*SOB *SOB
Merlín quien estaba concentrado en el sistema finalmente notó que Olivia estaba llorando por alguna razón. Queriendo saber que le ocurría se acercó a ella y la abrazó mientras la colocaba sobre sus piernas.
Olivia quien notó el contacto físico de Merlín comenzó a llorar aún más fuerte sobre su pecho. Después de un tiempo Merlín tuvo que hacer la pregunta.
- ¿Qué pasó?
- Yo… Estoy muy feliz… *Sob… No creí que me lo pedirías… *Sob
Aun llorando Olivia soltó una sonrisa que podía derretir hasta el corazón más helado y Merlín no era la excepción.
Hasta ahora solo había visto a las mujeres como juguetes y trofeos a los que mostrar al público. Sin embargo, solo ahora se dio cuenta de lo importantes que eran para él. Quería preservar esa sonrisa y mantener a su lado a esta mujer frente a él. Quería que sea suya en cuerpo y alma.
- Merlín. Me gustas ~
*CHUP
Finalmente, Olivia había soltado una bomba mientras tomaba los labios de Merlín en un tierno beso.
Sin saberlo la presencia de Olivia se hizo más grande en el corazón de Merlín. Así la pareja continuó durante un par de horas hablando sobre sus gustos y otros asuntos al azar. Solo buscaban una excusa para llevarse bien hasta que fueron interrumpidos por Frederick quien condujo a Merlín hasta el calabozo de la ciudad.
Dentro estaba el mayordomo ayudante del barón Spear y uno de los tipos que me robó.
- Vaya. Miren que tenemos aquí. Una rata.
- …
El hombre me miró con indiferencia sin siquiera tratar de hacer contacto visual.
- Ejecútalo antes de la puesta del sol.
- ¡Si señor!
No hubo reacción alguna a pesar de escuchar su sentencia. Merlín no le prestó atención y continuó viendo a las dos bellezas que estaban en la celda continua.
- ¿Quiénes son?
- Mi señor ellas son la esposa del barón Spear y su hija. Melanie Von Spear y Rosaline Von Spear.
- ¿Oh?
- La señorita Rosaline resulta tener una enfermedad incurable impidiendo que pueda caminar.
Las palabras de Frederick captaron la atención de Merlín quien decidió inspeccionarla con su visión.
Pocas enfermedades eran catalogadas como incurables en este mundo de magia. Seguramente el barón debió de haber intentado tratar a su hija múltiples veces. Si falló me gustaría saber el porqué.
La vista frente a Merlín fue inaudita. No podía creer lo que veía. Las reservas de energía de esta muchacha eran gigantescas y ni siquiera era una maga.
- ¡Envenenamiento por mana!
Como el gran sabio del este Merlín había visto muchos casos de este tipo. Estas personas habían nacido con un potencial mágico inimaginable, pero sus cuerpos no estaban preparados para resistir tal poder. Sus venas de energía estaban colapsadas haciendo que lentamente perdiera la sensibilidad en sus extremidades. Una enfermedad que la iría matando lentamente al igual de la forma en que murió él. Esta fue la razón por la que Merlín gastó tiempo dentro del juego para encontrar una cura a este caso.
- Abre la celda.
- ¡Si señor!
*Chirrido
Lentamente Merlín se acercó a las dos mujeres que estaban atadas a la pared y tenían una venda en la boca.
- ¡MMMMMMMMMMMMM! ¡MMMMMMMMMMM!
Melanie quien veía como Merlín se acercaba a Rosaline no pudo evitar luchar con las pocas fuerzas que tenía. Dentro del calabozo todos los residentes fueron alimentados con el mínimo de agua y comida.
Viendo la lucha de la mujer Merlín decidió soltarle la venda de la boca.
*¡Puaj!
- ¡Aléjate de mi hija!
Melanie escupió el rostro de Merlín mientras lo maldecía para que se alejara de su hija. Su plan era simple, provocarlo para que se olvidara de Rosaline.
Sin embargo, Merlín era un pervertido que le gustaban este tipo de mujeres. Indiferente al escupitajo simplemente sacó un pañuelo y lo limpió. Luego llevó su lengua al rostro de Melanie y lamió sus labios rosados.
- ¡!
- Eres una mujer interesante. Me gusta eso y respeto que luches salvajemente por el bien de tu hija. Tristemente para ti no estas en la posición de exigir nada.
La mujer apartó la vista de Merlín volteando su delicado rostro.
- Por favor déjala ir. Haré lo que quieras si la dejas en paz.
Merlín miró a la mujer que estaba apretando sus puños, tan fuerte que la sangre rodó por las cadenas. Sin decir nada simplemente se volteó a ver más de cerca a la niña encadenada.
- ¡Espera! ¡Tú! ¡No la toques! ¡Hare lo que quieras! ¡Seré tú mujer si quieres!
- Equivocada nuevamente. Ya eres mi mujer.