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Capítulo 31: El secreto enterrado por muchos años

編輯: Nyoi-Bo Studio

Desde la antigüedad, las madres siempre habían tenido éxito en elevar sus estatus a través de sus hijos. ¡Esto era aún más cierto en el caso de las familias adineradas!

La tez de Mu Wanrou gradualmente se tornó pálida y la punta de sus dedos temblaban un poco. Aaron, que estaba de pie al lado, se fijó en su rostro pálido y le preguntó con cautela: ―Señora, ¿está usted bien?

―Estoy bien.

Trató de aparentar tranquilidad, pero cuando vio otra fotografía, ¡abrió sus ojos, horrorizada!

En la fotografía, se encontraba la niña de pie frente a la entrada de una universidad con su vestido de graduación, tenía una cálida sonrisa en su rostro. Asombrada, se quedó boquiabierta. Claramente, a Mu Wanrou le costó creerlo mientras repasaba otra fotografía. No había muchas fotos de Yun Shishi, pero las pocas que vio fueron suficientes como para hacerla temblar. ¡La cara de la chica todavía permanecía imborrable en su corazón!

Era…¡¿Era ella?!

¡De ninguna manera! ¡No podía haber tantas coincidencias!

Mu Wanrou ya no podía mantener la calma. Asustada, al borde del pánico, dejó la fotografía a un lado y, una vez más, tomó los documentos de Yun Shishi con manos temblorosas. Antes no había estado preocupada, por lo que solo había hojeado la información de esos papeles, ahora, leyó cuidadosamente todo lo que estaba escrito, sin querer perderse nada.

Cuando leyó las palabras "centro de acogida", se sorprendió tanto que se congeló. ¡Su corazón y su alma se llenaron con horror!

―Ella…

Sus labios lentamente se separaron, sus ojos nunca abandonaron los documentos. Era incapaz de completar una frase. Aaron, al notar su expresión de estupor, miró los documentos. Pensó erróneamente que ella no entendía la información, por lo que le explicó pacientemente:

―Yun Shishi. Padres biológicos desconocidos. No hay pistas sobre su verdadera familia. Cuando tenía seis años, fue enviada a un centro de acogida. A la edad de ocho años, fue adoptada por la familia Yun. Tiene veintitrés años. Se graduó de la Universidad de Saint Roland para Niñas. También fue su vientre de alquiler de hace seis años atrás.

―Centro de acogida…

Mu Wanrou miró la información escrita en blanco y negro. Con el corazón latiendo rápidamente, su mente voló hacia el día en que la vio por primera vez…

Hacía quince años atrás.

Centro de Acogida Shengde.

En ese entonces, Mu Wanrou era una simple huérfana en espera de adopción. Como tenía un rostro encantador, el personal del centro de acogida la adoraba, la trataban como a una princesa. También, muchos niños querían jugar con ella.

Sin embargo, los niños del centro de acogida eran diferentes a los de afuera. Puede que aparentaban llevarse bien, pero estaban secretamente enfrentados los unos contra los otros. Todos los días, alguien visitaba el centro de acogida para adoptar un niño. Quien tuviera la mejor apariencia o fuese el más educado tendría más posibilidad de ser adoptado.

Incluso entonces, la joven Mu Wanrou tenía grandes ambiciones y no admitiría fácilmente la derrota.

Su madre era una humilde camarera en un bar. Cuando dio a luz, la abandonó sin vacilar a la entrada de un hospital. Fue recogida por una pareja pobre, vivió una vida de pobreza durante unos años. Cuando un accidente automovilístico les quitó la vida a sus padres adoptivos, se quedó huérfana de nuevo y fue enviada al centro de acogida. Desde ese día, ¡se dijo a sí misma que quería vivir una buena vida y ser adoptada por una persona rica!

Un día, una niña de siete años llegó. Los rumores decían que su madre había muerto, así que fue llevada al centro de acogida.

La niña, a pesar de su aspecto descuidado, era absolutamente etérea y hermosa. Mu Wanrou vio que tenía un trozo de jade, así que lo tomó cuando la niña estaba dormida.

Cuando la niña despertó y se dio cuenta de que su jade había desaparecido, lloró desesperadamente. No obstante, en ese entonces, Mu Wanrou era muy querida por los adultos y por sus compañeros. Nadie creía que ella hubiese robado el jade de la chica, por lo que nadie la creyó.

Después, un anciano de aspecto acaudalado llegó al centro de acogida y la mandaron a buscar.