Por la tarde, Flora y Kain se separaron, este último se había comprometido a ayudar a Hephaestus.
Una vez que llego a la mansión, entro sin el mayor problema y se dirigió a la fragua, en la parte posterior de la mansión. Ahí Hephaestus tenía su taller, un habitación secreta que se encontraba sellada por un estante de libros. No obstante, el estante estaba semi abierto, dejando así salir un tintineo constante.
Kain tiro del estante para abrirlo un poco más y entro a la habitación. En su interior encontró a Hephaestus trabajando en el yunque. En su mano izquierda tenía una pinza con la cual sostenía un hoja de metal al rojo vivo. Al mismo tiempo, con su mano derecha manipulaba el martillo en un movimiento constante. Cada martillazo templaba el metal y hacia saltar las chipas. Hephaestus estaban super concentrada, ni siquiera noto la presencia de Kain. Así que este último se quedó a unos metros de ella, mirando como progresaba el trabajo.
Media hora más tarde Hephaestus termino de moldear la hoja y después la metió en una cubeta con agua, la cual emitió un fuerte vapor que ascendió hasta el techo. Kain camino hasta una de las ventanas de la habitación y la abrió por completo. De esa manera se oreo la habitación y Hephaetus se dio cuenta de su presencia.
-Vaya- dijo Hephaestus en modo sarcástico -el señor se digna a venir. Creo haberte dicho que llegaras temprano-
Kain hizo una sonrisa incomoda y le respondió -lo siento, tuve que hacer algunas cosas con Flora y Hera. Ya ves, parece que logre que la guerra cesara definitivamente. Al menos, puedo creer que Dorian lo logro-
Hephaestus soltó una carcajada contagiosa y corrió para abrazarlo -ya me imagino a Flora- dijo divertida -y a esa mujer en un mismo cuarto. Tuviste suerte que no anduvieran con armas-
-No seas así- respondió Kain con una amplia sonrisa -ellas no son ese tipo de persona-
-Tal vez- respondió Hephaestus dejando la incógnita, levanto su rostro y le ofreció sus labios. Kain se agacho y la beso mientras se abrazaban. Fue un beso largo, que acorto los dos días que estuvieron separados. Una vez que se separaron, Kain miró más detenidamente el rostro de Hephaestus y le encontró una mancha de tizne negro en el pómulo derecho. Se echó un poco de saliva en el pulgar y le froto la suciedad. Por su parte, Hephaestus solo se dejó cuidar y lo miró durante todo el tiempo a los ojos.
Una vez que él termino, Hephaestus le dijo con una amplia sonrisa -por mi está bien, mientras ellas pierden su tiempo luchando, yo obtengo más de ti-. Entonces se pasó la mano por el vientre, que todavía estaba plano y sonrió con cariño en sus ojos.
Kain se acercó una vez más, le levanto la barbilla y la beso. Hephaestus correspondió el avance colgándose del cuello y besándolo con todos sus sentimientos. A ella no le importaban esas cosas por las cuales competían Isabel y Hera, a ella le importaba que Kain la tuviera en su mente. Estos quince años han sido maravillosos. Al punto que su anterior existencia parece un tiempo perdido y sin sentido.
Después de un rato se volvieron a separar y esta vez Hephaestus dijo -Kain, me quedan dos espadas, ayúdame-
-Claro- respondió Kain, se remangó la camisa y se fue al fuelle para avivar la llama. Por su parte, Hephaestus trajo dos barras de acero de damasco ya procesadas y las coloco al fuego. Al poco rato el metal quedo al rojo vivo y Kain tomo una de las pinzas para retirar una de las barras. La llevo al yunque y tomo uno de los martillos de Hephaestus para comenzar a trabajar el metal.
Por su parte, Hephaestus salió de la habitación y trajo una silla, se sentó mientras se acariciaba el vientre y miró a su marido trabajar. Como siempre, Kain tenía una buena técnica y le imprimía bastante fuerza a sus golpes. Si fuera un novato cualquiera habría malogrado el metal y hubiera echado a perder el trabajo. Pero en el caso de Kain, la técnica que ocupaba era todo un misterio. Hephaestus lo quedó mirando embelesada durante un buen rato. El tañido del acero era armonioso, casi melódico, como si fuera un instrumento musical. Era el mismo sonido que ella y otros herreros producían, pero cuando lo hacía Kain parecía ser un sonido tan diferente. No obstante, en su ensoñación, Hephaestus cayó en la cuenta de que eso no era un trabajo de diosa de la forja.
-Kain- dijo Hephaestus en un tono fuerte -detente por favor-
Kain quedo con el martillo a mitad de camino y le dirigió la mirada -¿Qué pasa amor?-
-Tienes que hacerlo con la forma que te enseñe, de lo contrario, la gente se dará cuenta de que yo no lo hice-
Kain torno los ojos al cielo y soltó un suspiro -está bien, lo haremos a tu modo- dijo -menudo desperdicio de material-
-No te enojes- respondió Hephaestus con el ceño fruncido -solo porque tu técnica sea mejor, no quiere decir que estés por encima de mí. Si tuviera mi divinidad al cien por ciento ni siquiera me podrías igualar-
-Sí, estaría por encima de ti- dijo Kain con una sonrisa burlona
-¿Cuándo sería eso? Lo dudo con todo mi corazón-
-Por las noches y las mañanas- dijo, le guiño el ojo y siguió moviendo el martillo al estilo de Hephaestus.
Hephaestus se tapó la boca y se rio de lo estúpido que fue ese comentario. "Hombre cochino" pensó.
-o-
Ya de noche, Kain y Hephaestus estaban cenando en la terraza de su dormitorio. Todo estaba muy tranquilo y solo se escuchaba el tintineo de los cubiertos y el canto de los grillos. La terraza estaba iluminada por dos farolas, cuya luz se dispersaba a los pocos metros, dejando el bosque alrededor de la casa como un lugar oscuro en donde lo único que destacaban era la luz de las luciérnagas.
Mientras comían, Hephaestus notó su copa vacía y le dio un mirada a Kain. Este último se demoró un poco en entender lo que quería, pero cuando lo entendió, se negó.
-No, ya fue suficiente- dijo Kain -con esto ya vaciamos la segunda botella y te recuerdo que la segunda casi te la bebiste sola-
-Eres tan aguafiestas- respondió Hephaestus en un tono mimado -algún día te voy a robar ese rico vino y voy a descubrir cómo hacerlo-
-Adelante, inténtalo, me traes un poco cuando lo logres-
-Tan molesto, hoy te haré tragar tu orgullo-
Kain sonrió y le guiño un ojo. Al final, igual saco otra botella vino, la puso sobre la mesa y dijo -esta será la última ¿entendido?-
Hephaestus puso una gran sonrisa y acerco su copa mientras asentía. Cosa que hizo preguntarse a Kain si había entendido su indicación. Al final le sirvió la copa de vino y Hephaestus fue la más feliz del mundo.
El estus podía ayudar a los dioses a sanar sus cuerpos y reconfortar sus espíritus. No le haría nada en especial, ya que, en su estado de divinidad, poco los afectaba. Después de todo, el alma de los dioses es cien veces más fuerte que la de un ser humano, dado que tienen que soportar la presión constante de su núcleo divino. El cual, está constantemente enviando energía a todo el cuerpo.
-¿Qué quería Flora?- pregunto Hephaestus después de degustar el vino, se relamió los labios y dejo la copa en la mesa para retomar sus cubiertos y terminar su comida.
-No lo sé, ósea, sí lo intuyo, pero ella no me dijo nada- dijo Kain mientras cortaba un trozo de carne, se lo echo a la boca, lo comió y continuo -lo más probable es que me quiera presentar a su pretendiente. Ya más o menos me hago una idea de quien puede ser, pero prefiero que ella me lo diga. Por otro lado, no sé si he sido un padre demasiado duro como para que dude tanto en decirme ¿Qué piensas tu? ¿he sido demasiado duro con mis hijos?-
Hephaestus miró a Kain y le dijo con un rostro que reflejaba resignación -puede que tenga miedo a defraudar tus expectativas-
-¿Qué expectativas? Mientras sea un tipo decente y confiable, por mi está bien-
-Lo dice el hombre que ha entrenado a los mejores aventureros de Orario. Entiende que los niños tienen estándares demasiado elevados-
-Bueno- respondió Kain algo cansado -puede que tengas razón-
-Como siempre- dijo Hephaestus con una sonrisa triunfal
Kain soltó una carcajada y le pregunto -¿de dónde sacas esa confianza?-
-Mira quien lo dice-
Ambos se miraron a los ojos y se largaron a reír a carcajadas. Después de terminar la cena, y la botella de vino, se fueron a dormir como siempre. Hicieron el amor y durmieron abrazados.
-o-
Tres días después, Flora recién se aventuró a conversar con toda la familia. No fue una confesión en el sentido estricto de la palabra, pero les dijo que tenía alguien que le gustaba y se lo quería presentar a su padre. Kain acepto ya mentalizado con lo que iba a pasar y le dijo que hicieran una comida para toda la familia. A lo que todos accedieron de buen agrado.
Ese día domingo, Kain y sus esposas se levantaron temprano, limpiaron la casa de principio a fin y prepararon en el jardín florido una larga mesa y veinte sillas. Después decoraron con un mantel, candelabros y la mejor vajilla que tenían. Todos estaban muy emocionados con lo que iba a pasar, tanto así, que Deméter y Aina se desvivieron buscando la ropa perfecta para sus hijas. Solo eran niñas de cuatro y diez años, así que como a eso de las siete de la tarde quedaron fuera de combate. Ahí se fue todo su esfuerzo en hacer que las niñas se vieran lo más presentable posible. Solo Kain fue feliz, ya que vio el resultado final antes de que ellas se durmieran. Ambas se veían adorables, con cintillos blancos, su pelo peinado hacia atrás y un hermoso vestido blanco cada una.
Como a eso de las ocho de la tarde llego Hera en su carruaje, por alguna razón, la acompañaban los tres idiotas; Jason, Odiseo y Aquiles.
Kain los fue a recibir mientras solicitaba a Dorian para cargarlo en sus brazos. Era un poco extraño, ya que se debatía entre sonreírle a su hijo y darles una mirada inquisitiva a los tres idiotas. Jason y Odiseo se rieron, mientras que Aquiles se ponía pálido. Kain le quiso preguntar en ese mismo momento, pero Hera se lo llevo de vuelta a la casa y quedo con la pregunta pendiente.
Media hora después, llamaron a Kain para que se arreglara para la ocasión. No quería, estaba entretenido jugando con su hijo, pero la orden fue categórica. Al final, tuvo que dejar a su hijo e ir a arreglarse.
Como a eso de las nueve de la noche, todo estaba listo. Había llegado Flora vistiendo un hermoso vestido amarillo, muy elegante y demasiado revelador en la parte de los senos. Kain frunció el ceño, cosa que hizo preocuparse a Flora, pero el codazo de Isabel le cambió a Kain la cara.
Después de eso, junto a la última luz que proyectaba el sol, todos se sentaron a la mesa y comieron una agradable cena. Como siempre, Kain estaba a la cabecera, Hera e Isabel a sus lados. Después los seguían Deméter, Hephaestus, Aina y Mikoto. Kain había querido invitar a Riveria, pero esta última estaba de excursión con su familia. Pero volviendo al tema, después de todas sus esposas venían sus hijos y al fondo, los tres idiotas.
Kain miraba a lo largo de la mesa y se enfocaba en los tres idiotas. Dos de ellos estaban muy cerca de su hija, así que estaba resolviendo quien había sido el desgraciado. No fue difícil, ya que desde pequeña, Flora se sintió atraída por Aquiles. Lo siguió persiguiendo durante años como a un hermano mayor y por alguna razón, no le resultaba extraño que haya desarrollado sentimientos por el muchacho. Aquiles era bien parecido desde pequeño, era uno de los mejores aventureros de Orario y alguien respetuoso. Muy diferente de Jason y Odiseo que llevaban una vida de libertinaje, Kain nunca le supo que tuviera otra relación sería más que con Irene (la antigua capitana de la familia).
Mientras Kain pensaba en estas cosas, dos pellizcos lo sacaron de sus pensamientos. Hera e Isabel lo estaban mirando con reproche.
-Kain- dijo Hera en un tono estricto -la gente no es capaz de comer tranquila si pones esa mirada inquisitiva-
-Así es- añadió Isabel -mantén las cosas amistosas y no arruines la noche de nuestra hija-
Kain negó y soltó un suspiro. Después se concentró en su plato y siguió comiendo.
Una vez que terminaron la comida, el sol se había escondido por completo y la única luz que había era la de las farolas del patio. Por otro lado, la mesa estaba dividida en dos; los adultos, que eran Kain y sus esposas. y el otro grupo eran los jóvenes, que eran conformados por los tres idiotas (los cuales no eran tan jóvenes) y los hijos de Kain. Se reían de manera escandalosa y cuando los adultos alcanzaban a escuchar algunas cosas, también se partían de la risa.
En medio de reírse, Flora le tomo la mano a Aquiles, le susurro algo al oído y él asintió. Entonces se pusieron de pie y todo el mundo calló. Lo único que se escuchaba era el canto de los grillos y el paso de la brisa nocturna. Al mismo tiempo, Aquiles y Flora se enfocaron en Kain.
-Maestro- dijo Aquiles con cierto nerviosismo -yo, sé que usted nos ha dado mucho. Usted creyó en nosotros cuando nadie más lo hizo. Usted y nuestra diosa han sido como nuestros padres, estrictos y buenos a la vez. Por todo esto, quisiera agradecerle por todo, cada lección, cada regaño que nos dios-
-Idiota- le susurro Jason -no es momento para agradecer, ve al grano-
Aquiles asintió y miró a Flora a los ojos. Después se enfocó en Kain y le dijo -esta noche yo quisiera pedirle la mano de Flora en matrimonio. Sé que no tenemos la misma edad, eso todos los sabemos, pero quiero decirle que la quiero-
Flora derramo lágrimas, las cuales se las seco con el dorso de su mano y miró a su padre con una amplia sonrisa.
Kain agacho la mirada, soltó un suspiro y se sentó correctamente en la silla, con la espalda apegada al respaldo y los hombros abiertos -Aquiles, muchacho, te conozco desde niño. Te conocí cuando llegaste a Orario junto con tus hermanos. Sé quién eres y confió en ti. Ya lo suponía- dijo Kain mostrando una sonrisa burlona -pero fuera de lo que a lo mejor piensan, no estoy molesto ni nada. Si es por la edad, yo soy mucho mayor que la mayoría de mis esposas, así que nunca me quejaría por eso. Solo te pido que cuides de mi hija y la hagas feliz, mientras me prometas esto, les daré mi bendición-
Flora miró a Aquiles con ojos esperanzados y este último no la defraudo. Aquiles les regalo a todos una amplia sonrisa rebosante de confianza y le respondió -lo prometo maestro, prometo protegerla y velar porque sea la persona más feliz-
-Padre- dijo Flora entre lágrimas y una sonrisa -yo también lo prometo, seré alguien responsable y me preocupare de apoyarlo en todo lo que pueda-
Kain sonrió feliz y asintió. Entonces saco de su anillo varias botellas del vino que tanto ama esta familia y dijo -entonces brindemos-
Todos se pusieron en pie y se pasaron las botellas, todos sonreían felices y estaban al borde de la euforia. Las mujeres lloraban y los muchachos se reían de Aquiles. Lo molestaban con lo nervioso que se puso. Kain incluso escucho que Aquiles había pensado en traer sus armas por si acaso era necesario ganar la mano de Flora a través de la fuerza. Lo cual agradeció que no tuviera que ser así.
Una vez que todos estuvieron listos, Kain tomo un tenedor y le dio unos golpecitos a su copa. El tintineo del cristal atrajo las atenciones y dijo mientras alzaba su copa -Por los novios, que sean muy felices-
-Que sean muy felices- dijeron todos al unisonó y levantaron sus copas.
-o-
Como a eso de las dos de la madrugada, todo había terminado. Se había limpiado y cada quien se fue a su propia casa o se fue a dormir a su cuarto. Como a eso de las tres de la madrugada, Kain dormía con Aina. La misma unión de Flora la había emocionado, así que Kain tuvo un sexo bastante alocado. Después de eso, se dieron una ducha y se fueron a dormir. No obstante, por alguna razón, Kain se sentía incomodo en ese momento. No por flora y Aquiles, sino que sentía que algo estaba fuera de lugar. Así que como a las cuatro de la madrugada se levantó y camino hasta el ventanal que daba al patio. Debajo del manzano vio un pequeño punto ígneo, como si fuera el tabaco encendido de un pipa. Kain movió la cortina por completo y encendió su vista espectral. Era el viejo monstruo que decía ser su padre, lo que le dio un alivio a Kain.
Kain trato de encontrar su ropa en medio de la oscuridad, pero no sirvió de nada su consideración. Aina se despertó y encendió la luz de su velador. Tenía una mirada cargada de sueño y su cabello verde desordenado.
-¿Qué pasa, Kain?- pregunto Aina
-Nada, amor- respondió Kain mientras se ponía un pantalón -un viejo conocido está afuera. Necesito ir a hablar con él-
-¿Seguro?-
-Seguro, seguro, ya vuelvo-
-Bien- respondió Aina -vuelve luego-
Kain asintió y continuo poniéndose la ropa. Una vez que estuvo listo, fue hasta el lado de Aina y le dio un beso. Después se fue a ver al viejo Xiao.
Kain encendió las luces y salió al patio a conversar con el viejo Xiao. El primordial estaba sentado en una de las sillas de la terraza, bajo el gran manzano. De su pipa salía una pequeño rastro de humo que se elevaba y que se dispersaba junto a la brisa de la noche.
Kain camino hasta adonde estaba él mientras lo único que se escuchaban eran sus pisadas. De vez en cuando se escuchaba el ladrido de un perro a lo lejos y el cantico de los grillos.
Tomo una de las sillas y se sentó al frente del viejo, solo separados por una mesa redonda.
-¿Cómo haz estado?- pregunto Kain mientras apoyaba los codos en la mesa -hace años que no vienes ¿Ya es tiempo?-
El viejo Xiao negó con seriedad, cosa que no le agrado tanto a Kain, no significaban buenas noticias.
El viejo soltó una bocada de humo y le pregunto -¿Cómo ha estado la vida?-
-Bien, bien- respondió Kain con una sonrisa -lo hijos crecen demasiado rápido y apenas me doy cuenta cuando ya se van de la casa. Hoy se comprometió mi hija mayor, la hubieras visto, estaba hermosa-
El viejo Xiao soltó una risita feliz, algo apagada por un sentimiento pesado, pero feliz al fin y al cabo. Soltó una exhalación y le dijo -esto, puede que te parezca complicado, pero debes entender que somos intrusos en este mundo-
-Lo sé, me lo has repetido un millar de veces-
-Entonces espero que estés preparado-
Kain levantó la ceja y le pregunto -¿Qué quieres decir?-
-Ese tipo, el dueño de este mundo quiere que duermas por un tiempo-
-¿Cuánto?-
-Un año-
-¿Por qué?-
-Vamos Kain- dijo el viejo Xiao con cierto fastidio -sabes que esto no es negociable, no voy a luchar con ese tipo por una pequeña estupidez. El destino tiene que seguir su curso y tú lo sabes. Si te metes de por medio y lo modificas, todo este mundo habrá perdido su razón de ser. Al menos, para el primordial-
Kain soltó un suspiro y le pregunto -¿No le pasara nada a mi familia?-
El viejo Xiao solo asintió.
Kain asintió en reiteradas ocasiones, se pasó las manos por la cabeza, rascándose en un gesto de exasperación y después se calmó -está bien- dijo -cuando tenga la fuerza les pateare el trasero-
El viejo Xiao hizo una sonrisa incomoda y levanto su dedo índice para señalarlo. Al instante siguiente, Kain se desplomo sobre la mesa y quedo inconsciente.
-Lo siento muchacho- dijo el viejo Xiao -protegeré lo que es tuyo, pero no puedo salvarlos a todos-