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Majorie 09: Gato encerrado.

—Bien, por aquí—indico señalando un camino.

El fuego de la antorcha es lo único que tenemos para guiarnos en medio de toda la oscuridad de las alcantarillas. Nodieu, Ameba, Celine y yo estamos por ejecutar uno de los mayores robos de información de este mundo. Puede que sea el más grande, quien sabe.

Luego de pasar muchos selenios planificando nuestro atraco, pudimos hacer algo decente que involucra infiltrarnos desde las alcantarillas del palacio hacia la iglesia. Digo que son cloacas por ser amable, pero la realidad es que en este mundo no hay un sistema de drenaje, esto no son más que pasajes subterráneos que conducen a diferentes puntos de la ciudad. Están diseñados para servir como una vía de escape en caso de emergencia.

Por fortuna, estos pasadizos están conectados a la iglesia, así como a otros puntos importantes de la capital de Asonas. Para mí, es irónico trasladarnos vía subterránea cuando todo el mundo en realidad ya está bajo tierra.

—E-este lugar huele mucho a humedad—se queja Ameba.

—Pues aguántatelo. Estamos todos en esto—ladra Celine.

—Intentemos ser lo más discretos posibles—les indico a todos.

Bastante trabajo fue poder infiltrarnos en estos pasadizos sin que los guardias del castillo nos vieran como para echarlo a perder por tonterías.

—Bien, los planos dicen que tenemos que tomar los caminos del Este para entrar en el territorio de la iglesia—comenta Nodieu mirando el mapa que robé con mucho esfuerzo.

—En verdad siento que nos van a cortar la cabeza a todos—Celine voltea los ojos.

—Todavía están a tiempo de echarse para atrás. Lo digo en serio, no guardaré ningún rencor si deciden velar por su propia vida—digo tomando la iniciativa de ir a la cabeza del grupo.

—Sí con esto puedo demostrarle a Bridget que soy capaz, entonces seguiré adelante—declara Nodieu.

—¿No puedes pensar en alguien más que no sea esa perra? Hay muchas chicas mejores que esa tipa—Celine no tarda en soltar su veneno.

—Bueno, tal vez no sea tan mala como parece. Y quizá me acepte si ve que soy suficientemente bueno para merecerla—se defiende él.

—Ja. Buena suerte con eso. Ya que vamos a la biblioteca de la iglesia, deberíamos hacer una escala para buscarle un libro de amor propio—se burla ella.

—¿Y si pensamos en cosas bonitas? Como gacks o unicornios—Ameba cruza los dedos por detener la discusión.

—Ajá, como el gack que la perra por la que Nodieu babea destrozó en Melipar. O como el unicornio asesino que casi destaza a Majorie y sus hermanos—Celine hace otra fenomenal demostración de su pesimismo.

—Voto por el plan de Ameba. Necesitamos relajarnos, todos estamos nerviosos por esto—intento tranquilizar los ánimos.

Como por arte de magia, todos guardan silencio. Agradezco en mi mente mientras regreso la mirada hacia el frente. Nos aguardan un montón de pasillos laberinticos que lucen horribles y oscuros. Estuve mucho tiempo quebrándome la cabeza pensando un plan minucioso y exacto digno del mismo Walter White cuando recordé que al final de cuentas, la magia y el Sistema nos ayudarían muchísimo en esta misión. Adiós a hacer cloroformo casero para dormir a los guardias.

—¿Realmente vamos a encontrar respuestas ahí? ¿O solo estamos arriesgando el pellejo por libros viejos, polvorientos y a medio comer por termitas?—pregunta Celine.

—Si te soy honesta, lo desconozco. Pero tengo mis motivos para para pensar que en verdad hay algo importante ahí. Algo que lo cambie todo—explico sin dejar de alumbrar el camino.

—¿Tus motivos? ¿O los motivos de tu guardaespaldas huraño?—Celine no pierde el tiempo en atacar de nuevo.

Parece que es más observadora de lo que aparenta.

—¿El señor Howard? Él puede ser muy rudo, pero siento que en verdad puedo confiar en él. No estoy haciendo más que adelantarme a los hechos, quiero tener la ventaja sobre la iglesia y el propio reino si llegara a hacer falta—revelo.

—Ok, supongamos que sí es verdad toda esa tarugada de los secretos del mundo en la biblioteca. ¿Qué podemos esperar? ¿Crees que valga la pena siquiera?

Lo pienso detenidamente. Dada la postura de la iglesia y su determinación a ejecutarme, lo más probable es que guarden algo relacionado al Dragón Blanco en sus registros. Sin embargo, esto abre la puerta a muchas posibilidades, y casi todas son aterradoras y malas.

Supongamos que en esos libros viene toda la verdad del Dragón Blanco y es todo como lo conocemos. Eso me daría toda la cosmovisión que necesito para aceptarme como un monstruo y entregarme voluntariamente en caso de que Arthur no logre encontrar una cura.

Pero si por el contrario, todo resulta ser una vil mentira, estamos ante una conspiración que lleva cientos de miles de cursos abisales de pie. El pensar que el Dragón Blanco es en realidad la llave para algo que guie a la humanidad a una época dorada o de progreso solo dejaría a la iglesia como enemigos de los humanos.

Justo como todas esas teorías de conspiración sobre iluminatis o reptilianos de mi mundo origen, solo que aquí está más cerca de ser real. Esos son los únicos escenarios que puedo formular en mi mente, cualquier otro es lo suficientemente loco como para descartarlo de inmediato.

—Valdrá la pena, eso creo—digo a secas.

—Yo creo que Majorie no es un monstruo. Se ha portado muy bien con todos—Ameba me defiende.

—Sí, bueno, eso no puedo negarlo. Pero puede que la lagartija blanca en la que se puede convertir no piense lo mismo—argumenta Celine.

—Y aun así estás aquí, acompañándome. Creo que nunca te lo pregunté, ¿qué te hizo disparar esa bola de agua contra Bridget en aquella ocasión que estaba escapando de la academia?—pregunto con curiosidad.

—No lo sé. Supongo que solo fue lastima, te dio una paliza horrible. Por un momento creí que terminarías como ese gack. Y cuando te vi cabalgando tu unicornio para salir de los muros de la escuela pensé que era genial todo eso, así que decidí distraer a Bridget—explica ella.

Auch, eso fue un pequeño golpe a mi orgullo. Aun así, me siento acompañada y apoyada pese a que no compartan mi visión, salvo Ameba que es la única que no me teme pero prácticamente fue arrastrada aquí contra su voluntad.

—Bien, creo que es momento de girar a la derecha por este túnel—indico.

Los pasadizos están llenos de antorchas y velas apagadas, señal de que nadie viene por aquí. De hecho, estaría más intranquila si por el contrario hubiera iluminación.

—Creo que estamos en terreno de la iglesia a partir de este momento—Nodieu señala un pequeño cartel con el nombre del túnel que el mapa indica que pertenece a la iglesia.

Estos pasillos subterráneos fueron hechos por el reino a escondidas, así que no hay emblemas ni nada perteneciente a la propia religión del Dragón Negro. Por lo que pude enterarme, cuando salgamos de aquí estaremos en un muro falso, tendremos que movernos entre las paredes de la sede de la iglesia para poder salir.

—Bien, preparemos todo lo necesario, es la última oportunidad para retirarse si lo quieren hacer—digo mientras me acerco a la puerta.

Ninguno de mis compañeros parece tener intenciones de hacerlo. Bueno, Ameba voltea los ojos con nerviosismo, pero tampoco se marcha.

—Excelente, entonces síganme—abro la puerta para entrar en el interior de la pared falsa.

—Kgh… esto es muy estrecho. Nodieu, te cortaré las manos si intentas algo raro—ladra Celine.

—¡Yo no haría nada así!

—Guarden silencio. Pueden escucharnos.

Nos movemos a cómo podemos dentro del reducido espacio que tenemos. Lo único que hacemos es jadear y respirar pesado. Caminamos intentando buscar una salida de la pared.

—Hey, creo que es aquí—indico.

Veo un boquete a la distancia con algo de dificultad porque la oscuridad es penetrante. Caminamos hacia allá solo para encontrarnos con un cuarto vacío.

—Agh, ya extrañaba mi espacio personal—Celine se sacude el polvo de la túnica.

—Este sitio son solo cuatro paredes, no hay una sola puerta—analiza Nodieu.

—Buaaaaah—chilla Ameba.

—No exactamente. —me acerco a dichos muros—Magia de ilusión, bastará con anularla para encontrar la salida.

Me concentro en sentir el flujo mágico. Después de tantos años estudiando este mundo fantástico, las criaturas que aquí habitan siempre me han fascinado. Y como cargo con la maldición de la draconificación, los dragones me llaman mucho la atención. Leí mucho sobre ellos y sus habilidades, por lo que estoy muy enterada de sus capacidades.

Una de ellas es una habilidad llamada "Disipación mágica". Puede ser adquirida por humanos, pero obtenerla suele ser complicado y requiere ciertas aptitudes. En cambio, es muy común entre los dragones. Sirve para disolver hechizos, y a veces en combate es muy útil porque puede desestabilizar la magia del rival. En pocas palabras, son un buen contraataque contra los magos.

Y claro, yo soy el Dragón Blanco, así que mientras planeábamos nuestra infiltración, me aseguré de adquirir Disipación mágica en caso de necesitarla. Es el momento de hacerla brillar. Extiendo mi mano hacia uno de los muros y activo la habilidad.

—Esto es… interesante—Celine observa con fascinación como la pared se mueve como un cuerpo de agua al que le ha caído una gota. Una puerta aparece en medio de la misma.

—¿Cómo sabías lo de la ilusión?—pregunta Celine.

—Soy algo sensible a la magia. Desde niña he bebido muchos cuernos de unicornios disueltos para ralentizar mi maldición o intentar eliminarla. En cuanto entramos a este cuarto, sentí un escalofrío que me hizo suponerlo.

Esos cuernos me hicieron más perceptiva con respecto a la magia. No estoy muy acostumbrada a este tipo de escenarios, pero cuando hay encantamientos cerca puedo sentirlos. Por ejemplo, el bosque Melipar tiene una cantidad de magia importante. También los lugares cercanos a la Selene. Y en algunos casos raros, lugares un tanto rudimentarios, como la granja donde vi a esa chica de cabello arcoíris. La magia en ese lugar era muy notable.

—Celine, vamos a necesitar tus habilidades. Durante nuestra planeación en el castillo, dijiste algo sobre haber adquirido un hechizo de invisibilidad.

—Ah, sí, lo usaba para saltarme el toque de queda o algunas clases en la academia. No es muy avanzado, pero espero que sirva.

Celine nos hace formarnos en fila a todos y utiliza su habilidad, "Punto ciego". Siento como si nuestra piel se volviera transparente.

—Ahora cállense, esa cosa no inhibe sonido. También es probable que nos detecten si algún patrullero tiene la habilidad "Vista periscópica", así que tengamos cuidad—indica Celine.

—Ok. Avancemos en fila y en silencio. Si ocurre algo, ya saben el plan.

Salimos de la habitación cerrada para encontrarnos en un pasillo, iluminado por veladoras colocadas a lo largo. Debemos estar en una parte bien escondida de la iglesia.

—Bien, Nodieu, es tu momento de brillar. Sí sabes dónde están los registros importantes nos ayudarías mucho—digo en voz baja.

—¿Por qué sabría yo eso?

—Porque eras el perro faldero de Bridget. No te ofendas, pero sí alguien puede saber algo, eres tú—argumenta Celine.

—Ugh, nunca me dijo nada así de importante. Aunque… sí, una vez me comentó sobre una biblioteca a la que tenía acceso en la iglesia, dijo que le molestaba tener que encender todas las velas y tener cuidado de no quemar nada—rememora.

—Velas. Eso es, debe ser un lugar subterráneo, alejado de la luz de la Selene que da en la superficie—se me prende el foco.

—Claro, tiene sentido. La iglesia junto con la capital y el castillo real están muy cerca de la Selene. Lugares así de privilegiados no necesitan antorchas o velas porque la luz siempre brilla. Parece que no eres tan tonto, Nodieu—concuerda Celine.

Él esboza una sonrisa nerviosa. Bien, podemos descartar cualquier camino que nos lleve a lugares superiores de la sede, así que nos tenemos que concentrar en los pasajes subterráneos, justo como en donde estamos.

Recorremos el lugar con cuidado y en silencio hasta encontrar una puerta. No parece haber vigilancia cerca, así que podemos darnos el lujo de echar un vistazo. Empujo la entrada de la misma con cuidado y entonces me percato de una enorme cantidad de estanterías repletas de libros y pergaminos.

—Carajo, esa perra no mentía con lo de la biblioteca—exclama Celine al ver el gran paisaje de papel que se extiende ante nosotros.

Sí, hemos logrado encontrar un punto muy importante del sitio, pero todavía no podemos asegurar que sea lo que buscamos. Lo mejor que podemos hacer en este caso será separar nuestros esfuerzos y hojear lo que podamos antes de que tengamos que irnos.

—Sean cuidadosos al moverse entre las estanterías, no olviden que estamos en la sede de la iglesia. Si ven algo que valga la pena compartir con el resto háganlo saber—doy indicaciones.

Ameba, Celine y Nodieu asienten con la cabeza. Todos nos vamos en diferentes direcciones, buscando algo que luzca interesante.

Camino entre los libros, embelesada por la gran colección de títulos que tienen para ofrecer. La mayoría son enciclopedias y tomos de estudio sobre El Abismo. Mmmmh, me gustaría quedarme mucho tiempo estudiando, pero hemos venido a otras cosas.

Me dirijo hacia una pequeña sección y saco un par de libros de sus lugares. Leo sus títulos, pero casi todos son acerca de leyendas y criaturas de El Abismo. Sostengo uno en particular que habla sobre unicornios. Esos monstruos han estado presentes en casi toda mi vida aquí, así que estoy interesada en ver qué hay de interesante sobre ellos aquí.

Sin embargo, lejos de hallar información científica, me encuentro con lo que parece ser una especie de registro acerca de un unicornio llamado Swolstice. O mejor dicho, un hombre unicornio. El párrafo más relevante me deja con el corazón acelerado.

«He forzado a Swolstice a usar su magia. Me siento fatal por haber hecho eso, pero mi pueblo no habría podido prosperar sin eso. Estoy bien, lo estaré y mi gente igual. Asonas pagará sus pecados con la misma moneda. Mi única preocupación es Silvesse, el unicornio favorito de Swolstice. Logré capturar a todos y cada uno de sus engendros, pero Silvesse faltó. No tengo idea de lo que haya hecho Swolstice para ocultarlo de mí, pero sé que si no consigo eliminarlo, puede ser una amenaza seria para el mundo que estoy creando.»

Esto… luce como una mezcla entre un cuento de hadas y una confesión. Tengo mis dudas con respecto al texto, empezando por el hecho de mencionar a Asonas, el reino donde vivo. Se supone que es el único que existe en todo el mundo, a menos que no se esté refiriendo a una nación como tal, sino a alguien.

Y luego está el tema del unicornio Silvesse. Hay una cantidad enorme de párrafos explicando porque el autor de esta cosa debe encontrarlo. Hay incluso dibujos bien elaborados, pero el ejemplar no luce tan diferente a otros unicornios: cabello arcoíris, crin blanca, cuerno largo de marfil mágico, etc.

¿Qué es tan especial en ese tal Silvesse? Nunca había escuchado una leyenda que hablara de algún unicornio con ese nombre. Estoy por indagar más en el asunto cuando soy interrumpida.

—M-Majorie, aquí hay algo—llama Ameba.

Giro mi cabeza para encontrarla parada cerca de un atril. Hay estanterías llenas de pergaminos. Me acerco hacia ella para discutir lo que vio.

—Hay muchos papeles con cosas raras… no entiendo que significa todo esto—me extiende uno.

Una sensación de inquietud me invade al tomar ese papel. Tengo la intuición de que, si lo abro, me voy a encontrar con algo que me va a cambiar para siempre. Respiro profundo antes de darme la vuelta y extenderlo en una mesa cercana.

—¡¿Qué carajo significa esto?!—ahogo un chillido de sorpresa.

Mis ojos viajan por todo el pergamino, intentando digerir lo que estoy viendo. Un mapa completo de El Abismo, más allá de los límites registrados por los caballeros Traza-Caminos. Son muchas capas, y la última es tan perturbadora que me tiemblan las manos.

—¡Esto tiene que ser una broma retorcida de Bridget!—mi piel, ya pálida de por sí, debe haberse tornado aún más blanca.

Dibujado sobre dicho mapa hay una especie de bocetos de planos de una maquina… no, infraestructura gigante, tan grande como El Abismo mismo. Pareciera una especie de central energética, es la mejor forma en que puedo describirlo. Hay trazos que parecen ser tubos, tanques de contención, turbinas, etc. Todo conectado a las paredes de El Abismo. No, esto no puede ser cierto, este mundo apenas puede mantenerse de pie, no tienen tecnología para pensar en algo tan… siniestro como esto. Con excepción de Bridget, quien tiene noción del mundo moderno tanto como yo.

No, ella podrá venir de la tierra, pero es una idiota. Por mucho que dependiera de la tecnología, ni siquiera yo podría haber formulado una idea así. Y entonces se me ocurre una idea aterradora. Él… ese chico de mi clase que amaba la tecnología y disfrutaba de la estética cyberpunk. ¿Y si Bridget y yo no somos las únicas reencarnadas en este mundo?

—Majorie… ¿estás bien? Te ves muy pálida—Ameba luce preocupada.

No respondo, estoy paralizada mirando los pergaminos, con una expresión aterrada. Celine y Nodieu se acercan, confundidos por el alboroto.

—C-chicos, Majorie me está dando miedo—chilla Ameba.

—Hey, lagartija, ¿Qué ocurre?—Celine intenta hacerme reaccionar.

Y entonces comienza a dolerme la quijada. He tenido la boca abierta desde que abrí este pergamino. El corazón me duele y mi visión está comenzando a ser borrosa. Quiero gritar y arrancarme de mi mente esta terrible revelación. Y lo hago.

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!—mis cuerdas vocales resienten el daño.

Ya no me importa si nos escuchan o no. Estoy colapsando, todo este tiempo hemos estado ignorando esta nauseabunda y terrible realidad.

—¡Majorie! ¡Reacciona!—Celine me toma de los hombros.

—¡¿A dónde envié a mi hermano?! ¡Mandé a toda esa gente al mismo infierno!—grito con horror.

—¡Contrólate! Ameba está asustándose, y no entiendo nada de lo que dices.

—¡Tenemos que sacarlos de ahí! ¡Arthur y su equipo están en el peor lugar de este mundo! ¡Nadie debe acercarse al fondo de El Abismo! ¡Sea lo que sea este maldito agujero!

La última capa es un peligro para todo este mundo. La iglesia lo sabía, todo este tiempo lo sabía y lo ocultó por conveniencia. Ellos son el enemigo de la humanidad, los causantes de que vivamos aquí. Si lo que sea que está en el fondo consigue desatarse… entonces no habrá futuro dentro de este mundo.

—¡A la mierda todo esto, vámonos de aquí! ¡Ayúdame, Nodieu!—Celine intenta cargarme.

Pero todo es interrumpido por un fuerte dolor en mi cuerpo. Un dolor paralizante que también me hace hervir la sangre. Caigo al suelo tosiendo y gimoteando de sufrimiento. Mis compañeros intentan hacer algo, pero son cegados por una potente luz que emerge de mi cuerpo. La tela con la que escondía mis escamas es perforada por aún más de ellas. Siento mis huesos estirarse y moverse por voluntad propia.

Y entonces me doy cuenta de que descubrí esta información demasiado tarde. Debe estar ocurriendo ahora mismo, a kilómetros de distancia. El sello que aguarda en la última capa de El Abismo está rompiéndose, y con ello, la maldición del Dragón Blanco.

—¡M-Majorie está mutando!—chilla Celine.

Ameba entra en una crisis y se tira al suelo, cubriéndose la cabeza con las manos y cerrando los ojos mientras llora. Nodieu y Celine hacen casi lo mismo, corriendo a esconderse detrás de las estanterías. Mis manos humanas están cambiando y comienzan a asemejarse a unas garras. Cientos de escamas blancas están cubriendo mi piel ahora. Es tarde para la cura.

«Permisos y título de usuario han sido actualizados. Se ha adquirido el titulo Dragón Blanco. Dominio es ahora una habilidad activa».

Dominio, la habilidad que escogí cuando reencarné en este mundo. Bridget tenía razón, escoger esa opción me condenó a ser este monstruo.

—Bravo, Violet, parece que ya sabes mucho más sobre este mundo—la voz de Bridget se deja escuchar en la habitación.

Apenas y puedo mantenerme consiente, no sé en qué parte de la biblioteca se encuentra.

—Es una lástima que las cosas tengan que terminar así. Pobre de tu hermano, un viaje taaaaan largo para que regrese con las manos vacías y su recompensa sea una hermana muerta—añade Bridget.

Lo que sea que vaya a suceder a continuación, definirá mi futuro…