—Además de eso, no hay forma de que esos dos idiotas hayan creado los Doppelgängers.
—Si nos movemos demasiado pronto, la persona que les dio esas criaturas y tomó las armas podría simplemente deshacerse de sus cómplices tan pronto como estos dejen de ser útiles, dejándonos sin nada. Nos guste o no, somos sus guardaespaldas.
La sonrisa de Jirni era tan brillante y cada uno de sus movimientos tan tiernos que nadie dudó por un segundo de que las palabras que ella estaba susurrando eran dulces promesas de amor.
—Está bien —Orión apartó sus manos— La ayuda está esperando afuera, pero deberían intervenir a la primera señal de problemas. Tú quédate con la Condesa, yo voy a hablar con nuestro anfitrión.
Entonces él se dio la vuelta y se alejó sin mirar atrás.
Por primera vez en su vida, Jirni no necesitó su entrenamiento para expresar toda la tristeza y el dolor que sentía.
***
Fuera del Ayuntamiento, al mismo tiempo.
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