Al mismo tiempo que Kasumi y Murasaki recibían la información del duelo, Mari Hatake estaba de pie en una playa, mirando hacia el horizonte donde solo se veía el mar. El suave oleaje y el sol incandescente hacían del día especialmente agradable para jugar en el agua. Sin embargo, su misión en estos momentos era proteger la costa.
Mari, junto a Aoi Hyuga y su hija, Kaoru, ya llevaban una semana repeliendo los continuos ataques de Kirigakure, la aldea oculta de la nación del Agua. Hasta el momento Kirigakure solo había enviado shinobis con habilidades promedio, lo cual facilito hasta cierto punto la labor. Sin embargo, poco a poco estaban llegando shinobis de mayor rango, pero ninguno de los clanes con Kekkei genkai.
A los lados de Mari Hatake estaban Aoi y Kaoru Hyuga. Esta última tenía su byakugan activado y miraba a la distancia mientras observaba el movimiento oculto en la superficie y bajo el mar.
-Comandante- dijo Kaoru -los shinobis de Kiri se mueven en la superficie y llegaran en una hora-
Mari Hatake asintió y llevo su única mano al mentón. Se acaricio pensando en las posibilidades y dijo -ve, que se preparen los Uchihas y dile a otro Hyuga que se preocupe de la vigilancia; te necesitaré a mi lado-
-Sí- respondió Kaoru con una expresión seria, desactivo su byakugan y se fue corriendo al campamento, a un kilómetro de la costa.
Aoi volteó su rostro y después miró a Mari. Esta última la miró de soslayo y le dijo -Aoi-san, ve y diles a los shinobis del clan Sarutobi que preparen barreras de contención. También dile al patriarca Sora Yamanaka que prepare a su clan para que nos den soporte por si hay algún usuario de genjutsu. Por último, que el resto de los shinobis se posicione detrás de las barreras que los Sarutobis harán para nosotros-
-Sí, comandante- respondió Aoi con una expresión seria. Ella se dio la vuelta y fue a realizar lo que le pidieron.
Mari se quedó mirando a Aoi de soslayo y pensando en la actitud de la kunoichi. Aoi parecía bastante disconforme con empujar a Kaoru a las líneas ofensivas, pero Mari no sería tan sentimental y utilizaría todo el potencial que tenía a mano. La niña era fuerte, muy fuerte y no sería para nada un chiste decir que hacía buena pareja con Kain en muchos aspectos. El único inconveniente es que cada cierto tiempo se sentía decaída.
Una hora después, todo estaba preparado y vieron varios escuadrones de shinobis corriendo por la superficie del mar.
-Informe de situación, Kaoru, eres mis ojos, que no se te pase ningún detalle por alto- dijo Mari mirando la gran sombra que formaban los escuadrones de Kiri sobre el horizonte.
Kaoru a su lado, activo su byakugan y dijo -la mayoría de los shinobis son promedio, no hay ninguno que tenga reservas de chakra superiores a las de un chunin-
-Bien, que se preparen los Uchiha, en cuanto empiecen los de Kiri a lanzar grandes jutsu de marejada necesitaremos que los repelan con jutsus de fuego-
-Entendido, comandante- respondió Kaoru y levantó su mano. A veinte metros por detrás de ella un shinobi levantó una bandera roja. Kaoru miró a Mari y le dijo -la señal está dada, una vez que empiecen a lanzar grandes jutsus de marejada, los Uchihas los repelerán-
-Entiendo, bien hecho Kaoru. Retrocedamos y esperemos a que lleguen a la costa. Tu madre comandará a la mayoría de los shinobis mientras tú me acompañas al frente de batalla-
-Entiendo, comandante, no te decepcionare-
Mari asintió feliz ante la actitud de la niña y se dio la vuelta para posicionarse detrás de los muros hechos por los Sarutobi. Esperaron durante un minuto hasta que los shinobis de Kiri llegaron a la costa y tal como lo pensó Mari, realizaron se prepararon para lanzar grandes jutsus de marejada. Como era un trabajo en conjunto, las olas tomaron una altura monstruosa y se movieron hacia adelante con la intención de arrasar todo lo que estuviera a su paso. No obstante, Kaoru grito, se dio la señal con la bandera roja y los Uchihas saltaron fuera de la protección de las murallas. Cien de ellos se unieron y lanzaron al mismo tiempo grandes bolas de fuego que chocaron con el gran jutsu de marejada. El impacto genero una densa llovizna, Mari grito que se lanzaran al ataque y así lo hicieron todos.
Mari fue la primera en correr al frente seguida por Kaoru quien activo su byakugan. Mari desenvaino su espada al mismo tiempo que los shinobis de Kiri pisaban la arena de la playa. Ella saltó y cortó todo lo que hubiera en frente mientras Kaoru le daba apoyo y golpeaba a todo aquel que no matara Mari. La labor de Kaoru era seguir a Mari y ser sus ojos y suplir su mano faltante.
Al mismo tiempo, Aoi comandaba a las fuerzas de Konoha distribuyendo a donde se necesitará la asistencia de los diferentes clanes. Uchiha donde estuvieran los usuarios de jutsus de agua. Hyuga para los lugares donde estuvieran los usuarios de taijutsu. Yamanaka cuando hubiera usuarios de genjutsus. De esa manera, cada avance fue contrarrestado con las menores perdidas. No obstante, a pesar del gran éxito que tenían las tácticas de Mari y Aoi, muchos jóvenes shinobis estaban disconformes. Si eran tan fuertes ¿Por qué no invadir la nación del Agua, a solo unas cuantas millas de la costa? En el norte lo estaban haciendo de esa manera. Desde hace días que llegaban mensajeros relatando las grandes proezas de los discípulos del hokage.
Por la noche, todos los que podían, dormían en sus carpas mientras los guardias de turno hacían sus rondas a lo largo y ancho del campamento. Al mismo tiempo, Mari, Aoi y Kaoru analizaban la información que les envió el hokage.
-Kain-sama es el mejor- dijo Kaoru con una sonrisa mientras juntaba sus manos como si estuviera rezando. Mari y Aoi al ver la expresión de Kaoru, pensaron que no había nadie más feliz en el mundo. Ellas se largaron a reír y Kaoru agacho su mirada con las mejillas ruborizadas.
-Está bien, Kaoru-chan, es bueno que estes feliz por tu prometido. De seguro Kain les dio el susto de sus vidas a los de Suna- dijo Mari
-Sí, Kain-sama debe haber mostrado su fuerza, pero también debe haber sido penitente-
-Sí, así que Kaoru tiene que hacer su mejor y nunca descuidarse ¿entendido?- dijo Aoi
-Sí, okaa-sama, Kaoru estará atenta a todo y no se dejará vencer-
-En ese caso, todo está bien- respondió Aoi -ahora ve a dormir, es una orden-
-Sí, okaa-sama- dijo Kaoru, después miró a Mari y le dijo -buenas noches, comandante. Si me necesita para algo, no dude en despertarme. Kaoru tratará de hacer su mejor esfuerzo para no decepcionarla-
-Gracias, Kaoru-chan, buenas noches-
Kaoru salió de la carpa y se fue a dormir a su propia carpa. Entonces Aoi y Mari se miraron a los ojos con animosidad.
-No me mires así- dijo Mari soltando un suspiro y mirando en otra dirección -por algo Tobirama-sama envió a Kaoru a esta región-
-Lo sé, pero no me gusta que la expongas de esa manera- respondió Aoi
-Ella es una kunoichi, no creo que le guste la lucha ni matar, pero se nota que lo acepta como una forma natural de proceder en el camino. Ella tiene la mentalidad de un guerrero y no puedes detenerla. Además, será la esposa de Kain en el futuro ¿o no? Si es así, deberá tener la mentalidad adecuada cuando se planteen problemas, si no solo será una piedra de tropiezo-
Aoi soltó un suspiro mientras miraba al suelo con melancolía. Gracias a estas conversaciones que tenía con Mari, se estaba arrepintiendo de dejar que su hija se acercará a Kain.
-Déjalo, he visto tu mirada en otras personas, y créeme, ese futuro que sueñas no es posible-
-Lo dices como si pudieras ver el futuro- dijo Aoi en un tono molesto, levantó su rostro y lo único que vio fue una botella delante de su cara. Después movió su rostro hacia un lado y vio a Mari sonriendo. Aoi soltó otro suspiro y tomo la botella, quito el corcho y le dio un pequeño sorbo. Después se lo tendió a Mari y ella lo recibió.
Mari miró la botella y dijo -no hay mejor pareja para Kain que ella. Él es fuerte, no la ocupará como una herramienta. Si tu hija se casara con alguien de tu clan más débil que ella, ese tipo la utilizaría como una herramienta y después como un animal reproductor. Ser más fuerte que tu pareja no siempre es lo mejor, al menos, a mí no me resulto tan bien-
-Tampoco carecer de estatus- dijo Aoi con una sonrisa melancólica
Mari le dio un largo sorbo a la botella y asintió -sí, carecer de estatus. Bueno, que te puedo decir, vivimos en otra era- Mari le tendió la botella a Aoi y ella la acepto. Aoi recordando su matrimonio fallido, bebió un largo sorbo, arrugo la cara ante el fuerte sabor del licor y asintió.
-Sí- dijo Aoi -vivimos en otra era. No puedo perdonar a mi suegro, pero lo respeto por permitir que mi Kaoru se uniera a un niño tan bueno como Kain. Bueno, también está el hecho de que ese pequeño demonio logro probar ser digno-
-Hijo de un demonio, siempre demonio- dijo Mari
Aoi la quedó mirando, Mari le quito la botella de la mano y bebió otro poco -¿Qué?- pregunto con una sonrisa en los labios -¿Molesta porque le dije demonio a tu yerno? A veces los demonios son mejores. Un dios puede ser desleal y traicionero, proyectar luz y sombra en las mismas cantidades mientras guía a las personas. Si solo supieras como de sucias tiene las manos Tobirama, lo entenderías-
Aoi abrió la boca, tuvo la intención de preguntar, pero negó y mejor se calló. Le pidió la botella, Mari se la paso, Aoi le dio un largo sorbo que la hizo arrugar la cara y se la devolvió.
-Me voy a dormir- dijo Aoi -estos pocos tragos me hicieron sentirme somnolienta-
-Que mal, espero que desde ahora empieces a agarrar resistencia. Es un poco aburrido beber sola-
-Hay muchos otros que te podrían hacer compañía-
-No puedo, las mujeres pueden malentender su posición de poder y los hombres pueden tratar de meterse en mi cama. Ya sabes "es una señal" jajajajaja-
-Ya lo creo, jajajaja- respondió Aoi y se levantó de su silla para salir de la carpa de Mari. Esta última se quedó mirando la cortina de la salida como si mirara la eternidad mientras bebía. Una vez que se acabó el licor, Mari apago las velas en el interior de su carpa y se acostó a dormir. Sin embargo, cuando estaba a punto de cerrar sus ojos, varias sombras aparecieron en el interior de la carpa.
-¿Qué quieren?- pregunto Mari en total calma
-Dos cosas- dijo un anbu con mascara de pájaro
-Dilo-
-Primero, tenga cuidado con lo que dice de Tobirama-sama. Si es información clasificada tenemos permiso para silenciarla-
-Tobirama cada día se vuelve más cariñoso- dijo Mari con una sonrisa burlesca
-La segunda, debe tener cuidado. En el bajo mundo se cuenta que el Mizukage ha convocado a sus siete espadas para que dirijan los siguientes ataques-
-Mmm, eso es bueno, ya me estaba aburriendo de cortar novatos. Sabes, hoy en día es difícil encontrar a guerreros formidables. Si tan solo ese pequeño demonio estuviera mayor, podría desafiarlo para luchar de verdad-
-Si quiere…-
-No digas idioteces, Sakumo jamás me lo perdonaría. Por otro lado, si el pequeño demonio me mata, Sakumo perdería la cabeza y lucharía con su amigo ¿Qué madre quiere eso para su hijo?-
El anbu se quedó callado durante un largo rato, hizo un gesto con su mano y todos los anbus desaparecieron de la carpa. No obstante, Mari se quedó con los ojos entrecerrados durante un largo rato, mirando el techo de la carpa y pensando en su hijo hasta que por fin se quedó dormida.