—Esto... no debería estar sucediendo.
Adonis actualmente estaba sentado en su cama, su habitación lo rodeaba como una enorme jaula que lo ataba.
Sus ojos parecían vacíos mientras miraban fijamente al suelo, y su cabeza colgaba baja sobre su hombro.
A pesar de su figura usualmente musculosa, Adonis se veía extrañamente pequeño en el confinamiento de su habitación.
—Tanto ha cambiado. Ya no puedo seguir el ritmo —suspiró, golpeándose la frente con su mano.
Adonis no podía describir adecuadamente lo que estaba sintiendo en ese momento.
Había intentado por todos los medios asegurarse de que su segunda oportunidad en la vida no se desperdiciara.
Aseguró que sus compañeros de clase fueran un equipo coherente, y se aseguró de que comenzaran a entrenar temprano y lo tomaran muy en serio.
Practicó duro, trabajando incansablemente incluso cuando todos los demás estaban descansando.
Todo era para poder volverse un poco más fuerte de lo que era en el pasado.
Y aun así...
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