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Mundo Shinobi - La falsa paz - 84

-¿Qué sucede afuera- preguntó Yahiko detrás de los barrotes de su celda. Miró al tipo que lo vigilaba con mirada apática.

-¿Estas a cargo?- preguntó el carcelero.

Se escuchaba un gran griterío por todo el pasillo del tercer subterráneo. Varios grupos de shinobis corrían de lado a lado.

-No estoy a cargo- dijo Yahiko -pero al menos podrías decir algo-

-Cállate mocoso, te sobrevaloras a ti mismo-

Yahiko junto chakra en sus manos y golpeo dos barrotes, rompiéndolos en el instante. El guardia se puso de pie y camino hasta detenerse al otro lado de los barrotes.

-Bonito truco mocoso- dijo el shinobi -pero yo podía hacer eso y mucho más cuando tenía diez años-

-¿Quieres luchar?-

-¿Tan desesperado estas por morir? Se nota que no eres shinobi. Solo eres un pequeño príncipe consentido. Un shinobi de verdad, guardaría su fuerza esperando el momento adecuado o al menos, habría hecho algo para escapar-

Yahiko agacho la cabeza y dijo -yo, no puedo escapar. Mi hermana-

-Sí claro, lo que tu digas- respondió el shinobi soltando una risita. Le dio la espalda y camino de vuelta hasta su silla -déjame darte un consejo. No me presiones con tus actos de niño mimado. Soy un jounin y podría matarte de un golpe. Así que cállate mientras dure mi guardia-

Yahiko lo miró furioso, tomo los barrotes con sus manos y los apretó con todas sus fuerzas, dejando marcados sus dedos. Sin embargo, al instante siguiente los soltó. Era como decía el shinobi, estaba gastando su energía cuando debería estarla guardando para el momento de la verdad.

-Solo debo aguardar- dijo Yahiko

El shinobi lo quedó mirando y soltó un bufido por la nariz. Era un mocoso fácil de manipular, pensó.

Yahiko camino hasta su cama y continúo murmurando -solo debo aguardar, como Tobirama-sama dijo. Solo debo aguardar-

-o-

-¿Qué haces aquí?- pregunto el shinobi de pie al final de las escaleras

Kasumi pensó, tan cerca, pero tan lejos a la vez -bueno- dijo cargando su falsete y tratando de hacer sonar su voz lo más grave posible -dijo el capitán que te relevara y me dejarás el cuidado de la salida. Dijo que con toda la seguridad sería imposible que la prisionera escapara. Así que ordeno que comandaras la búsqueda en el primer piso-

El shinobi entrecerró los ojos y quedó mirando a Kasumi. Esta se sintió intimidada por esos ojos acostumbrados a ver la muerte y agacho la mirada.

-Está bien- dijo el tipo con el ceño fruncido y una mirada llena de desconfianza. Kasumi abrió los ojos grandes, incrédula de lo fácil que fue engañar al shinobi. Después se volteó para verlo descender por las escaleras y doblar a la derecha por el pasillo. Kasumi se quedó de pie frente a la puerta, esperando a que el shinobi volviera. A lo mejor, con la intención de corroborar si estaba haciendo la guardia. Paso un minuto, dos minutos, vio subir a un grupo de shinobis desde el segundo subterráneo al primer subterráneo. Se distribuyeron a los dos lados de los pasillos, pero nadie le puso atención. Así que Kasumi pensó que era el mejor momento. Espero a que las pisadas se escucharan lo más lejos posible y se dio la vuelta. Se puso de frente a la puerta metálica, de un color café oscuro. Tenía un largo fierro rectangular cruzado en horizontal que impedía su apertura. Kasumi tomo el fierro con ambas manos y trato de levantarlo. Esto a su vez genero un roce metálico. Kasumi sudo frio y miró hacia atrás, esperando que nadie se hubiera percatado. Fue así, nadie se percató, así que Kasumi continuó levantando el fierro y desbloqueo la puerta. Dejo el fierro acostado a un lado para que nadie lo viera y metió sus finos dedos por el costado derecho de la hendidura que separaba la puerta del marco. Tiro de la puerta con todas sus fuerzas y sintió como una de sus uñas se rompían una detrás de otro. Sin embargo, siguió haciendo fuerza hasta que sus dedos se soltaron. Derramo lágrimas de impotencia, pero de nuevo metió sus dedos por la hendidura. Tiro de la puerta hasta que esta cedió y genero un leve chirrido. Kasumi se olvidó de su dolor y siguió tirando de la puerta y mirando cada cierto tiempo a sus espaldas. Muy pendiente por si alguien se acercaba a preguntar que estaba haciendo. Escucho a alguien correr y se detuvo, se puso firme delante de la puerta y el shinobi paso corriendo, sin notar que entraba un poco de luz exterior. Su trote se perdió en el corredor y Kasumi soltó un suspiro. Entonces trato de meter sus dedos en la hendidura y esta vez sí le dolió. Quito sus dedos y noto que la tela que le cubría las manos dejo una mancha de sangre. Sin embargo, Kasumi estaba muy cerca de poder escapar, así que ignoro cualquier dolor que pudiera sentir y metió los dedos en la hendidura. Fue moviendo la puerta poco a poco y cuando la abrió lo suficiente para poder pasar, trato de colarse. Tuvo que empujar su cuerpo para poder pasar. Se hirió la espalda y el pecho, pero paso por el pequeño espacio. Entonces, miró la larga cueva bajo el árbol gris y como en la parte más alta de la pendiente, se veía la luz del día. Kasumi derramo una gran cantidad de lágrimas, pero el dolor en sus manos la ayudo a tomar conciencia. Aún estaba atrapada. Así que se volteo y tiro de la puerta por fuera. Solo logro juntar la puerta, pero eso sería más que suficiente, pensó. De esa manera llamaría poco o nada la atención hasta que alguien caminará hasta la puerta y la revisará de cerca. Entonces se dio la vuelta, comenzó a subir por la pendiente que la llevaría al mundo exterior.

Sin embargo, cuando llego a la salida de la cueva, notó que la entrada estaba bloqueada por una especie de masa con escamas. Kasumi siguió avanzando, forzando su suerte y la gran masa se expandió como si estuviera respirando. Entonces se movió hacia la derecha y despejo la salida. La luz del día ilumino a Kasumi. No obstante, la luz solo duro un instante. La entrada fue cubierta por la gran cabeza de serpiente. Esta última se metió por el agujero raspando la tierra del techo y dejando caer una gran cantidad de polvo. La serpiente siempre mantuvo contacto visual con Kasumi. La cual se había quedado congelada, sin saber que hacer. A una serpiente nunca la podrías engañar con una linda voz o jugarle algún truco psicológico. Por ejemplo: Goto era enorme, un tipo roto por dentro. Tenía esquizofrenia y la pérdida de su hermana cuando era niño lo volvía loco. Por eso, cuando jugaba con las mujeres de manera inofensiva, se volvía loco y se ponía violento. Pero si lograbas conducir sus pensamientos a una resolución, Goto entendería sus pensamientos y se volvería la persona más tranquila del mundo. Sin embargo, frente a una serpiente de este tamaño, uno se convertiría en la presa y el otro en el depredador. Y en este caso, Kasumi era la presa.

-o-

Al mismo tiempo que Kasumi se enfrentaba a la gran serpiente, Mito se enfrentaba a sus propios problemas. Estaba en el municipio de Konoha, sentada en el asiento del hokage mientras esperaba a su cuñado. Ya había partido el escritorio por la mitad. Esto solo pasaba porque su cuñado la hacía esperar demasiado en un mal momento, pensó Mito.

La puerta de la oficina se abrió y Tobirama vio todos sus papeles regados por el piso. Mito estaba al final de su oficina, sentada en su silla, con la ventana a sus espaldas. Su cabello rojo solo acentuaba su mal humor.

-Cuñada- dijo Tobirama con esa mirada indiferente, entro a la oficina y después entro un grupo de administrativos. Todos quedaron mirando el desorden que había quedado, todo su precioso trabajo desperdigado por el piso. Tobirama se detuvo a dos metros de Mito, con los brazos cruzados.

Mito se levantó de la silla y miró a Tobirama a los ojos, con una clara mirada de enfado. Ella era un palmo más baja que Tobirama, pero ni por asomo le tenía miedo a esa mirada fría.

-¿Dónde estabas?- preguntó Mito

-En una reunión, ya estoy haciendo varias concesiones después de que mis discípulos y Kagami me repitieran hasta el cansancio que me preocupara de la administración de Konoha- respondió Tobirama -el hokage debería estar haciendo cosas más importantes-

Tobirama miró hacia una esquina, esperando que Mito lo reprendiera por dejar de lado la labor administrativa, pero la respuesta llamo su atención.

-Claro- dijo Mito, Tobirama la miró alzando las cejas y Mito continuo -el hokage debería estar protegiendo su aldea y a todos los que la habitan. Gente como tu hermano-

Tobirama frunció el ceño y pregunto -¿Qué paso?-

Mito le contó cómo había termino Hashirama y el resto de los administrativos que la escucharon quedaron horrorizados. Hubo uno que quiso salir para agendar una reunión de emergencia y que llamaran de inmediato a todos los lideres de clanes. Sin embargo, el tipo solo alcanzo a llegar a la puerta.

-Detente- dijo Tobirama -¿Qué vas a hacer?-

-Mi señor- dijo el administrativo, era solo un civil con buen cerebro -sería mejor reunir a todos y explicarles la situación-

-¿Eres el hokage?-

El civil agacho la mirada y negó.

-Kagami- dijo Tobirama, el shinobi apareció arrodillado a espaldas de Tobirama

-¿Sí?- pregunto Kagami

-Toma a este hombre y despídelo. Fíjate que haga un contrato y sello de maldición para que nunca cuente ningún secreto o divulgue algo de lo que se enteró mientras trabajaba aquí-

-Señor- dijo el administrativo -solo estaba pensando en Hashirama-sama-

-Hashirama es mi hermano, yo soy el hokage, yo decido lo que es mejor. Tú solo eres un administrativo. No sé en qué momento te di tanta confianza como para hacerte pensar que podías tomar alguna determinación. Ahora vete-

El administrativo fue escoltado por Kagami y el resto de los administrativos entendieron mejor el carácter de Tobirama. Él solo los dejaba pensar en opciones para que después de que él sopesará los pros y los contras, tomara la decisión. Nunca les había dado real poder.

Tobirama miró a Mito y le dijo -déjamelo a mí, cuñada-

-Kain- dijo Mito con algo de aprensión -Kain persiguió al atacante-

-Ese niño…déjalo, puede defenderse. Ahora déjame esta situación a mí, juntare a mis fuerzas e iré personalmente a saldar cuentas-

Mito lo quedó mirando, Tobirama tenía la misma mirada fría de siempre, pero algo en él le provocaba cierta inquietud. Incluso si siempre fue un shinobi frio y racional, al menos debería haber sentido enojo cuando atacaron a su hermano. Mito frunció el ceño, pero le dejo las cosas a Tobirama. Como él dijo, Kain se podía proteger a sí mismo.

Después de que Mito salió de la oficina, Tobirama mando a todos los administrativos a continuar con su trabajo y una vez más, llamó a Kagami y este apareció a sus espaldas.

-¿El administrativo?- preguntó Tobirama, en ese momento estaba de pie al lado de su silla, mirando por la ventana que tenía vista a la montaña con los rostros de los dos hokages que ha tenido Konoha.

Kagami, de rodillas por detrás de Tobirama y mirando al suelo, dijo -lo entregue a un anbu-

-Bien, prepárate y prepara a los anbus de la raíz. Hay que limpiar un desastre. Le dije a ese tipo que esperara lo suficiente, pero se apresuró una semana. Habrá que ver cuáles son las repercusiones de este error-

Kagami se mordió el labio inferior y dijo en un tono de voz suave -sí-. Por un lado, pensaba que había que hacer todo lo necesario para preservar Konoha y esta paz. Por otro lado, cada día dudaba más de los métodos de Tobirama.