332. ¿Para qué molestarse?
—Adam Jones. —Elly Campbell, soportando pacientemente, se aferraba al marco de la puerta, evitando que Adam Jones se abriera paso, pero también le faltaba la fuerza para cerrar la puerta.
Los dos se mantuvieron, uno dentro y uno fuera, ninguno dispuesto a ceder.
—Déjame entrar.
La voz de Adam Jones era algo ronca, mezclada con algunas emociones poco claras.
—Si tienes algo que decir, dilo aquí.
Su corazón frío, ella habló, ignorando deliberadamente la mancha de sangre que oscurecía en el vendaje que rodeaba su frente.
—Déjame entrar.
La voz de Adam Jones se volvió más fría, y en la profundidad ronca de sus ojos, había un atisbo de impaciencia e irritabilidad.
Solo entonces Elly Campbell notó el leve olor a alcohol en Adam Jones, no obvio, pero detectable tras una inspección más cercana.
—¿Has estado bebiendo?
Ella frunció el ceño, trató de resistirse, pero al final no pudo evitarlo y soltó la pregunta.
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