—Veo que simplemente estás siendo el niño que eres —Alfa Steve suspiró profundamente mientras miraba a su hijo, lastimosamente.
—No debería culparte por ser tan de mente cerrada ahora, ya que aún no eres un hombre —añadió.
—¡Ya soy un hombre crecido, Papá! —dijo Dante, con expresión impasible.
—Diría que todavía no lo eres. Tu manera de pensar sigue siendo infantil —Alfa Steve reafirmó.
—¡Papá! ¡Deja de tratarme como a un niño! ¿Cuándo empezarás a verme como un adulto? ¿Cuándo podré siquiera sentarme en el trono? Algunos de mis compañeros de edad ya han tomado el relevo de sus padres, pero aquí estás tú, siempre menospreciándome y tratándome menos que a un adulto! —Dante se quejó amargamente.
—Eso es porque todavía actúas y piensas como un niño. No eres lo suficientemente maduro para tomar mi lugar. Ahora, deja de ser un mocoso quejumbroso, no te pases. Escucharás lo que digo ya que soy yo quien toma las decisiones aquí —Alfa Steve silenció a su obstinado hijo.
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