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Ayer por la noche fue una locura: mamá furiosa y papá tratando de calmarla, pero claro, nosotros fuimos los castigados gracias a Francis.

Domingo, 10 pm.

"Ustedes tres, a su cuarto", gritó Lois mientras nos apuntaba con su dedo. "Tranquila, querida, ellos no tuvieron la culpa", dijo Hal tratando de defendernos. "Aun no termino de cenar", dijo Dewey. "No me importa, a su cuarto ya", dijo Lois, gritando una vez más.

"Vaya familia", dije en voz baja mientras caminaba al cuarto. Ya en el cuarto, Malcolm empezó a quejarse de Francis, según él, francis nos estaba dando la espalda a la familia.

"Yo creo que está bien que Francis se haya independizado", dije mientras me acostaba en mi cama. "¿De qué hablas, Reese? Francis decidió dejar a la familia, como eso está bien", dijo Malcolm mientras se sentaba en la silla.

"Mira, solo mirábamos a Francis dos veces cada tres meses o cada vez que mamá y papá tenían que viajar. Francis ahora es libre, ya mamá no le puede decir nada, y si le va mal, todos sabemos que volverá a casa", dije mientras tiraba una pelota pequeña al techo.

"Bueno, ahí sí tienes razón. ¿Y ahora qué haremos?", dijo Malcolm. "Ahora tú eres el mayor." "No haremos nada, seguiremos igual. Tú mandas a Dewey, y yo te mando a ti. Seguiremos igual", dije antes de quedarme dormido.

Lunes por la mañana.

"Buenos días, mamá, papá", dije mientras me sentaba en la mesa a desayunar. "Reese, ¿se volverá costumbre que te levantes temprano?", preguntó Lois. "Sí, quiero cambiar mi rutina", dije mientras le ponía miel a mis panqueques. "Bien, hijo, un poco de cambio no es malo", dijo Hal, palmeando mi espalda.

Solo me limité a asentir y seguir con mi desayuno. Mis hermanos se habían despertado, y ahora mismo estaban desayunando. "Bien chicos, nos vamos, apúrense, los dejaré en la escuela", dijo hal

Después de un breve viaje en carro, llegamos a la entrada de la escuela.

"Cuídense, chicos. Nos vemos en la tarde", gritó Hal antes de marcharse.

"Oye, Malcolm, hoy cúbreme con mamá. Tengo algunas cosas que hacer. Solo dile que el proyecto de historia aún no está terminado o inventa algo", comenté antes de salir de la escuela.

"Reese, ¿a dónde vas?", preguntó Malcolm.

"Tengo unos negocios", dije mientras sacaba mi walkman, me ponía los audífonos y empezaba a alejarme de la escuela.

Mi plan para el día era llegar al hipódromo, buscar al trabajador y conseguir empleo para justificar mi dinero. Recordé que Reese chantajeó al trabajador con una conversación de internet, pero yo tendría que idear algo diferente y ver qué encuentro. Creo que en la serie se llama Hank Rick; tendré que buscarlo una vez llegue allí, pensé mientras esperaba que el semáforo se pusiera en rojo.

Antes de eso, tuve que pasar por el almacén para recoger unas cámaras, una de video y otra de fotos. Después de dos horas de espera afuera del hipódromo, finalmente vi a Hank. ¡Y vaya que lo hizo fácil! Salía de la mano de una de sus compañeras. Apenas salió, tomé algunas fotos, los seguí al carro, y una vez allí, se pusieron más cariñosos. Además de fotos y video, estoy seguro de que a su esposa le gustarán, murmuré en voz baja.

Después de 20 minutos, terminaron; él se bajó y se fue a su casa. Tuve que seguirlo si quería continuar con mi plan. No pasaron más de 10 minutos, y vi su casa a lo lejos. Observé cómo lo recibía su esposa. Una vez terminado eso, tuve que revelar las fotos, ponerlas en un sobre, y listo para mañana, la segunda fase comenzaría.

Ya tenía la segunda fuente de ingresos, pero el problema mayor era cómo justificarlo ante mis padres. De dónde sacaría el dinero, ni modo, a buscar un trabajo. Justo en ese momento, me vino a la mente la hermosa cajera que vi ayer. Veré si ocupan a alguien en esa tienda, pensé con una enorme sonrisa.

No me tomó mucho llegar allí, y ahí estaba ella con esa hermosa sonrisa, dirigiéndome hacia la tienda. Tomé algunas cosas y fui a pagar.

"Eso es todo, chico de 17 años", dijo con una pequeña sonrisa.

"Hey, me recuerdas. Eso ya es un avance", dije mientras me inclinaba en el mostrador. "Soy Reese Wilkerson", añadí al estirar mi mano.

"Yo soy Jade West", contestó ella al saludo.

"Así que un Wilkerson. Sabes, tu familia es famosa en el vecindario", comentó Jade mientras también se inclinaba en el mostrador.

"Qué puedo decir, mi familia deja una fuerte impresión en la gente", dije mientras sostenía su mirada. "Vaya, esta mujer será mi perdición", pensé.

"Es todo lo que llevarás", dijo Jade alejándose de repente.

"Sí, es todo. Oye, ¿de casualidad no buscas un trabajador? Necesito un trabajo", pregunté.

"La verdad, eso tienes que hablarlo con mi padre; él es el dueño", dijo Jade.

"Bien, tendré que hablar luego con el suegro", dije mientras me reía y salía de la tienda.

"¿Cómo que tu suegro?", gritó Jade furiosa detrás del mostrador.

3 p. m.

Había vuelto al almacén. Además de tener que buscar el motor, tenía que preparar las siguientes entregas y encargos. Había llamado a mi contacto en Michigan por ese motor; allí estaba la fábrica que los fabricaba. En ese momento, me había costado 10,000 dólares comprarlo fácil, y se lo revendería a José a 16 mil. Easy money. Llegaría en unas semanas una vez que hubiera terminado eso.

"Hey, ¿qué hay, Reese?" dijo Héctor apenas entró al almacén.

"¿Qué pasa, Héctor? Se acaba de terminar la escuela," pregunté.

"Sí, hace una media hora. Oye, ¿ya arreglaste lo que pidió José?" preguntó Héctor.

"Sí, todo está listo. Llegará en unas semanas. Se lo pedí a Jimmy," contesté.

"Bien," dijo Héctor.

"Bueno, yo me voy," dije mientras tomaba mi mochila y una patineta del almacén. "Hoy no hay mucho que hacer. Si quieres, vete y cerramos el almacén," añadí antes de salir.

"Bien, nos vemos mañana," dijo Héctor.

Tenía al menos dos horas antes de llegar a casa, así que decidí dar un paseo por el parque. Mientras andaba con mi walkman a todo volumen, todo era tan tranquilo. Estaba viviendo una buena vida hasta ahora y quería seguir disfrutando.

Mientras iba camino a casa, me encontré con una de las vecinas; al parecer, tenía un neumático pinchado. Yo era el nuevo Reese, así que decidí ayudar.

"Hola, señora Johnson, ¿necesita ayuda?" dije.

"¿Eres tú, niño del demonio? Aún me debes una caja de correos. La última la rompiste a golpes," dijo la Sra. Johnson.

"Bien, bien, ¿quiere ayuda o no?" dije secamente.

"Sí, si sabes cambiar un neumático, adelante," dijo mientras se apartaba del carro.

"Puedo," dije mientras señalaba su cajuela.

Adelante, ella respondió. Saqué el gato, la llave y el neumático del maletero y comencé el proceso. Primero, coloqué el gato debajo del chasis, asegurándome de que estuviera en una posición estable. Con un par de giros, elevé el automóvil lo suficiente para que la rueda desinflada quedara suspendida en el aire.

Luego, procedí a aflojar las tuercas de la rueda con la llave. Tuve que aplicar un poco de fuerza al principio, pero pronto las tuercas cedieron y pude quitarlas fácilmente con la mano.

Con las tuercas retiradas, bajé el neumático desinflado y lo reemplacé con el neumático de repuesto. Aseguré el nuevo neumático en su lugar y comencé a enroscar las tuercas con las manos en un patrón diagonal para garantizar un buen ajuste. Al final, usé la llave para apretar las tuercas con fuerza, sin exagerar. Bajé el automóvil con cuidado, retiré el gato y apreté las tuercas nuevamente para asegurarme de que estuvieran lo suficientemente ajustadas. Guardé el neumático desinflado y las herramientas en el maletero.

"Listo, ya quedó, señora Johnson," le dije.

"Vaya, muchacho, sí que sabes de esto. Y yo que iba a esperar a mi esposo," dijo la Sra. Johnson.

"Bien, aquí tienes," dijo ella, estirando un billete de 20.

"Quédese con eso. Es mejor como adelanto de la caja del correo," dije mientras me iba.

Había llegado a casa otra vez tarde y con la ropa sucia por ayudar a la Sra. Johnson. A ver si logro esquivar a mamá. Justo estaba a punto de entrar a casa cuando escuché a Malcolm desde la ventana hablándome.

"Reese, ven por la ventana", dijo Malcolm en voz baja.

"Malcolm, ¿qué pasa?" pregunté.

"Mamá sabe que no estuviste en la escuela", dijo Malcolm.

"Pero te dije que me cubrieras," le contesté.

"Fue tu profesor de historia. Él llamó a mamá porque no fuiste a su clase," dijo Malcolm, ya más calmado.

"¿Qué tan enojada está mamá?" pregunté.

"Demasiado enojada. Ni Dewey ni yo hemos querido salir del cuarto," dijo Malcolm, mientras Dewey asentía.

"Bueno, toma esto", dije mientras le pasaba la patineta y el sobre con las fotos de Hank. "Guarda ese sobre amarillo. Lo usaré mañana", le dije a Malcolm.

"Bien, hora de tomar el toro por los cuernos", dije.

Me dirigía a la puerta principal, y justo antes de abrirla, Lois ya estaba esperándome en la entrada.

"¿Dónde demonios estabas, jovencito? ¿Acaso ya te mandas solo que decides cuándo dejar la escuela?" gritaba Lois enfadada mientras me jalaba de las orejas.

"Ay no, mamá, de las orejas, no", dije mientras entraba a la casa.

"Y bien, ¿dónde estabas?" preguntó Lois aún enfadada.

"Bueno, pues verás, yo... este... fui a buscar trabajo", dije sin pensarlo demasiado.

"Sí, ¿y se puede saber de qué vas a trabajar?" preguntó Lois con los brazos cruzados, esperando una respuesta.

Pues veras yo trabajare de....

Nota:

Si hay algún error lo checare mañana