Alice observó la muralla.
Los paladines estaban detrás de las almenas del castillo con sus grandes escudos afirmados en el suelo.
Llevaban armaduras de cuerpo completo metálicas y no se podía ver su rostro, pero su postura dejaba ver confianza y nada de miedo.
Ellos estaban distribuidos por toda la muralla sur, priorizando ser los puntos de apoyo principales para los mercenarios, aventureros y milicianos que estaban defendiendo esta área.
Quien lideraba el lado sur era Arnold cuya expresión era nada más que sería a pesar de que los refuerzos estaban presentes.
La razón era que a lo lejos se podía ver enormes arañas avanzando con cierta velocidad.
Esos puntos negros a la distancia para individuos sobrehumanos como ellos, eran fácilmente distinguibles.
Cientos y cientos de arañas junto a otras criaturas entre ellas.
Esas arañas al igual que las hormigas en el lado oeste, podrían escalar la muralla de metal.
Por supuesto, la barrera le impediría el paso muy diferente a ellos que pasaron por la autorización para entrar y salir cuando desearan.
Aun así, ver cientos de arañas de todos los tamaños acercándose hizo que los milicianos más novatos y los aventureros menos entrenados temblaran con miedo.
La batalla estaba a minutos y el número de esas arañas los superaba.
Estar tras una barrera y arriba de la muralla daba algo de confianza, pero que algunos fueran de rango B y que no pudieran realizar ataques a distancia, teniendo que usar artefactos, los hizo sentir impotentes.
Alice no sintió ninguna emoción y solo sacó una bolsa de papitas.
Tenían todas las ventajas de su lado, pero podía entender la razón por la cual Aurora la envió a este lugar.
Su amiga le gustaba tener control y seguridad, que no lo podía obtener con facilidad.
Fue enviada a defender este lado, porque ella podía garantizar esa seguridad de tener todo el control y Alice no deseaba decepcionarla.
Acercándose a la almena pudo ver como las arañas aceleraron su viaje cuando vieron la muralla de metal y Arnold ordenó levantar sus armas.
Todos aquellos que podían atacar a distancia o que tenían artefactos levantaron sus armas, preparando sus ataques.
De setecientos metros se pasó a quinientos y luego cuatrocientos, haciendo que la respiración de cada aventurero se volviera cada vez más pesada.
Había de todo tipo de arañas, algunas eran peludas, otras tenían patas largas, también había pequeñas y rápidas, algunas que parecían venenosas y las más notables eran las arañas grandes y poderosas.
Lo que alteraba a los observadores era que el número era demasiado elevado y llenaban el campo de visión.
Entonces se acercaron a los trescientos metros en donde estaban las trampas.
Los agujeros con una superficie delgada y con un fondo lleno de púas, eran los más comunes y para el lamento de los defensores, no fue tan funcional.
Algunas arañas caían en esos agujeros o cuando llegaban al límite eran empujadas por otras, pero a la mayoría no les era tan complicado esquivarlo o salir.
Sus numerosas patas le permitían mantener cierto equilibrio, evitando caer por completo.
*BOOM*
Las trampas explosivas fueron las siguientes en ser activadas y las explosiones llenaron el campo de visión.
En algunos lados fueron minas que explotaban, en otros lados había círculos mágicos de tipo trampa grabados en el suelo que explotaban dando diferentes efectos.
Fuego, hielo, relámpagos, agua, lanzas de tierra e incluso ocultaron artefactos explosivos.
La Empresa Apicius había dado un gran presupuesto al ejército y ellos se equiparon con todo lo que pudieron comprar para defenderse.
Ahora lo estaban usando aquí.
"…"
Aun así, las arañas eran implacables.
¿Cuán grande era la ola?
El número a simple vista superaba las mil arañas, incluyendo cientos de Lycaons que se unieron por la presión de la ola.
"¡Fuego!" Ordenó Arnold entrando en su forma de toro rojo.
Múltiples colores de todo tipo se extendieron por el aire, llenando la visión de cada defensor.
Hechizos de fuego, agua, tierra, aire, hielo, relámpago, oscuridad, luz y todo tipo de artefactos psiónicos fueron usados al mismo tiempo.
Explosiones de toda clase sucedieron y la masacre fue tan grande que destruyó todo a su paso, aniquilando por completo a los enemigos.
Algunas arañas con capacidades mágicas levantaron sus defensas, pero duraron solo un momento.
La primera ronda desapareció por completo, pero tras de ellos había más arañas y luego atrás venían muchos más.
Los artefactos entraron en descanso y fue el turno de las arañas en lanzar sus ataques.
Aquellas con afinidades a la magia dispararon sus hechizos, y aquellas arañas que tenían la capacidad, lanzaron todo tipo de telas de arañas.
Los milicianos y aventureros se ocultaron en las almenas, mientras que los paladines levantaron sus grandes escudos, pero fue innecesario.
Los ataques golpearon la barrera de la muralla que impidió que nada pasara.
La barrera de la gran muralla permitiría que nada entrara y protegía contra ataques de toda clase, a la vez que permitía que aquellos con autorización pudieran lanzar sus ataques desde el interior.
Al igual que permitía a los defensores salir o entrar cuando se desearán, todo mientras pasarán por la autorización correcta… Y cada uno de ellos lo hicieron.
"¡Otra vez!" Ordenó Arnold golpeando con su hacha gigante el suelo.
Los ataques volvieron a volar, solo que esta vez el número de caídos fue más bajo debido a que las arañas empezaron a dividirse.
Habían encontrado un objetivo que se estaba defendiendo y las arañas se extendieron tratando de evitar los ataques principales, buscando rodearlo.
Eso significo que el área de la batalla se extendió y si bien no podían entrar por la barrera, iba a ser problemático si atacaban de forma constante.
No importa que dijeran que la barrera podía resistir un asedio, nadie se atrevía a probarlo.
"Es nuestro turno." Ordenó Arnold observando a los paladines.
Su voz era seria, pero no había miedo.
La razón se debía a que el equipo que estaba presente en esa área, estaba centrado en la batalla a cuerpo.
Alice asintió y observó a los paladines, quien comenzaron a moverse.
Ellos levantaron sus escudos y elevaron sus espadas al cielo.
Esas espadas empezaron a liberar un aura que distorsionaba el espacio y la fuerza que dejaron ver, fue más notable.
Estos paladines eran muy particulares.
Sus armaduras de cuerpo completo y sus escudos de torre eran la marca que los identificaba como miembros de la 'Orden del Espacio' y estos paladines estaban centrados en la batalla.
Más de cien paladines liberaron cortes que distorsionaron el espacio llegando a cada araña, golpeando con fuerza.
Y luego demostraron el verdadero poder de su 'Señor', cuando desaparecieron.
Antes de que alguien pudiera darse cuenta, se encontraban arriba de diferentes arañas y esos paladines cayeron golpeando con sus grandes escudos el cuerpo de sus objetivos y al momento siguiente balancearon su espada.
El espacio se distorsionaba con cada balanceó y los paladines empezaron a usar una forma de 'parpadeo' múltiple, que les permitió moverse sin restricciones.
Alice sin quedarse atrás sacó cuatro brazos de su espalda y saltó de la muralla, usando sus brazos para avanzar.
El olor nauseabundo de la carne de araña quemada se extendió y ella solo devoró varias papitas sin verse afectada.
Las arañas trataron de atacarla con sus telas de araña, pero los brazos negros se interpusieron en el camino para defenderla y ella avanzó hacia el centro.
La oleada recién comenzaba y la cola de ese grupo se extendía bastante lejos, era por eso que ella descendió al centro de donde llegaban.
Las arañas la intentaron atacar, pero cuando ella tocó el suelo su sombra se extendió con fuerza creando un dominio que hizo que el suelo se volviera negro por su sombra y luego todo se volviera pantanoso.
Al momento siguiente, ella dio una sonrisa al guardar sus papitas y decenas de brazos negros salieron de esa oscuridad, balanceándose para todas partes y eliminando a todo lo que atrapaba.
No iba a dejar que nadie pasara por este lugar.
******
Aurora esquivó la bola de fuego de una hormiga y escuchando la explosión a su espalda, balanceó su espada con fuerza.
Decenas de cortes verdes se extendieron a todas partes golpeando a todos los objetivos que ella deseaba.
Luego esquivó las mandíbulas de otra hormiga y debido a que había demasiado enemigos, fue golpeada por el trasero de otra gran hormiga.
El golpe fue fuerte lo que hizo que ella fuera enviada a volar, golpeando y rodando por la tierra.
*BOOM*
Levantándose para volver a la batalla, ella pudo ver como una explosión arrasaba con las hormigas que estaba luchando.
Desde la muralla los magos estaban atacando cuando había una posibilidad, pero el número de hormigas era alto.
Demasiado alto.
"¡Se ha avistado una hormiga de rango S!" Gritó un paladín en voz alta.
No estaban defendiendo desde arriba de la pared debido a que había más individuos de combate cuerpo a cuerpo que a distancia.
Era por eso que estaba en la tierra y el campo de batalla era un caos.
Decenas de cadáveres de hormigas, algunos Lycaons y algunos monstruos que estaban por el área.
Los ataques a distancia de los francotiradores, arqueros y magos llegaban desde la muralla, aniquilando a sus enemigos.
Y lo peor eran esos rangos S que se encontraban entre las hormigas.
Aurora pudo ver como esa hormiga gigante de rango S, golpeaba con sus mandíbulas a dos milicianos enviándolo a volar.
Ella parpadeó de inmediato al lugar en donde un miliciano estaba por aterrizar y balanceó su espada dividiendo a las hormigas que iban a atacar su presa.
"Yo me encargo, vuelve a la muralla para recuperarte." Ordenó Aurora balanceando de vuelta su espada.
Su aura verde se extendió por sus objetivos atacando a aquellas hormigas que pensaban detener a los milicianos que se retiraban.
Luchar en la tierra afuera y no en la muralla fue una táctica para que la barrera no fuera presionada y destruida.
Las hormigas podían escalar las murallas y si esa barrera no estuviera, no solo tendrían que enfrentarse a las hormigas, sino que también tendrían que priorizar la defensa de civiles.
Era por eso que varios equipos saltaban de la muralla y cuando estaban heridos o cansados volvían a subir, dejando que otro grupo saltara.
Las hormigas estaban en un frenesí y no eran tan inteligentes, lo que facilitó mantenerlas distraídas con pequeños grupos.
Volviendo a concentrarse, Aurora avanzó a esa gran hormiga.
Su aura roja se volvió escarlata y daba la sensación de que podía cortar a su enemigo con facilidad… Podía.
*BOOM*
Esquivando las mandíbulas de su oponente, Aurora contorsionó su cuerpo y paso por el lado de esa hormiga, usando su espada para cortar una pata.
La pata era delgada muy diferente a su cuerpo grande, lo que facilitó su corte y ella sin perder ímpetu, cortó la siguiente pata.
Cuando estuvo por cortar la última pata de un lado, la hormiga abalanzó su cuerpo sobre ella.
"Ugh…"
Aurora retrocedió de inmediato, pero en su retroceso otra hormiga mordió su pierna con fuerza.
Su barrera personal le dio protección, pero la fuerza de esa hormiga dejo en claro que era un rango A y pudo atrapar su pierna.
La fuerza fue suficiente para romper su barrera y el dolor que causó la hizo apretar sus dientes.
A pesar de que ella actuó rápido cortando la cabeza de esa criatura, cuando aterrizó su pie dolía lo suficiente como para que ella frunciera el ceño.
Respirando hondo observó a esa hormiga que golpeaba sus mandíbulas incitando a otras que atacaran.
Las hormigas se comunicaban a través de feromonas y ahora Aurora sabía que esa hormiga estaba ordenando que la atacaran.
Apretando sus dientes, ella volvió a correr a alta velocidad.
Poniendo el peso de su cuerpo en su pierna buena, dejo de utilizar la dañada y se movió.
Utilizando su agilidad para sobrepasar a sus enemigos y realizando pequeños movimientos para cortarlos, ella preparó su aura incolora para realizar su ataque definitivo.
La hormiga de rango S que había perdido dos patas a penas se mantenía en pie, pero la estaba esperando con sus mandíbulas en forma de pinza.
*Clang*
Al golpear sus pinzas, un sonido metálico fue escuchado y Aurora antes de que la golpeara, piso el aire y creando una plataforma saltó hacia la parte trasera de su oponente.
Girando su cuerpo en el aire para aterrizar al otro lado, ignoró el dolor de su pie dañado, y osciló su espada.
"…"
Su corte incoloro dividió todo su campo de visión y con ello, el trasero de esa gran hormiga.
"Ugh…"
Para su lamento, no solo sangre de esa hormiga le alcanzó, sino que al haber cortado el trasero por donde escupía ácido, ese ácido salto quemando su barrera y parte de su cuerpo e incluso manchando su mejilla.
Si bien había desviado la mirada para que no tocara sus ojos, su mejilla ardía de forma intensa.
"¡Retirada!"
Al escuchar esa orden de la Cardenal Brousseau, Aurora utilizó su aura celeste para crear un domo y evitar que las hormigas alrededor la atacaran.
Elevándose al aire y viendo que todos demás se retiraban, utilizó el parpadeo de su armadura que se había recuperado para llegar a la muralla.
Aurora en vez de pedir un curador, observó la muralla y las hormigas que estaban afuera.
Algunas hormigas habían tratado de cavar para ir por debajo de la muralla, pero la barrera también se extendía por ese lado.
"¡Tengan cuidado! ¡vamos a iniciar!" Ordenó la Cardenal Brousseau con un tono serio.
La barrera tembló con sutilidad y entonces liberó una onda expansiva de gran potencia.
Las hormigas que estaban bajo tierra golpearon sus propios agujeros, pero las que estaban tratando de escalar fueron expulsadas a más de cincuenta metros con una fuerza terrible.
Era tanta la potencia de esa onda expansiva que varias hormigas al caer murieron en el acto.
Al momento siguiente, sin necesidad de una orden, los hechizos de los magos en la torre y aquellos que podían realizar ataques a larga distancia fueron disparados al mismo tiempo.
*BOOM*
Una multiplicidad de hechizos y ataques explosivos se extendieron por donde habían caído las hormigas, logrando reducir a un gran número y a la vez dando un pequeño descanso.
Al ver que tenía unos minutos de descanso Aurora se dejó caer al suelo para descansar y cuando observó su pierna que fue atrapada, pudo ver que su pantalón de cuero estaba roto.
Como si fuera poco su pierna estaba sangrando y el dolor era tan intenso que le hizo preguntarse si un hueso o toda la pierna se había roto.
Cuando se tocó la mejilla pudo sentir un gran dolor en esa herida ardiente.
El ácido que la cubrió había quemado su barrera y le salpicó su rostro.
"No te muevas eso parece muy grave."
Antes de que Aurora pudiera dejar su espada, para tomar una poción, vio a Cynda acercándose con una expresión temblorosa.
¿Era tan grave?
—Lo es.
Su sistema respondió a su pregunta mental y Aurora se quedó en silencio dejando que Cynda usara un artefacto de curación en ella.
Dolía mucho, pero era un dolor que ante sus ojos era soportable.
¿Fue imprudente?
Por la mirada que daba Cynda que entremezclaba algo de pena y enfado por verla actuar de esta forma, se dio cuenta de que había sido imprudente.
Se había metido en medio de los enemigos cargando contra un rango S que no solo era fuerte, sino que estaba en medio de otras hormigas de rango A.
El artefacto que utilizó Cynda hizo que el dolor de su mejilla disminuyera y el dolor de su pierna, aumentara antes de desaparecer.
Sus huesos fueron ensamblados y puestos en su lugar de forma correcta.
"Tienes que cuidarte más, tienes un rostro muy delicado para que sea dañado de esta forma." Dijo Cynda con una sonrisa tratando de mostrar su preocupación a través de una broma.
Su rostro fue dañado de gravedad y era posible que la curación que Cynda realizó dejara marcas.
Sin embargo, Aurora no cambio de expresión ante ese hecho.
"Mi cuerpo volverá a la normalidad en unas horas y todas las cicatrices desaparecerán." Respondió Aurora de forma seria.
Sus heridas desaparecerían y las cicatrices también todo gracias a que había entrenado enfocándose en un 'desarrollo interno'.
Su regeneración era tan alta que le permitía crecer su cabello a su forma original si lo deseaba.
Era por eso que no estaba preocupada por las cicatrices y ahora al escuchar la broma de Cynda, tampoco le dio importancia.
"¡Están por volver!" El grito de los exploradores volvió a sonar y Aurora se levantó.
Cynda extendió sus manos tratando de afirmarla, pero retrocedió al verla actuar sin ayuda y por su mirada estaba claro que no sabía cómo reaccionar.
Aurora sabía que esa mujer estaba preocupada por ella.
¿Cuál era la razón?
¿Su edad? ¿Su juventud? ¿Su apariencia de adolescente?
¿O tal vez sabía que estaba en un profundo pozo que parecía un abismo?
Aurora podía sentir la preocupación de la otra parte, pero no pudo aceptarla.
"Gracias por la ayuda. Volveré al trabajo." Dijo Aurora con un tono que salió más frío de lo habitual.
Sin darle importancia a la mirada de Cynda, ella observó a las hormigas que regresaban otra vez.
Podía sentir la presencia de Cynda y escuchó el suspiro de ella a su espalda.
Aurora volvió a tomar su espada.
Recordó cuando había personas que se preocupaban por ella, antes de llegar a África y también recordó el dolor de haberlos perdido.
En ese punto detuvo sus pensamientos antes de que se volvieran inestables.
Dejando que su espada tragara sus emociones para no pensar y no sentir, ella centró su mirada al campo de batalla.
Y luego volvió a saltar para continuar con su lucha.
******
*BOOM*
Edward se ocultó atrás de la almena y pudo ver como la barrera se solidificaba ante un de ataque de fuego.
Un maldito escorpio de rango S había lanzado una gran bola de fuego a la muralla, logrando que la expresión de él y de todos los que observaban, palideciera.
"¡Ataquen!" Ordenó Abdellah con un tono frío.
Abdellah estaba en una torre utilizando la función para potenciar su hechizo y con su bastón, golpeó el suelo.
Edward se levantó y pudo ver como el espacio se solidificaba creando una mano y esa mano intangible se movió por el campo de batalla desgarrando a los escorpiones y felinos que habían venido por este lado.
Era un hechizo de guerra que creó una gran destrucción y Edward lo reconoció.
La 'Mano Espacial' desgarraba el espacio a su paso, logrando que las criaturas tocadas, tuvieran su cuerpo distorsionado, convirtiéndose en masas de carne deformes.
El ataque se extendió por los escorpiones y se alejó hasta el final, eliminando los máximos enemigos posibles.
Al momento siguiente, los paladines parpadearon volviendo a entrar al campo de batalla.
Los escorpiones eran fuertes, grandes y poderosos.
Su número no era tan alto, pero el problema era que entre ellos había decenas de criaturas de todo tipo.
Gran parte de ellos eran Lycaons, pero también se encontraban algunos monstruos, jabalís e incluso habían matado a un rinoceronte mágico.
"Encárgate del mando." Ordenó Abdellah a su segundo al mando, Zhan Tian y Nicholas.
Él se elevó en el aire y con su bastón lanzó bolas de fuego a un escorpión de rango S que estaba luchando con un paladín.
Edward al ver que volvía iniciar la batalla, tomó una poción de energía mágica y agitando su varita, lanzó rayos cada vez que veía la oportunidad.
El combate campal era caótico y si bien los escorpiones eran grandes objetivos, aquellos con ataques a distancia tenían que ser inteligentes para moverse.
Saber cuándo atacar o cuando no era vital y Edward aprendía muy rápido.
*BOOM*
Un enorme cañón de agua se extendió desde una torre y Edward preparó un gran hechizo al ver como ese cañón desgarraba a aquellos que eran golpeadas.
Cuando finalizó dejo mojado a varios felinos y mayormente escorpiones que trataban de golpear la muralla.
"¡GRRAAA!"
Edward lanzó su hechizo en ese momento extendiendo una red de relámpagos que saltaban entre sus oponentes, logrando quemar su carne y paralizarlos de forma grave.
Antes de que pudiera sonreír con autosuficiencia, pudo notar a lo lejos como el equipo de Makeba era alejado.
Abdellah estaba enfrentándose con un escorpión de rango S y si bien había otro paladín de rango S, cada uno tenía su batalla.
"¿Algo está ocurriendo?" Dudó Edward con demasiada seriedad.
Makeba con un grupo de milicianos capaces estaba luchando de forma tenaz contra algunos Lycaons, pero el problema era que lentamente estaban siendo empujadas lejos del apoyo de la muralla.
Edward concentró su mirada y pudo notar que los Lycaons y los demás felinos se estaban moviendo de forma sistemática y planeada… Algo lo estaba guiando.
Observando para todas partes, pudo distinguir a un felino de piel negra que estaba ocultándose para pasar desapercibido.
Grandes colmillos y si bien no era tan alto como los escorpiones, sus movimientos eran rápidos y su presencia era bastante baja.
Si alguien no buscara algo en específico, era posible que lo pasara desapercibido.
La expresión de Edward se volvió seria y saltó de la muralla sin pensarlo.
Ese depredador estaba esperando para realizar su asalto, guiando a las bestias que estaban bajo de él y empujando al grupo de Makeba a lo lejos sin saberlo.
Era un Smilodon Fatalis y si bien Edward no sabía el rango, sin duda voló hacia el grupo.
"¡Espera!"
Lo había reconocido debido a que se había informado sobre las bestias más peligrosas de estas tierras y esa especie estaba como una de las peores.
Ahora lo estaba demostrando al guiar un grupo sin que Makeba se diera cuenta.
Edward no pensó demasiado en el asunto y a pesar de que escuchó el grito a su espalda preparó su hechizo, tras observar los alrededores.
En la red de comunicación estaba con su jefe de equipo que era un mago, lo que hizo imposible contactarse con Makeba que estaba en el equipo de asalto.
Igualmente, no gritó para no llamar la atención y causar distracciones, solo hizo que sus relámpagos cubrieran su cuerpo, y voló con una gran velocidad.
"¡GRAA!"
El rugido poderoso del Smilodon Fatalis resonó dejando ver su presencia de rango S y al mismo tiempo ordenando que atacaran.
Los depredadores que rodeaban a Makeba y su grupo realizaron un ataque conjunto, al igual que otros felinos que estaban atacando a otros grupos.
"¿Qué sucede?"
Edward parpadeó al frente del grupo humano y escuchando la voz de Makeba, agitó su varita.
*BOOM*
Enormes rayos cayeron del cielo, conformando una prisión de relámpagos que rodeó al grupo por completo.
Los felinos que habían atacado en conjunto fueron quemados o electrocutados y no pudieron acercarse.
Makeba se volvió serio al ver que las bestias habían tratado de hacer un ataque coordinado y cuando vio el Smilodon Fatalis, su expresión se volvió más seria.
Alejados de la muralla sin poder pedir apoyo y rodeado de enemigos.
"Líder de equipo tenemos un problema aquí." Murmuró Makeba por la red de comunicación.
*BOOM*
Al momento siguiente un paladín extendió un enorme corte que dividió la tierra y con su enorme escudo de torre, empezó a cargar a este lugar.
Su carga era lenta, pero la fuerza expansiva que liberaba de su gran escudo, empujaba a todos sus oponentes a lo lejos.
El Smilodon Fatalis cambio de objetivo y extendió lanzas de magia de oscuridad hacia ese paladín.
Las lanzas fueron desviadas por el gran escudo de torre y ambos empezaron su batalla de alto rango.
Aun así, ellos siguieron rodeados y los relámpagos empezaron a disiparse.
"Nos retiramos." Ordenó Makeba con seriedad.
Todos asintieron y Edward se volvió serio cuando empezaron a volar.
Los ataques fueron lanzados de vez en cuando, pero ellos se elevaron muy alto en el cielo y como esas bestias no pudieron atacarlo, todas se quedaron mirando atónitas.
Edward se rio al darse cuenta de que se había movido sin pensar y sintió que su actuación fue inútil.
"Gracias por el apoyo de antes. Ese ataque conjunto, hubiera sido letal." Señaló Makeba al notar su expresión.
Su tono era serio y estaba claro que no estaba mintiendo, a pesar de que se había dado cuenta de sus pensamientos.
Edward asintió sin decir demasiado y observó el campo de batalla.
Las heridas ocurrían no había duda de ellos, pero al estar en la muralla y que sus enemigos no fueran inteligentes, no había tantos problemas.
Cada aventurero, miliciano, mercenario o paladín tenía artefactos para volar y huir en cualquier momento.
Que no hubiera criaturas voladoras redujo la dificultad de la batalla al permitir que su grupo huyera.
No hubo problemas cuando se acercaron a la muralla y los ataques se volvieron menos notable gracias al apoyo de los magos de la muralla.
Cuando Edward llegó a la muralla, pudo ver que en la torre los magos estaban agotados y sin usarla.
"¿Tienes algo de energía mágica? El equipo ya se está por retirar y necesitamos dar un golpe." Dijo el mago encargado de esa torre.
Su palidez dejaba en claro que él había gastado toda su energía mágica.
Edward alejándose del grupo con el que había llegado se subió a la torre y tomó el control.
Al ponerse en el centro pudo sentir como los círculos mágicos de la torre amplificaban su control y a la vez que aumentaba la capacidad de lanzamiento.
Edward preparó su mejor hechizo notando que Abdellah y el paladín estaba luchando lejos.
Su objetivo fueron a los felinos que habían querido atacar al grupo de Makeba y al ver, que varios grupos subían a la muralla, heridos, su expresión empeoró.
Ese Smilodon Fatalis estaba en una batalla contra el paladín, pero las criaturas que tenía bajo su control atacaron a varios grupos diferentes.
Ataques conjuntos guiados por una mente inteligente, creó un mayor daño en las formaciones humanas y las heridas eran bastante elevadas.
Algunos tenían miembros mordidos o habían perdido sus piernas o brazos, e incluso había algunas con gruesas heridas en sus estómagos y rostros.
Los sacerdotes de la Iglesia del Tiempo y el Espacio actuaron de inmediato, curando a todos lo que podían y retrasando las heridas mortales e incluso la muerte.
Algunos sacerdotes controlaban el tiempo y otros rezaban de forma ferviente para cambiar las circunstancias de los heridos.
El equipo de sacerdotes acompañaba a los paladines de la Orden del Espacio y eran profesionales en su área.
Al ver tantos heridos Edward decidió lanzar un hechizo que todavía estaba en desarrollo y al empezar a realizarlo, su energía mágica fue devorada por su hechizo, pero continúo presionándose.
Los grupos empezaron a retirarse y los paladines empezaron a subir a la muralla para tomar un descanso, entonces cuando el paladín de rango S se retiró y Abdellah, llego usando su magia espacial, la orden de ataque fue extendida.
*BOOM*
*BOOM*
Como si los cansados magos quisieran dar por finalizada esta larga lucha, lanzaron poderosos hechizos atacando a cada sección y escorpión que se encontraba en esta área.
Los felinos trataron de huir cuando el Smilodon Fatalis huyó, pero Edward lanzó su hechizo.
La sangre empezó a salir de su nariz y el cielo se volvió oscuro, entonces resplandecientes relámpagos empezaron a caer, creando una enorme destrucción.
La tormenta de relámpagos fue feroz y destructiva logrando crear enormes cráteres por todo el suelo, paralizando y quemando a aquellas bestias que trataron de huir.
Incluso cuando Edward cayó arrodillado con su nariz sangrando y extremadamente pálido debido al agotamiento, pudo ver que los relámpagos continuaban.
Ese iba a ser uno de sus futuros hechizos… Era el 'Dominio de la Tormenta' y al verlo ahora, se dio cuenta de que su anterior arrogancia había sido vacía.
Esos relámpagos que lograron que las bestias huyeran y que los defensores lo miraran sorprendidos, le hizo darse cuenta de que era su camino.
Un nuevo camino hacia un nuevo destino.