Esa noche, en medio del jardín, la pareja compartió su beso más largo hasta ahora. Después de ese beso, ambos sintieron que aquel momento intenso y apasionado que habían compartido hizo que desapareciera todo el dolor de sus corazones, como si fuera un poderoso analgésico. Cuando las miradas de los dos volvieron a encontrarse, la chica sonrió con tanta luz que todo el dolor que había en el corazón de él se derritió lentamente. Al mismo tiempo, su cerebro se apagó para dejar de pensar en cosas desagradables. Sei se sintió como si la mirada de Davi le estuviera diciendo que olvidara todo y simplemente se concentrara en ella.
—Se está poniendo frío, vamos a dentro —dijo Davi y arrastró a Sei hacia la casa.
Sus manos estaban entrelazadas, apretándose suavemente. Davi sostenía la mano de Sei como si estuviera diciéndole que nunca lo soltaría, hasta que ambos llegaron al salón. Entonces, Davi se volvió hacia él y volvió a mirarlo a los ojos.
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