Media hora después, Kain había recuperado su semblante y estaba sentado bebiendo té. Por otra parte, Hera miraba todo a su alrededor como si fuera nuevo. Incluso se sacó las sandalias para colocar la planta de los pies sobre la cerámica. Se sentía rara, pero no era un sentimiento desagradable. Pensó en los bebés y se cuestionó si así se sentía nacer en este mundo. Era como si antes hubiera estado en un burbuja que le impedía sentir el mundo tal cual como era. Miró a Kain esbozando una sonrisa divertida mientras sus ojos celestiales destellaban felicidad. Kain sonrió al verla tan contenta, era como la alegría de recibir un regalo inesperado, pero grandioso.
Entonces ella dejo su taza de té sobre el platillo y una vez más se acercó a Kain. Le quito la taza de las manos y le abrió los brazos para sentarse de lado sobre sus piernas. Ella sonreía como si fuera un tierno y dulce sol. Era una sonrisa cautivadora, la cual Kain no pudo apartar de su vista y solo sintió el tierno tacto en sus labios. Por su parte, Hera volvió a darle un sonrisa coqueta y esta vez le dio un beso apasionado.
Kain la rodeo con sus brazos y respondió a sus avances acariciándole la espalda mientras degustaba de los tiernos labios. Hera emitía un aire cautivador, se veía como si estuviera renovada. Con el tiempo, las manos de Kain se volvieron más codiciosas y acariciaban ese redondo trasero mientras le comía la boca. Ambas respiraciones se volvieron más agitadas y se besaban en un frenesí de deseo. Después de un par de minutos se detuvieron y se vieron uno al otro jadeando. Hera sonreía de manera coqueta, para después morderse el labio inferior y en un gesto suave, tomo el tirante izquierdo y se lo bajo. Tierno, suave y esponjoso, esos eran los pensamientos de Kain al ver ese tierno seno. Miró a Hera a los ojos y le beso el seno. Después paso su lengua bordeando todo el contorno hasta llegar al pezón y darle un ligero apretón con los dientes. Hera le acariciaba la cabellera, pasando sus dedos por entremedio de los cabellos y después se bajó el otro tirante. Kain entonces se concentró en el otro seno, pero solo por un rato. Después comenzó a besarle el cuello, subiendo hasta el mentón, besándole la mejilla izquierda hasta llegar a la boca. Después se siguieron besando mientras Kain inspeccionaba con sus manos todo lo que pudiera alcanzar. Tanteando incluso la parte más húmeda de Hera. Ella dio un respingo al sentir como el dedo de Kain se acercaba a su ano y lo bordeaba de manera sugerente. Entonces ella intensifico sus besos mientras que Kain avanzo hasta la parte más húmeda y comenzó a delinear los labios.
Hera abrió los ojos y lo miró con deseo. Le tomo la mano que estaba explorando su feminidad y le chupo el dedo. Paso su lengua desde la base hasta la punta y al final lo introdujo por completo en su boca. Después Hera saco el dedo de su boca y beso a Kain. Paso su lengua degustando el contorno de los labios, le tiraba la camisa y Kain reacciono bajando su cierre. No obstante, Hera no lo dejo sacarlo por él mismo. Mientras lo miraba a los ojos, estiro sus delicadas manos y las introdujo al pantalón para sacar el pene. Ella no lo miró, pero sonrió con anticipación. Ni con sus dos manos lo podía abarcar a lo largo. Por otro lado, beso a Kain un par de veces y después se apartó un poco mientras lo miraba con lujuria. Sonrió y se acercó la mano derecha a la cara, para después lamerse la palma y bajarla al miembro. Poso su mano sobre el glande y lo masajeo con movimiento circulares. Miraba a Kain y cada una de las expresiones de deleite que ponía le encantaban. Por otro lado, Kain se sentía débil después de un minuto, parecía que iba a acabar, pero algo lo interrumpió. Fue el fuerte apretón que le dio Hera en el tronco. Ella lo miró divertida y con autosuficiencia.
-No puedes- le susurro Hera -eso va aquí adentro-. Entonces ella se levantó y se sacó el pantaloncillo. De esa manera, dejo ver una tersa piel y una esbelta entrepierna, solo gruesa en la parte de las caderas y el trasero. Por otro lado, una franja de cabello subía siguiendo la trayectoria de sus labios inferiores. Ella se quiso sentar en él de inmediato, pero Kain la tomo de las caderas y la detuvo. Se puso de pie y la beso sujetándole ambas mejillas. Después la condujo a sentarse en el sillón y él se arrodillo para comerla. Hera cerro sus ojos y mientras estiraba sus esbeltas y largas piernas, sintió como Kain pincelaba su lengua por los lados de sus muslos. Los besaba con la intención de dejar su marca y acercaba su lengua de manera amenazante. La dejaba prendida, pero nunca llegaba a la parte que ella quería. Así que Hera no pudo aguantar más y condujo la cabeza de Kain a su sexo. Hay fue comida hasta acabar y terminar jadeando. Pudo sentir como Kain comía cada centímetro de ella, como inspeccionaba su feminidad con su lengua y la acariciaba hasta llevarla al éxtasi. Ella pasaba sus dedos por entre medio de los cabellos de Kain mientras se relamía los labios y disfrutaba del momento. Sentía que todo su cuerpo hormigueaba y deseaba acabar. Era una necesidad, era un deseo de sentirse relajada, amada y deseada. Tenía todos esos sentimientos, pero quería acabar con el hombre que la hacía sentir así. Por lo tanto, entre jadeos y la angustia de terminar sola, alejo la cabeza de Kain y lo empujo para que se acostara. Kain paso a llevar la mesita de cristal, pero no le importo. Él se recostó en el suelo y se bajó el pantalón hasta los muslos. Después Hera se montó a horcajadas y tomo el pene de Kain para restregarlo contra su pequeño agujero. Se sentó sobre él y poco a poco lo fue introduciendo. Hera dejo salir un grito ahogado y siguió bajando mientras saboreaba la sensación. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Se preguntaba una y otra vez. Por otro lado, una vez que estuvo dentro de ella, sintió como se expandía su interior. Estaba topando contra la parte más profunda de su ser, pero aun así no podía saborearlo por completo. Era una sensación tan agónica, dolorosa y lujuriosa. Ella se acostó sobre el pecho de Kain jadeando con intensidad. Lo miró a los ojos con una sonrisa coqueta. La traspiración le perlaba en la frente. Por otra parte, Kain la tomo de las caderas y la comenzó a mover de atrás para adelante, de derecha a izquierda en un movimiento circular. Hera cerro los ojos mientras sentía que todo su interior era explorado, machacado y estimulado. Era una sensación tan carnal ¿Cuándo fue la última vez que se sintió así? Se pregunto.
Después de un par de minutos, Hera estaba gimiendo mientras lamía a Kain. El constante remesón le proporcionaba el placer y la angustia de estar a punto de acabar. Pasaba sus sensuales labios por el pecho, besando cada parte de su extensión. Se movía al cuello y le daba pequeños mordiscos mientras sentía que Kain rosaba las paredes alrededor de la entrada de su útero. Por su parte, Kain se dejaba apretar por las paredes cálidas y húmedas mientras que exploraba el ano de Hera con el dedo índice de su mano derecha. Ella estaba ida en el placer, solo gemía y movía sus labios mientras dejaba que Kain le moviera las caderas en el ángulo que él quisiera. Todos sus lados sensibles eran alcanzados. Después de un tiempo, Kain hizo fuerza con su brazo derecho y se sentó. Miró a Hera a los ojos y acerco su cara para besarla. Después tomo las pronunciadas caderas y la levantó para dejarla caer en un movimiento serpenteante. Para ese momento Hera gemía sin inhibición y cuando iba a acabar, sintió una dolorosa penetración que la hizo gritar. Miró a Kain asustada, y este último le dio un pequeño beso. Detuvo su movimiento y comenzó a estimularla de nuevo. Se había emocionado más de la cuenta y se había impacientado.
Hera lo beso y al rato después, sintió el pulgar de Kain estimulando su clítoris. Solo se quedaron sentados mientras se besaban. Sintiendo el calor del otro mientras se reconfortaban entre sí. Kain decidió recostar a Hera sobre la cerámica y retomar su acometida. Fue lento al principio dando suaves giros con sus caderas y poco a poco encendiéndola otra vez. Después de un par de minutos, manteniendo un ritmo calmado, empezó a acelerar otra vez mientras que Hera cruzaba sus piernas y lo atenazaba de las caderas. Kain se apoyaba con su brazo izquierdo y con su mano derecha la siguió estimulando. Continuo en esta posición hasta que sintió que las paredes de la vagina lo envolvían con la misma fuerza que hace un rato. Entonces la abrazo y comenzó a introducirse en ella por completo.
Hera le susurraba al oído -adentro, déjalo adentro- una y otra vez mientras lo abrazaba del cuello. Kain pudo seguir un tiempo más, hasta que ya no pudo más y lo dejo todo dentro de ella. Hera tiro su cabeza para atrás mientras sentía la profunda sensación de placer y el calor en su interior. Continuaba moviendo sus caderas, deseando que nunca termine este magnífico sentimiento. Hasta que un rato después, cuando volvió en sí, abrió los ojos y miró a Kain jadeando encima de ella. Hera lo abrazo en ese momento y lo beso con locura.
-o-
Después de refrescar sus acalorados cuerpos en el suelo de cerámica, Hera y Kain fueron a la habitación detrás de la puerta al lado de la cama. En ese lugar había una amplia piscina, duchas, tinas y hasta un sauna. Todo para el confort de la diosa, pero en estos momentos, solo ocuparon la ducha. En ese lugar intentaron lavarse, pero terminaron haciéndolo de pie, mientras el agua de la ducha caía como una lluvia inagotable. Mas tarde, cuando por fin lograron terminar de bañarse, se pusieron unas batas y fueron a la cama. Tiraron las tapas hacia atrás y se recostaron sobre las sábanas blancas. Kain quería seguir haciéndolo, pero Hera se sentía un tanto débil sin su divinidad. Así que le practico una felación durante media hora hasta que Kain acabo. Después durmieron acurrucados mientras Kain la abrazaba por detrás.
Como a eso de las dos de la tarde el calor era insoportable, así que se terminaron levantando y se fueron a tomar otra ducha de agua helada. Esta vez salió todo sin ningún problema. Después se sentaron en los sillones y bebieron jugo con cubos de hielo. Mientras Kain le relataba que había sido de su familia, Hera lo miraba con cierta pena y consideración. Ella es una diosa, pero al vivir con los mortales a presenciado varias veces como personas excepcionales han dejado su lado. Aventureros prometedores se fueron sin despedirse, ya que murieron mientras inspeccionaban el calabozo. Era una cosa lamentable perder a alguien que estimas. Hera pensó que debe ser una cosa horrorosa perder a alguien que amas y te ama a la vez.
No obstante, Kain viendo que se ponía un poco triste, le comenzó a contar cosas graciosas de sus hijos y Hera comenzó a reír de buena gana. Al final, solo se sentaron en un sillón mientras ella escuchaba los latidos del corazón de Kain. Este último le acariciaba el cabello ondulado. Era suave como la seda y demasiado fino, incluso más fino que el cabello de los elfos. De vez en cuando, Hera levantaba su rostro, sonreía y levantaba su mentón para ser besada. En ese momento Kain no se hacía de rogar y la besaba. Era un pequeño placer del momento.
-¿Te puedo preguntar algo sin que te enojes?- pregunto Kain mirando al techo mientras la seguía abrazando
-Por alguna razón- dijo Hera -siento que vas a decir algo que me va a hacer enojar-
Kain soltó una risita y con su mano derecha, le abrió la bata por el hombro derecho y se lo beso. Eran esbeltos, tersos y apetitosos que lo inducían al sexo.
Hera soltó un gemido y le dijo mientras cerraba sus ojos -dilo rápido para que podamos continuar en la cama-
Kain le dio un último beso en el hombro y le pregunto -¿todavía tienes las suite en la torre de Babel?-
Hera abrió los ojos grandes y miró a Kain a los ojos. Se sintió mal por un momento, pero trato de recomponer una sonrisa triste -no-no creo que sea para nosotros-
-Tú me conociste como era- dijo Kain -si quieres saber, es para Hephaestus-
Hera derramo lágrimas y se acurruco en el pecho de Kain -solo salí del sartén para caer en las brasas- dijo
-No, no es así, yo jamás te voy a dejar sola o te voy a cambiar por otra mujer. Te daré todo de mí, si me pides algo, tratare de dártelo con todas mis fuerzas. No te dejare o te utilizare como un objeto. Ese es mi compromiso, ese es mi voto. Amarte hasta el amargo final, no importa que, no importa cómo-
Hera miró a Kain con sus ojos celestiales y le pregunto entre lágrimas -¿Lo prometes?-
-Lo prometo- dijo Kain mientras se agachaba para besarla. Después la llevo a la cama y le hizo el amor con locura. Al final de una ronda de treinta minutos, una vez más terminaron traspirados mientras se abrazaban el uno al otro.
-Kain- dijo Hera medio enojada -¿Es verdad lo que me prometiste?-
-Así lo he hecho con todas mis esposas y no pienso cambiar ahora- respondió Kain -¿Hay algo con lo que te pueda hacer feliz?-
-Hay algo- susurro Hera en un tono mimado -pero solo te lo diré cuando este segura de que no me defraudaras-
-Bueno- le susurro Kain al oído.
Después de eso, ambos se bañaron una última vez y se pusieron ropa acorde a su normal funcionamiento. Hera le ayudo a Kain con el cuello de su camisa mientras este último le robaba pequeños besos y ella se reía. Por otro lado, Hera una vez más vestía su túnica griega que casi la tapaba por completo. Solo sus brazos y cuello quedaban a la vista. Kain sintió cierta pena y estiro sus manos para masajear esas firmes nalgas.
-No lo hagas- dijo Hera con dejando escapar un gemido -todavía estoy sensible-
-Entonces es buen tiempo para una última- dijo Kain con una sonrisa traviesa
-¿Eh?-
Hera fue conducida a la cama y Kain la hizo colocar sus manos sobre el colchón. Entonces Kain le levanto la túnica mientras Hera lo miraba hacia atrás. Al poco rato, ella sintió como él entro. Hera gimió, sintió que eso entro demasiado fácil y profundo. Se pregunto si también se estaba volviendo una chica lasciva como esa puta Ishtar. Pero después eso no le importo nada, lo único que sintió fue la estimulación hasta acabar y termino acostada sobre la cama mientras lo hacían como dos animales.
Al final, terminaron jadeando mientras Kain reposaba sobre Hera y le besaba el cuello.
-Ahora tengo que bañarme otra vez- dijo Hera
-No lo hagas- le susurro Kain -hoy lleva mi esencia sobre tu cuerpo durante todo el día. Mañana vendré de nuevo para calmar tu fuego-
-Pero eso es sucio- se quejó Hera como una chica mimada
-Exacto, tú eres mía, así que me escucharas- dijo Kain mientras la besaba.
Después de eso, salieron de la habitación y bajaron hasta las oficinas administrativas. Ahí le preguntaron a la secretaría cuando tiempo más estaría el capitán y sus compinches en reunión. La secretaria sospechando que algo pasaba entre Kain y Hera, los miró raro por un momento. Pero les dijo que estarían unas tres horas más en reunión. Estaban preparando una gran excursión en conjunto con la familia Zeus. Kain soltó un suspiro.
-No te preocupes- dijo Hera tratando de consolarlo -mañana no tienen reuniones. Así que les diré que te vayan a ver-
Kain negó con la cabeza y puso una sonrisa. Como no había nadie alrededor exceptuando por la secretaria que estaba al otro lado del elevado escritorio. Kain tomo la acción de masajearle el trasero a Hera. Esta última por su parte, dio un respigo y sintió que algo escurrió por sus piernas. Le dio una mirada enfadada, pero Kain solo se rio.
-Mañana vendré a la misma hora, espérame igual que hoy- dijo Kain con una sonrisa seductora.
Hera se sonrojo y agacho la mirada -sí- dijo feliz -te esperare igual que hoy-
Después de eso, Kain le robo un beso y se fue dejando a una congelada Hera. Esta última de repente se dio cuenta a donde estaba y se puso de todos los colores. Miró a la secretaria que era la única que estaba en las proximidades y la miró con una sonrisa que no lo era.
-Tu no has visto nada ¿verdad?- le dijo Hera en un tono frio
-Sí, mi señora- respondió la secretaria afirmando con la cabeza en un gesto constante -yo no he visto nada-
-Fú, más te vale- dijo Hera y se fue indignada, pero con un claro rubor en las mejillas.