*Kael*
Nunca imaginé que sentiría lástima por el tirano que mató a mi familia y destruyó mi ciudad.
Vi a la Bestia del Oeste sobre un pedestal agrietado y ensangrentado, rodeada por los cuerpos de cientos de inocentes, riendo mientras disfrutaba de su propia fuerza. Siempre fue perfecto: músculos bronceados, cabello limpio, ojos inteligentes pero crueles; simplemente un monstruo calculador que nunca cometía errores en sus conquistas.
Pero ahora, el pedestal se había partido por la mitad y Connor Herrick estaba cayendo en desgracia.
Estaba aterrorizado de que me cortaran la garganta después de que de alguna manera logró tenderme una emboscada en esa pequeña vivienda. Me quedé tan vergonzosamente atónito que hice lo que me había pedido: llamar a Gemma. Atraerla directamente hacia él. Si estaba aterrorizado por mi propia vida, no era nada comparado con lo que sentía por Gemma. Ya la había perdido y la había encontrado. No podía perderla otra vez.
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