—Si no es impertinencia, ¿podría decirnos la naturaleza de lo que tiene que hacer? —El que hizo la pregunta fue Adonis.
Sí, respetaba mucho a Ralyks. El hombre era increíblemente poderoso y desinteresado en muchos aspectos. A pesar de todas sus buenas cualidades, Adonis no podía permanecer ciego ante algunos de sus rasgos sospechosos.
Por ejemplo, su reticencia a participar en una Conquista de la Mazmorra que definitivamente sería un avance para la humanidad.
—Tengo algunas investigaciones privadas que necesito llevar a cabo, así que no estaré por aquí durante un período prolongado de tiempo —respondió Ralyks con calma, aún de pie.
—¿Y no puede esperar? —A Adonis le dolía insistir de esta manera, pero no tenía otra opción. Como alguien que había visto el futuro—uno donde no había Ralyks—tenía que entender muy bien a este hombre.
—No puede —Una vez que Ralyks dio esa respuesta, Adonis se sintió desinflado.
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