—Sir Oswin —entró un sirviente en la habitación y llamó.
—¿Qué? ¿Es otra queja?
El jefe de la División de Seguridad, Oswin Aiere, preguntó con una expresión frustrada y molesta en su rostro.
—¿No te dije que recolectaras todas las quejas y solo me las entregaras cuando acumules 100 de ellas? Espera, ¿ya recolectaste 100? ¡Pero acabas de entrar hace una hora!
El rostro de Oswin palideció.
—No, no es eso, por ahora solo hay 43 —respondió el sirviente.
—¿Entonces por qué estás aquí?
—Es la Princesa Evane.
—¿Princesa Evane? ¿Ella está aquí?
Oswin se levantó.
—No, estoy aquí porque ella ha convocado a todos ustedes y a todos sus subordinados directos, con urgencia.
—¿Eh? —Oswin frunció el ceño.
—Sus subordinados ya lo esperan afuera.
—Pero, ¿por qué nos ha convocado?
—El mensajero no lo aclaró, solo nos dijo que todos los altos mandos de la División de Seguridad, la División de Gestión y los Guardias Reales están convocados.
—De acuerdo, estaré allí, espérame.
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