La adrenalina bombeaba en las venas de "Sun" al ver a Seian y Clei frente a un tipo extraño cuyas intenciones eran, sin duda, siniestras. Clei iba de la mano del hombre, quien cargaba a Seian. Sin pensarlo, "Sun" se acercó y jaló el brazo de Clei: "Disculpe, señor, ellos son mis hermanos. Por favor, suélteles". Pero el hombre, más grande y fuerte, no solo no los soltó, sino que arrojó a "Sun" con fuerza contra un árbol. Luego, alzó a Clei y comenzó a correr. Entre la maleza del bosque, "Sun" perdió de vista tanto al extraño como a los bebés. Lleno de sudor, corrió de regreso a la cabaña y les contó a sus "hermanos" lo sucedido. Sin dudarlo, todos salieron corriendo de la casa para buscar a los dos pequeños.