—La mano de Anastasia rozó las cicatrices en su espalda —ella estaba muriendo por trazar el tatuaje que él tenía en su pecho, uno que se asomaba cada vez que abría sus dos botones, lo cual era extremadamente raro. Sus manos siguieron descendiendo y encontró más cicatrices. Quería besar cada una de ellas. ¿Podrían ser más descarados? Con otras siete personas en el hueco del árbol, sabían que incluso si uno de ellos se levantaba, los verían en pleno acto. Pero, ¿a quién le importaba? Que todos vieran. Ella quería que todos vieran.
No le importaba si era correcto o no, si como royale de Vilinski, debería consentirse en este tipo de acto con un vokudlak. No quería pensar en nada... solo quería dejarse llevar por la corriente... por las emociones...
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