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VI: Madre

 Hace 4 años

 

Casi estaba saltando de la emoción. Dio su primer beso con un chico. Era viernes y quería contárselo a su madre. Quería contarle como cariñosamente Martin, el compañero de salón de ella, en el recreo se le acercó y tocó sus labios con los suyos. Estaba súper feliz de poder sentirse por ya haber vivido esta experiencia de una buena vez. Lo vivió y lo disfrutó, pero sobre todo era alegre poder verla ese fin de semana. Esa semana se le alargó demasiado. Para colmo, Wilson se puso pesado demás ese tiempo. Ya no lo soportaba, por lo que quería verla ya.

 

- Hija. - Dijo Wilson entrando al cuarto de la ansiosa Blair.

- ¿Que?

- Tu madre acaba de llamar. Dice que hoy no se va a poder.

- ¿Otra vez? - Se quejó con decepción, sentándose en la cama. Él se encogió de hombros.

- Y sí. ¿Qué se le va a hacer? - Dijo sarcástico el viejo, retirándose del lugar.

 

Sintiéndose abandonada, recostó su cabeza en la almohada, cerrando los ojos antes de dormirse. "Espero que la próxima no pase de nuevo". Pero, sin darse cuenta, las semanas pasaban rápido esperando el fin de semana, para siempre tener la misma decepción. Los meses fueron cada vez peor. Igual, su corazón se endurecía cada vez que escuchaba la misma frase "Este fin de semana no se va a poder". Parecía que las partidas de ajedrez querían remplazar la falta de apego materno, pero solo podían hacerla enojar. No se iba a forzar a pasar el tiempo con alguien que no le caía bien, y que solo jugaba con él al ajedrez por obligación. Cada derrota la hacía distanciarse más de cualquier cariño de este sujeto. Igual, como si quisiera tenerlo.

11 años mas tarde

 

Ese día no era un buen día. Lo cómico, era un sentimiento madre/hijo, ya que James estaba enfermo: La sala de espera del doctor, era horrible. No soportaba estar quieta tanto tiempo, siendo su único entretenimiento, sus dedos aplastando un pequeño pedazo de goma, junto a sus dientes masticando chicle. Encima, el llanto del chiquillo, que no soportaba la fiebre, incomodaba más la cosas de la somnolienta Blair, que recién había llegaba de uno de sus peores jornadas de trabajo. Lejos de sentirse conmovida, o preocupada, estaba hastiada por el sonido alarmante del niño, que le dolía la cabeza por la enfermedad que le atormentaba, quien tampoco podía quedarse quieto. Sus intentos de calmarlo fracasaron en su mayoría, y esa media hora se sintió como muchas más. Finalmente le llamaron para darle el diagnostico. El obvio diagnóstico.

 

- Fiebre. - "No me digas" Pensó, mientras solo expresaba una sonrisa sarcástica. - Es una gripe por el cambio de clima. Debe reposar una semana. Denle estas gotas...- Le dijo un nombre complicado junto a una receta. "No pienso pronunciar eso, nunca más en mi vida. Además, esto va a ser un escándalo a la hora de dárselo." - Tráigalo en unos 15 días. - "¿Por qué no dice 2 semanas?" Cuestionó en su cabeza. - Y otra cosa más: Deben darle una inyección. - "Hay mier..."

 

Tras otros momentos de espera, más exhaustivos que los anteriores, en los que la madre tenía más miedo que el propio niño, esperaron afuera de enfermería para que vacunaran a James. Blair odiaba los hospitales, y su pequeño los doctores, por ende, a ambos le disgustaba la posición en la que estaban. Pero debía mantener firme y segura. "No ocurre nada. Es como la picadura de un mosquito", le dijo a la criatura, mientras presionaba con fuerza su puño derecho. Cuando les llamaron, ella abrazó a su hijo con fuerza mientras el enfermero sacaba la aguja para inyectarle en el brazo. Le besó la cabeza, y suavecito comenzó a cantarle directamente al oído, intentando ahogar los gritos de dolor del niño, que le dolía mucho el pinchazo. Fueron unos segundos, pero se sintieron horas. Como madre que pecaba de sobre protectora a veces, le dolió bastante más que al paciente incluso. Mientras el pequeño se sentía engañado, ya que le habían falsamente prometido que no dolería. Una vez detuvo el proceso, lo primero que hizo fue llenarlo de besos así calmarlo, diciéndole "¡Ese es mi campeón!". Al menos habían terminado allí, por lo que podían volver a la casa.

 

Ya habían salido a la calle. Aun así, el niño seguía adolorido, por lo que intentando resguardarse lo más rápido posible iban de aquí para allá, sin embargo, ningún taxi frenaba para ellos. El colectivo no era una opción por la cantidad de gente, además de tardar mucho más de lo que necesitaba la pelirroja llena de cólera. Por eso debieron caminar un rato hasta llegar a una parada largas con estos vehículos. Se subieron a uno, ella notó su cara de destruida por la vida en el espejo retrovisor, y llegaron a la casa. Acostó a James en la cama para que se duerma, antes de darle las gotas, para luego irse a su cama, antes caer fundida encima de esta. La mañana más estresante de su vida. Pero se le hizo la hora del remedio demasiado rápido.

 

- Juicy… - Le llamó despertándolo.

- ¿Qué mami? - Preguntó acostado con la voz ronca y entumecida.

- Siéntate derecho. - Dijo contando 20 gotas en la cuchara que le iba a dar al chicuelo.

- ¿Qué es eso?

- El remedio. - Aclaró rápido. - Abre la boca.

- Pero ma... Eso tiene un gusto es horrible.

- Lo se mi cielo. - Aceptó. - Solo, bébelo rápido, ¿Está bien? - El niño cerró los ojos fuertemente, asimilando lo que se venía. - ¿Listo?

- Vamos. - Abrió la boca grande, la madre llenó la boca de su hijo del remedio. Se quejó mucho con la boca cerrada. Sabía a aceite viejo y acido. Le pareció tan asqueroso el medicamento que casi lo escupió, pero ella le tapó la boca con la mano para evitarlo, mientras inclinaba su cabeza hacía atrás, obligando. "Ni creas que voy a repetir esto ahora, hijo de mi". Se tragó el amargo líquido, casi llorando. Una vez terminó sacudió la cabeza con fuerza por el disgusto. - Eso fue horrible.

- Lo se mi vida.

- Tienes razón mami. - Dijo luego. Ella inclinó la cabeza a la izquierda. - Me tengo que abrigar más cuando salgamos. - Rio con alegría del comentario de su pequeño. Le dio un beso en la frente, con mucho cuidado de no hacerle doler.

- ¿Te traigo algo para merendar? - Preguntó

- Unas galletas y un té.

- Bien, ya te traigo.

 

Fue a buscar una pequeña bandeja para poner las cosas de la merienda. Comenzó a calentar la pava con agua un té de manzanilla, pero cuando llegó a la lacena, estaba casi vacía. Era casi fin de mes, por lo que las cosas estaban escasas. De hecho, les faltaba leche, fideos y otros alimentos. Nuevamente los nervios económicos la lastimaron, mientras buscaba unas galletas para darle, siendo el resultado obvio que nuevamente no los encontró. Encima, no tenía dinero a mano para ir a comprar unas a la tienda de la esquina. Golpeó la puerta del compartimento con el puño, con rabia, viéndose obligada a hacerle un sándwich de queso cremoso. Le decepcionó con el regalo, pero sin embargo comió tranquilo.

 

- ¡Cuidado! No ensucies las sabanas. - Le dijo mientras comía el niño.

- Está bueno ma...

- Lo siento, no hay galletas. - Terminó de comer, y cuando ella le quitó el plato de encima, le pidió.

- ¡Mami!

- Dime.

- Te quedas conmigo hasta que me duerma. - "Mi corazón va a explotar de ternura."

- Está bien.

 

Se recostó junto a su pequeño. Él se tapó con unas mantas, y ella encima de las mismas, mientras le hacía mimos en el pelo con las uñas. Pidió que le contara un cuento, y aunque no conocía muchos, recordó uno que leyó durante sus años de maestra particular: Le narró una historia infantil de un árbol, que de sus ramas salían sombreros. Entonces un grupo de gente malvada lo robó de su pueblo para vender el particular fruto, pero como este estaba lejos de su hogar, no era feliz, por ende, no salían bien los activos. Todo se resuelve cuando unos niños lo sacaron de allí, y todo volvió a la normalidad. James estaba somnoliento ya, así que solo cantó hasta que se rindió al cansancio. En esa posición, decidió quedarse un poco más, admirando la belleza de su pequeño. "Lo amo" se dijo antes de levantarse.

 

Nuevamente la idea de que el dinero les faltaba la molestó, ahora por más tiempo, así que cuando llegó Adam, se pusieron a dialogar sobre el tema. El temor de ella se basaba en el "Que pasara si..." y la incredulidad de él radicaba en un "¿Que podemos hacer?" El dialogo pasó de una simple exposición, a una picante discusión, y luego a una tensa pelea. Él se negaba a aceptar que las cosas estaban flojas, por su parte, ella estaba paranoica que algo pase. Duró bastante tiempo, donde se expusieron los problemas de cada plan de la otra parte, pero luego estaban exponiendo realidades: Siempre llegaban demasiados justos al fin del mes, pero tampoco podían hacer nada realmente al respecto. La situación terminó despertando a James. Ambos callaron sintiéndose culpables. Blair se levantó con lentitud para volver a acostar Juicy, durmiéndole con su canción. Volviendo al cuarto, su pareja le abrazó por la espalda.

 

- Lo siento. - Se disculpó.

- Yo lo siento. No debí hacer tal escándalo. - Aceptó la pelirroja recostando la cabeza en él.

- Pero igual... Tienes razón, llegamos justos al fin de mes...

- Y si algún día nos matan perdemos la mitad del dinero.

- No pienses así.

- Ya casi te matan 2 veces.

- Y a ti 3.

- Entiendes el punto.

- ¿Pero qué podemos hacer? - Preguntó. Cerrando los ojos, suspiró y dijo con sinceridad.

- No lo sé Adam. Realmente no lo sé. Pero me atormenta no poder darle lujos a James.

- Él es feliz con lo que tiene.

- Pero yo no soy feliz con lo que le doy. - Aceptó. - Quiero darle más que un muñeco "Made in china" solo en Navidad, y su cumpleaños. No me gusta vivir con el miedo a que él, de golpe, sea pobre porque que algo malo pase de un día para el otro. El otro día pasamos por una tienda de mascotas y me dijo que quería un perro....

- ¿Entraste a una tienda de mascotas?

- No. Había ratas.

- Eran hámsteres ¿Verdad?

- ¡El punto es...! - Interrumpió. - El punto es que no puede tener una mascota siquiera. Algo tan lindo para la infancia.

- Al menos tiene padres. - Dijo Adam en un pequeño tono de victimismo.

- ¿Qué quieres decir?

- Que lo más que podemos hacer ahora es mantenernos vivos.

- Quizá tengas razón. Pero...

- ¿Quieres que nuestro hijo sea un engreído y una fresa?

- Sabes que no. Solo que tengo miedo al futuro, y me da rabia que no pueda tenerlo de mejor manera. - Él le besó el cuello.

- Ya llegará una oportunidad de salir de esta juntos.

Hace 8 años

 

Era otro viernes, otro inicio de fin de semana. Era de sus primeras semanas del último semestre, así que también su padre estaba todo el día en el trabado, por ende, llevaba varios días manejándose sola. Sin embargo, las cosas cambiaron un poco, porque ya estaba decida a decirle la verdad a su padre. Había obtenido un trabajo de medio tiempo como profesora particular de niños más pequeños. Mantuvo el ahorro por un año, y ya le alcanzaba para pagar un año de alquiler en los cuartos de la universidad. Sumado a que consiguió un trabajo extra que empezaría a la par de las clases universitarias y comienza a pagar un departamento como Dios manda. Este segundo empleo era como editora ortográfica de novelas. Estaba encaminada, aunque aún no supiera que estudiar. En cuanto a Adam, su antigua casa no sería suya hasta que cumpla 18 en unos meses, hasta entonces vivía con sus abuelos. Hablaba con él todos los días, tomando valor para decirle la verdad.

 

Ya estaba fuera, así respiró hondo tomando valor, antes de entrar en la casa y pasar silenciosa a la oficina de su padre, entrando ágil a la puerta a donde estaba él resolviendo un par de cosas de su trabajo de maestro. Ella se posicionó mirando a la ventana. Resolvió un par de cosas en su cabeza "Tu puedes" antes de ponerse a balbucear. Wilson no la miró originalmente, simplemente se mantuvo la mirada en los exámenes a corregir. Blair tosió apropósito y exageradamente para que le prestara atención un segundo. Pero seguía sin siquiera moverse entre la presencia de su hija.

 

- ¡Papá! - Exclamó enojada porque no le pesaba atención.

- ¿Qué quieres Blair? - Preguntó aún atento a su trabajo.

- -Te tengo una pregunta: ¿Cuántos años tengo?

- ¿Qué? - Dijo sin entender.

- Que cuantos años tengo. - Reiteró mirando la ventana aún, imitando la actitud de su padre.

- ¿A qué viene la pregunta? - Interrogó interesado en la pregunta tan particular.

- Solo responde.

- 18.

- 18 años. - Reiteró. - ¿18 años que hace cuánto cumplí?

- Ve al punto niña. - Dijo apresurando el dialogo.

- El punto es que ya no soy una niña. - Volteó. Wilson alzó la cabeza y se quitó los lentes. - Según la ley soy una adulta. - Argumentó.

- La adultez llega con la madurez. - Contra argumentó. - Mientras, tú estás hablando como en una "Novela de misterio"

- No digas que soy inmadura.

- No lo dije. ¿O sí? - Dijo empezando a a jugar a la ofensiva, como en el ajedrez.

- Toda mi vida me enseñaste a majearme sola. Es lo único que hacías. A los 14 ya sabía hacer presupuestos para comida.

- Mientras antes lo sepas mejo... E-espera. - Se frenó. - ¿Manejarte sola? ¿Por qué sacas ese tema? - Preguntó levantándose de la silla, y acercándose amenazante. Con firmeza se acercó la pelirroja se acercó más.

- Ya casi tengo suficiente dinero para pagarme un año en un apartamento estudiantil.

- ¿Trabajando en qué?

- Profesora particular. Ahorré durante un año. Y ahora como editora de libros. - Wilson dejó de verla directamente.

- ¿Y luego qué? - Preguntó en un tono de decepción. - Irás a una universidad pública, fracasaras en estudiar, te hundirás en la pobreza y te embarazaras a los 19 años de ese inútil...

- ¡Vuelves a Adam inútil o te mato! - Gritó. - ¡Él me dio más apoyo que tú en 18 años!

- Siempre te di la mejor educación, los mejores lujos. - Puntuó con tristeza. - Tu que más quier...

- ¡Eso no es nada! - Interrumpió. - ¿¡Cuando me ayudaste cuando necesitaba un abrazo!? ¿¡O cuando necesitaba a alguien con quien llorar!? ¡Solo me enseñaste a defenderme para que no tangas que hacer nada! Para colmo... me enseñaste que debía odiar a mamá.

- ¡Ah! - Exclamó.

- ¿¡Que!?

- Tú lo que quieres es que remplace a tu madre.

- ¿Qué quieres decir?

- Tu querías que fuera una fuma flores que te dice "Hay amor, todo se soluciona con amor"- Dijo en tono burlesco, pero con rabia. - Ese es un mundo de fantasía pedorro que se creía era estúpido. Cuando pisó el mundo real ella no lo soportó.

- ¡Yo no soy así! - Se negó. Acercándose más a su padre, se puso más agresiva, en pie de guerra, negándose a retroceder. "No voy a dejarme pasar por encima." No iba a perder.

- ¿Y por qué será? - Preguntó cruel. - Porque yo te mostré la realidad. El mundo es cruel, y si no estás preparado, te pasaran por encima. Si no trabajas, eres inútil. Y si no sabes cómo funciona el mundo, te despedazará. - Dijo casi a los gritos, a nos mas de un par de centímetros de su hija. - Tu madre pensó que con mostrar un poco de más y con dormir con un profesor pasaba. - Le recordó con masiva maldad. - Y aquí tienes la consecuencia. - Dijo señalándola. - Tu madre fue cobarde. Igual tú.

- Ella jamás sería capaz de hacerme sentir mal.

- Ella te abandonó. No te hizo sentir mal, dejándote sola.

- ¿Y tú eres diferente? ¡Solo te interesa quitarme de encima tuyo!

- ¡Jamás te dejaría!

- Es lo mismo. Nunca te sentí como un padre. ¡Nunca me quisiste!

- Yo...- Cayó. - Yo… - Wilson se apartó de ella, y se apoyó en el escritorio.

- ¡Me hartaste! - Gritó con una fuerza, que por poco y no le despedaza las cuerdas vocales. - Me voy a largar de aquí ya mismo. Tenga o no el dinero aún. ¡No quiero volver a verte! - El viejo se quitó los lentes, se refregó los ojos con los dedos.

- Tienes hasta la noche para sacar todas tus cosas. - Comentó tras el silencio del grito de la joven, con la voz quebrada. - Tienes hasta la maldita noche para que saques tus cosas que aquí...

- ¿O, sino que?

- ¡Las vendo! ¡Fuera de mi casa! - Gritó en rabia. - Me cansé... de intentarlo...- Dijo bajando la cabeza. - ¡Vete ya!

 

Ágilmente se fue a su cuarto, con lágrimas en sus ojos. Empezó a guardar sus cosas rápido en unas cajas viejas que tenía por allí. Tenía el corazón a mil, sobre todo porque ya eran las 6 de la tarde. Llamó a Adam para pedirle una mano a empacar e irse a un motel de allí cerca, ya que no podía ir aún a la habitación estudiantil porque le faltaban un par de sueldos para poder pegar el primer semestre. Pero comenzaron a estresarse el doble las cosas, cuando entró Wilson al cuarto. Esperó lo peor, sin embargo, su postura altanera y amenazante, se había destruido, quedando un simple hombre débil, que le dejó en la cama, un sobre de papel madera.

 

- Ten. - Dijo volteando. La más joven se acercó a ver el contenido, con una leve curiosidad. Dentro había bastante dinero.

- ¿Y esto? - Preguntó sin entender.

- Es parte de la pensión que nunca le pagué a tu madre.

- Es tu obligación fiscal pagarla.

- Era su obligación cuidarte los fines de semana. - Contestó. Blair lo contó velozmente, lo que confirmó más o menos la cantidad. "Esto no será..." - No... No voy a quedarme si eso quieres hacer. Sobornarme no te servirá.

- Te doy el dinero para que vayas y no vuelvas...- Dijo. - Se cómo tu madre.

- Ella es libre de hacer lo que quiera.

- Supongo. - Se frenó antes de salir de la puerta. - Tienes poco tiempo.

 

Suspiró calmándose, y terminó oficialmente de guardar las cosas. Se hospedó en un hotel barato, no más de un kilómetro más lejos de su vieja casa. Sus cosas puestas en unas cajas medio sucias, que puso a los costados de un cuarto, bastante repugnante, a decir verdad. Se perdió el amor de la decoración de su cuarto. Ahora solo veía feo. Se sentó en el suelo, llamó a Adam, para luego esperarlo recostar la cabeza en sus brazos en su espera. Una él vez llegó, se sentó a su lado, le dio una botella de vodka. Tras beber unos cuantos tragos en silencio, siendo llenada por el calor de la bebida, finalmente dijo.

 

- Libre. Al fin. - Dijo con cierta nostalgia dramática, tras chasquear la lengua.

- Libre. - Repitió Adam. - ¿Cómo te sientes? - Preguntó.

- Ni idea. - Respondió. - Nostálgica, amargada, molesta, con miedo...- Puntuó tras tomar un trago bastante largo. - Pero no me siento libre, o alegre. Me echaron de casa. Igual que a Mamá. - Rio.

- De tal palo...

- Tal astilla. - Completó la oración. Recostó la espalda contra la cama.

- ¿Y ahora?

- Conté el dinero: Me alcanza para comprar un departamento pequeño, y pagar varios meses de hipoteca. Me conviene más que vivir con una compañera drogada el 80% de los días, y con gente teniendo relaciones a mi lado. - Comentó cerrando los ojos lentamente.

- No creas eso.

- Nunca se sabe. - Contradijo. - Además quiero sentir lo que es vivir sola.

- ¿Por? No falta mucho para que tenga devuelta la casa. ¿No quieres vivir conmigo? - "Tengo miedo a que cortemos y me tenga que mudar en medio camino o verme obligada a volver a mi casa"

- Quiero vivir eso de la soledad. Te prometo que viviremos junto algún día. -

- Está bien. - "Salvado"

 

Hubo un silencio, bastante largo. Junto al caído del sol, el alcohol les llenó, por lo que aprovechando que tenían el recurso de protección base, comenzaron unos besos, y luego la acción se desvió a la cama. No fue ni el momento más sexi, ni el más frenético, ni nada. Duró un rato, pero nada particularmente especial. Supongo que era la primera situación de real soledad entre ambos, después de casi haber cumplido un año de pareja, o la calentura del vodka que les gustaba en general. En fin. Tras un rato, nuevamente conversaron de cualquier tema, sobre todo de su futuro, de cómo se majearían en la universidad, o como se mantendría cuando viva sola, pero entonces, cuando ella se estaba durmiendo, Adam, que se moría de ganas de saber, le preguntó:

 

- ¿Quieres buscar a tu madre ahora? - Dijo quitándola levemente de su abrazo. Inhalando y suspirando cansada, se removió el pelo.

- -No.- Dijo súbitamente. - Aunque la defienda cuando hablo con mi padre, no deja de ser una cobarde. Nunca le importe de niña, y jamás lo importaré.

- ¿Por qué crees eso?

- -Porque es la verdad. Era joven, e inmadura, y jamás entendió lo que era ser madre. Me hundió por si incapacidad. Por eso, incluso la detesto. Yo no lastimaría a nadie por mis debilidades. - Escupió como bilis acida. - Creo que por momentos la odio.

- ¿Pero qué pasaría si algún día te la encuentras en la calle? ¿O intenta buscarte?

- Si me la encuentro en la calle, la saludaría, obvio. Sigue siendo mi madre, pero... No quiero más contacto con ella, así que si llega a aparecerse un día en mi búsqueda, me alejaría. - Se levantó de la cama, y comenzó a vestirse.

- No lo entiendo.

- No hace falta que lo hagas.

- Pero si...

- No me importa. Yo no quiero buscarla, y sé que ella no me buscará. Punto. - Cortó el dialogo de una buena vez. Con una mala actitud, ella se fue del cuarto para meterse a la ducha, donde se dio cuenta que no tuvo sentido el volverse a cambiar.

Actualidad

 

El presente de Blair era todo, menos concreto. No tenía ni idea de cómo era Marisa. Si era agresiva, calmada, pasiva, o agresiva. Lo que le molestaba era no tener claro cómo debería majearse. Rey y Jane estarían, aun así, se enfrentaban a una amenaza distinta: Si Jeff era un pandillero físicamente imponente, que nadie extrañaría si desaparecía; Esta mujer era una persona famosa. Si desaparecía, la gente se daría cuenta ¿No? Su vida personal era el único punto débil al cual atacar, pero todavía no sabía casi nada de ella como para ser la base de un plan. Solo sabía que su padre estaba enfermo, punto. Ningún detalle extra. "¿Qué pasó con su madre? ¿Tiene hermanos u otros familiares? ¿Tiene pareja? ¿De qué está enfermo su padre?" Pensaba la pelirroja con insomnio por no dejar de pensar en qué hacer. No sabía qué hacer, y solo tenía unas horas para organizarse. La desesperación la hizo salir a caminar por las calles oscuras de la ciudad. No sabía dónde ir, solo necesitaba refugio en algún lado.

 

Caminaba sin rumbo, con la cabeza más dispersa que las entrañas de ave muerto en la acera. No le gustaba estar así, sobre todo porque cuando estaba en ese estado, su cabeza junto al corazón, se llenaban de recuerdos: Su piel sentía las caricias de Adam, sus labios se llenaban el sabor de la frente de James. Estas sensaciones provocaban que sus piernas temblaban, y sus ojos se llenaban de lágrimas. Centrarse en el caso era su único escape de su nostalgia, de su alma partida, de su vida destruida. Sus oídos escuchaban las risas de su hijo, su cuello los besos de su marido. No daba más, no aguantaba las ganas de morir, de unirse a ellos donde quiera que sea. Su espalda sintió el apretón del abrazo del amor de su vida, y sus mejillas las manos de la luz de sus ojos. Casi cayó al suelo para llorar. Enserio quería hacerlo. Liberar toda la rabia que vena acumulando hace días. No había notado el poco tiempo que tuvo para llorarlos.

 

Fue entonces que le llegó un WhatsApp, de Jane: "Oye. Estamos con Abigail en hospital. Estamos aburridas ¿Quieres pasarte un rato? Eso sí, no vamos a hablar del caso." Lo pensó, y tras asimilar el hecho de que estaba sola a las 2 de la mañana a la intemperie, y que no podía desahogarse con la investigación. "Cálmate Blair". Sacó el teléfono: "Seguro" respondió. Llegó al hospital, donde ambas chicas estaban charlando tranquilas sobre varias cosas de la vida (Trabajo, dinero, vacaciones, anécdotas). Jane se le acercó y se saludaron de beso mejilla con mejilla. Se sentó en una silla, junto a un café, comenzaron a dialogar de sus vidas, sus gustos, sus anécdotas, etc. Pudo dispersarse al fin, dejar de centrarse en el caso, tras varios días de solo encerrarse en sus propios pensamientos. Junto a su deliciosa bebida que la tenía tan relajada como alerta. Pero tras varios minutos, Abigail dijo con nostalgia.

 

- ¿Recuerdas cuando fuimos a la feria por año nuevo? - Preguntó cerrando los ojos. Jane bajó la cabeza.

- Dijimos que no hablaríamos de...

- No me importa. No los quiero olvidar. - Interrumpió con seriedad. Tras un silencio, Jane dijo.

- ¿Cuál vez?

- Cuando nos íbamos a graduar. - Una bella sonrisa nostálgica se dibujó en la cara de la pelimorado.

- ¡Ah! - Exclamó con alegría. - Si. Hace ya casi 9 años... - "Hace nueve años ya estaba estudiando para detective. Me hacen sentir vieja" Empezaron a nombrar varias situaciones, que la pelirroja no entendía, y tras unos minutos, Jane la miró y dijo. - Blair, no tienes ni idea. Déjame te explico.

- ¡Gracias! Me estaba perdiendo.

- Cuando terminamos la preparatoria, y se había disuelto el M.V.J.J, nos pusimos de acuerdo para festejar una en la feria de la ciudad, ya que sería la última vez que estudiaríamos juntos. - Dijo poniendo en contexto.

- ¿Recuerdas lo que le pasó a Connor? - Interrumpió Abigail. - Cuando se subió a la noria.

- ¡Si! Yo le avise que no le convenía subirse a esa maldita cosa. Pero a mí, nunca nadie me hace caso.

- Le aterraron las alturas. Casi le da un paro.

- Casi vomitó cuando llegó a lo más alto. Prácticamente besó el suelo cuando bajó. - Las tres rieron, aunque la de Blair fue más baja, porque no entendió del todo el chiste.

- Jayden y tu... Se veían tan lindos juntos. - Sacó a la luz el tema. - Acaban de empezar a salir de forma formal. - Una pausa más tarde la del pelo café dijo.

- Ese día le regalé un osito súper pedorro que gané en una de las pruebas de puntería. - Contó.

- Siempre tuviste habilidad con esas cosas, él no.

- Él me devolvió el gusto con unos bombones. - Las tres se enternecieron y dijeron al unísono "Rico!" - Era tan detallista...- Hubo un silencio. - Luego nos sentamos todos juntos en la arena, frente al mar y admiramos en horizonte por horas, hasta casi la mañana. En simple silencio.

- Yo tan solo sentí que fueron un par de minutos. Porque estaba con ustedes. Solo sabía que después de ese momento, incluso si dejábamos de estar en la misma escuela, jamás me separaría de ustedes. - Las 3 mujeres callaron un momento, analizando el momento, el recuerdo, y el aroma familiar de los amigos.

- Blair. - Le llamó la intención, la enferma.

- ¿Mhm?

- ¿Alguna anécdota con Adam?

- Demasiadas.

- ¿No nos quieres contar?

- Hay muchas enserio, y desde que... No está... las recuerdo a todas.

- Me pasa. - Aceptó Abigail.

- Por 2.- Continuó Jane.

- Pero...- Comenzó a recordar. - De hecho, me llegó a la cabeza una que nada que ver, pero la recuerdo con mucho cariño.

- Cuéntanos.

- Fue cuando me embaracé. Ese día me hice tanto la prueba común como en el medico para confirmarlo. Y lo estaba. La alegría que me llenó era tan grande que cuando salí casi me puse a gritar de felicidad. Pero llegó el momento de decirle a él.

- ¿Cómo lo hiciste?

- Tomé unas hojas, e intenté dibujar un bebé. Fallé, así que solo escribí "Hola papá", junto a un corazón. Engrapé el estudio y pegué con cinta la prueba de embarazo. Puse todo adentro de un sobre, con disfrazándolo con los datos de la casa, así hacerla parecer una carta real, y lo guardé en el buzón. - Contó Blair con una sonrisa nostálgica. - Cuando llegó el sábado, salí a buscar la correspondencia, y me puse a su lado en voz alta que eran cada uno: "Aviso para pagar la hipoteca; Cuenta de la luz, internet, agua; Y... Esto es para ti"- Narró con tranquilidad, imitando el momento con las manos. - Él estaba mirando la tele, era sábado a la mañana por lo que no estaba del mejor ánimo, así que le daba flojera abrirla "¿Qué es?" Me preguntó. "Ni idea" le respondí, "Ábrela" - Imitó el dialogó entre ambos. - "Hazlo tú" Insistió. Ya ni le respondí, y le acerqué la carta. La tomó, la abrió despacio, sin ganas. Pero cuando vio el escrito, el corazón y las pruebas, me miró fijo con esos ojos de color miel, y... Primero no me creyó: "¿Que es esto? ¿Es mentira? Es mentira"- Dijo imitando su tono de voz grave.

- Obvio. No suelen ser tan incrédulos.

- Yo al principio me hacía la misteriosa, y no me entendía. Casi que le decía en la cara: "Adam ¡Estoy embarazada!"

- No los entiendo a veces. Encima que fuste obvio.

- Pero una vez entendió, ¡Hay mi Dios! - Exclamó en felicidad absoluta. - Le vi...- Hizo una pausa, mirando al suelo. - No le había visto sonreír así nunca. Ni cuando nos casamos, ni cuando se graduó. Jamás le vi tan feliz. Me abrazó con fuerza, me besó en todas partes, y casi lloró. - Contó con disfrute. - James le hizo muy feliz, y ni siquiera había nacido.

- Que tierno.

- Si. ¿Y Jayden?

- Jayden... Me embaracé antes de casarnos. No fue mucho antes, solo un par de meses. Pero el tema era que tener que adelantar las cosas, siendo que nos casaríamos en diciembre y estábamos en abril.

- Claro.

- El estrés fue alto. Igual, no me voy a olvidar como ocurrió.

- ¿Cómo le dijiste?

- En realidad, él se enteró: Salí del baño con la prueba de embarazo en la mano, aterrada, con mucho miedo. Quería ocultarlo, pero me choqué con él, que estaba yendo al trabajo. Vio que tenía la prueba positiva. Ambos lloramos: Yo estaba triste, porque no me esperaba la sorpresa. Quería tener hijos, pero no así. - Detalló la enferma. - Pero entonces noté que él estaba sonriendo. Le preguntó que ocurrió, y solo me dijo: "Siempre quise tener un hijo con la persona que amaba"- Las otras 2 exclamaron un sonido de ternura. - Traté de transmitirle mi preocupación, y todas las trabas que tenías en frente, pero logró calmarme. Su sonrisa lo lograría en todo momento.

- Lo extraño. - Dijo Jane.

- Yo también.

 

Blair comprendía el sentimiento, ya que ella lo tenía dentro también. Entonces, viendo una oportunidad, les pregunto de alguna buena experiencia que recuerden las 2 del grupo. Así se le pasaron las horas hablando de sus parejas, de sus amigos, pero no de sus familias. Cuando se quería llegar al tema ambas lo esquivaban. "Han de tener sus razones. Quizá descubrirlas no venga mal". Las cosas se alargaron, pero fue entretenido recordar aquella gente que tenían un lugar en sus corazones. Aun así, cayeron las 3 am, y tanto Jane como Blair se terminaron durmiendo. Todas, menos Abigail que se mantuvo callada, por varias horas, hasta que la pelirroja despertó. Entumecida, se paró revolviéndose el pelo:

 

- ¿Q-que hora es? - Preguntó refregándose los ojos con los dedos de la mano derecha.

- Ni idea. - Respondió. - Aquí pierdes la noción del tiempo fácilmente. - Dijo deprimida, mientras se miraba las uñas, que aún tenían mugre y sangre seca que no se había podido sacarse. Blair la analizo, para darse cuenta que era la primera vez que la vio así de desmejorada. Se notaban las ganas de morir en su mirada, de forma que era más intenso que cuando la encontró por primera vez.

- Debería irme. - Dijo intentando huir del aroma a muerte. "Ya tengo de este en el hotel donde estoy".

- Gracias por estar. - Le agradeció. - Despierta a Jane y dile que también se vaya. Mañana tiene trabajo.

- Está bien. - Cuando se dirigió a la otra, una duda le flechó la cabeza.

- ¿Tienes familia? - Preguntó sacudiendo delicadamente a la menor para intentar despertarla.

- ¿A qué viene la pregunta? - Respondió acida.

- ¿No tienes madre, hermanos, o...?

- No, no tengo.

- ¿Les ocurrió algo? - Continuó con el interrogatorio.

- ¿Qué te importa? - Intentó cortar el momento.

- Si estuviera en tu situación me gustaría estar acompañada...

- Pero no estás en mi situación ¿O sí? - Ataco queriendo cortar las cosas.

- Otra vez con esa misma actitud. Quiero saber cómo te encuentras, y me tratas así.

- Solo lo haces por amabilidad, y si no se nota. Eso no sirve conmigo.

- Si lo hiciera por amabilidad, no hubiera venido a acompañarlas. ¿O sí?

- No lo sé.

- Dime sin miedo. - Le alentó. - ¿Por qué solo estás con Jane? ¿Qué le pasó a tu familia? - Abigail bajó la cabeza. Suspiró y con más calma comenzó a entablar una pequeña explicación.

- Te pregunto ¿Qué sabes del M.V.J.J?

- No mucho.

- Bueno, algo vital, es entender que, si estabas ahí, es porque no tenías padres.

- ¿Ósea cómo? - Se enderezó.

- La madre Connor tenía 32 cuando él tenía 17; Los padres de Wyatt no entendían su condición; Los de Jane, trabajaban todo el día y encima, su madre jamás aceptó su sexualidad. Yo me crie con mi tía.

- ¿Qué les pasó a tus padres?

- No me quisieron criar. Han de tener sus razones. Jamás los conocí y creo que es lo mejor para todos.

- Que desastre. - Se quejó. - Me da pena que haya gente tan inútil.

- No pienso en eso. - Negó. - El grupo era nuestra familia, y Charly nuestro padre. - Charly era el fundador del grupo. - Sabíamos que juntos destruiríamos cualquier muro.

- Eso es lindo. - "No me creo que lo lograran"

- ¿Qué pasó con tus padres? - Preguntó ahora ella. - Según tu lógica, deberían acompañarte en este momento. - Alzó la cabeza.

- Pues: Mi madre murió de cáncer pulmonar hace un año y pico. A mi padre no lo veo desde que me fui del país.

- Tus razones has de tener. - Aceptó, mientras sus ojos intentaban cerrarse de cansancio.

- ¿Hace cuánto que no duermes?

- Más de lo que crees. - Dijo sin detalle.

- A mí también me cuesta. Tengo pesadillas.

- Y yo. - "Es tan macabro el que tengamos esto en común"

- ¿Con que sueñas?

- Con su cadáver.

- ¿El de Jayden?

- Aja. - Cerró los ojos y con dureza los volvió a abrirlos. - Los vi... a los 3. A Charly, primero. Luego a Connor, con el torso atravesado por un cuchillo varias veces. Wyatt envenenado frente a su ultima pintura sin terminar. No vi a Adam morir. Pero no tengo idea de cómo murió él. O si lo hizo. - Puntuó con un temblequeo en los dedos y ojos. - Cuando cierro los ojos, lo veo en el suelo, en un charco de sangre, con la garganta abierta o un disparo en la frente. - Redacto. - N-no quiero ver esa imagen. - Empezó a temblar, y luego a toser con mucha fuerza. Le dolía el pecho a causa de su cólera.

- ¡Calma! - Le tomó del brazo, pero no paraba su ataque. La tomó de los hombros. "¿¡Y ahora que carajos hago!?" Abigail no se la quitó de encima, se dejó tener. Aunque no sabía qué hacer, decidió que se quedaría hasta que acabe. El que no vinieran doctores la preocupó, pero no tardó mucho en terminar. Su respiración tardó en llegar a su "Normalidad" (Ya que no podía respirar bien hace mucho) 

- Gr-gracias. - Agradeció sentada.

- ¿Quieres que me quede?

- ¿Lo harías? - Respondió. Lo normal es que ella se la quitaría de encima, en tono agresivo. Pero tenía miedo de estar sola esa noche.

- Ambas lo necesitamos.

- Gracias.

Hace 12 años

 

Estaba súper atrasada. Los últimos días de la preparatoria le estaban molestando, demasiados exámenes, entregas, etc. Encima, se le estaba haciendo tarde para ir al estadio para la clase de educación física. No era su materia favorita ni de lejos, pero al menos no le era realmente difícil. Quizá por eso se confió con los tiempos y se puso a juguetear con Adam en su apartamento un par de minutos, pero no le fue bien. "Nota mental, la próxima no echarse un rapidito antes de cualquier tipo de clases" Al menos llegó a la parada, a tiempo, un par de minutos antes de la llegada del mismo, doblemente traspirada, antes de la clase. Se sentó allí para respirar. Pero fue el lugar donde, sin esperarlo, un compañero de clases, le saludó a la distancia "¡Adiós Blair!", a lo que respondió levantando la mano.

 

- U-un segundo. ¿Te llamas Blair? - Dijo una mujer de lentes que estaba a su lado. Blair no respondió, solo se alejó un par de pasos, ya que se sintió hostigada. - ¿Te llamas Blair River? - Dijo su nombre completo y se asustó.

- Si...- Aceptó con nervios. - ¿Q-quién es usted? ¿La conozco? - La mujer se tapó la boca en alegría. Blair se comenzó a reconocer la apariencia física de esta. "Hay no. No puede ser" Pensó.

- Soy yo. ¡Soy tu mamá! - Le confirmó. "Me lleva" se quejó en sumamente. Caroline la tomó de los brazos y la sacudió levemente, mientras la observaba de pies a cabeza. - ¡Estas hermosa! - Le alagó. Blair estaba paralizada por los nervios "¿Que se supone que voy a hacer ahora?" Pensó asustada-. - Estas gigante. ¿Cuánto tienes? ¿Qué ha pasado? - "Ya pensaste que vas a decir en este momento, solo dilo. Finge que estas feliz de verla" Dispuso.

- Por favor...- Comenzó a decir por puro instinto.

- ¿Que?

- Por favor, suéltame. - Le dijo rígida. Con cierta maldad.

- ¡Oh! Lo siento. - Caroline lentamente le quitó las manos de encima. Luego se tomó el pelo, con cierta felicidad. - ¿Cómo te encuentras princesa? - "Bien! Ahora se amable, y trágate la acidez"

- Tengo 18. - Dijo cortante. - No me gusta que me digan "Princesa"- Le dijo cortante y con rabia. - "¿Qué haces?" Se cuestionó a sí misma.

- Okey...- Aceptó un poco confundida. - ¿Y qué ha pasado? - Preguntó tratando de seguir el dialogo. Pero la furiosa Blair le dijo.

- "¿Que ha pasado?" Buena pregunta. - Afirmó sarcástica. "¡Bajá un cambio!" - Han pasado 5 años desde la última vez que te vi. - Continuó apretando los dientes. - Ah pasado mucho. - Terminó.

- No hace falta ser condescendiente niña. - Le regañó.

- Me refiero a que no te veo desde hace mucho tiempo. Sufrí tu ausencia toda mi vida. Por poco creí que estabas muerta. - Le explico con tristeza y rabia. - Y de un día para el otro apareces, en plan de "¡Hola hija!" Como si volvieras del trabajo un día normal, y no media década. - Se volteó dejando de verla, tapándose la boca, mientras con los dedeos se secaba las lágrimas. "¡Ya no hay vuelta atrás!" Dijo su mente, apagando el botón de culpa.

- Blair yo... - Caroline no sabía que hacer o decir. - Hija...- Le tomó del hombro, y la adolescente se la quitó de encima.

- No me llames hija. - Le dijo con furia.

- Yo... era joven y... no sabía que hacer... Lo intenté, pero...

- Sé que fui un error: ¿Pero no pudiste hacerte cargo, más o menos de mí? ¿Aceptar tus errores? - Le preguntó. - Esta bien, no querías tener la media custodia mía. Pero te habilitaste para venir a verme los fines de semana, ¡Y ni eso pudiste hacer! - Le reclamó. - Esperaba cada fin de semana para verte, y solo me decepcionaba. - Le recordó.

- Es que... Me dio miedo...- Dijo intentando justificarse. - Estabas creciendo, tenías problemas de tu edad, y... Me asusté. - Terminó con la voz lenta.

- Eres una cobarde. - La insultó directamente.

- Eres igual a tu padre. - Recriminó, mientras se sostenía el pecho.

- ¿A quién más iba a terminar? - Preguntó, apretando los puños. - Si me dejaste toda la vida con él. - Caroline caminó en círculos mientras explicaba:

- Tu padre era un elitista, que si no eras como él quería, no valías la pena. Intenté por todos los medios soportarlo, pero no pude.

- No voy a justificar su acción. - Aceptó. - Pero tú eres peor, porque me abandonaste en esa vida, de la que tanto te quejas. - Intentó hablar, pero no pudo negar que tenía un poco de razón.

- Puede que...- Se cayó. Intentó acercarse más. - Perdón...- Bajó la cabeza. - ¿Podemos... hacer borrón y cuenta nueva?

- Borrón y cuenta nueva. - Repitió las palabras de Caroline.

- ¡Si! Volver a empezar y seguir adelante, juntas. - Tomó sus manos. Bajó la cabeza y rio. - ¿Qué te parece?

- Yo ya salí adelante ya. - Apretó sus manos. - Y tú no formaste parte de ese momento. - Le respondió con maldad. - Al contrario, fuiste una espina en mi corazón, impidiéndome seguir. - Le soltó las manos bruscamente.

- Yo... Yo quise buscarte, pero...

- ¡No hace falta mentir! ¡Me encontraste de pura suerte en una parada de colectivo! - Volvió a recriminar.

- Fue el destino... Creo...

- Ni tú te crees esa estupidez. - La empujó. - Escúchame bien. ¡No me molestes ahora que soy independiente! ¡Ahora que logré dejar el sufrimiento que me causaste! ¡Ya encontré a persona que me apoya y me ama! Sé que no me dejará, a diferencia de ti.

- ¡Blair!

- ¡No me molestes! ¡Tú no eres mi madre! - Gritó luego de empujarla con muchísima fuerza hacía la pared de la parada. Asustada, herida, molesta, pero, sobre todo, decepcionada, Caroline empezó a lagrimear. Se alejó lentamente. - No quiero volver a verte en mi vida.

8 años mas tarde

 

El colectivo llegó. Intentó subirse, pero su madre intentó tomarle de la mano para detenerla, pero falló. Sin decir nada más, únicamente observando el camino atreves de la ventana, mientras una oscuridad tapaba su corazón y alma de forma lenta "¿Ya no hay vuelta atrás?" Se preguntó sosteniéndose de una barandilla para mantenerse en pie. "¿Ella tenía razón? ¿El destino nos volvió a juntar?" Continuó mientras unas inexplicables lágrimas, recorrían su rostro. "Soy igual a Wilson ahora ¿No?" Se dijo. Se alargó de más y se sintió culpable. "Tengo razón ¿No? Ella es una cobarde".

 

La culpa de sentirse una mala persona comenzó a acorralarla durante demasiados años. Desde sus 18 a sus 29 años, se sintió como una porquería. Con miedo a ser igual de mala madre algún día. Quizá ser hasta peor. Sus genes quizá le jugarían en contra. Y ahora, en su vida adulta, tenía esa duda genuina, de que si: Era tan mala como su madre o mala como padre. O una u otra.

 

8 años más tarde

 

Despertó, su cabeza comenzó a despejarse, la luz comenzaba a entrar a sus ojos. Su voz entumecida, sus dedos rígidos, sus labios adormecidos. "¿Que ocurrió?" Preguntó acostada en la camilla, tapada hasta la cintura, vestida con un camisón de paciente de hospital. Intentó componerse, pero un dolor, pequeño, pero notable, en su parte intima le impidió moverse mucho. Comenzó a oír una voz, como si estuviese bajo el agua. "¿Que no estaba aquí por...? ¡Hay no!" y su mente recordó porque estaba allí.

 

- ¡Amor! ¡Amor! - Dijo Adam, teniéndola de los hombros.

- ¿Qué pasó? ¿C-como esta...?

- Calma... - Le intentó recostar contra la camilla de nuevo, pero ella ya estaba bastante alterada. - Escucha...- Intentó calmarla. - Hubieron... complicaciones...

- Hay no ¡Hay no! - Comenzó a agitar los brazos asustada.

- ¡Blair cálmate! Estuviste cerca de morir, no te fuerces.

- ¡Él! ¡Él! - Empezó a gritar. - ¿¡Él está bien!?- Gritó aterrada, llena de nervios. Él sonrió, con tranquilidad y solo dijo:

- Míralo tú. - Señaló al costado. Se calmó, al ver que una pequeña camilla trasparente, estaba durmiendo un precioso bebé. - Los doctores dicen que: O es un milagro, o las heridas de bala en tu hombro afectaron el parto. Pero él está sano y fuerte.

- No lo sé. Pero no me importa. - Dijo ella con la mayor paz de su vida. - ¿Me lo traes?

 

Le acercó al pequeño. Tomándolo firmemente en sus brazos, que de milagro no de desarmaban por la calidez del momento, observó al niño recién salido del horno. La delicadeza de la criatura que estaba cargando era preciosa. Mirándola fijo, notó similitudes físicas con Adam y con ella: La cara, su nariz, sus labios. Su respiración se entre cortaba un poco, signo de que estaba durmiendo profundamente, y que estaba aprendiendo a usar esos pulmones en el mundo fuera de ella.

 

- Es hermoso. - Dijo Blair, con el corazón lleno de una alegría pacífica. "Lo logré. Di a luz. Mi chiquillo nació, y está en mis brazos"

- ¿Y cómo se llamará? - Preguntó ansioso Adam.

- James. - Respondió de una, y decidida.

- ¿James?

- Sip

- ¿Que no que era el nombre menos inspirado de la vida?

- Si... Pero, creo que está bien. Me gusta para él.

- ¿Estás segura?

- ¡Todavía estoy medio sedada, así que mejor no me lleves la contra!

- Okey okey.- Aceptó riendo. - Bienvenido al mundo James. - Saludó.

Bienvenido al mundo, James.