—¿Son esos aullidos los que escucho? —Irene esperaba que la demostraran equivocada.
—¡Auuuuu! —Los lobos volvieron a aullar, acercándose cada vez más.
—¡Pícaros! Puedo olerlos, están cada vez más cerca... —Jay señaló.
—¡Esos malditos seres! —Aurora escupió con disgusto.
—Mamá, tenemos una situación. Hay una emboscada. ¡Estamos siendo rodeados por pícaros! —Aurora informó a su madre que aún lloraba. Esa información la hizo salir de su trance.
—¡Ustedes, niños deben ponerse detrás de mí! —Selene gritó mientras se levantaba rápidamente y comenzaba a olfatear los alrededores.
—¡Pónganse detrás de nosotros! —Aurora dijo a sus hermanos y tomó una postura de lucha al lado de su madre.
—No, tú también debes ponerte detrás de mí. Esto no es un entrenamiento. ¡Es una batalla real! Ahora estamos en territorio de los pícaros. —Selene informó a su hija.
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