—¿Soy mala madre?— preguntó Tsubaki con voz suave e indefensa
—No, Tsubaki, eres increíble— respondió Kain
—Es que ya no sé qué hacer con Kiyomi. Lo único que puedo pensar es que lo he hecho mal—
Kain y Tsubaki estaban en una habitación de la mansión en ciudad Tengu. Además de ellos estaba el gran Mugen de un año, cabello rojo, robusto y grande.
Tsubaki tenía acostado a Mugen en la cama mientras le cambiaba la ropa y le hacía esas preguntas a Kain. Tenía una mirada abatida como si hubiera cometido un gran error.
—Tsubaki, eres muy dura contigo misma— dijo Kain —está bien, Kiyomi es joven, pero no puedes pensar que tú eres la responsable de todos sus defectos. Ella tiene su propia personalidad. Tú haces lo que puedes—
Tsubaki detuvo las manos y miró a Kain a los ojos —pero Kiyomi— dijo
—Tsubaki, siempre te he ayudado con Kiyomi, no estás solo en esto, solo tenemos que ser perseverantes. Ella va a entender en algún momento—
Tsubaki hizo una mueca incomodo como si no le creyera mucho, pero asintió.
Kain soltó un suspiro y se puso a su lado. Él extendió sus manos, tomo la ropa de Mugen y la fue arreglando —Kokoro me ayudara con el entrenamiento de Kiyomi y Kentaro— dijo —por supuesto, yo también los vigilare. No tienes que preocuparte, la vigilare, te lo prometo—
Tsubaki abrazó a Kain por el costado y soltó un suspiro indefenso —gracias— dijo
Kain termino de arreglar la ropa de Mugen, lo tomo en brazos y miró a Tsubaki. Ella tenía el cabello rojo ordenado en un moño. Tenía un bonito rostro, pero se notaba un poco de papada bajo el mentón por el aumento de peso. Los ojos verdes, la nariz pequeña y la boca grande con labios gruesos. Tenía una expresión indefensa. Kain acercó su rostro y le dio un beso en los labios. Tsubaki fue reciproca, pero escucho unas palmadas y se apartó de Kain. Mugen lo estaba abofeteando.
—Mugen, no le pegues a tu oto-san— dijo Tsubaki
Mugen hacia un puchero, Tsubaki mostro una pequeña sonrisa y le acaricio las mejillas regordetas.
Tsubaki miró a Kain, ella acercó su rostro y le dio un pequeño beso en la mejilla donde Mugen lo abofeteo. Ella llevó su boca a los labios y beso a Kain profundamente. Ella apartó su rostro y sonrió.
—¿Te he dicho que te ves hermosa?— preguntó Kain
—Eres un mentiroso— respondió Tsubaki, se mordió el labio inferior para contener una sonrisa que al final floreció. Ella extendió sus manos y tomo a Mugen en sus brazos —okaa-san estará cuidando de Mugen. Oto-san tiene que hacer sus cosas—
—Oto-san quiere quedarse con okaa-san y darle un hermanito a Mugen—
—Kain— dijo Tsubaki ladeando su rostro como si lo estuviera regañando por decir tal cosa delante de su hijo.
Kain soltó una risita y acercó su boca a la mejilla de Tsubaki. Él le dio un beso y le susurro —puedes decir lo que quieras, pero en la mañana no pensabas lo mismo—
Tsubaki agacho su rostro y se ruborizo, ella miró a Kain y después miró hacia otro lado —yo— dijo avergonzada y con un claro rubor en las mejillas.
Kain soltó una risita ahogada y él se apartó de ella.
Tsubaki lo miró mientras fruncía el ceño, pero después soltó un suspiro y no pudo enojarse con él.
Kain acercó su rostro y le dio un beso en los labios —voy a estar en la casa, si quieres ir a la costa a visitar la construcción del hotel me avisas— dijo
—Quisiera quedarme hasta los exámenes chunin— dijo Tsubaki —yo, bueno, me perdí los exámenes de Nagisa porque era una cobarde, pero no pienso continuar de la misma manera—
—Muy bien, okaa-san. Oto-san apoya tu decisión, pero para eso te voy a pedir que veas los entrenamientos de Kiyomi. Será una buena prueba para ver si vas a poder ver los exámenes chunin—
Tsubaki apretó sus labios formando una línea, pero asintió. Ella era muy cobarde. Ahora ella podía enfrentar a los shinobis, verlos dar vuelta a su alrededor y hasta regañarlos, pero eso no quería decir que no le dieran miedo. Si no fuera por Kain ella estaría recluida en su casa.
Tsubaki tomo una profunda respiración y le dijo —yo, lo entiendo, también entrenare—
Kain mostro una pequeña sonrisa, abrazó a Tsubaki por la cintura y evito aplastar a Mugen. Él los apego a su pecho y apoyo su mentón en la cabeza de Tsubaki, le beso el cabello y le susurro —Kiyomi es igual de valiente que tú, es una buena niña, no desesperes—
—Gracias, oto-san—
—De nada, okaa-san—
Ellos se separaron, miraron a Mugen, el pequeño pelirrojo de un año. Kain le acaricio su cabeza llena de finos cabellos rojos. Tsubaki sonrió feliz, le beso su cabeza.
Kain miró a la puerta y dijo —vamos, Kokoro debe estar entrenando a Kentaro y Kiyomi— él miró a Tsubaki y ella asintió. Ellos caminaron a la salida y salieron al pasillo.
Tsubaki miró a Kain y preguntó —¿Kokoro-san va a estar bien? Ella está embarazada—
—Va a estar bien, ella solo les va a decir lo que tiene que hacer, pero no hará ningún ejercicio o luchará contra ellos. Ese es mi trabajo y tampoco lucharía con ellos directamente. Van a luchar contra uno de mis clones disminuidos—
Tsubaki soltó una risita, cuando Kain decía algo así, era algo sorprendente y el resto apenas le podía seguir el paso.
—¿Por qué te ríes?— preguntó Kain
—No, por nada— dijo Tsubaki con un tono juguetón y ella se acercó a Kain y apoyo su cabeza en su hombro. Kain la abrazó por el lado y cuido de que ella no se fuera a caer con Mugen en sus brazos.
Ellos salieron al pasillo que llevaba a las escaleras, Tsubaki se orilló hacia la muralla y Kain camino al lado de la barandilla. Los candelabros de araña brillaban en la sala de estar. Había una amplia alfombra azul con bordes dorados y sillones color beige. Ellos caminaron hacia las escaleras y bajaron hasta el descanso y después al primer piso. Ellos caminaron al patio y cuando salieron, quedaron bajo el toldo. Había una mesa de vidrio y Kokoro estaba sentada al frente mientras bebía jugo. Al mismo tiempo, Kentaro y Kiyomi corrían por el patio a través de un camino rectangular hecho con pastelones de piedra. El pasto emitía un aroma húmedo y recién cortado.
—Kokoro-san— dijo Tsubaki
Kokoro miró hacia atrás y sonrió —anee-san ¿Ya estás mejor?— preguntó
—Sí, Kokoro-san ¿Cómo están los niños?—
—Estos pequeños rufianes están bien, los tengo corriendo, no te preocupes, lo van a hacer todo el día—
—Anee-san— grito Kentaro al escucharla —dijiste solo la mañana—
—Cállate mocoso, te dije que no me hicieras enojar— grito Kokoro de muy malhumor —te dije que estoy embarazada, te dije que no puedo pasar rabia, pero tú nunca obedeces—
Kiyomi se mantuvo callada y continúo corriendo. Para ella era más traumático ver a su madre llorando que cualquier otra cosa, así que ella aceptaría el castigo.
—No tiene que correr todo el día— dijo Kain, Kokoro y Tsubaki lo miraron y sonrieron. Kain continuo —van a luchar contra uno de mis clones, será un buen entretenimiento—
—Sensei, vamos, no seas así— dijo Kiyomi y se detuvo —no tienes para que tomarlo personal, solo fue un pequeño desliz—
Kentaro también se detuvo, miró a Kiyomi bastante impresionado. La chica que humillo a los jounin estaba muerta de miedo por este tipo que lo único bueno que tenía era su cara. Kentaro examino a Kain, el cabello blanco peinado hacia atrás, los ojos azules y esa maldita sonrisa tan molesta como si supiera algo que el resto no sabía.
—Kiyomi— dijo Tsubaki con voz dura, pero Kain puso su mano en el hombro y ella lo miró.
Kain acercó su rostro, le dio un beso en la mejilla y le susurro —déjamelo a mi—
—Sí, cariño— dijo Tsubaki
Kain le guiño un ojo y miró a Kiyomi, le dio una mirada dura y le dijo —continua con tu entrenamiento, después del almuerzo hablaremos—
Kiyomi puso un rostro triste y asintió, ella empezó a correr mientras Kentaro se quedaba de pie observando su actitud. Él no lo podía creer. Kiyomi era la niña más fuerte que había conocido, pero Kain la afectaba tanto al punto de ser indefensa. Kentaro miró a Kain, lo examino de pies a cabeza y no lo encontró para nada fuerte. No tenía ni siquiera la mitad de la musculatura de su padre.
—Kentaro, idiota ¿Qué haces ahí de pie? Empieza a correr— grito Kokoro
—Sí, anee-san— respondió Kentaro y continúo corriendo.
Kain miró a Kokoro, alta, morena, cabello rubio y voluminoso. Ella puso una dulce sonrisa mientras miraba a Kentaro. Kain negó con la cabeza y acercó su rostro —okaa-san— susurro —creo haberte escuchado que no tenías que enojarte—
Kokoro miró a Kain, sonreía divertida y le respondió —no pasa nada por regañar a Ken-chan. Solo es lo típico, tú ya me conoces. Soy intensa—
—Sí, lo sé— susurro Kain, le dio un beso en los labios y continuo —sé que eres intensa, pero evita pasar malos ratos—
—Lo tendré encuentra, oto-san— dijo Kokoro y le robo un pequeño beso.
Kain sonrió, fue a buscar una silla y se puso entre Tsubaki y Kokoro.
—Anee-san, pásame a ese guapo— dijo Kokoro
—Este guapo— dijo Tsubaki con una amplia sonrisa mientras levantaba al gran Mugen y se lo pasaba a Kain —por favor, cariño, pásaselo a Kokoro—
Kain recibió a Mugen, el gran pelirrojo de la familia Uchiha. Era más grande que sus otros dos hermanos mayores que lo superaban en varios meses de vida. Kain lo acercó a Kokoro y ella lo tomo en brazos. Kokoro adoraba a Mugen y en cuanto lo tomo en brazos, le dio muchos besos en sus mejillas.
—Mugen-chan, vas a tener un hermanito, va a ser tan grande y robusto como tú. Espero que te lleves bien con él y lo cuides— dijo Kokoro con una brillante sonrisa en los labios —tienes que cuidarlo y enseñarle buenas cosas. De vez en cuando darle una lección, seguro que será un muchacho desordenado—
—Kokoro— dijo Tsubaki —¿No te molesta que Kentaro-san te desobedezca?—
—No— dijo Kokoro con total confianza —solo demuestra que está saludable. Yo me preocupo más cuando parece que él no está haciendo nada. Es como una forma de compensar su culpa y quiere decir que hay un enorme problema. Así que es más seguro cuando es rebelde y desordenado—
—Es…una forma bastante única de ver el comportamiento de los niños—
—Los niños en nuestra familia son enérgicos, inquietos, quieren superar a los adultos por todos los medios. Yo también fui así y a mi aniki le toco ponerme las reglas del juego bien claras—
—¿Eras rebelde?—
—Siempre— dijo Kokoro con una amplia sonrisa y miró a Tsubaki —me sentía sola y mi hermano se había casado con la madre de Kentaro. Yo creía que él me había sacado de su vida y yo ya no le importaba—
—Debió ser duro—
—Sí, mi aniki estuvo ahí, me hablo durante horas y también me dio unas buenas nalgadas. A veces pasaba toda la tarde diciéndome que me quería, pero yo no le creía. Fue una época difícil, pero gracias a eso amo a mi aniki con todas mis fuerzas. Es mi familia y mi segundo padre, por eso quiero tanto a este mocoso Kentaro. Es igual a mi aniki cuando era joven, solo que mi aniki se dejaba el cabello largo—
Tsubaki asintió entendiendo mejor la situación. Ella miró a Kiyomi, pudo leer la tristeza en su expresión. Kiyomi era una niña impulsiva, pero no era mala. Era como decía Kain, ella era muy dura consigo misma y a lo mejor, también muy estricta con Kiyomi.
—Gracias, Kokoro— dijo Tsubaki
—No sé lo que hice— dijo Kokoro con una amplia sonrisa —pero cuando se te ofrezca— ella volvió a mirar a Mugen y no pudo evitar llenar de besos sus mejillas regordetas.