Kain se puso el sombrero de kasa que cubría casi por completo de su cabeza y solo dejaba ver su boca y mentón. Una vez que verifico que tenía todos los sellos de papel que necesitaba y el estado de su armadura, se puso a caminar por el campamento de Konoha. Dentro de las tiendas se escuchaban pequeñas pisadas en todas las direcciones mientras unas pocas carpas se sacudían, teniendo huéspedes de mayor tamaño. Las antorchas marcaban el camino hacia el norte hasta donde terminaba el campamento y empezaba un denso y oscuro bosque. Kain llegó al final de ese camino, miró hacia las carpas que quedaban atrás y sonrió. Entonces miró hacia el bosque y dio un saltó para llegar a la rama de un árbol.
Kain se movió a través del bosque mientras pequeños haces de luz de luna atravesaban el follaje de los árboles. Las hojas de los matorrales en el suelo se veían tan gruesas que podían funcionar como sombrillas. Los grillos marcaban un ritmo constante mientras las libélulas fosforescentes se movían entre los charcos de agua. No obstante, como si alguien les hubiera dicho de ante mano, los animales se habían ido del bosque.
Kain se movió hacia el norte hasta llegar al gran árbol que media diez metros de diámetro. Doblo a la izquierda y siguió saltando de árbol en árbol, ignorando a los shinobis que se ocultaban detrás del gran árbol. Ellos estaban esperando que Kain pasara y cuando él se perdió en la espesura de los árboles, se comenzaron a mover con dirección al campamento de Konoha.
Kain solo sonrió por debajo de su sombrero y continúo moviéndose hasta llegar al claro del bosque donde tuvieron la reunión con el tsuchikage Mu. A simple vista, no había nadie esperando.
Kain saltó desde la rama de un árbol cayendo con sutileza mientras la hojarasca se resquebrajaba bajo sus sandalias de madera. Giro en todas las direcciones esperando percibir algo y noto una gran cantidad de auras ocultas en la oscuridad. La más fuerte estaba hacia el norte, debería ser el tsuchikage, pensó. No obstante, siguió girando sobre su eje como si no pudiera ver nada y solo esperara ver algo por pura coincidencia.
Kain dio la vuelta completa y se detuvo, esperando llamar la atención de Mu. Solo pasaron unos segundos y el tsuchikage Mu saltó desde la oscuridad hacia un árbol, se impulsó y cayó frente a Kain.
-Buenas noches- dijo Kain en un tono calmado
Mu iba a decir algo, pero de repente apareció alrededor de Kain un cubo de luz blanca semitransparente que lo apreso en su interior. Kain se sorprendió y comenzó a tocar las paredes, notando una firmeza similar al acero. Él alzó su vista, miró al tsuchikage Mu, pero este último no reaccionó de inmediato.
Al mismo tiempo, otra persona se comenzó a acercar a Kain. Sus pisadas trituraban la hojarasca del bosque mientras su pequeña silueta se volvía más clara a medida que se acercaba al cubo de luz que aprisionaba a Kain. La pequeña figura era Onoki, quien avanzaba a paso lento mientras apuntaba a Kain con sus manos, como si fuera necesario dirigir su intensión para mantener el jutsu.
Finalmente, Kain protesto -¡¿Está es tu motivación?!-
-Cállate- grito Onoki -fuiste un idiota al venir solo, esperando que te ofreciéramos algo a cambió de tu lealtad. Te vas a callar y escuchar lo que tiene que decir tsuchikage-sama-
Kain tomo una profunda respiración, asintió y se sentó en el suelo en posición de loto. Apoyo su codo derecho sobre el muslo y afirmo su mentón sobre el puño, en un gesto de aburrimiento.
-Así me gusta- respondió Onoki con una sonrisa burlesca
-Déjalo, Onoki- dijo el tsuchikage con su voz apagada por los vendajes que le cubrían el rostro
-Pero…-
-He dicho que lo dejes-
Onoki frunció el ceño, bajo sus manos y el jutsu de cubo de energía comenzó a parpadear hasta desvanecerse.
-Ooooh- dijo Kain como si estuviera asombrado -eso fue algo genial ¿Es tu kekkei genkai?-
-¡No es asunto tuyo!- grito Onoki de vuelta -además, sácate el maldito sombrero-
Kain obedeció y lo único que quedó fue un rostro hermoso camuflado por las sombras de la noche. Onoki quedó conforme ante la actitud obediente.
Al mismo tiempo, Mu se acercó y agacho delante de Kain -¿ahora entiendes tu posición?- preguntó haciendo contacto visual
-Más o menos, espero encontrar mi motivación- respondió Kain con una sonrisa que apenas se vio por la intensa oscuridad
-Bien- continuo el tsuchikage -¿Qué sabes de Konoha?-
-Muchas cosas, si no preguntas por algo en específico no sabré qué decir-
-Mmm, es cierto, en ese caso…-
-Sin embargo, te estas saltando pasos ¿Dónde está mi motivación?-
Mu quedó consternado, porque pensaba que el niño sería lo suficientemente inteligente para entender su posición. Incluso si él no lo podía atacar por alguna razón, todavía quedaba Onoki.
Por otro lado, Kain mostro una pequeña sonrisa, divertido por este tipo y los viejos de su época. Los tiempos habían cambiado y no sabían cómo tratar con alguien a menos que no fuera por la violencia. Podían tramar un gran plan, al más puro estilo de Tobirama, pero no sabían cómo tratar con un niño. No obstante, Kain estaba seguro de algo, ellos lo querían de su lado, por lo cual, no lo lastimarían a menos que fuera necesario.
Mu soltó un suspiro, se puso de pie y chasqueo sus dedos. Le dio la espalda a Kain y Onoki se acercó a él sugiriendo que le enseñaran una lección. Lo mejor para ellos era enseñarle de inmediato quien estaba al mando para que después no hubiera equivocaciones. Sin embargo, Mu se negó a realizar tal acto, lastimar a Kain solo generaría resentimiento y después de un tiempo, Mu y el propio Onoki tendría un kunai sobre sus gargantas. Lo mejor era parecer alguien astuto, pero no malo, alguien inteligente, la parte ganadora. Entonces, cuando ellos lo "motiven", Kain se resentirá un poco, pero cuando después vea que lo tratan mejor qué en Konoha, pensará que fue la mejor decisión aliarse con ellos. Incluso puede que se lo atribuya al destino.
-Tengo una duda- dijo Kain llamando la atención de los dos shinobis. Ellos se voltearon para mirar y Kain continuo -¿Kento me dijo que el primer tsuchikage estaba en contra de la invasión al país del Hierro?-
-¡Eso es mentira!- grito Onoki con una mirada furiosa -mi abuelo jamás iría en contra de la villa. Alguien debe haber inventado esa mentira con la intención de ensuciar su nombre-
-¿En serio?- preguntó Kain con una sonrisa burlesca
Onoki se enojó tanto que avanzo sin previo aviso y le dio una patada en el pecho mandándolo a volar por los aires y caer rodando en el suelo.
-¡Onoki!- grito Mu -No hagas cosas sin mi consentimiento-
Kain quedó tendido en el suelo mientras se agarraba el estómago, actuando como si estuviera muy adolorido. Sin embargo, aprovecho de conectar su mente con la de una araña gigante y vio todo el panorama del campamento de Konoha.
Los shinobis de Iwa que iban a atacar el campamento, llegaron a las proximidades. Miraron ocultos por la oscuridad del bosque las carpas blancas iluminadas por la luz de la luna y antorchas. Todo se mantenían en silencio, lo cual les pareció sospechoso.
El capitán a cargo de la operación, vestido con una ropa burdeos y encima un chaleco táctico de color café igual que el resto, murmuro -Miharu, labores de exploración-
-Sí- respondió una kunoichi quien se movió al frente de los cien shinobis y realizo una seguidilla de sellos, cerró sus ojos y escaneo la zona en busca de señales de vida. No obstante, lo único que pudo encontrar fueron las carpas deshabitadas. Ella se volteó para ver al capitán y le dijo -no hay nadie, señor, ellos…evacuaron-
-Es imposible- grito el capitán furioso. Avanzó sin medir las consecuencias y varios de sus subordinados lo siguieron para protegerlo. Una vez que el capitán llegó al centro del campamento, investigó las carpas y revisó las cajas de suministros, pero no encontró a nadie. Solo una increíble cantidad de arañas, como si este lugar hubiera sido abandonado hace mucho tiempo.
-Donde mierda se metieron, maldición- grito el capitán a viva voz
Sin embargo, un shinobi de Iwa cerca de los límites del campamento, cuyo trabajo era asegurarse de que no los emboscaran, miró al bosque y notó como el mismo bosque se comenzaba a mover. Elevó una antorcha y se acercó a ver, pero para su desgracia, no era el bosque lo que se movía, sino que eran arañas sobre la superficie del bosque. Ellas estaban en la corteza de los árboles, sobre las rocas, en los matorrales, en el suelo y sobre las ramas.
El shinobi comenzó a retroceder con un rostro lleno de terror y comenzó a llamar a su capitán con una voz temblorosa -señor, señor, señor- siguió insistiendo y elevando la voz -señor ¡Capitán!-
El capitán rodeado por los shinobis y pensando en lo que había pasado en el campamento, vio como algunos de sus subordinados que envió a monitorear los alrededores venían retrocediendo de espaldas, como si no pudieran apartar la vista del bosque. Un muchacho trastabillo con sus pies y cayó sobre su trasero, se volteo lo más rápido que pudo y se arrastró, huyendo de lo que hubiera en la oscuridad.
-¿Qué les pasa a estos?- preguntó el capitán.
-Voy a ir a ver- dijo un shinobi y comenzó a correr en la dirección del shinobi que se arrastraba, pero cuando llegó cerca del shinobi entendió lo que estaba mal y comenzó a retroceder de inmediato, después volvió corriendo -señor- grito -arañas. Muchas arañas, cientos de ellas-
-¡¿Qué?!- preguntó el capitán incrédulo -eso es ridículo. Había arañas en las carpas, pero ¿Cientos?-
No obstante, cuando termino de cuestionar escucho un millar de pequeños chillidos que todos juntos hicieron una melodía aterradora. Al mismo tiempo, gracias a las antorchas, noto que la oscuridad del bosque se extendía por encima de los caminos y carpas, avanzaba en su dirección, como si fuera pintura y se desparramara.
-¡Arañas!- gritaron desde el sector derecho del campamento, era un shinobi de pelo castaño que venía corriendo con un rostro horrorizado.
-¡Idiotas!- grito el capitán -en lugar de correr, ataquen a esas cosas-
Todos reaccionaron pensando que era lo más lógico y se dieron la vuelta y contraatacaron con un jutsu que les permitió escupir trozos de piedra. Sin embargo, nada funciono. Un shinobi hizo una gran piedra y la estampo contra la oscuridad que se extendía, pero eso solo la detuvo por un instante y cuando se dieron cuenta, los cientos de shinobis estaban rodeados por un manto negro de oscuridad constituido por un millar de arañas de todos los tamaños.
-Esto debe ser un ataque de Konoha- dijo el capitán con una sonrisa en su rostro -pero esto no es suficiente para capturarnos- entonces realizo una seguidilla de sellos, camino hacia la derecha, donde era que se movía la mayor cantidad de oscuridad y le dio un puñetazo al suelo -doton, dosenki- entonces la tierra delante de él ondulo y se movió como un alud de barro y aplasto a la oscuridad, alcanzando al bosque y botando los árboles en el camino.
-Ooooo- estallaron varias exclamaciones de felicidad y comenzaron a realizar lo mismo en todas las direcciones. En solo un minuto, todo el campamento de Konoha y las arañas habían quedado bajo tierra, pero los shinobis de Iwa se habían salvado.
-Eso fue lo más aterrador y asqueroso que haya enfrentado en mi vida- comentó un shinobi con cara de preocupación
-Lo mismo digo- respondió otro
-Cállense idiotas- grito el capitán, pensando en las arañas. Ahora que lo pensaba, era el jutsu especial del primer tsuchikage. Lo que corroboraba de alguna manera los rumores de que él estaba en contra de la invasión de la nación del Hierro. No obstante, antes de que pudiera ahondar en sus suposiciones, escucho una explosión y un grito de agonía.
-Es Kazuma, perdió una pierna- grito un shinobi cerca del su compañero que perdió la extremidad
-¿Cómo paso?- grito el capitán haciendo a un lado a los shinobis hasta llegar frente al hombre que le habían amputado una pierna.
-No lo sé, señor- dijo el shinobi que dio la alarma -solo vi una explosión-
-Ahí- grito otro shinobi cerca de donde estaba y dando un paso detrás de otro.
-Imbécil, no veo nada, luz, que alguien prenda una antorcha- grito el capitán. No obstante, no fue necesario, del barro comenzaron a emerger pequeñas arañas, lo cual lo alerto y comenzó a retroceder.
El resto de los shinobis también comenzó a retroceder al mismo tiempo que el shinobi que había perdido la pierna gritó -por favor, ayuda, ayuda-
Sin embargo, las arañas lo alcanzaron de inmediato y sobre el cayó un manto oscuro que lo ahogo y después de unos segundos, detono en una explosión de fuego.
-Oh dios, oh dios, oh dios- comenzó a gritar un shinobi en un tono histérico -por favor, por favor, que no sea lo que creo que es-
-Cállate idiota, ya tenemos suficientes con esto- grito el capitán -todos a mi señal- junto sus manos para realizar sellos, pero se detuvo al sentir algo líquido y pegajoso sobre su rostro. Se acercó las palmas a la cara y vio que era sangre.
-Ouch- grito otro shinobi, tropezando y cayendo de espaldas al suelo. Apoyó sus manos y encontró algo largo y tubular cerca de él. Lo agarro con su mano izquierda y lo miró. Era una pierna. Grito asustado, haciendo que el resto lo mirara. Al mismo tiempo, hubo otras explosiones hasta que todos quedaron acorralados en el centro.
-Vamos, a mi señal- grito de nuevo el capitán, queriendo repetir de nuevo el jutsu de alud de barro, pero esta vez, sintió un hormigueo por sus piernas. Sus ojos se abrieron del espanto, se concentró en mirar, pero no vio nada. Entonces trato de juntar sus manos, pero sonó como si hubiera aplastado un insecto crocante -dios- dijo y algo explotó envolviéndolo en un manto de fuego y matándolo de forma instantánea.
Al instante siguiente detonaron muchas explosiones y los gritos de agonía se escucharon a cientos de metros. Algunos trataron de utilizar un jutsu de tierra y moverse por debajo del barro, pero las explosiones eran tan fuertes que nada, bajo o sobre la tierra, sobrevivió.
Kain tendido en el suelo, haciendo como que le había dolido el golpe de Onoki, estaba conectado solo a la araña gigante y vio todo el espectáculo. Pensó que algo había de especial en el chakra y sobre todo en la energía natural. Kain fue básico y lo único que le indico a las arañas fue que explotaran desde dentro de las carpas cuando vieran a los shinobis de Iwa. No que jugaran con ellos, los llenaran de terror y después los mataran.