Hashirama continúo visitando a Kain a medida que pasaba el tiempo. A veces venía solo, a veces venía con una dama pelirroja que le gustaba apretarle las mejillas a Kain. Siempre lo hacía llorar, pero como era la esposa del hokage, sin contar que era uno de los shinobis más poderosos de la aldea, nunca fue reprendida. Solo Kain balbuceaba algunas cosas como queriendo regañarla por sus malos tratos. Sin embargo, lo único que conseguía era hacerla reír y que le besara las mejillas hasta hacerlo llorar, otra vez.
Cuando Kain cumplió los ocho meses ya estaba caminando por la casa. Asustando a Naoko con sus constantes escapadas y divirtiendo a Naori que siempre lo encontraba mirando al patio trasero. Por alguna razón, el niño siempre miraba con dirección a un bosque que había a unos cien metros de la casa. Naori y Naoko no sabían porque Kain mantenía una constante vigilancia, pero con el tiempo se empezaron a preocupar. El niño se sentaba en el pasillo de madera que bordeaba la casa y miraba a la distancia como si alguien le estuviera haciendo señas. Nunca paso nada, pero para su sorpresa, cuando el niño comenzó a decir sus primeras palabras, dijo entre balbuceos "allí, señor".
Naori se impaciento y llamo a Kagami Uchiha para que hiciera guardia mientras ella salía. Después de eso, salió corriendo con dirección al bosque y llegó hasta un gran árbol. Sin embargo, cuando alcanzó la copa del árbol no había nadie. Quedaban algunas señales de que alguien había permanecido mucho tiempo en ese lugar, pero Naori no pudo seguir el rastro. No obstante, para su sorpresa y miedo, encontró varios manuscritos dirigidos específicamente a Kain.
En ese momento el cielo estaba despejado y el viento mecía las hojas de los árboles con un suave brisa. Naori se paró frente a los cuadernos y tomo el primero de tapa gris. En su portada decía el título "Técnicas de Fuego" y en la parte baja de la tapa, había una pequeña leyenda que decía "Para Kain". Naori se estremeció al leerlo y entre esperanzada y asustada, miró hacia todos lados activando al mismo tiempo su mangekyo sharingan. Sin embargo, igual que en un principio, no descubrió nada. Naori derramo un par de lágrimas, se pasó las manos por los ojos y continúo revisando el resto de los manuscritos. Todos eran dirigidos a Kain.
Naori conocía gran parte de las técnicas que aparecían en los manuscritos, pero considerando que ella no era un shinobi sensor y sus reservas de chakra eran limitadas, no le servía de nada. Sin duda alguna, todo este conocimiento iba dirigido a un shinobi de la talla de su maestro, o a lo mejor, para un niño que algún día superaría a su padre.
Naori tomo los libros y volvió a la casa para contarle a su hija que había expulsado al mirón. Por otro lado, para atenuar las preocupaciones de su hija, le indico que su hijo tenía un gran futuro. Ya que el pequeño Kain había sido capaz de percibir a una persona que estaba a varias decenas de metros.
Una vez que Naori dejó por la noche durmiendo a Kain y Naoko, se fue a su habitación. Se cambió de ropa y se peinó el cabello frente a un espejo ovalado que reflejaba su cara y parte de su torso. De repente detuvo su peine y pregunto en voz baja -¿Qué quieres, Kagami-kun?-
La puerta corredera que daba al patio estaba a unos cinco metros de la posición de Naori. Sin embargo, pudo escuchar desde el otro lado de la puerta un tenue murmullo -debo informar a hokage-sama lo sucedido-
Naori bufo y le dijo de modo despectivo -di lo que quieras, no hay pruebas ni rastros de nadie. Dudo que puedas sacar algo, más allá de que hokage-sama incremente la seguridad de esta casa-
-Hokage-sama índico que, si sucedía algo, era mejor que las condujera a su casa de inmediato-
Naori agacho la mirada y considerando a la persona que los espiaba quería seguir de incognito, asintió -está bien- dijo -pero mañana. No sucedió nada grave, pero considerando la preocupación que pone Mito-sama en mi nieto, es lo menos que podemos hacer. Para ser una mujer tan bruta, es alguien bastante sensible con los niños-
-Como usted diga- respondió Kagami al otro lado de la puerta, para después desaparecer generando una leve brisa.
De esa manera, Kain y su familia dejaron el distrito Uchiha, siendo mirados en el proceso como traidores por la gente de su mismo clan. Fue una breve procesión en donde una anciana, una mujer hermosa y un bebé fueron escoltados por cuatro shinobis de las fuerzas especiales de Konoha. Se rumoreaba entre los shinobis y civiles que el hokage iba a añadir una concubina a su familia. Sin embargo, una vez que vieron al bebé de cabello blanco y ojos lazuli, los rumores acallaron. Era tan hermoso que muchos creían que no pertenecía a este mundo. Sin embargo, su belleza solo sirvió para que los rumores tomaran otra dirección. El demonio Uchiha había engendrado a un diablo. Solo era bello por fuera, mientras que por dentro estaba lleno de oscuridad. Cosa que no estaba muy lejos de la realidad.
Una vez que Naori y Naoko llegaron frente a una propiedad antecedida por una enorme puerta Torii de color rojo, fueron recibidos por una mujer pelirroja. En su frente destacaba una diadema roja y su cabello estaba ordenado en dos moños ubicados en la parte alta-posterior de su cabeza. Naoko y Naori en un gesto de humildad se arrodillaron delante de ella, pero a la mujer pelirroja no le importaron mucho las convenciones.
-Kain, ven aquí- dijo Mito Uzumaki, esposa del Hokage Hashirama Senju y una de los shinobis más poderosos de la aldea. La mujer se acercó a Naoko y prácticamente le quito a Kain de los brazos.
-Mito-sama, Kain es mío, recuérdelo- dijo Naoko un tanto molesta por el trato que le daba Mito. Estaba segura de que si pudiera, le habría quitado a su hijo.
-Vamos, no seas así- respondió Mito apretujando a Kain contra su pecho -sabes que lo quiero como si fuera mío-
-¡Es mío, no suyo!- dijo Naoko en un tono firme
-Bueno, bueno- respondió Mito con una sonrisa cargada de confianza -si vas a permanecer en mi casa, tienes que compartirlo-
-¡Madre!- exclamo Naoko moviendo su rostro a la dirección en donde sentía que estaba Naori -esta mujer-
-Calma, calma, Mito-sama solo está jugando- respondió Naori un tanto preocupada por el temperamento de la Uzumaki. Se contaba entre la gente joven que la esposa del hokage tenía poca tolerancia, pero lo que desconocían era que el temperamento explosivo era una característica racial del clan Uzumaki. No obstante, si lograbas congeniar con un Uzumaki, tendrías un amigo para toda la vida. En la época de oro del clan Uzumaki, muchos clanes escribieron poemas y canciones heroicas para ciertos personajes. Se decía que muchos acompañaron a sus amigos hasta el amargo final. Algunos los tomaban por idiotas sin remedio, otros por personas demasiado fieles a sus sentimientos. No obstante, eso no le importaba a Naori, lo que le importaba era que Kain había caído en los buenos libros de esta mujer y por ende, a lo mejor, tendría un amigo para toda la vida.
Naori también miró a su hija, la cual reflejaba en su hermoso rostro una clara preocupación sin llegar a entender porque Mito Uzumaki la molestaba. Al parecer, a esta última también le agradaba Naoko. No obstante, a diferencia de su hija y su nieto, Mito Uzumaki no miraba con buenos ojos a Naori.
"Bueno, puede que sea por esa terrible bestia que lleva en su interior", pensó. Naori no podía ver lo que había en el interior de Mito Uzumaki, pero como guerrera experimentada, sentía un peligro terrible.
-Vamos Naoko- dijo Mito Uzumaki acercándose a ella y ayudándola a levantarse de un brazo. Después le tomo la mano y la condujo por la puerta Torii -te mostrare mi casa-
-Pero Mito-sama- respondió Naoko siendo llevada de una mano -yo no puedo ver-
-Lo sé, tonta, pero eso no quiere decir que no puedas percibir un buen lugar. Tengo muchos lugares buenos para tomar una siesta. La vida del gato, tu sabes- indico Mito Uzumaki como si le gustara dormir a la luz del cálido sol.
Naoko por fin sonrió y camino a través de un lugar con un aroma a pasto mojado y recién cortado.
Por otro lado, Naori se puso de pie y le pregunto a Kagami Uchiha (uno de los que la escoltaron) -¿Adónde estarán nuestras habitaciones?-
Kagami miró a los otros tres shinobis y estos desaparecieron de un saltó. Después miró a Naori y le dijo -en el ala Oeste. El señor lo dispuso así. La señora quería que la habitación de Naoko-sama estuviera frente de la suya, pero Hashirama-sama se opuso-
-Condúceme a mi habitación, por favor. Quiero descansar-
-Como usted diga-
Naori y Kagami avanzaron por la puerta Torii mientras escuchaban a Mito hablarle a Naoko de un montón de cosas interesantes que tenía en su casa. Naori sonrió algo más tranquila por el futuro de su hija y su nieto. Incluso si Hashirama Senju algún día les daba la espalda, pensó que de seguro esa mujer Uzumaki estaría del lado de Kain hasta el final.
-Gracias por todos tus cuidados, Kagami-kun- dijo Naori
-No necesita agradecerme- respondió Kagami -son ordenes de Tobirama-sama y de hokage-sama. Solo estoy cumpliendo con mi misión-
-A pesar de que creciste por tu cuenta dentro del clan, te convertiste en un hombre honorable-
-Muchas gracias Naori-sama- respondió Kagami deteniéndose por un breve momento –viniendo de usted, esas palabras significan mucho-
-Todos los niños de mi clan son buenos shinobis- dijo la anciana en un tono calmado -si tuviera alguna queja, es que sirvas a ese tipo-
-¡Tobirama-sama es…!-
Naori se detuvo y le dijo mientras miraba a las puertas correderas de la casa -eres un Uchiha, Kagami-kun. Muchos hablan de que nosotros no podemos olvidar viejas disputas, pero créeme; no somos los únicos-
Kagami agacho la cabeza por un breve instante, pero después siguió su camino, conduciendo a Naori por la casa y dejándola en su habitación. Después de eso, se retiró para seguir con sus obligaciones.
Por otro lado, Naori inspecciono la habitación: piso de tatami, puertas correderas y vigas barnizadas a la vista. Todo limpio y espacioso para que tres personas puedan vivir cómodamente. En una esquina había un tocador con un espejo ovalado del tamaño del torso de un adulto y dos muebles para guardar ropas. En el centro de la habitación había extendidos dos futones para adultos y uno pequeño entre ellos. Se notaba que Mito lo había comprado para Kain, ya que tenía una pequeña almohada con dibujos de gatos.
Naori avanzó hasta el otro extremo de la habitación, en donde había unas puertas correderas que conducían al patio trasero. Abrió las puertas y vio a Mito Uzumaki cargando a Kain en un brazo y llevando de la mano a Naoko con la otra mano. Parecía una mujer feliz, amigable y sincera. Naori pensó que era una pena que no se pudieran llevar bien, pero puede que sea culpa suya. Ya que Naori había esperado que pasara esto para asegurar a su nieto y a su hija. Su tiempo estaba avanzando y no se detendría hasta el día en que la vida se le escurriera entre las manos. Naori soltó un suspiro contemplando el gran pastizal que tenían en el patio trasero. Cortado de manera uniforme, sin manchones de tierra ni pasto quemado. ¿No era un patio demasiado hermoso?, se preguntó.
No obstante, fuera de su cansancio y de este cambió, Naori pensó que pronto sería la hora de empezar a enseñar a Kain en las artes shinobis. A lo mejor, si todo iba bien, la mujer del clan de los sellos compartiría sus secretos con el niño. Naori hizo una sonrisa astuta, pero que rápidamente cambió por una expresión neutral. La mujer pelirroja del clan Uzumaki se había dado la vuelta y la estaba mirando como si hubiera hecho algo malo. Naori levantó su mano derecha para saludar, pero Mito no le devolvió el gesto y solo se volteó para llevar a Naoko a otro lado, mientras esta última, le preguntaba por qué el repentino cambio de ánimo.