El ocaso era visible en el cielo, la temperatura había bajado varios niveles, pero Kain seguía contemplando el paisaje. Sus pensamientos se movían entre la melancolía de perdurar en el tiempo, la felicidad de conocer a alguien y tristeza de perderla. Carmen se fue hace mucho, pero aun la recuerda. Su historia con Ciri quedo a medio camino. Hay una promesa de por medio y la esperanza de reencontrarse. Ahora esta Elizabeth y Layla, dos personas que él ha empezado a querer. Dos personas que están ligadas a este mundo y puede que se vayan cuando acabe este ciclo. Kain al pensar en esto último se sintió aún más cabizbajo, soltó un suspiro y siguió mirando al horizonte.
Casi al anochecer, una luz se movía por la montaña. Estaba corriendo un viento gélido. Así que Elizabeth pensando que era muy tarde, salió a buscar a Kain. Lo encontró sentado en un risco, mirando hacía la oscuridad. Ella se acerco hasta que su rostro fue visible, pero aun así, él no se inmuto. Elizabeth le movió el hombro y lo saco de sus pensamientos.
Kain se levantó como si no hubiera notado el cambio de horario y sonrió, después comento -parece que estuve pensando demasiado-
Elizabeth asintió, le limpió la nieve que había quedado en sus hombros y su espalda. Le puso una capa cálida, lo abrazo y le dio un beso. Ella le dijo -me tenías preocupada-
-Lo lamento, Eli. Vamos a casa, ya estoy mejor-
Elizabeth lo tomo de la mano y juntos bajaron de la montaña.
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Cuando entraron a la iglesia, vieron que pintora estaba durmiendo sobre la mesa. Layla les hizo un gesto para que no metieran ruido, pero por alguna razón, Pintora se despertó. Ella se levantó y abrazo a Kain en cuanto lo vio, noto que estaba frio y le dijo que no debería exponerse tanto. Después, con una actitud mandona, lo mando a tomar un baño caliente. Kain sonrió ante este gesto, le acarició la cabeza y se fue a bañar como le dijeron. Elizabeth lo acompaño y no volvieron hasta pasado dos horas.
Cuando Kain volvió, Pintora le informo que ya no debía llamarla Pintora. Que eso estaba mal, muy mal. Ahora se llamaba Eliana, le puso mucho énfasis en que debía recordarlo. Kain por otra parte, miro a Elizabeth y esta última algo avergonzada, abrazo a Eliana. Ella le dijo a Kain que le había ayudado a encontrar un nombre. Eliana algo orgullosa dijo que era normal. Que Elizabeth era su mejor amiga y que tener un nombre similar significaba que eran amigas predestinadas. Kain soltó una risita, las miro a ambas y les dio un abrazo. Eliana se quejó de que su abrazo era muy apretado, pero la sonrisa en su cara la traicionaba.
Cuando terminaron de conversar. Elizabeth se fue a dormir con Eliana y Layla con Kain.
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Una semana paso en un pispas. Kain ahora estaba frente a Eliana. Le dio un gran abrazo y se despidió de ella. Le dijo que junto con Elizabeth tenían que ir a un lugar. Eliana le dijo que no se perdiera, le dijo que no la podían dejar sola. Kain le dijo que fue una exageración, que Layla la acompañaría. Pero Eliana le dijo que los necesitaba a él y a Elizabeth. Esta ultima al escucharla le dio una gran abrazo y un beso en la cara. Le prometió que nunca la abandonaría y que siempre, siempre estaría con ella. Que no tenía que preocuparse.
Eliana asintió con algunas lagrimas asomándose y se despidió.
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Ahora Kain había vuelto a la Ciudad anillada. Estaban en la cima de la montaña. Las torres con enormes cúpulas de un rojo brillante, eran aun visibles desde este lugar. Kain miro hacia abajo y se dio cuenta que en el centro de la ciudad anillada, la oscuridad se movía sin ningún control. Soltó un suspiro y se imaginó lo peor. Espera que no pase nada, pero se dijo a sí mismo que no baje la guardia.
Al cabo de media hora de descenso, Kain y Elizabeth se encontraron con una criatura peculiar. Se llamaba así mismo, sabio pigmeo. Elizabeth y Kain no lo escucharon mucho, pero cuando él pigmeo les dijo que sabía de los oscuros planes del dios Gwyn, todo cambio.
-Mi nombre es Kain y ella es Elizabeth. Dime, viejo ¿Qué sabes del alma oscura?- pregunto
-Tú la quieres también, aunque no sirves al dios embustero, la quieres también- asintió el sabio y soltó una carcajada escalofriante -no hay problema con eso, no hay problema. Sin embargo el problema está en si la puedas encontrar-
Kain se sentó en el suelo frente al sabio, lo miro con más detención. Tenía una piel gris, una expresión oscura y sus ojos apenas eran visibles. Su piel estaba reseca, casi como una costra y su cabello era largo y blanco. Estaba recostado sobre el muro y les daba una sonrisa demencial. Kain pensó que el anciano, ya había pasado su mejor momento. Sin embargo un sabio es un sabio, y los pensamientos de Kain no quedaron ocultos.
-JAJAJA, lo sé, lo sé- dijo el sabio pigmeo -No me veo cuerdo, pero para alcanzar la sabiduría, no necesitas tal cosa. Incluso, a veces, es un impedimento, jajajajajajaja. Joven, puede que quieras el alma oscura, pero ahora solo quedan los fragmentos de los reyes pigmeos. Ellos no están aquí ni ahora. Pero si juegas bien tus cartas, puede que los alcances. A lo mejor hace siglos hubieras encontrado un alma oscura en las calles o en los rincones de la ciudad, pero ya no. A nuestros reyes pigmeos les pareció mal que todos los hijos de nuestro gran señor tuvieran un alma oscura, por lo tanto los mataron- el sabio pigmeo puso un rostro serio, su locura se esfumo y dijo -no saben que el ancestro fue engañado y que ellos mismos no son especiales. No saben que el dios rey le teme al alma oscura y nos teme a nosotros. Ahora que las últimas generaciones perduraron, se volvieron locos y egoístas…egocéntricos. Ahora nadie, excepto ellos tienen un alma oscura- la nariz del pigmeo se arrugo y declaro con furia -ojala los encuentres y los mates, Jajajajajajaja-
-Gracias por tu sabiduría- respondió Kain algo confundido
-No es nada, con tal de que alcances a esas basuras y las mates, te diría cualquier cosa. Mira, hoy estoy generoso y como este destino estaba presagiado en la oscuridad, te diré algo. En el centro de la ciudad hay una biblioteca, el lugar más preciado, en donde se guardan muchas cosas que te gustaran. Toma todo lo que puedas y no dejes que corrompa tu mente- entonces el sabio pigmeo miro por primera vez a Elizabeth y le dijo -señorita, siento que tienes una conexión especial con él. Cuídalo, el conocimiento lo puede trastornar-
Elizabeth por su parte miro esa demencial sonrisa. Asintió y no pronuncio ninguna palabra, pero tomo la mano de Kain con fuerza. Kain a su vez sonrió, le acarició el dorso de la mano, le dio un beso y le dijo -no te preocupes, nada me pasara-
El anciano dejo su rostro demencial y puso un rostro más calmado. Emitió una sonrisa amable y dijo -no he vivido en vano. Poder ver tal acto de amistad y amor, es un regalo preciado. Antaño era común, pero ahora ya no queda nadie que piense, sienta y ame en esta ciudad. Es lamentable-
Kain y Elizabeth asintieron. En el exterior, por lo menos en Lothric, tampoco queda nada así. Ellos miraron al anciano con compasión. Poder vivir tanto, solo para ver la desgracia de tu pueblo, se puede considerar un mal destino.
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Una vez que dejaron al sabio pigmeo, el dúo siguió bajando por la montaña. Caminaron por grandes pastizales que tenían un ancho de diez metros, después de eso, solo habían precipicios. En los costados habían lapidas y al final, cerca de lo que parecía ser un mausoleo, estaba un gigante sentado. Ellos se encontraron con lo que el sabio pigmeo llamaba "el perro Argo". Un gigante hipócrita, que con tal de perdurar por la eternidad, había vendido su dignidad y le lambía el culo a los dioses.
El juez Argo, era un gigante de cinco metros de altura, con un rostro grisáceo, las cuencas de sus ojos se veían oscuras como la mayoría de los no muertos. Su pelo era largo hasta los hombros, pero con una incipiente calva en el centro. Vestía una túnica de color gris.
En cuanto Argo los vio, levanto sus manos al cielo y un gran ejército de arqueros se levantó. Kain vio como los espíritus de cientos de guerreros eran invocados y se alistaban para atacarlos con flechas. Elizabeth quiso correr, le grito que trataran de vencerlo, pero Kain la forzó a esconderse detrás de las lapidas. Mientras la lluvia de flechas chocaba contra las lapidas. Kain le dijo -Elizabeth, escúchame. No podemos solo pelear de frente. A lo mejor podríamos vencer, pero el daño que recibiríamos es exagerado. Ocupemos magia de ocultamiento y lo matamos en silencio. No es necesario luchar de frente-
Elizabeth se quejó, pero Kain insistió y ella tuvo que ceder. Al rato, ambos se volvieron invisibles, caminaron sin emitir ruido, ni ser vistos. Se ganaron a diez metros del gigante Argo y Kain creo una nube de mercurio. El gigante al cabo de diez minutos cayo de espaldas, pero su cuerpo se convirtió en partículas doradas y desapareció. Kain frunció el ceño y entendió porque decía el sabio pigmeo, que el juez era inmortal. Lo que combatieron era una proyección espiritual.
Kain le explico esto a Elizabeth. Ella lo acepto, pero le dijo que deberían luchar más. Sin embargo Kain le dijo que no era buena idea. En la residencia del alma oscura, todas las cosas deben hacer daño de oscuridad y eso no era bueno, ni para él ni para ella. Elizabeth le dijo que sería inevitable que se enfrentaran a enemigos. Kain asintió y le dijo que cuando eso pase, no había más remedio que luchar. Pero si no era obligatorio, era mejor que lo evitaran. Le explico que la oscuridad te puede dañar, pero si se mete en tu cuerpo y después en tu alma, te puede afectar. Elizabeth entendió esto y Kain le dijo que no se quitara el amuleto que le había dado. Que era una buena forma de combatir las maldiciones y la oscuridad. Elizabeth asintió, beso el amuleto y lo beso a él. Kain le dijo que no era el momento para esas cosas, pero Elizabeth mostró una sonrisa y le dijo que nunca es un mal momento. Kain soltó un suspiro mientras asentía.
Con la magia de ocultamiento, Kain y Elizabeth vieron muchas cosas. En la Ciudad Anillada habían una enormes langostas del tamaño de una persona. No los podían ver a ellos, pero ellos si los vieron y presenciaron cómo las langostas se comían algunos cadáveres humanos. A su vez tenían rostros humanos, hablaban entre ellos cómo humanos, pero no se comportaban como tales. Eran más como animales que habían alcanzado cierto raciocinio. Kain le dijo a Elizabeth que tuviera cuidado y que se mantuviera alejada de ellos.
Después de eso, siguieron bajando por lo que parecía ser un mausoleo. En ese lugar se encontró con algunos sacerdotes, pero todos emanaban oscuridad. Kain le dijo a Elizabeth que se escondiera y que lo esperara. Que probaría cual es la fuerza de este lugar y después ella tendría su oportunidad.
Kain avanzo por un jardín que estaba al aire libre. Este se extendía por cuatro metros y al final se veían unas escaleras. Él se acercó a dos metros del sacerdote, quito su magia de ocultamiento y espero a ver la reacción. El sacerdote usaba un caparazón similar a los peregrinos de Londor y se movió en cuatro patas como una tortuga. Al ver a Kain, se asustó, murmuro algunas cosas en una lengua desconocida, junto sus manos y realizo un milagro. Un círculo apareció debajo de Kain, este emanaba energía divina y oscuridad. Kain frunció el ceño y se apartó de círculo, pero el sacerdote no se detuvo y le quiso dar una puñalada. Kain dio un salto hacia atrás, creo un arco eléctrico y le lanzo una flecha. Esta golpeo en el caparazón, pero fue repelida. Kain apunto a la cabeza del sacerdote y la reventó de un flechazo.
Después de que muriera el sacerdote, Kain deshizo el arco y unos pasos se escucharon. Eran calmados, pero con una fuerza y un peso elevado. Desde la escalera apareció un guerrero. Iba cubierto por una armadura y un velo oscuro. Su rostro no era visible pero en su pecho había un enorme agujero negro con un borde rojo como el fuego. El guerrero vio a Kain, levanto su espada, esta se encendió con una gran llamarada y camino con la intensión de luchar. Kain creo sus katanas de cristal mientras se ponía en posición de combate. Él no se movió, pero el guerrero camino hasta él. Lanzo varios golpes los cuales Kain evito. Retrocedió dos pasos, puso una gran sonrisa y murmuro "esto si es un guerrero". Se lanzo contra el guerrero, este ultimo contrarresto el avance con una estocada pero no sirvió de mucho. Kain paso por debajo de la espada y lo trato de apuñalar en el abdomen. Sin embargo, la espada se quebró al contacto. Kain al ver esto, dio un salto hacía atrás y miro su mano, después miro al guerrero y sonrió. Kain pensó que este lugar tenía una buena herrería. Ya estaba contando los libros con maravilloso conocimiento que encontraría.
Kain tomo la espada que le quedaba y la imbuyo en luz solar. Tomo una postura en donde sostenía la espada con las dos manos, sus piernas estaban a la altura de sus hombros y la espada estaba inclinada en un ángulo vertical de cuarenta y cinco grados. El guerrero por otra parte, encendió su espada una vez más, la levanto con sus dos manos y de un salto, trato de dar el golpe definitivo. La espada paso quemando los cabellos de Kain. Este último se agacho lo suficiente, espero a que pasara la espada, levanto su postura y corto el abdomen del guerrero. Después eso, paso dando un giro, se posiciono en la espalda y clavo la katana en la garganta de su adversario.
El guerrero cayo al suelo, soltó su espada y su alma abandono este mundo. Solo quedo su armadura, la cual Kain investigaría en otro momento. Elizabeth por otra parte salió de su escondite y le dijo que era injusto. Kain le dijo que era un combate entre guerreros y que la próxima vez sería su turno. Por otra parte, Kain le dijo que tuviera cuidado de los sacerdotes. Kain recalco que los milagros que hacían los sacerdotes, estaban dotados de una energía oscura, casi corrosiva.
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Durante una semana. Elizabeth y Kain estuvieron deambulando por todo el sector del mausoleo y sus proximidades. Los edificios aledaños parecían ser viviendas. En estos se encontraban las cosas básicas para vivir pero ninguna de ellas servían. Una de las torres conservaba una puerta firme, por lo cual, Kain y Elizabeth la ocuparon como base. Ocuparon la parte superior de la torre para vigilar los alrededor. Dentro de la torre encontraron varios documentos, los cuales relataban varios sucesos. Nada significativo, pero por lo menos aprendieron como se llamaban los guerreros de negro con armas llameantes. Se les llamaba caballeros anillados. Su creación viene desde la época de la gran guerra. Fueron aliados del dios Gwyn. Kain lo encontró extraño, ya que en la biblioteca de Lothric, no hay registros de tal cooperación. En todos los libros que leyó, siempre se hablaba de la gloriosa victoria del dios Gwyn y sus asociados, sin embargo, en ninguna parte se habla de los pigmeos.
-¿Qué haces?- pregunto Elizabeth, ella llevaba solo una polera. Se acerco a Kain por detrás y le puso los senos contra la espalda. Kain sintió esa suave sensación, miro por la ventana y vio que ya era bastante tarde. Él se dio la vuelta, dejo el libro que estaba leyendo sobre el escritorio. Miro a Elizabeth y esta ultima sonrió. Ella le pregunto en un tono coqueto -¿vamos a dormir?-.
Kain sonrió, miro una vez más por la ventana, reviso que todo estuviera en orden y le respondió -por supuesto-
Entonces Elizabeth se quito la polera y jalo a Kain a la cama.
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-Fuu, eso fue intenso- dijo Elizabeth mientras retiraba su espada del cuerpo de su adversario. El caballero anillado comenzó a caer mientras se desvanecía junto a su armadura. Kain pensó que esto fue una pena, pero dejo esos pensamientos aparte y fue a ver a Elizabeth. Esta última le dio una mirada suave, su tes estaba algo pálida por el cansancio pero no tenía heridas. Ella le dijo -he peleado contra esos caballeros varias veces, pero cada vez me sorprenden, por favor, llévame-
Entonces Elizabeth se desplomo en los brazos de Kain y este último, la recibió. Utilizo magia de ocultamiento y caminaron por lo que parecía ser un callejón lleno de flores. A la distancia se podían ver algunas langostas y más allá, algunos gigantes guerreros con enormes espadones curvos. Kain leyó hace poco que pertenecían a la legión de Harald. Un grupo de guerreros que hace mucho tiempo, anduvieron buscando el alma oscura. Al parecer fallaron en ese propósito, por lo cual, ahora deambulan por los alrededores como la mayoría de los no muertos. Sus cuerpos han sido corrompidos por la oscuridad. Así que han empezado a emitir un miasma oscuro y sus armaduras están cubiertas de raíces.
Cuando Kain paso por unas escalinatas, subió por treinta metros, doblo a la derecha y siguió por un callejón. Después de veinte metros, llego a la torre. Una vez dentro, desactivo su magia de ocultamiento y los dos fueron visibles. Elizabeth seguía durmiendo como un bebé. Kain por otra parte, siguió caminando. En el primer y segundo piso no había nada. Todo estaba limpio ya que se preocuparon de sacar todo lo que no servía. En el tercero tenían un comedor y un living. En el cuarto piso estaba su habitación, donde Kain había instalado una cama, un escritorio y algunos muebles. Tenían una alfombra junto a la chimenea y una ventana que daba a unos hermosos jardines colgantes.
Claro está, que no se quedarían durante mucho tiempo. Kain por lo menos, tenía pensado pasar unos dos días más aquí. Después de eso, avanzarían por el pantano de oscuridad, en el centro de la ciudad.
Cuando Kain llego al cuarto piso, deposito el cuerpo de Elizabeth en la cama. Por la ventana todavía se podía ver el sol, pero ya era casi la tarde. Kain cerró la puerta y se fue a bañar. Elizabeth siguió durmiendo y cuando se despertó, fue al baño algo somnolienta. Ella se tiro encima de Kain y le dijo que estaba agotada. Así que le pidió que la ayudara. Kain la ayudo a lavarse, se enjuagaron y después reposaron sus cuerpos en una tina con agua caliente. Elizabeth reposo su cuerpo sobre Kain, tenía una sonrisa llena de satisfacción. Miro a Kain varias veces, le daba algunas miradas juguetonas. Cuando ella sintió que ya habían pasado demasiado tiempo en el agua. Movió su mano para tomar, lo que según ella, era suyo. Sin embargo Kain la detuvo, ella lo miro consternada. Él por otro lado, le dio un beso apasionado y le dijo -haz estado muy activa últimamente, déjame que te enseñe una lección-. Entonces la tomo, camino a la cama, la tiro sobre ella, he hicieron el amor.
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-¿Llevas tu talismán?- pregunto Kain. Elizabeth se cuadro igual que un soldados y le respondió -sí capitán-. Ella después se desinflo mientras se largaba a reír. Kain negó con su cabeza y después reviso que tuvieran todas sus cosas. Una vez que estuvieron seguros, el dúo salió de la torre. Elizabeth la quedo mirando, le pregunto a Kain si podían pasar mas tiempo. Pero él le dijo que no podían, que había otras cosas que hacer. Al final Elizabeth acepto esta realidad y cuando cerro la puerta del primer piso, lo hizo con dolor.
Después de salir de la torre, caminaron por el callejón y bajaron por unas escalinatas. Se podían ver a las langostas trabajando en sus nidos. Eran retazos de un liquido negro y a su alrededor colocaban ramas de árbol como si fueran los bordes de un agujero. Kain tomo nota de esto, pensó un poco y le advirtió a Elizabeth que si veía un lugar así, se mantuviera alejada.
Caminaron por varios callejones, cruzaron una pasarela que pasaba por encima de unas enormes escalinatas. Estas iban desde el mausoleo hasta el centro de la ciudad. Después de pasar por la pasarela, se encontraron con algunos clérigos. Kain a estas alturas estaba dominando poco a poco su arco y ahora lo estaba mezclando con la luz solar. Se volvió un arma muy versátil. Le daba distancia, potencia de ataque y la seguridad de no tener que enfrentar enemigos molestos. Kain ahora podía eliminar a cualquier enemigo a doscientos metros de distancia. Pero lo mas sorprendente no fue esto. Elizabeth algo molesta porque Kain vencía a todos los enemigos, utilizo su magia y creo su propio arco de magia. Kain la quedo mirando raro. Él tuvo que leer el milagro para poder entender la estructura de la magia y poder ocuparla. Sin embargo Elizabeth en un arranque de inspiración hizo algo original sin que nadie le enseñara.
Kain ante esto, soltó un suspiro y lo único que le pudo decir es que ella era increíble. Elizabeth puso una sonrisa tonta durante todo el día y casi la caga atacando a un grupo de soldados de Harald. Enfrentarse a uno o dos no era tanto trabajo, pero a seis ya era un reto. Por lo tanto, cuando ella ocupara su arco, primero debería pedir permiso y no atacar a todo lo que tuviera en frente. Kain se lo prohibió de manera directa a lo que ella, acepto de mala gana.
Kain estiro su arco de luz solar y mato a un sacerdote.
Elizabeth lo miro, apretó sus manos varias veces y le pregunto -¿puedo ocupar mi arco?-.
Kain la quedo mirando con algo de desconfianza, pero ante esa mirada, poco se pudo resistir -esta bien, pero ten cuidado a lo que le disparas-.
-Bien- dijo Elizabeth mientras apretaba su puño derecha. Después levanto la vista y miro alrededor. No quedaban enemigos, así que se quejo. Kain le dijo que los próximos que vieran eran suyos, a lo que ella acepto mientras gruñía.
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Mientras avanzaron se encontraron con diez sacerdotes, los cuales fueron reclamados por Elizabeth. También apareció un caballero anillado, pero este fue vencido por Kain. Elizabeth se quejó, pero Kain le dijo que era su turno. A lo que ella a regañadientes acepto. Después de eso avanzaron por un amplio callejón. Había pasto en el suelo y enredaderas por las paredes, podría parecer desprovisto de cuidado pero se veía lindo. Algunas flores adornaban el suelo. Elizabeth recogió algunas mientras que Kain le decía que estuviera atenta. Ella le dijo que no era necesario, que para eso lo tenía a él. Kain quiso decirle algo, pero no la pudo refutar. Al final solo añadió que tuviera cuidado.
Después de pasar un extenso jardín, el dúo cruzo una pasarela. Notaron que un olor acre impregnaba el aire y al pararse en medio de la pasarela, se dieron cuenta que estaba a solo unos cincuenta metros del pantano de oscuridad. Kain quería tomar el camino corto, saltar y llegar lo antes posible, pero se retuvo. Era mejor bordear y ver que había en las proximidades. Por lo tanto, siguieron su camino. Ya al otro lado de la pasarela, caminaron por más jardines, no encontraron enemigos pero si encontraron un edificio destruido por los lados. Dentro no había nada, salvo siete sillas haciendo un perfecto circulo y en una de ellas, su amigo Lapp.
Elizabeth quiso correr, pero Kain la detuvo. Utilizo magia de ocultamiento y escucho lo que decía Lapp.
-Maldita sea, para, para. Soy irrompible, irrompible-.
Kain y Elizabeth quedaron todo el tiempo escuchando a Lapp. Por lo menos cinco minutos, donde él repetía una y otra vez que era irrompible. Kain tomo una profunda respiraci��n, tomo a Elizabeth y la alejo del edificio. Ya a unos diez metros de distancia le dijo -ten cuidado Eli. No sabemos cómo vaya a ser una vez que recupere sus recuerdos-. Elizabeth algo perturbada asintió.
Después Kain volvió a la torre, pero Lapp ya se había ido. Elizabeth y él revisaron por todos lados pero no lo encontraron. Al final Kain desistió de querer encontrar a Lapp y siguió su camino. Caminaron rodeando todo el borde del pantano de oscuridad. Al final del día se alegraron de haberlo hecho. En el lado izquierdo del pantano, estaba lleno de soldados de la legión de Harald, por lo menos quince. Al otro extremo estaban las langostas. En medio estaba el juez Argo vigilando. Kain miro pensando como surcar los obstáculos. Atrás del juez Argo, un poco a la derecha, estaba lo que el sabio pigmeo le hablo. Era una construcción majestuosa que se estaba hundiendo en el pantano de oscuridad. La parte superior era visible y la custodiaban cuatro caballeros anillados. Kain pensó que deberían haber grandes tesoros como para que hubiera tanta seguridad.
Kain murmuro -al juez Argo lo podemos matar con la nube de mercurio. El problema son los caballeros anillados. Podemos pasar desapercibidos, pero una vez que queramos entrar, nos atacaran sin demora-
Elizabeth lo quedo mirando y le dijo -Kain, ¿Por qué no ocupas tu magia de cristal y la imbuyes en luz solar?. Eso los mataría de una-
Kain la miro, soltó un suspiro, le dio un pequeño beso y le dijo -no podemos Eli. No sabes que haya en las proximidades y si somos muy escandalosos. Podrían venir refuerzos. ¿te imaginas peleando con veinte caballeros anillados a la vez?-. Elizabeth se puso pálida y negó varias veces. Con uno quedaba exhausta, pero veinte era buscar su muerte. Kain por otra parte sonrió al ver esa expresión y continuo -esas cosas, los seres de oscuridad, por alguna razón, escapan de mi visión espectral. No sé si será por su constitución-
Elizabeth quedo pensando por un momento y al final se rindió. Miro a Kain y le pregunto -¿Qué hacemos?-
-Tendrá que ser todo con magia de ocultación y nubes de mercurio-
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Una vez que el juez Argo y los caballeros anillados murieron. Kain entro a lo que quedaba de la biblioteca. Todo estaba oscuro. Tuvo que encender su vista espectral. Kain tomo en consideración las dimensiones y salto del techo hasta un candelabro. Después mantuvo su magia de ocultamiento, lanzo luz cinco veces y la biblioteca se ilumino. Desde el candelabro hasta el piso habían cinco metros de distancia. El techo era una cúpula con bellos dibujos. Por otra parte, los pilares y murallas fueron tallados con gran detalle. Todo el lugar estaba lleno de estantes con libros. Solo en el centro y en la recepción se podían ver espacios vacíos. Pero todo lo demás, estaba lleno de libros. Kain emitió una sonrisa, su corazón palpitaba con intensidad y se preguntaba que tesoros se encontraría.
-¡Kain!- grito alguien. Kain mismo se horrorizo, miro en todas direcciones y no escucho ning��n movimiento. Soltó un suspiro de alivio y después miro hacia arriba. Todo parece que fue en cámara lenta, vio cómo le caía un trasero metálico en la cara. El candelabro cedió y cayó al piso generando un gran estruendo. Si el cuerpo de Kain no fuera tan duradero habría muerto. Pero cuando él pensó en quien le había caído encima, se asustó. Miro a Elizabeth que estaba inconsciente. Miro al techo y escucho cómo unos pasos se acercaban. Él lanzo una vez más la magia de ocultamiento y vio cómo un caballero anillado se acercaba. Este último cerro la escotilla que era la salida por el techo y no hubo más movimiento. Kain soltó un suspiro de alivio y después lanzo un milagro para sanar a Elizabeth. Estaba un poco molesto por lo que paso, pero al final no dijo nada. Después de mirar las paredes, Kain se dio que un treinta por ciento de estas eran vidrio y de manera sorprendente, aguantaban la presión del pantano de oscuridad. Kain quedo maravillado solo con esto.
Después de qué Elizabeth descanso, se levantó renovada y se disculpó por lo sucedido. Le contó a Kain que habían llegado tres caballeros anillados y aunque pusiera todo su esfuerzo, no podría vencerlos. Kain acepto esto sin culparla, le dio un beso y le dijo que no pasaba nada. Que se alegraba que estuviera a salvo.
Elizabeth se puso a reír, miro a Kain y le dijo -era verdad lo que dijo Ciri. Te pones romántico en los peores lugares-. Después se largó a reír y Kain se sintió algo avergonzado.