Siroos se dirigió a la cámara de Cassandra. Ranon estaba de guardia afuera.
—¿Todo bajo control? —preguntó Siroos, a lo que Ranon asintió obediente.
Siroos entró a la cámara empujando la puerta y encontró a Lana y Cassandra conversando. Ambas se detuvieron y dirigieron la mirada hacia él.
—Lana, puedes regresar con Ranon. Necesito hablar con mi compañera.
Lana se despidió de Cassandra, hizo una reverencia a su Alfa y las dejó, cerrando suavemente la puerta tras de sí.
Durante unos segundos, Siroos se deleitó con el aroma de su compañera que impregnaba cada rincón de su cámara. Hacía hervir las emociones en su pecho como si las cociera en un caldero.
Reclinada con el codo elegantemente apoyado en uno de los mullidos cojines, las tonificadas piernas de Cassandra estaban extendidas, ofreciéndole una completa visión de su piel nívea.
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