CAPÍTULO 55- Una dura realidad. Parte 1.
Kei Molfer ha hecho cosas realmente horribles en su vida. No es un santo, eso no es un misterio, todos lo saben, incluyendo a sus compañeras.
A casi nadie le importa lo que Kei hizo o hace, porque en ese mundo, es normal que el fuerte se aproveche de los más débiles, y es tan normal, que los débiles prefieren respetar a los más poderosos, esperando que no les hagan daño.
A casi nadie le importa que Kei Molfer decapite personas, les saque las tripas con la boca o las obligue a comerse entre ellas.
A casi nadie le importa que Kei Molfer sea un monstruo adicto al sufrimiento ajeno.
Solo hay una persona que sí le importa... Al mismo Kei Molfer.
Dependiendo de los crímenes de sus enemigos, la crueldad del castigo será peor. Kei se acostumbró tanto, que pareciera que no le importa, pero sí, sí le importa. Una pequeña parte de él, muy profundo dentro de su ser, le preocupa sus acciones.
Se acostumbró tanto, que lo odia, odia ser como es, pero ya no hay vuelta atrás.
Su destino ya está sellado, y considerando todo por lo que tuvo que pasar para llegar al punto en donde está, no vale la pena arrepentirse de sus acciones.
Él lo sabe mejor que nadie. Sabe que no hay vuelta atrás, y tampoco puede volverse blando con sus enemigos, pues lo haría más débil
Él sabe que se volverá cada vez más y más cruel por culpa de su sangre Molfer, y lo acepta. Pero, aunque lo acepte, no significa que no le afecte emocionalmente. Se siente un monstruo, y odia serlo, pero es la vida que eligió.
Ver a una de sus mejores amigas morir frente a sus ojos, por protegerlo, fue un recordatorio más que le recuerdan que sus acciones tienen consecuencias, y no siempre podrá evitarlas.
No es un Dios. No siempre todo le saldrá bien. Y lo más importante... no siempre podrá mantener a salvo a las personas más importantes para él.
La muerte es una cosa inevitable en su vida, y es algo que aceptó, pero eso no significa que no le afecte.
Le afecta bastante.
—Kei...- Susurró Mia, mientras miraba a Sei Molfer, cargando el cuerpo moribundo de Kei, que muy poco a poco se recuperaba gracias a la magia curativa de su madre.
Inmediatamente al escuchar a Mia susurrar el nombre de Kei, Drin, que estaba entre la ropa de Mia, en su forma como gato, asomó rápidamente la cabeza para ver a su amado Kei.
Las sirvientas dormidas fueron notificadas del ataque, pero solo fueron útiles para limpiar el desastre que los demonios hicieron con anterioridad, pues Sei Molfer quería pelear sola contra los demonios, no quiso recibir ayuda.
Los cuerpos sin vida de las sirvientas que protegen la mansión por la noche, se encontraron amontonados en el jardín. Cris no fue, fueron los demonios por órdenes de la Reina de Turger, para demostrarle a Kei la gran diferencia de poder. Una sencilla advertencia de "si nos sigues molestando, las próximas serán tus novias".
Para los demonios, Kei representa un peligro incluso peor que las héroes, por el poder que usó contra Nero, que lo convirtió por segundos, en el más fuerte del mundo, superando a la héroe Near por mucho. Es por eso que no lo matan todavía. Primero quieren asegurarse de conocer al 100% a Kei Molfer, para poder eliminarlo sin ningún inconveniente, como el de Nero.
Drin fue despertada por Mia, al preocuparse porque Mio le dijo que no vio a Drin con Kei, algo bastante imposible de creer, considerando que Drin nunca se despega de Kei, siempre está a su lado, y más en situaciones tan peligrosas como la que acaba de pasar.
Al despertar, se desesperó y llenó de ansiedad por dos razones. La primera: no se dio cuenta de que Mia entró a la habitación. Podrá sonar algo ridículo y sin importancia, pero es todo lo contrario. Ella tiene el segundo mejor sensor mágico, lo que le permite sentir las presencias de las personas que se acercan a ella, pero esta vez, Drin no se dio cuenta de eso. Ni se dio cuenta de que Kei se fue.
Y la segunda y peor: mientras ella dormía cómodamente, Kei presenció la muerte de Treka y se enfrentó a un demonio sin ayuda.
Fue una completa inútil en esta ocasión, pero no fue su culpa. Fravi metió sus manos en el asunto y evitó que ella se diera cuenta de la situación. ¿Para qué? Para que Cris pudiera asesinar a Kei, pero aunque ella falló, Fravi quedó conforme, pues una "perra" fue eliminada.
Pero Drin no sabe eso. La culpa, la ansiedad, la tristeza, la impotencia... Tantos sentimientos negativos la están consumiendo, incapaz de dejar de llorar.
Y en medio de la desesperación, un mensaje les llegó... Mensaje que llenó de furia a Drin.
[Kei sobrevivirá. El demonio no lo dejó en ese estado, fui yo.]
No había ninguna razón para mentir. Incluso Mia, que es algo más de músculo que cerebro, no dudó del mensaje que recibió.
—¿Por qué lo hizo?- Dijo Mia, llena de angustia.
Drin estaba despertando su sed de sangre, y para no alertar a Sei Molfer, saltó y se fue corriendo en sus cuatro patas, hacia la base, con un solo objetivo en mente: matar a Mio... O, bueno, al menos dejarla en la misma situación que Kei.
Mio estaba a lo lejos, en su forma animal, y al ver a Drin corriendo, suspiró y comenzó a correr también. Sabía que Drin podría matarla, pero aceptará con gusto el castigo.
Ella solo siguió órdenes, pero la culpa también la consume... La culpa de dañar a alguien que se castiga así mismo con dolor.
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Drin, en su forma como demonio, estaba golpeando a Mio en el rostro, en presencia de las demás, que solo se quedan de pie, mirando, sin atreverse a decir algo por miedo a ser las siguientes. Ni siquiera Eris, la que más molesta a Drin, se atreve a intentar detenerla.
Nem está comiendo con Terkiana, en la aldea de Elfos, para que no viera lo que Drin le hará a Mio, pues no importa quién sea, Drin golpeará a cualquiera que se atreva a detenerla.
La sangre negra de Mio salpica por todas partes, ensuciando el suelo, las paredes, los muebles y los rostros de las presentes en la escena.
Nadie dice nada, pues conocen perfectamente el temperamento de Drin. Kei es el único que puede controlarla, pero no saben si despertará pronto.
Solo se quedan de pie, esperando a que Drin se tranquilice, aunque sea un poco. Comprenden a Drin, también sienten furia, pero ellas saben por qué Mio hizo lo que hizo, por eso no se enojan con ella, pero Drin no lo sabe. ¿Por qué? Porque Mio quiere ser golpeada, para sentir lo que Kei sintió e intentar comprender por qué hizo lo que hizo.
Las lágrimas de Drin se mezclan con la sangre de Mio en su rostro, y mientras caen sobre Mio, un recuerdo de Kei sonriéndole inunda su mente, y al recordar eso, dejó de golpear a Mio y un gran grito de frustración salió de ella.
Kei, su primer amor, casi muere... Mio casi lo mata.
Drin quiere matar a Mio, pero si mata a Mio sin saber el por qué lo hizo, Kei se enojaría con ella, por dejarse controlar por sus emociones, algo que Kei le prohibió hacer, pues eso la haría más débil, o en este caso, le haría cometer una estupidez.
Una última vez, Drin golpeó en el rostro a Mio, la tomó del cuello con ambas manos y se lo apretó, mientras sus dientes rechinaban y sus ojos se tornaban negros, al entrar en contacto con la sangre de Mio.
—¡¿Por qué lo golpeaste?! ¡Kei está en coma, dañaste demasiado su cerebro! ¡Él te ha tratado bien, puta perra pulgosa de mierda! ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¡¿Responde, pe...?!!
Con un valor que supera a cualquiera de las presentes, Eris dejó de lado su miedo y golpeó a Drin en la cara. Un golpe que comúnmente tendría el poder suficiente para sacar volando a Drin, pero no esta vez. No movió ni un centímetro a Drin. Ella se le quedaba viendo a los ojos, con esos ojos negros por la sangre, llenando de más miedo a Eris, pero no desvió la mirada, al contrario, se acercó más a ella y sus rostros estaban a centímetros.
El calor que salía del cuerpo de Drin, quemaba la piel de Eris, pero no le tomó importancia y puso sus manos sobre los hombros de Drin, sin importarle las quemaduras.
—¡Si la sigues golpeando, no podrá contestarte, idiota, nya! ¡Deja de comportarte tan infantil y escucha a Mio!
—Tsk. ¡¿Quién te ha dado el derecho de tocarme, gata de mierda?!
Drin empujó de Eris y la sacó volando, siendo atrapada por Mia.
—¡Demonio de mierda, te mataré!
—¡No tengo tiempo para tus putas estupideces, gata de mierda!
Mio suspiró, se levantó del suelo con lentitud, reuniendo su poca energía, y se limpió la sangre de su rostro con sus manos, pero es inútil, la sangre sigue y sigue saliendo, reflejo del estado actual de su cuerpo, aunque no es nada comparado al estado de Kei.
—Kei me lo pidió. Para no levantar sospechas, fingió que el demonio lo derrotó… Pero sospecho que lo hizo por otro motivo también Lo presiento. No sentí que lo hiciera por el bien del plan.
Drin, al escuchar eso, puso sus manos en su rostro y se lo arañó, intentando no perder el control de nuevo.
Ella conoce un poco mejor a Kei que las demás, por eso llegó a la conclusión al instante. El por qué Kei hizo eso.
—Cariño...
Kei, un chico que se castiga así mismo con dolor, para poder seguir adelante.
No lo hace sentir menos culpable, pero al menos le permite distraerse un poco y no pensar tanto en eso.
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Mientras Drin y las demás discutían lo sucedido, Mei estaba cuidando a su querido hermano en su habitación.
El cuerpo de Kei volvió a la normalidad. Sus partes volvieron. La magia curativa de Sei Molfer es muy poderosa, después de todo, todos los días la usa, lo que le permitió mejorarla bastante... Pero, aunque pueda recuperar partes del cuerpo, la energía no se puede recuperar. Kei necesita tiempo para recuperarse por completo.
Kei estaba en un estado de coma. Despertará en unos días… Tal vez semanas… O meses... O incluso años. Todo depende de la suerte.
Mio se sobrepasó con él, pero él le dijo que lo hiciera. Si no lo hubiera golpeado de esa manera tan brutal, su madre sospecharía.
Mei está sintiendo lo mismo que Drin sintió, pues le sucedió lo mismo. Mientras Kei perdía a Treka, ella dormía tranquila.
—Hermano…
Le acarició el rostro.
—Mientras tú estabas peleando, yo estaba dormida... Fallé como hermana mayor… Te fallé, hermano.
Sus lágrimas caían sobre el rostro de Kei, con la esperanza de que eso lo despierte, pero es inútil.
Sei Molfer entró a la habitación y se acercó a Mei, para tranquilizarla.
Y mientras camina hacia ella, sigue reflexionando acerca de lo que acaba de pasar.
—Ese demonio era diferente a los demás. Era más poderoso. Me sorprende que Kei siguiera vivo. ¿Lo dejó con vida a propósito para mostrar superioridad? Se arrepentirá por menospreciar a la familia Molfer.- Pensó.
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—¿En dónde estoy?
Kei.. O la consciencia de Kei, estaba en un lugar completamente blanco.
No había nada... Absolutamente nada.
Nada de nada. Solo un color blanco intenso.
Al quedarse en silencio por unos segundos, intentando analizar la situación, comenzó a ponerse pálido.
—Al borde de la muerte, color blanco, n-no me duele nada...
Tragó saliva, cayó de rodillas e inmediatamente gritó.
—¡¿Mio me mató?! ¡Mierda, se pasó! ¡¿O mi madre llegó tarde?! "¡Puta madre, que manera de morir tan estúpida! ¡Soy un pendejo!" ¡Lo arruiné!
—No estás muerto… No aún.
—¿Eh?
El Dios supremo apareció frente a él por primera vez.
Kei y el Dios supremo, reunidos frente a frente.
—¿Un niño?
—Soy el Dios supremo.
Sus oídos palpitaron, su ritmo cardíaco se aceleró y sus ojos se abrieron por completo.
Inmediatamente, Kei se arrodilló y bajó su cabeza.
Que un Molfer haga eso, sin fingir, es extremadamente raro, lo que refleja el respeto que Kei tiene hacia el Dios supremo, su Dios favorito, y el único que respeta de verdad.
A Zius solo lo respeta un poco por haberle dado una familia nueva, pero como prácticamente Zius le dio el trabajo que le correspondía a él, no lo respeta por completo.
Sabe de la existencia de las reglas y todo eso, pero no puede evitar sentirse así.
—¡Es un honor conocerlo, gran Dios supremo! ¡Perdón por llamarlo "niño"!
—No te preocupes, no me ofende. Tengo esta apariencia porque mi madre me decía que me veía lindo… Bueno, no importa. Kei, supongo que ya sabes que Zius te dejó 10 objetos en ese mundo, ¿no?
Kei recuperó la compostura y levantó la mirada.
—Es cierto… Un día soñé que Zius me decía eso, pero pensé que no era cierto, pues eso sería demasiada ayuda. La espada es uno de esos objetos, ¿no?
—Exacto.
—Ay... Me siento un idiota por no acordarme de eso. Digo, lo soñé cuando era un bebé, y toda la agitación de mi nueva vida me distrajo mucho.
—Actualmente, cuentas con 2 objetos. La espada y el corazón Dragón. Otros 4 objetos se encuentran en otro mundo.
—¡¿E-en otro mundo?! ¿Y cómo los consigo?
—Cuando estés listo, yo te ayudaré. Los 4 objetos restantes tendrás que encontrarlos. Un objeto se encuentra en tu país. El segundo objeto se encuentra en el continente prohibido, en el país "Desmolfer". El tercer objeto se encuentra en el continente "Grasiel", en el país "Frekhio". Y el último se encuentra en el infierno artificial que creó Desmolfer.
—… ¿Eh...? ¡¿Qué?! ¡¿En el infierno?!
—Tendrás que ir. Drin te dirá cómo ir.
—M-mierda, territorio enemigo. ¡Todos saben que ir al territorio enemigo siempre será mala idea…! V-vaya, vaya... ¿Y cómo los encontraré? ¿Mi instinto me dirá o algo así de cursi?
—Te daré pistas, no te preocupes.
—Vaya, vaya. Ya veo... Muchas gracias, Dios supremo. Por cierto, ¿está bien que me ayudes tanto?
—La ayuda que recibes, la recibe también Fravi. No te alegres tanto.
—Ay, es cierto. B-bueno, creo que es justo.
Kei no quiere discutir con el Dios supremo, por eso evita quejarse.
—Por cierto, no tengas hijos. Es un consejo.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Adiós.
—¡Espera!
Kei desapareció y el Dios supremo sonrió.
—Sorpréndeme, Kei. No me decepciones.