La luz del sol se colaba por la ventana de la adolescente que estaba dormida es su mullida cama de dos plazas, sus cabellos despeinados y un hilo de saliva corriendo por la comisura de los labios, la almohada levemente mojada por la saliva de la chica.
La luz era fuerte logrando lastimar los ojos almendra de la muchacha, con un bostezo se levantó con pereza, pues eran apenas las 7 de la mañana o eso dio a entender el reloj que descansaba en la mesita de noche al lado de su cama. A pesar de ser temprano el sol pegaba fuerte era obvio o quizás no tanto, ya estaban en verano, la estación más amada por muchos y odiada por pocos, ella se incluía en el último grupo, odiaba como el sudor recorría su frente, la ropa pegada en su cuerpo por la transpiración, los autobuses repletos de personas que volvían de sus trabajos, todos hacinados y una mezcla de olores repugnantes, por esa y miles de razones más odiaba el calor. Sin más vacilación, bajo por las escaleras para darse cuenta que no había nadie solo un post-it de color rosa pegado en el frigorífico, no le presto mucha atención, pues sabia de quien se trataba, sus padres. Se dirigió al baño descalza sintiendo el cerámico frío en sus pies, una sensación agradable. Tomo una ducha exprés, no tenía mucho tiempo, perdió gran parte divagando en su habitación y tratando de despegar las sabanas de seda de su cuerpo dormido.
Ya terminada su labor de aseo corporal. Salió en bata para tomar algo de su armario, no puso mucha atención en que ponerse, pero tampoco saco lo primero que sus ojos vieron, usualmente se vestía casual, con vaqueros, zapatillas y algún suéter, no hay mucha ciencia en ello. Tomo unos vaqueros azules, zapatillas blancas y un suéter negro con alguna palabra bordada, debajo de este una camisa blanca, su cabello lo peino con sus dedos para deshacer los nudos que se hacían en este y listo, como dije no hay mucha ciencia en su <<Outfit>>, vio el reloj nuevamente indicaba las 7 con 30 minutos, no podía creer que se demorara tanto en algo tan simple, nuevamente estaba divagando en sus pensamientos, algo que siempre hacia y enojaba a sus padres, en fin, una tontería.
Bajo rápidamente las escaleras tomo una manzana roja del frutero encima de la mesa, cogió las llaves y cerró la puerta para dirigirse directamente al paradero donde el autobús la llevaría al infierno, perdón, High School. Pasaron 4 minutos y algo, si, tomaba el tiempo de todo, era un tipo de <<Toc>> en llegar el autobús, fue la tercera en subir, saco su tarjeta verde con la que pagaría, luego de escuchar un <<Bip>> Pudo sentarse, solía hacerlo en los últimos asientos, pegada a la ventana, se puso sus audífonos para escuchar a su banda favorita <<The Neighbourhood>> amaba como la música se colaba en sus oídos y su cuerpo, sintiéndose en el paraíso ¿Exagerado? Tal vez.
Escasos 10 minutos pasaron para que su destino estuviera completo, suspiro pesadamente mil veces, se quedó parada en la entrada del High School, maldiciendo a todo el mundo, odiaba levantarse temprano y el calor que se asomaba de apoco no ayuda en nada, suspiro por milésima vez y con toda la fuerza de voluntad entro a lo que sería su hogar por una jornada.
No saludo ni miro a nadie, no estaba para luchar con chicos hormonales y chicas superficiales, a pesar de tuvieran la misma edad, no se sentía parte de ellos y nunca lo hizo, más bien se consideraba una persona madura y altamente responsable. Subió los 534 escalones para llegar a su adorado salón de clases, nadie parecía prestarle atención y ella tampoco, no es que le molestara, más bien lo disfrutaba, no le gustaba ser el centro de atención, prefería mirar y levemente criticar en las sombras de la oscuridad. Tomo asiento en su lugar asignado, para su mala suerte al centro de todos, como odiaba ese lugar, como odiaba a todos.
Recostó su cabeza entre sus brazos afirmada de la mesa, cerro sus ojos para dormir un poco mientras llegaba el profesor de química. El tiempo se fue literalmente volando, pues solo escucho su nombre y un golpe en la mesa.
—Elizabeth Black — fue lo único que escucho.
—Llevo 20 minutos dando mi clase y tú duermes, logras desesperarme, luego de clases te quedas en detención.
La chica asintió, mientras oía a todos sus adorados –Jodidos— compañeros de clases, quiso gritarles a todos que se callaran pero no pudo, no porque no quisiera sino porque no podía hablar.
Si, como ven, soy muda. Rebobinemos desde el principio.
Un día de abril, nació una bebé de cabellos negros como la noche, una piel clara pero no pálida y unos pequeños ojos marrones claros, una belleza, eso decían sus padres y mucha gente en general, los primeros meses todo marchaba bien, una bebe sana de donde quiera que se mirara, el tiempo pasaba y la pequeña no podía articular palabra alguna, lo que preocupo a sus padres, como 4 años no podía hablar, respectivamente fueron donde un especialista para que le diera la mala noticia de que sin hija es muda, cosa que los doctores no pudieron analizar antes incluso si la llevaron muchas veces.
Así empezó mi vida en el mundo del silencio, me eduque en casa hasta los 12 años, a esa edad no tenía amigos, no salía, apenas tenía una vida social, que no me preocupaba mantener, siempre preferí la soledad de mi cuarto quizás por miedo a lo que dirá la gente de mí, en esa época de mi niñez empecé a preguntarme ¿Por qué yo? Nadie quería darme respuesta, quizás no querían lastimar a una niña, pero ya estaba lastimada con su indiferencia, no me asustaba el hecho de no hablar me preocupaba mi futuro ¿Podre tener uno? Miles de preguntas rondaban mi mente día y noche, provocándome insomnios latentes. A los 13 años ingrese a una escuela con niños "normales" me sentí cohibida pues de pasar encerrada las 24/7 pase a estar en un lugar con niños, fue abrumante, ahora venía el temor que no estaba preparada.
—Niños ella es Elizabeth Black, vuestra nueva compañera, preséntate Elizabeth.
Por dios lo que temía ¿Cómo lo hare? ¿Debería escribir en el pizarrón mi nombre? ¿Hablar en señas? ¡¿Qué hago?! Me estaba hiperventilando.
—Se me olvidaba decirles, Elizabeth es muda ¿Saben lo que es verdad?
Elizabeth es sus pensamientos se rio de aquella absurda pregunta, no estaban en un jardín infantil, mocosos.
—Si Miss —Todos respondieron como robot.
La monotonía de sus voces abrumo a la chica, bien sabia, que no sería fácil estar allí, paso la mayor parte de su vida en su hogar, no tenía amigos mucho menos salía de su casa por el miedo de ser juzgada o peor aún ser vista con lastima, si no podía hablar no les daba el maldito derecho de mirarla con lastima, era capaz de muchas cosas, las personas no entendían que tener una discapacidad no te hace menos persona o menos capaz. Fijo su vista al frente de la clase donde todos posaban su vista en ella, nunca le gusto ser el centro de atención se cohibía con la mirada de todos.
—Bien chicos, ella se presentará, tengas paciencia — la profesora seguía tratándolos como infantes.
Elizabeth paso al frente y nervios en su sistema, saco su pizarra, su fiel amiga, la que le acompaño en múltiples veces.
Dejo su mochila color violeta con algunos diseños en negro en el frio piso, con sus manos temblorosas procedió a escribir bajo la atenta mirada de los alumnos. Con un tembloroso "Hola, soy Elizabeth Black" escribió en la pizarra, todos parecían mirarla con lastima eso le causo un nudo en la garganta, se apresuró en borrar lo escrito y volvió a escribir "No me tengas esa jodida lastima, soy igual que ustedes" todos los niños quedaron asombrados, creyeron que por ser muda, no podría defenderse, ilusos.
La maestra al ver la cara de asombro de sus pupilos, vio escrito la dichosa frase, con un pequeño grito que la saco de su ensoñación.
— ¿Qué es eso señorita Black?—La maestra la miro con ojos acusadores.
La chica solo se encogió de hombros y se encamino al pupitre más cercano y vacío atenta a las miradas.
Escuchaba murmullos por aquí y por allá, nada que no haya pasado ya.
Las clases fueron muy aburridas, solo se dedicó a mirar por la ventana que parecía más divertida que escuchar las clases de matemáticas, nunca fue buena en los números, más bien le apasionaba el arte, perderse entre las pinturas, las acuarelas, los lápices, eso le hacía feliz, no sentarse en una silla y prestar atención a las ecuaciones o el cuadrado de binomio que no le servirán de mucho.
Con un suspiro dieron por finalizadas las clases, las tortuosas clases, era su primer día y ya estaba agotada mentalmente, maldijo el día donde acepto ir a clases presenciales con un suspiro más salió del salón siendo la última, mientras caminaba seguía oyendo murmullos detrás de ella. Siguió su camino como de costumbre, saco su MP4 y puso música, al oír las melodías la hacían volar, las armonías, los instrumentos, la hacían feliz.
Pero siempre en el camino hay cosas desagradables, nunca es un buen camino sin malas situaciones, su vida no era una excepción. Al salir del colegio los típicos matones de turno le hicieron una zancadilla, cayendo en el intento, raspándose las rodillas y las manos, solo pudo oír sus voces de matones, los demás solo veían o esquivaban la mirada, ninguno se dispuso a ayudarla, con lágrimas en los ojos, mas por la humillación que el dolor se paró, encarando a los 4 idiotas de turno, entre ellos 1 chica, era típico como esas malas comedias de romance americanas, siempre debe haber una chica matona, los miro con sus hermosos ojos marrones claros y se acercó a ellos, claramente no podía hablar pero si podía usar sus manos en hacerles alguna seña, el "Fuck you" no era novedad, se acercó a la chica y la abofeteo dejándole su delicada mano marcada en su cara, a los otros chicos solo los miro retadoramente, no se olvidó al que parecía el líder de esa mala imitación de pandilla, le golpeo la rodilla haciéndolo chillar, los demás solo se limitaron a observar más no dijeron nada, cobardes.
Salió del lugar con dignidad, no se dejaría molestar, más ganas y tiempo le falto para darles su merecido a esos matones de cuarta.
El camino a casa fue bastante tranquilo a excepción del mal olor del autobús, se bajó antes de su destino para poder respirar aire fresco, caminar no le seria malo.