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EntreTiempo

-Ya es tarde, estoy cansado, pero el estúpido de mi jefe no me permitió salir. Estúpidos archivos, estúpidos compañeros, estúpido trabajo, si fuera por mi elección, habría dejado todo esto hace mucho-

Con su dedo índice y pulgar, aprieta su sien. Faltan tan solo unos minutos para dar las 11:00 pm y míralo, aquí en una oficina, sola, oscura, solo su escritorio está iluminado. Se supone que la hora de salida es a las 8:00 pm, sin embargo, su jefe le pidió hacer unos cuantos trabajos extra, todo con la excusa de que él es la única persona a la cual le puede confiar este tipo de trabajos. Claro, como puede tomar enserio sus palabras si minutos después publica en sus redes que salió a beber con "los amigos de la oficina". Sí, eso es, pasa tus problemas a las personas que no pueden rechistar y que te diviertas. Es así como funciona...

Se recarga sobre su silla, esta rechina. Bosteza, aprieta los ojos y mira la hora en el reloj del monitor conectado a la computadora. Se pone de pie, apaga el clima de la oficina y se quita el saco negro que vestía. Al hacerlo cae la placa con su nombre. "Ailin Perdido". Se dispone a recogerla sin decir una sola palabra.

-Bueno... solo falta revisar una última página más- Dice.

Con una mueca de disgusto continúa. Revisarla no le tomó mucho tiempo, solo pasaron un par de minutos. Da el click final, guarda el archivo y apaga todo. Recoge su saco, su maletín y las llaves de la oficina. El pasillo se sentía extraño, todo el ambiente se sentía un poco inquietante. No era la primera vez que terminaba de trabajar hasta tarde, pero es algo que simplemente, no podía llegar a acostumbrarse.

Antes de tomar el elevador para poder salir, se dirige al baño. Entra, hace sus necesidades y se lava las manos. Frente al lavabo había un espejo que cubría toda la pared, parecía limpio, pero al acercarte podías notar las manchas de suciedad.

Levanta la mirada y se observa. Sus ojos se ven cansados, tristes, con ojeras; esa no es la mirada de alguien feliz. Se los talla con la mano sin secar; vuelve a observarse y su oscuro cabello estaba despeinado. Vuelve a mojar un poco más sus manos e intenta peinarse. No pudo hacer gran cosa, incluso parece que lo empeoró. Las pocas horas dormidas del día anterior y el exceso de trabajo acumulado, están empeorando el rendimiento de su cerebro. Entre cierra los ojos y se acerca lentamente al espejo, parece haber visto algo.

-¿Y esto?

Aprieta justo abajo de su ojo derecho como si quisiera sacar un grano.

-Aah- Se queja.

Pellizcó su lunar, lo confundió con un grano.

-Algún día voy a volverme loco

Se enjuaga la cara para así, poder despejarse un poco.

Al salir del edificio, se dirige a un supermercado, de esos que se mantienen abiertos las 24 horas del día. Para ser tarde, aún había bastantes personas por la calle, parece que todos, menos él, andaban de fiesta.

Entra al supermercado, recorre los pasillos hasta llegar al congelador; de él toma dos bebidas energéticas, un cartón de leche y una cerveza. Regresa al pasillo principal y toma una bolsa de pan para sándwich. Levanta la manga de su brazo izquierdo, dejando descubierto su reloj.

-11:17 pm- Piensa.

Paga las cosas y sale de ahí. La calle estaba húmeda, recién lavada, las luces del lugar se reflejaban sobre el asfalto. La noche parece tener un tono purpura el día de hoy. Comienza a hacer frio. Él saca de la bolsa la cerveza, la abre y bebe mientras camina.

Se detiene en el centro de la carretera, a esa hora pasan muy pocos coches por lo que no le importó en lo absoluto. Vuelve a dar un trago a la cerveza y voltea hacia el cielo, hacia ese cielo oscuro, lleno de estrellas. Suspira e imagina la de colores que ha de haber en la profunda noche.

-¿En verdad es esto lo que quiero? ¿Es así como quiero seguir viviendo? Atado por un jefe irresponsable que solo se aprovecha de mí, amenazado por mis inseguridades a la hora de negarme a hacer algo, teniendo que repetir esto día a día para que al llegar a mi solitaria casa no pueda ni descansar porque no soy feliz. Si tan solo hubiera confiado más en mis habilidades-

El color de la noche cambia a uno amarilloso. Él se extraña, baja la mirada, pero, no es que la noche cambiase de color. Son las luces de un coche yendo en dirección suya. Todo se ve tan lento, como si el mundo comenzara a girar más despacio. Ailin se asusta y pone los brazos cubriendo su rostro, como si eso ayudara en contra de una máquina de metal.

-¡Aaah!- Grita y cierra los ojos. -¿No... no pasó nada?-

Abre los ojos, baja las manos, pero el coche no está y él se encuentra intacto.

-¿Qué pasó? ¿Aluciné?

Se tienta por todos lados, quiere saber si sí es real. Nada extraño por aquí, nada por allá; pero la bolsa con sus cosas había desaparecido, parece que al hacer el movimiento salieron volando. Comienza a buscar por los alrededores, pero no logra encontrarla. Se queja porque ahora tiene que volver a comprar todo de nuevo. Mira su reloj, marca las 11:03 pm.

-¿Qué? ¿Te averiaste?

Le da unos golpes, creyendo que servirán de algo. Se acerca y al mirar con atención, la manecilla de los segundos está caminando en reversa. Cree que simplemente se averió y vuelve camino al supermercado. Todo parece tener un ambiente diferente, más... más solitario de lo que antes estaba.

Llega al supermercado, se dirige al congelador, vuelve a tomar las cosas y cuando va a pagar, no hay nadie atendiendo.

-¿Hola?- Intenta llamar. -¿Hay alguien?

Se dirige al almacén de la tienda esperando encontrar a alguien ahí, pero nada.

-No tengo tiempo para esto-. Piensa.

Decide esperar un par de minutos, pero no sirve de nada, nadie se presentó. Se harta, deja las cosas en el mostrador y sale de ahí. Ahora el sonido de la ciudad es nulo, todo está tan silencioso que se siente extraño. Sí, es de noche, piensa, pero al ser fin de semana se escuchaba música de las fiestas alrededor la primera vez que pasó por ahí.

Entra a otro supermercado, lo mismo, ni una sola alma. Ocurre algo extraño, comienza a sospechar, pero decide dar una última vuelta a otra tienda más. Lo mismo. Estaba cansado, ya anhelaba llegar a su casa para poder dormir tranquilo, pero solamente estaba perdiendo el tiempo.

-Si no hay nadie, pues qué importa que tome las cosas y me vaya sin pagar ¿no?- Piensa.

Se sintió extraño robar, pero más extraño que nadie pudiera retenerlo. Ahora la noche se tiñe de un tono azul... Cada paso que daba, se sentía, vacío, resonando por aquellas calles tan solitarias en las cuales parecía que solamente daba vueltas en círculo, sin llegar a un punto fijo.

-Y es así, como termina mi día- Piensa.

Llega a su casa, saca la llave del bolsillo, la introduce en la cerradura y la gira. No abre. La llave de su casa no funciona. Se estresa e intenta abrir a la fuerza, ocasionando que la llave se rompa.

-Mierda ¿Por qué siempre me tienen que pasar las cosas malas a mí? Odio mi suerte. Yo solamente quería descansar

Resignado, se acuesta frente a la puerta y cobijado por únicamente el saco que llevaba puesto, termina durmiéndose.

[¿Qué quiero? ¿Qué soporto?]

-Ailin, necesito que me hagas 10 páginas del informa semanal y corrección de estos 4 documentos para hoy, antes de las 6:00 pm

-Pero jefe, son las 4:00 pm, no es tiempo suficiente para realizarlo, además de que eso era trabajo suyo

-Era, ahora ya no y tendrás que hacerlo posible, a menos que quieras que, por accidente, tu paga de esta semana se retrase y baje a la mitad de lo que deberías de ganar

-Pero...

-Pero nada, dime ¿Quién es el jefe aquí? yo, exacto, así que tienes que hacer lo que yo diga si no quieres que te baje el sueldo

Ailin permanece en silencio.

-Bien tengo que irme a hacer un trabajo aún más importante que esos que te dejé

Minutos después se ve al jefe llevándose una empleada a la oficina. Ailin se acerca para preguntar sobre unos problemas que encontró. Estaba cerrada con llave y ya nos podemos imaginar la razón del porqué. Su trabajo tan importante. Abusando de su autoridad.

[No lo sé, solo, despierta]

Hace frio. El viento comienza a ser molesto. Ailin despierta, está irritado, siente que va a enfermar. Se levanta, aprieta los ojos y mira que es de tarde. -Dormí tanto tiempo- Piensa. Mete su mano en el bolsillo y saca su celular para ver la hora. -5:37 pm. ¿Enserio? siento que dormí solo unos minutos- Dice. En ese instante la hora cambia a 5:36, y en menos de un minuto, vuelve a cambiar, 5:35.

Se preocupa así que sale a caminar. Tiene la esperanza de encontrar algún otro reloj por los comercios, el cual funcione adecuadamente. Creyendo así, que todo este juego, es culpa de su propia mente. Una ilusión en broma de mal gusto.

Cada calle que cruzaba se mantenía extraña. No había ni una sola alma en toda la ciudad. Llega a un puesto en el cual arreglan relojes de todo tipo. El ambiente te envolvía. había relojes colgados en cada pared, otros pares detrás de cristaleras y al menos la impresión que obtuvo, es que todo era muy ruidoso. Para él, en ese momento, las manecillas de cada uno que se encontraba en la habitación creaban un ruido insoportable. Nunca había tenido que cubrirse los oídos por culpa de unos relojes.

Antes de salir de la tienda, observa un par. Todos tenían una hora distinta y al igual que el suyo, las manecillas iban en reversa. Desde fuera, grita, esperando una respuesta, pero al parecer no estaba el dueño; al igual que las personas de la ciudad.

Sin tener alguna opción, camina sin rumbo, con la mirada hacia abajo. El sol cada vez subía más y lo único que se podía escuchar, era la basura siendo arrastrada por el viento.

-Se siente una soledad que no puedo explicar- Piensa.

Pasaron unos minutos, aunque, por la posición del sol, pareciera haber pasado horas. Sin poner atención en la caminata, nota que el suelo de asfalto por donde iba, poco a poco perdía color y textura quedando así en completo color blanco. Levanta la vista, parecen gotas de pintura que quitan el color minuto a minuto. Mira hacia atrás, la ciudad se ve lejana; se pone nervioso y aprieta su uña índice, contra el dedo pulgar. Gira y corre hacia donde aún queda ciudad. Parece no avanzar. Todo se mueve, pero él no avanza. Aprieta los dientes y apura el paso.

-No...

Todo sube o más bien, él cae. Cae por una alcantarilla, pero antes, topa con el borde dañando su nariz y mano izquierda, perdiendo así su reloj. Grita por la impresión, mira hacia abajo, está oscuro, quien sabe que tan profundo sea. Intenta frenar la caída poniendo su mano derecha y su brazo izquierdo en cada costado, sin embargo, la velocidad es demasiada y solo consigue dañarse.

-Apesto...- Piensa. Y resignado a su destino, sonríe ligeramente.

Golpea contra el suelo, se sofoca, pero parece estar a salvo. Levanta tierra por el impacto, abre los ojos e intenta respirar.

-¿Qué... Qué es este lugar?- Dice. Queda impresionado por lo que mira.

Terminó en un bosque, hay niebla, todo se siente húmedo; la hierba en la que cayó quedo marcada con la silueta de su cuerpo. Se levanta y frente suya hay una montaña rusa abandonada, la cual tiene forma de espiral. Hace mucho más frio que antes y ahora, el saco de trabajo que vestía, está roto.

Sin embargo, hay algo que no comprendía. ¿Por qué todo esto se encuentra bajo la ciudad? Levantó la vista y efectivamente, lo que debería ser el cielo, era un techo, en donde arriba suyo está todo lo que conoce. Pero aún más extraño, si arriba está eso. ¿Por qué hay rayos de sol que provienen del horizonte? No podía comprenderlo, aún no respiraba bien, su nariz sangraba y sus manos ardían.

Solo. Sin idea de qué hacer.