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Reencarnada Como la Compañera Maldita del Alfa

``` ¿Qué pasa cuando una diosa se enamora de un cambiaformas? Asara, la diosa del amor, fue castigada por su padre, el dios del trueno. Su delito fue enamorarse de un mortal cambiaformas alfa. Para pagar por sus pecados fue reencarnada como Cassandra LeBlanc, una princesa mortal en el mágico Reino de Speldaria. Su familia y su reino, exceptuando a su hermana mediana, la rechazaron porque nació sin ninguna habilidad mágica y no tenía recuerdos de su verdadera identidad. Su prometido, el poderoso mago comandante de Speldaria, no se inmutaba por ella. Deseaba a alguien fuerte. La vida de Cassandra se trastornó cuando recibió como obsequio un esclavo guerrero por parte del poderoso alfa de Dusartine. Se le pidió que participase en el Evento Anual de la Arena colaborando con el guerrero. Cassandra, que odiaba "La Arena" con todo su ser —un lugar donde la sangre fluía como el vino y la vida era más barata que el propio aire que respiraban—, no entendía su propósito en ella. Encima de eso, el misterioso guerrero la afectaba de maneras inimaginables. Su mirada hipnótica la desconcertaba. Su esencia rara la abrumaba. Su cuerpo bronceado y musculoso la consumía con pensamientos pecaminosos. Incluso los sueños de su vida pasada la atormentaban. Cuando "La Arena" comenzó, las agendas ocultas y las verdades subyacentes salieron a la luz y a Cassandra se le presentó un destino. No le quedó más opción que ceder y elegir un camino. La pregunta sería: —¿Cómo enfrentará Cassandra una vez que se entere de la maldición que se le ha impuesto? —¿Podrá obtener sus habilidades mágicas y enfrentarse a su padre? —¿Quién la ayudará en su viaje? ~Extracto~ Entonces lo sintió, todo él. Toda su aspereza. ``` ``` La fuerza de su brazo. La suavidad de sus labios. El agarre de su mano. El calor de su aliento. Cada músculo de su cuerpo se tensó al pensar en las implicaciones de dormir en brazos de un hombre. Nunca antes había dormido en el abrazo de un varón. Toda su piel hormigueaba como pequeñas chispas danzando en las partes que lo tocaban. Las grietas de su cerebro tenían estos recuerdos que no eran suyos. Este roce de alguna manera no le parecía ajeno. Se sentía segura en su abrazo tranquilizador y no deseaba apartarlo, y sin embargo sabía que esto no era para nada apropiado. Cassandra intentó zafarse de su agarre, pero sus brazos parecían hechos de hierro, pues no se movían. La ligera prenda que había llevado se había alzado de su muslo de leche dejándolo al descubierto, mientras el musculoso y bronceado de él se posaba sobre el suyo. Y ahora podía sentir algo punzándola en la espalda. Sus ojos de repente se expandieron al darse cuenta y Cassandra entró en pánico total. —¡Suéltame! —dijo con voz grave. Siroos lentamente levantó su pierna y aflojó su agarre en su cintura para que pudiera moverse. Se había despertado cuando ella se tensó por primera vez, pero deseaba ver qué intentaría. Con los ojos muy abiertos le echó un vistazo al hombre que la tenía envuelta en su abrazo como a un tesoro precioso, su tesoro. Sus ojos dorados fundidos se abrieron y había una suavidad y deseo con los que la miraba. Aquellos suaves rizos marrones le caían sobre los ojos mientras olvidaba parpadear, observando la belleza eterna que era ella. Su fragancia única era una tortura para sus sentidos. —Cómo deseaba tomar su delicado tobillo, jalarla hacia él y tenerla esparcida bajo su cuerpo —murmuró—. Besar la misma piel que desprendía tal aroma que le estaba volviendo loco. En su lugar, dobló su brazo y lo colocó debajo de su mejilla usándolo como una almohada para mirarla con ojos llenos de deseo. El silencio incómodo entre ellos se prolongó mientras Cassandra se aclaraba la garganta. —¿Tenías que subirte sobre mí para dormir? —preguntó. —No fue intencional, pero ciertamente fue tentador y definitivamente no será la última vez —su voz profundamente hipnótica era aún más seductora temprano en la mañana cuando resonaba a su alrededor. La portada del libro es mía. ```

Sunny_Shumail · 奇幻言情
分數不夠
189 Chs

Alimentándola

La expresión de Haylia se agrió ligeramente ante las palabras de su hijo. Ya que ella había sido quien tomó la iniciativa de colocar la línea negra en Cassandra, lo tomó de manera personal.

Cassandra era una mujer sin marcar y no había nada de malo en seguir la tradición que toda su manada hacía.

—Cassandra todavía está sin marcar, por lo que fue apropiado seguir la tradición —le dijo Haylia a su hijo, pero en un tono muy sutil y tranquilo. No dejó que se reflejara en su voz ninguna de su desaprobación.

Siroos, que estaba perdido mirando a su compañera, apartó su mirada y se volvió hacia su madre.

—Má, entiendo. Pero no quiero marcas negras ni ningún tipo de marcas en su piel. Deja que esa decisión descanse en mí —la firmeza de su tono reveló que no deseaba discutir más este tema.

—Como desees. Siempre respetaré eso —respondió Haylia, colocando una sonrisa en su rostro cargado de sabiduría.

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