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Sin Título

Parte III

No es que quiera retractarme, cosa mayormente inútil a la hora de tomar y ejecutar acción alguna. Pero igualmente es inquietante este tipo de situaciones.

Mientras el metro cada vez se acerca más desde el sur al oeste, y yo con el traje más elegante que pude encontrar en mi armario, me preguntaba sobre lo que vería en uno de los palacios de la lujuria.

Como es la mansión Grenecy, me preocupa mi virginidad visual.

A pocos minutos llegué al distrito flotante y como dijo Tennys, faltando apenas 5 minutos para las 20:00, ya había personas esperando el dicho autobús mientras charlaban.

Y nuevamente la escena cliché del silencio momentáneo al verme entrar.

Todos me miraban desde los talones a hasta el cabello buscando lo que sólo aquellos sabrán.

Si comparase mi aspecto de traje elegante, mis iguales compañeros aquí presentes tienen la misma vestimenta.

Algunos tienen trajes de estilo smoking negro y zapatos de de igual color, dando un reflejo de seriedad.

Pero mejor los voy a ignorar.

Sólo perdería mi tiempo reparando en ello.

Guffy: Es raro verte con ese traje mi hermano.

Dice aquel mientras se acerca observando detalladamente.

Mikael: Viniendo de tí y con ese traje, mejor andar de conecte.

Guffy: ¿No me odias por haberte forzado a venir?.

Mikael: No te preocupes, pensaba que no sería una mala experiencia y talvez terminaría aceptando después de todo.

Guffy: Entiendo.

Guffy: Pero lo digo enserio cuando hablo de perder la virginidad. Este es tu momento, hermano.

Mikael: Creo que lo pensaré.

No es que deba tomar un decisión en este momento, y ser guiado por la típica impulsividad.

Sería dar rienda suelta contra la voluntad futura.

Justo al reloj marcar las 20:00 llego un largo autobús de color negro y luces led de adorno, que iluminaban el suelo de distintos colores.

En lo que se abrió la puerta, la visibilidad cambió: todo el ambiente de colores azules y morados transformaban cada rincón de aquel lugar.

Los cócteles de frutas estaban permitidos junto a batidos de licores.

Al ser el distrito flotante, es un paraíso para los libertinos pero en mi caso, soy moderado y me gusta repeler a todo tipo de vicio dañino.

Me limitaré a observar mientras todos bailan, beben y cantan.

Eso pensé hasta que Guffy apareció con unas malteadas alcohólicas.

Guffy: ¿No quieres mi hermano?.

Mikael: Sabes bien desde hace años que no soy admirador del alcohol.

Guffy: Tranquilo, sólo quería comprobar si no cambiaste.

Guffy: Nunca logré verte hacer algo que considerabas malo, y eso que también creciste en los barrios bajos como yo y vimos tantas cosas juntos, mi hermano.

Mikael: Tienes razón, aquel que sabe por voluntad que un lugar no es de su verdadera capacidad, es cuando es diferente por naturaleza.

Guffy: ¿Debería desechar ésta malteada? La preparé en vano.

Ciertamente no quiero, pero puedo soportar un poco el alcohol y unas dos copas livianas podrían ser inofensivas contra mí.

Mikael: Me lo tomaré, pero sólo será una copa aquí en el autobús.

Guffy: ¡Está bien mi hermano!. "expresa con felicidad"

La malteada fría de sabor a fresa tenía un ligero toque de Ron, la tibia combinación de ambos sabores no daba la fuerza característica de ambos.

Mis labios ya estaban dulces y mi aliento a alcohol, pero no era nada significativo.

Naturalmente sabe muy feo.

Todos parecían sumergidos en sus charlas y nosotros mayormente solos...

Así que Guffy tampoco es muy abierto con los demás, ¿eh?.

Tennys: ¿Te gusta el alcohol Mikael?.

Se acerca a nosotros con un cóctel de frutas en la mano derecha.

Mikael: No, es solo una malteada ligera en alcohol.

Tennys: Ya veo, eres moderado.

Tennys: No muchos parecen ser como tú. Eso te hace especial.

Como no supe que responder, me limité a escuchar sus razonamientos.

Kathy: Así que Mikael está estrenando un traje parecido al de la nobleza.

Kathy: No te queda tan mal.

Mikael: Gracias, supongo.

Tennys: Hablando de eso, hay una chica que quiere acercarse a tí por que le gustas.

Mikael: ¿Es eso así?.

Tennys: En otro momento me gustaría presentártela apropiadamente, ¿vale?.

Mikael: Sí.

Después de eso, el autobús se detuvo y finalmente nos bajamos justo en frente de la mansión Grenecy.

Muchas personas caminaban a la entrada y los lujosos carros no paraban de llegar.

El que tomó el control de nuestro grupo, seguramente Luck, nos dirigió a la entrada llena de guardias.

Y dándonos aquellos las prioridad, al mismo tiempo, nos entregaron a cada uno de los quince miembros una máscara antifaz de distintos diseños de alta calidad.

Todos los que entraban parecían tener una máscara antifaz, por lo que al anonimato destacaba como parte de la fiesta.

En lo que mi pie tocó el tapizado del suelo, fue tan suave y peculiar que la sensación acarició mis rígidos talones.

El interior de la mansión decorada con pinturas de los más grandes artistas del mundo antiguo y modernos; la música tocada en vivo de fondo que inunda la sala de un ambiente clásico y modesto; y también las telas de colores tenues y variados que colgaban en las paredes de todas direcciones.

Siendo todo lo visto hasta ahora apenas el pasillo después de cruzar la primera puerta, atravesamos la segunda; cambiando así las anteriores sensaciones ambiguas.

El primer vistazo hacia el gran salón principal de la mansión Grenecy.

Un grupo de cortesanas nos guiaron a los asientos.

La mesa era lo suficientemente grande para que los quince reunidos alrededor no tuvieran problemas y las cortesanas en seguida tomaron el pedido de cada uno.

Su acento y tono al hablar, daba suavidad y elegante firmeza; sus trajes de largas cobijas delgadas de estilo griego, eran tan bella como Atenea. Siendo además lascivo para algunos, por la capacidad de ver a través de la muy fina tela de sus reveladoras prendas.

Los muy diferentes estilos de cabello resaltaba la belleza oculta de la forma de la cara de cada cortesana.

Además cada una de ellas tienen pinturas y formas características de adornos en su rostro, orejas y cuellos; todo tipo de accesorios.

Sería mucha la atención a prestar para poder detallar cada objeto presente.

Pero lo más destacable es la primera impresión; porque parece que las cortesanas se comunican a la distancia y a través de todo el ruido del salón, mediante señales muy sutiles con los parpadeos, gesticulaciones, boca, movimientos con los dedos y cejas.

Lo hacen de una forma natural mientras se mueven o hablan con el cliente o cualquier otra acción además de la actual en ejecución, que parece casi imposible notarlo.