsando quería agradecerle por eso. Y del mismo modo, se dio la vuelta y los 3 se fueron al auto. Una vez dentro Jane tomó la mano de su amigo, que permaneció estoico un par de segundos. Luego, tras terminar de asimilar lo ocurrido, volvió a sonreír, y puso su cabeza en su hombro.

 

- ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Por qué alguien te acusaría de algo así? - Preguntó desde el asiento trasero, una intrigada Blair.

- Fue Dake. - Respondió Jayden, todos le miraron. Luego miró a Blair desde el espejo retrovisor. - No quiere matarme, porque si lo hace saldría a la luz que mi secuestro fue algo "Más"- Explicó. - Ahora si quiero acusarlo, nadie me creería. "Me acusaron de violación, porque un asesino peligroso me quiere callar" ¡Je! Suena ridículo al decirlo en voz alta. - Terminó el chico. "Maldición" se quejó en su mente. "Esto es irónico"

- Jayden... ¿Cómo te sientes? - Le preguntó Jane queriendo calmarle. Soltó una carcajada.

- Siento que necesito un nuevo empleo. - Rio. Luego se recostó en su asiento. - Cuando atrapemos a Dake, saldré de esta. Lo sé.

- ¿Pero no te sientes mal? - Cuestionó la pelirroja.

- Pues, un poco. Obvio. Sin embargo, me siento más motivado ahora. Y no tendré que ir al trabajo, perdiéndome las juntas. - Dijo con optimismo. - ¡Vamos a resolver esto!

- ¡Sí! - Aceptó con entusiasmo la menor. "¿Qué diablos con estos 2?"

- Bien. Esta noche vamos a vernos en mi casa, para ver que hacemos.

- Bien por mí.

- Si, supongo.

 

Tras dejar a Jayden en su casa, ella se fue a hacer trámites. Siendo honesta consigo misma, eran ese tipo de cosas que le hacían pensar en la situación que le rodeaba. Qué raro fue eso. Desde un inicio, ese chico parecía sospechoso, pero esto que acababa de ocurrir le hizo saltar absolutamente todas sus alarmas. "Cómo es alguien capaz de soportar, ser expulsado de un trabajo que ama, por una falsa acusación" Se preguntó con sentimientos extraños al respecto. ¿Miedo, ansiedad, bronca? No lo sabía, simplemente quiso entenderlo, o deshacerse de él. Aunque, desde la charla con su padre, muchas cosas cambiaron en su interior. Como se llegó a decir, por primera vez en semanas, se sintió bien físicamente, y emocional también. Quizás debía proceder con calma, aunque la cosa no parecía ser clara para ella. Por eso, al llegar la noche, y tras tener la reunión llena de cosas que ya sabía, terminó, mientras el sol comenzaba a caer encima de ellos. Jane se fue a ver a Abigail, mientras él sujeto en cuestión se quedaba en la casa.

Hace 6 semanas

 

El aeropuerto, otra vez ese maldito lugar. Esa semana se pasó muy rápido. Demasiado. Hicieron tan poco con James, que se decepcionó de si misma. Nuevamente, una encrucijada personal. De hecho, el niño quedó dormido en casa. Su despedida súper básica. La mujer, quien estaba el doble de deprimida, tanto por la despedida, como el desperdicio. Allí, Adam le tomó de los brazos, y comenzó a despedirse.

 

- ¿Lista? - Le preguntó mientras tomaba su mano, frente a la puerta que debería atravesar en unos minutos para subir al avión. - ¿Qué te ocurre? - Dijo, al verla cabizbaja, con una actitud apagada. Al menos, más de lo normal. Tras mover su pelo hacía detrás de su oreja, ella le respondió.

- James ya no me quiere como antes. - Dijo sin más.

- A la... - Exclamó. - ¿Pero por qué dices eso? - Continuó preocupado.

- James ya no me extraña. - Continuó sin muchos detalles.

- ¿Qué?

- Lo veo en su mirada. Ya no me ve como su madre. Me ve como a una desconocida a estas alturas. - Siguió, con una voz deprimida.

- Blair, no digas eso. Es solo un niño, no creo que su mirada siquiera sea tan profunda. - Intentó calmarle. - Seguro su mirada dice algo más del tipo: "Sé que mamá viene pronto" y no se preocupa al respecto.

- ¿Y por qué no lo dice?

- Blair, tiene 5 años.

- No estaría funcionando tu "Apoyo"- Se quejó.

- No te pongas así. - Le tomó de sus hombros, y ella comenzó a temblar.

- Adam...

- ¿Que?

- Adam yo... ¡No lo soporto más! - Gritó dejándose caer a sus brazos. Necesitaba más que nunca un abrazo. - ¡No lo soporto más!

- ¿Qué ocurre? ¿Por qué te siente así?

- ¡Estoy harta de estar lejos de ustedes! - Le explicó llorando. Si bien hacía un esfuerzo para ser discreta, ya que estaban en un espacio público, no podía evitar descargarse. - ¡Odio el departamento de Londres! ¡Odio a mis compañeros! ¡Odio que llueva todos los días! ¡Odio todo de allí! - Comenzó su catarsis, llena de rabia. - ¡Extraño nuestra casa, a ustedes! ¡Los echo de menos! - Terminó. Adam sonrió y besó su frente.

- Mi amor... Cálmate.

- ¡No me calmo nada! ¡Me estoy perdiendo tantos momentos importantes con James y contigo! - Continuó rabiosa. - ¡Ya ni me conoce!

- No. Lo que pasa, es que, como pasas de verlo todos los días, a un par de veces por año, te da esa sensación.

- ¡Deja de minimizar las cosas!

- ¡No lo hago!

- ¡Tengo miedo que me odie por no estar con él! ¡De que cuando crezca, termine odiándome como yo a...! ¡Como yo a...! - Comenzó a detenerse. - Como yo a mis padres...- Se calló por unos segundos. - No quiero que termine como yo, supongo. 

- Salió a la luz ¿Eh?

- Adam, me rindo. - Soltó sin más. - Oficialmente, me rindo. Voy a volver de una vez. - En efecto, ella estaba haciendo lo que tarde o temprano pasaría. Finalmente, tenía sus expectativas destruidas. Falló. Oficialmente falló. 

- No... No lo permitiré. - Negó Adam.

- ¿Qué? - Le separó de su regazo.

- No, no dejaré que te retires. - Repitió. - Tú me pediste que fuéramos fuertes con esto. - Explicó con firmeza. - No sabes cuánto te extraño, y sin lugar a dudas, desearía que te quedaras con todo mi corazón. Pero, sé que es lo mejor para todos. Tu misma me pediste que no te deje rendirte, y eso haré. Así que no Blair, no te dejaré rendirte. - Ella se secó las lágrimas. - Además, ¿Por qué no quieres que termine como tú? Si eres una persona buena y trabajadora. Destacando en todo lo que hace, con una familia que la ama. ¿Qué no quieres que te imite de ti? - Preguntó queriendo darle ánimos. Ella se calmó finalmente. - Tienes altibajos como todo el mundo. - Continuó. - Pero, sobre todo: Una madre, que es capaz de sacrificar el tiempo con su hijo, para darle una mejor vida, sabiendo que quizá a este no le guste la decisión. No me parece para nada malo, sino algo que admirar. - Miró al costado unos segundos. Luego suspiró calmada.

- Gracias. - Le dijo quitándose una lagrima. - Te amo.

- Y yo a ti.

- Enserio, te amo. No sé qué sería mí vida si no te hubiese conocido.

- Yo no sé qué sería de mí sin ti.

- No sé qué pasaría si te llego perder algún día. - Apoyó su cabeza en el pecho de él. - Siempre creí que estaría sola contra el mundo. Y siempre me manejé por mí cuenta. Pero... Ahora llegaste tú, y no me imagino una vida sin ti. - Una pausa, y pasó sus brazos hacía encima de sus hombros. - Te extraño. Extraño tu calor, tus besos, tu cariño. Pero no podría agradecerte más por... Todo.

 

Le miró a los ojos como la primera vez. Estaban llenos de nostalgia, de empatía y de cariño. Le acarició la mejilla, mientras dejaba ver una sonrisa. Ambos, estaban estáticos abrazados, para finalmente, acercarse mutuamente a los labios del otro. Para, muy lentamente besarse dulcemente. Disfrutaron cada segundo juntos que les quedaba. Nadie sabía que podía pasar durante los meses que le quedaban en Inglaterra. Al menos estaban juntos en ese momento. Podían disfrutar del otro unos minutos. Si, ya habían estado solos durante esa semana. Hasta se podría decir que pasaron una de esas noches espectaculares, el día anterior. Se entiende a lo que se refiere. Pero ese simple beso, ese simple momento de cercanía, ese abrazo, le daba fuerza. Ambos se extrañaban, pero no echaban de menos el sexo, sino la compañía del otro, la calidez y amor. Un beso, era más que el toque, era la sensación de amor trasmitida por medio del calor. Él le tomaba de la cintura, ella le tenía del cuello, y eso 3 minutos, fueron eternos, y no en mal sentido. Al contrario. Ese beso quedaría en sus mentes y corazones para siempre. Una vez se separaron, él le dijo.

 

- Te amo.

- Yo te amo.

- Ahora ve. Aguanta, son solo unos meses. ¿Puedes hacerlo?

- ¡Je! Por ustedes, resistiría la mayor tortura.

- Bueno. Nos vemos luego.

- Nos vemos pronto.

Actualidad (Antes de la charla con Rey)

 

Blair se acercó cautelosa por la espalda del chico. La luz de la luna entraba por la ventana, dando un ambiente con tonalidad azul, chocando contra las paredes blancas. La única luz artificial que había por allá, era una peque lámpara de luz blanca. Hacía frío, irónicamente, parecía invierno allí. De alguna manera, el clima estaba preparándose para el final del otoño. Él parecía no haberse percatado de que estaba aún en la casa. Se movía con tranquilidad por la habitación. Este estaba frente a una mesa del living, junto a una botella de Wiski. Pudo pensar un par de segundos. Tenía la pistola guardada en su cartera. ¿Por qué? Porque no era normal. Le acusaría, de algo aleatorio. Pero debía hacerle confesar, la razón por la que seguía sonriendo a pesar de todo. Si llegaba a decir algo malo, y este reaccionaba de forma negativa, ella se defendería como era lo correcto. Finalmente se dio cuenta, y rio.

 

- ¡Je! Blair, soy un hombre casado, y no creo que sea ético que pases la noche aquí. Sobre todo, estando solos. - Bromeó volteando con el vaso en la mano. Blair permaneció estoica, mientras bebía un pequeño sorbo de su bebida. - ¿Qué te ocurre? - Preguntó tras tragar.

- Quiero saber ¿Cómo lo haces? - Le preguntó al chico, este tiró su cabeza hacía atrás y respondió.

- ¿Ah?

- Perdiste, tu trabajo, tus amigos, tu hijo, y casi a tu esposa. - Le redactó. - ¿Cómo es posible que sigas así? - Cruzó los brazos, y rio.

- Así ¿Cómo?

- Sonríes, a pesar de todo. - Terminó. - Más bien. - Retomó el tema. - Déjame reformular la pregunta ¿Por qué lo haces? - Hizo el cambio de pregunta, sonando más amenazante que antes. - ¿Por qué lo haces? Tienes todo el derecho de estar deprimido y acabado, pero sigues sonriendo. Sigues bromeando, y haciendo chistes. Eres raro. Y no raro en un sentido "Excéntrico", eres raro en un sentido "Aterrador"- Soltó unas ruidosas carcajadas.

- Soy ¿Optimista? - Trató de responder estirando los brazos a los costados. - Si, eso creo. Soy optimista. - Ella negó con la cabeza.

- Ni tú te tragas eso. - Le reprochó. - Quiero una verdadera razón. - Reclamó. Él suspiró.

- Ahora me interrogan por sonreír. - Se dio la vuelta. Hizo una pausa, y luego insinuó una voz desafiante. - Estás celosa ¿Eh? - Miró al costado, mientras este le miraba de reojo.

- Celosa... Ese es tu forma de desviar mi intriga. Echarme la culpa, porque estoy "Celosa"- Se quejó como cierta burla. - A ver, ¿Por qué estaría celosa? ¿Por qué tu pareja sigue viva, y la mía no? ¿Por qué tienes a una amiga, mientras que yo no? Dime, ¿Por qué estaría celosa? - Hizo un silencio. - Espera... Sí, tengo cosas para estar celosa. Pero somos adultos, y atribuirme esas actitudes infantiles, no es lo más maduro, o valiente. - El chico cambió su sonrisa burlona, a una empática.

- No creo que te sientas celosa porque aún tengo gente conmigo, sino porque sientes que aún puedo resistir a todo.

- ¿Resistir? - Dio un par de pasos, acercándosele. En respuesta ella retrocedió, y acercó su mano a su cintura, donde tenía su pistola.

- -Cuando me vez sonreír, te pones celosa que no puedes hacerlo. Porque como dije, crees que soy más resistente. - Se explicó. Le pelirroja comenzó a sentir rabia en su interior. - Que tú, de alguna manera, eres más débil, o inferior a mí. - Ella rio incómodamente. Tanto, que una lagrima cayó por su mejilla.

- Celosa de que alguien esté firme. Quizás tengas razón... Si no tuvieses un lenguaje corporal disonante con lo que dices. - Este cerró los ojos. - Es obvio que reprimes tus verdaderos sentimientos. - Señaló varias partes de su cuerpo, mientras explicaba. - Aprietas tus puños, chirrías los dientes, gruñes en voz baja. - Este asintió. - No eres optimista.

- Sí, eso es cierto. - Aceptó. - Pero porque te equivocas. - Su mirada cambió. - No soy más fuerte que nadie. - Lentamente, la sonrisa de su rostro se borró. Jayden se sentó en el sofá, y por primera vez, no parecía ocultar su estado de ánimo. Si bien, ya lo había visto así, esta vez, realimente se lo veía serio. Sin una gota de maquillaje en su ánimo. - Siéntate. - Le dijo señalando una silla. Ella aceptó, pero seguía alerta. - Sé que Jane te contó más o menos de Melisa.

- Sí, me dijo que eran pareja. Pero murió. No fue clara al respecto, pero...

- La mataron, en realidad. - Le interrumpió.

- Me lo imaginé. Ya a estas alturas, estas cosas son de todos los días. ¿Por qué entraste al M.V.J.J?

- Ya te lo dijo Jane. - "¿Cómo lo supo?" - La diferencia es nunca hicieron nada. - Ella suspiró.

- Lo siento. - Se disculpó.

- No hace falta. Ya pasó hace años, y estoy bien. Pudo ser peor...- Trató de minimizar. - De hecho, conocí a Charly a base de eso. - Sonrió con nostalgia, pero esta vez, fue una que no le molestó. - Era mi maestro de historia. Un buen sujeto, amable, y el único que notó que no estaba bien... Si bien, fracasó en meter presa a esa maldita, me mostró lo que se sentía ayudar, o ser ayudado. - Narró mirando al suelo, mientras jugueteaba con sus dedos. - Por eso, juntos fundamos el "Movimiento de verdad y justicia para jóvenes".

- ¿Ósea que fundaste el movimiento?

- No, no... Más bien, yo plateé la idea, y él hizo el resto.

- Es lo mismo.

- Cómo quieras. - Dejó terminar, luego retomó el tema. - Costó mucho tiempo, dinero, y cordura, pero lo logramos...- Aplaudió suavemente con sus manos.

- ¿Qué tiene que ver con mi anterior pregunta? - Le recordó. Este se encorvó en su asiento, y suspiró.

- Jane te dijo lo de Melisa, ¿No?

- Si. Ya te dije que sí, pero ¿Qué tiene que...

- Tranquila...- Le interrumpió. - Todo encajará. - Hizo una pausa, y comenzó a presionar sus dedos. - Melisa era más o menos un año menor que yo, y un poco más grande que Jane. Yo tendría 18, ella 17, Jane 16. Ojos verdes, pelo negro, algo petisa. - Describió mirando hacía la ventana. - Llegó un día, tras robar en una tiendita. Óseo vino obligada, según nos contó su madre. No era raro que la policía recomendara a los padres de criminales menores que los metan con nosotros. Era una forma de traerlos, aunque sea algo forzado. - Tomó un trago, e hizo una morisqueta. Su rostro demostró que no estaba acostumbrado a beber. - La ubicaron conmigo.

- ¿Cómo? ¿Te entregaban niños para que les "Enseñes"? - Sacudió la cabeza balanceó los costados.

- No exactamente. Éramos varios sujetos, que por equis o ye rayón, ponían como "Persona en común", para que se guíen una vez comenzaban a participar en el grupo. Así pueden recurrir a ti, si llegan a necesitar ayuda, por si hay conflictos, si hay dudas, etc.

- ¡Ah! Está bien. Continua. - Le respondió Blair recostada en el respaldo de la silla, ahora más interesada.

- Retomando: Llegó conmigo un día normal, con la etiqueta de "Niña ladrona". Yo siempre estaba a disposición, una vez terminaba mis clases. Por eso mismo, llegó Charly con esta chica, y me dijo claramente al oído: "Prepárate, esto será un reto".

- ¿Tenía razón? - Preguntó apoyando la cara en su puño.

- Si... - Asintió tomando otro trago, haciendo nuevamente su gesto de disgusto.

- Adivino: Agresiva.

- No.

- ¿Terca?

- Nop, tampoco.

- ¿Entonces?

- Fue difícil, porque no hablaba con nadie. Absolutamente nadie. - Miró al cielo. - Connor, en su llegada fue casi otro fundador más. Y eso que también robaba. Del mismo modo, Wyatt también le costó mucho hablar con nosotros, pero lo suyo se debía a su condición, y con la ayuda de un psicólogo que me dio unos consejos para acercarme, pudimos conectar. - Se detuvo, cerró los ojos, suspiró y continuó. - Jane, no tardó, porque se desmoronó cuando vio el congreso anti suicidio... La única que fue así, de "Cerrada" fue Abigail, y aun así... Bueno, lo ves. - Levantó la mano señalando su anillo de casado. - Sin embargo, Melisa era callada por naturaleza. Además de silenciosa, deprimente. Veías en su rostro la necesidad de atención y apoyo, pero no sabía cómo decirlo. Tenía ojos preciosos, lleno de lágrimas. Vacíos, sin alma. Pero como seguía viniendo, tu solo podías ver su cara llena de moretones, pero cuando ibas preocupado con ella, simplemente no respondía. 

- ¿La golpeaban?

- Obvio, acabo de decirlo. - Se quejó. - La verdad, nada me deprimía más, que verla en un grupo de chicos durante los seminarios, pero aislada al mismo tiempo. - Se detuvo con lágrimas, que se las secó rápidamente.

- ¿Cómo hiciste para que hablara? - Preguntó tratando de indagar más al respecto.

- Tenía un gusto grande por el chocolate. - Se rio. - Le traje unos bombones, y de a poco, comenzamos a hablar.

- ¿Te imaginas que ella fue para obtener chocolate gratis? Sería bastante gracioso. - Ambos rieron.

- Si. Me dijo uno psicólogos que era un modo de que ella me asociase de forma positiva. Funcionó...- Se rio nuevamente, ahora con nostalgia. - Me contó que ella vivía con sus hermanos sola. Eran 3, ella la mayor, y debía hacer trabajos ilegales para mantenerlos.

- Sus padres ¿Dónde estaban?

- Ni ella lo sabía. Eran personas trabajadoras de cosas ilegales. De hecho, los investigamos, y tenían denuncias raras en su contra. Cosas de drogas, y protesenetismo... Pero no importaba. Le fui conociendo lentamente: Su amor por el cine, el anime, la literatura, los animales. Su repudio a la violencia o los insultos. No nos ayudó como tal, pero participaba de todas nuestras actividades, con mucho de su entusiasmo tierno. - Sonrió nuevamente. - Era tan amable, agradable y... Única. - Se secó otra lágrima. - Luego, Jane comenzó a venir conmigo a hablar con ella...

- ¿Hablabas con ella por separado del resto? - Interrumpió otra vez.

- Con todos los chicos solía hablar por separado. En fin, Jane comenzó a ir conmigo.

- ¿Te dijo por qué?

- Supongo que quería empezar a ayudar como lo hacía yo. - Pensó un segundo. - Y muy bien lo hizo. ¡Ja! - Bromeó. - Continuando, me comenzó a acompañar y ayudar durante mis charlas. Pero de un día para el otro, empezó a ir sola. Comencé a verlas juntas muy seguido fuera de horario. Algunas veces acompañadas por Abi, yendo a comer, al parque, etc. Pero otras, estaban las 2 solas, y muy cerca la una de la otra. - Se veía alegría en sus ojos. - Cuando estaba conmigo, Melisa me decía ilusionada lo mucho que le agradaba esta chica de pelo morado. Como le hacía reír, le hacía sentir querida, apoyada. Y por su lado Jane siempre sonrojada, narraba sus días juntas. Hasta me mostró que comenzó a tocar la guitarra para acompañarle, ya que la otra cantaba muy lindo.

- Que hermoso dueto.

- Si... Ambas tocaban tan lindo juntas...- Miró arriba. - Entonces, un sábado hicimos una juntada en la casa de Connor, en el que nos juntamos para beber unas cervezas y comer pizzas, debido a el fin de una temporada de exámenes. Ósea, era un festejo de libertad escolar, básicamente. Y así, se pusieron frente a todas tomadas de las manos, y confirmaron que estaban saliendo desde hace un mes. ¡Ja! Me acuerdo que se pusieron frente al tv, y nos dijeron: "Chicos, debemos confesarles algo. Melisa y yo, estamos saliendo. Y somos novias". Se hizo un silencio largo, y tras eso, Abigail se levantó para decir: "Todos aquí... ¡Ya lo sabíamos!" Ellas se asustaron. "Estamos alegres y todas esas cursilerías, pero ¡Quiero ver el partido!" concluyó antes de volver a sentarse. Luego yo me levanté y le regañé: "¡Abigail! Debes apoyarlas. ¡Las asustas!" Luego Jane se puso a reír, y dijo "Tu siempre tan chistosa" a lo que respondió con "No era chiste ¡Me alegra y todo!, ¡Ahora vengan aquí para que les demos sus malditos abrazos, así puedo seguir viendo el vóley!" Y pasó. Las aceptamos con normalidad, y les prometimos apoyo absoluto. Como ellas lo hicieron con mi relación con Abigail. - Blair soltó una risa tímida. - Ese día fue simple bello. Verlas juntas y felices era lo único que necesitaba. Ese día fue maravilloso. - Se hizo un silencio de un minuto exacto. Se vio que sus manos comenzaron a temblar. - Un día... O dos... O tres más tarde, llegó otro chico más. Lucas... Pobre sujeto... Problemas de autoestima debido al bullying, además de tener una madre loca y un padre militar estricto. Necesitaba ayuda, como todos allí, pero yo estaba muy mal cuando me la pidió... Y no pude darle una mano como debí... Llegó queriendo avisarme de lo que le pasaba tanto en su casa como en su escuela, y no le presté atención... No sé por qué. Hasta lo mandé con otro consejero... ¿Por qué fui así? - Su tono de voz había cambiado a una entonación depresiva.

- Estabas mal, se entiende.

- Sí, pero... Melisa, llegó más tarde el día que le dije a Lucas que se vaya con otro consejero. Me cuestionó por lo que hice y hasta me regañó.

- ¡Ja! Un buen par de ovarios tenía. - Él ignoró lo dicho.

- -Yo estaba recién emancipado, y tras todo el juicio contra mis padres, ahora debía prepararme para vivir solo, lleno de preocupaciones. Sabía dónde vivir, pero necesitaba un trabajo, necesitaba terminar de estudiar, necesitaba seguir ayudando en el grupo. Tenía tantas cosas por hacer... Y solo me abrazó... Con cariño, me abrazó, y me dijo "Todo va a estar bien. Solo no dejes de sonreír. No te rindas." Eso me dio fuerzas. Muchas fuerzas para seguir... Y unas 2 horas más tarde, nos llamaron avisando que Lucas hizo un tiroteo en su escuela. Melisa era una de las quince víctimas. - El silencio se fundió encima de ellos 2. Él estaba a nada de llorar. - Fue mi culpa... - Se quebró su voz.

- No lo fue.

- Eso me dijo Charly... Me lo dijo todo el mundo. Un luego, Abigail me dijo que Jane intentó suicidarse. Y eso me hizo peor. Perdí a 2 chicos... ¡Casi a 3! por mi incompetencia. Deseaba que jamás me hubiesen conocido. En mi mente, tenía sentido, que, si no me encontraba Charly, ellos no hubiesen... ¡Dios! - Enterró su cara en sus manos. No lloró, aún se mantenía fuerte, aun así, no tardaría en desmoronarse. - Charly.... fue quien me compuso, pero me dijo claramente algo: "Sonríe. Ahora más que nunca, tus amigos necesitan que permanezcas fuerte. Necesitan que resistas."

- Pero eso no es sano.

- Lo mismo le dije: "Me siento débil, y culpable. No es ni sano para mi mentirles, ni para ellos" "Lo sé" me respondió. "Pero ellos entraron aquí por ti. Les diste la confianza para no rendirse." "Yo quiero rendirme..." "Si lo haces, ellos también. Tu les das esperanza, como ellos te la dan a ti"- Ella sacudió la cabeza.

- ¡Eso no es sano! - Él le miró con una mirada triste. - Reprimes tus sentimientos.

- Yo no reprimo nada. Simplemente les trato de dar esperanza. Me encantaría poder tirarme a llorar, pero quiero que ellas 2, quienes son las únicas que me quedan, sientan que estoy bien. Siento que aún puedo resistir por ellas. Ya tendré tiempo de rendir luto. Para desmoronarme. Tu reprimes tus sentimientos. Hay algo que ocultas, y al no dejarlos salir, estás cada día peor.

- No. Soy muy abierta sobre como quiero venganza por Adam...- Él alzó la mirada y dijo.

- ¿Y James?

- También, obviamente. Me interrumpiste.

- No... - Inclinó la cabeza hacía la derecha. - Te sientes culpable. Por eso no puedes descargarte. - Blair bajó la cabeza.

- -No sé lo que dices.

- -Sientes que si no te hubieses ido, James no estaría muerto... No... espera. Te sientes mal, porque sientes que no pudiste ser la madre que querías. Sientes que le fallaste. - Bajó la cabeza. - Blair...

- ¿Q-Qué dices?

- No tuviste la oportunidad de ser la madre que querías ser. Que por culpa de que tomaste ese viaje, él murió creyendo que no lo querías o algo así. - Terminó de explicar. Ella bajó la cabeza.

- Yo...- Su voz se quebró. - Hice lo que pude... Quería lo mejor para él...- Unas lágrimas recorrieron sus mejillas.

- Lo sé.

- Si hubiera estado aquí... Quizás...- Empezó a temblar.

- Pero eso no ocurrió. - Sintió que iba a colapsar. - Vamos... Lo necesitas. - Estiró sus manos, y las puso en sus hombros.

- Necesito estar sola... Necesito irme.

- Blair, no te cierres. Lo haces peor...

- Yo... Yo puedo con esto...

- Mira: Cuando tocas fondo, solo quieres impulsarte hacía arriba, cuando lo mejor es que alguien te tome de la mano y te ayude a salir. Por qué sino ¿Qué te espera en la superficie? ¿Qué será de ti una vez vuelvas a tu normalidad? - Ella se quedó callada. - Puedes aceptar mi ayuda, y descargarte. O irte sola, sin saber qué hará contigo tu mente.

- Yo... Yo... - Tartamudeó. - ¡Ya no lo soporto! - Chilló.

 

Ella casi se desmaya, pero él le abrazó, y evitando que caiga al suelo. Ella aceptó el abrazo, es más, le apretó con fuerza, casi dejándole sin aire. Se sentía como una muñeca de trapo, no tenía fuerzas para estar de pie. Él terminó cayendo al suelo, pero a Blair no le importó. Su respiración se exaltó y aceleró, sus ojos se llenaron de lágrimas, su garganta se preparó para lo que iba a hacer, su corazón también. Su mente comenzó el proceso, y finalmente. "¡James!" Gritó, tan fuerte que casi sus cuerdas vocales se desperezaron. Le clavó las uñas en la espalda a Jayden, quien solo le dio su apoyo, soportando el ardor de las garras en su espalda. Tantos recuerdos, tantas sensaciones, tantos momentos, todos perdidos. Casi 6 años, se desecharon en segundos. Sentía que, si estuviese allí, con él, no hubiese pasado. No tenía sentido, lo sabía, pero no podía evitar sentirse así. "¡Me lo quitaron! ¡Me quitaron a mi pequeño!" chilló, mientras sentía que se secaba, debido a tantas lágrimas. "¡Adam...! ¡No pude estar con él! ¡Le fallé a él también! ¡Debí estar con él durante el duelo!" continuó "¡Quizás así, no hubiera hecho una estupidez!". Fue lo último que dijo, antes de empezar a sollozar, gemir y gritar de dolor. Pasaron casi 2 horas así, y mientras más y más seguía, a pesar del sufrimiento que estaba pasando, del momento lleno de todo tipo de expresiones de tristeza y depresión. De apoco, comenzaba a sentirse en paz. Por fin pudo hacer su catarsis respectiva, por fin pudo ser ella en su momento más bajo. Él le daba suficiente ayuda, y por primera vez en semanas, al fin pudo suspirar aliviada. En el pecho de Jayden, ella susurró. "Los extraño... Los amo"