—Está bien, está bien, sigue adelante, cuídala bien.
La Vieja Dama estaba exultante, sonriendo de oreja a oreja. Aunque sentía curiosidad por saber por qué Elly había sido llevada a casa por su nieto, estaba claro que era una buena oportunidad para que arreglaran su relación, y ella muy sensatamente eligió no molestarlos.
Adam Jones llevó a Elly de vuelta al dormitorio, también la ayudó a quitarse el abrigo y los zapatos. Durante todo el proceso, Elly dormía profundamente, con una expresión de incomodidad en su rostro.
Adam fue al baño, trajo una palangana de agua caliente y, agachado al lado de Elly, comenzó a limpiarle la cara.
Elly, perturbada en su sueño, no estaba contenta. Alzó la mano y apartó la de Adam, —Vete, deja de molestarme.
Su voz baja llevaba una pequeña queja, como un gato salvaje y terco, dejando a Adam tanto divertido como un poco perdido.
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