La petición pareció sorprender a Dinah y le hizo tomar una pausa significativa. Pero Dinah finalmente forzó una sonrisa burlona.
—Qué tonta —dijo—. Quieres luchar contra un inmortal como
—Mi condición no es matarte —la interrumpió Alicia—. Es que me derrotes —añadió, su mirada a Dinah era inquebrantable y feroz.
Fue un concurso de miradas que Dinah finalmente perdió. Sus ojos de serpiente se convirtieron en una rendija antes de que finalmente accediera.
—Está bien. Te dejaré probar la
Antes de que Dinah pudiera siquiera completar su declaración, Alicia usó ambas de sus espadas para jalar con fuerza la espada de Dinah hacia la izquierda, desequilibrándola y enviando a la mujer unos pasos hacia atrás.
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