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Capítulo 30: Un Nuevo Comienzo en Bubastis

La casa que Adrian y Lysara eligieron para establecerse en Bubastis era una estructura de piedra robusta y elegante, con columnas talladas y patios internos que permitían la entrada de la luz de la luna, pero lo suficientemente cerrados para protegerlos de los rayos del sol. La casa, aunque mostraba signos de desgaste del tiempo, mantenía una belleza etérea, con sus paredes adornadas con jeroglíficos y escenas de antiguos rituales dedicados a Bastet.

Lysara, con su mente siempre astuta y adaptable, vio una oportunidad en la vibrante vida nocturna de Bubastis. A pesar de ser una ciudad con una rica historia espiritual, también era un lugar de comercio y celebración. Lysara decidió abrir un negocio de venta de joyas y amuletos, aprovechando su conocimiento de las creencias y supersticiones locales. Su tienda, que operaba exclusivamente bajo el manto de la noche, atraía a aquellos que buscaban protección y bendiciones de las deidades en las horas oscuras.

Adrian, por otro lado, se movía por la ciudad como una sombra, sus ojos siempre alerta y su mente siempre calculadora. Utilizando sus habilidades sobrenaturales, podía entrar en la mente de sus víctimas, induciéndolas a un estado de trance mientras les robaba no solo su sangre sino también sus riquezas. Su método era meticuloso y cuidadoso, nunca tomando demasiado para evitar la sospecha y siempre eligiendo a aquellos cuya ausencia de algunas monedas pasaría desapercibida.

La vida en Bubastis se desarrolló con una rutina inesperada para la pareja de vampiros. Lysara, con su tienda de amuletos y joyas, se convirtió en una figura conocida entre los noctámbulos de la ciudad, su belleza y misteriosa aura atrayendo a clientes de todos los rincones. Adrian, aunque menos visible, se movía en los círculos más oscuros de la ciudad, sus acciones siempre ocultas en las sombras, pero su presencia se sentía en el sutil temor que se cernía en los callejones oscuros.

Aunque la vida en Bubastis ofrecía una cierta paz y estabilidad que había sido ajena a Adrian y Lysara durante mucho tiempo, la naturaleza de su existencia siempre estaba al acecho en las sombras. La necesidad de sangre, la eterna juventud y fuerza, y el secreto de su verdadera naturaleza eran cadenas invisibles que siempre los ataban.

Lysara, a pesar de la oscuridad que la rodeaba, encontró momentos de auténtica paz en su nueva vida. Ya sea a través de las interacciones con sus clientes o en los momentos tranquilos en su hogar con Adrian, había destellos de algo que se sentía sorprendentemente normal. Adrian, aunque siempre guardando su naturaleza salvaje y feroz, encontró un tipo de satisfacción en la rutina y en los momentos compartidos con Lysara, aunque rara vez lo expresaba.

Pero en el mundo de los inmortales, la normalidad es efímera y la verdadera naturaleza de las bestias nunca está completamente dormida. Adrian y Lysara, en su coexistencia con los mortales, caminaban siempre en una cuerda floja, donde un paso en falso podría desencadenar el caos.

Y en las sombras de Bubastis, mientras la vida continuaba, nuevos peligros y antiguas amenazas comenzaban a moverse, sus ojos fijos en la pareja de vampiros que habían encontrado un hogar en la ciudad de los gatos...