No la trató como a una oponente en absoluto
—¿El arreglo de la familia Cheng? ¿Quién lo organizó para ella? —Un hombre de mediana edad fuera de la puerta entró y soltó una risita al escuchar las palabras de Ouyang Wei—. ¡Que se enfrente él mismo a sus grandes palabras! ¡La familia Cheng no debería perder la cara!
—¡Cheng Raohan! —El Viejo Maestro Cheng dejó la taza de té en su mano sin un cambio en su expresión e interrumpió directamente con una mirada penetrante.
Sorprendida, Ouyang Wei se levantó cautelosamente. —Abuelo Cheng, Tío Cheng, yo…
Nadie le había mencionado este asunto al Viejo Maestro Cheng.
Sus ojos desolados parecían infinitos, mientras sonreía suavemente y agitaba las manos. —Está bien, esa niña siempre tiene sus propias ideas.
Escuchando las palabras del Viejo Maestro Cheng, las manos de Ouyang Wei a sus costados se apretaron ligeramente, y ella solo sonrió. —Haré caso a lo que usted dijo y no los molestaré.
El Viejo Maestro Cheng la acompañó a la puerta él mismo.
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